fenômeno

Phänomen

La expresión griega phainomenon, a la que remonta el término «fenómeno», deriva del verbo phainesthai, que significa mostrarse; phainomenon quiere decir, por consiguiente: lo que se muestra, lo automostrante, lo patente; phainesthai es, por su parte, la forma media de phaino: sacar a la luz del día, poner en la claridad. phaino pertenece a la raíz pha-, lo mismo que la luz, la claridad, es decir, aquello en que algo puede hacerse patente, visible en sí mismo. Como significación de la expresión «fenómeno» debe retenerse, pues, la siguiente: lo-que-se-muestra-en-sí-mismo, lo patente. Los phainomena, «fenómenos», son entonces la totalidad de lo que yace a la luz del día o que puede ser sacado a luz, lo que alguna vez los griegos identificaron, pura y simplemente, con ta onta (los entes). Ahora bien, el ente puede mostrarse desde sí mismo de diversas maneras, cada vez según la forma de acceso a él. Se da incluso la posibilidad de que el ente se muestre como lo que él no es en sí mismo. En este mostrarse, el ente «parece…». Semejante mostrarse lo llamamos parecer. Y así también en griego la expresión phainomenon, fenómeno, tiene la significación de lo que parece, lo «aparente», la «apariencia»; phainomenon agathon quiere decir un bien que parece tal – pero «en realidad» no es lo que pretende ser. Para la ulterior comprensión del concepto de fenómeno es de fundamental importancia ver cómo lo nombrado en las dos significaciones de phainomenon («fenómeno» = lo que se muestra, y «fenómeno» = apariencia) tiene, por su estructura misma, interna coherencia. Tan sólo en la medida en que algo, conforme a su sentido mismo, pretende mostrarse, e.d. ser fenómeno, puede mostrarse como algo que él no es, puede «tan sólo parecer.». En la significación phainomenon, («apariencia») se encuentra ya incluida la significación originaria (fenómeno = lo patente) como fundante de aquélla. En nuestra terminología asignamos el término «fenómeno» a la significación positiva y originaria de phainomenon, y distinguimos fenómeno de apariencia, como la modificación privativa de fenómeno. Pero lo que ambos términos expresan no tiene por lo pronto absolutamente nada que ver con lo que en alemán se llama «Erscheinung», e.d. «fenómeno» en el sentido de «manifestación» o también «blosse Erscheinung», «mera manifestación».

Se habla, por ejemplo, de «fenómenos patológicos» [«Krankheitserscheinungen»]. Con este término se mientan anomalías que se muestran en el cuerpo y que al mostrarse y en tanto que mostrándose, son indicio de algo que no se muestra en sí mismo. El surgimiento de semejantes anomalías, su mostrarse, va a la par con la presencia de perturbaciones que no se muestran en sí mismas. «Fenómeno», como manifestación «de algo», justamente no quiere decir, por consiguiente, mostrarse a sí mismo, sino el anunciarse de algo que no se muestra, por medio de algo que se muestra. Manifestarse es un no-mostrarse. Pero este «no» no debe confundirse de ningún modo con el «no» privativo que determina la estructura de la apariencia. Lo que no se muestra, a la manera como no se muestra lo que se manifiesta, jamás puede parecer. Todas las indicaciones, representaciones, síntomas y símbolos tienen esta estructura formal básica del manifestarse, por diferentes que ellos sean entre sí.

Aunque el «manifestarse» no es jamás un mostrarse en el sentido del fenómeno, sin embargo, manifestarse sólo es posible sobre la base del mostrarse de algo. Pero este mostrarse composibilitante del manifestarse no es el manifestarse mismo. Manifestarse es anunciarse por medio de algo que se muestra. Cuando se dice, entonces, que con la palabra «manifestación» [«Erscheinung»], apuntamos a algo en lo que se manifiesta una cosa que no es ella misma «manifestación», no queda circunscrito el concepto de fenómeno, sino que ese concepto queda más bien supuesto, pero en forma encubierta, porque en esta determinación de la «manifestación», el término «manifestarse» se emplea en un doble sentido. Eso en lo que algo «se manifiesta» quiere decir aquello en lo que algo se anuncia, e.d. no se muestra. Y cuando se dice que no es ella misma «manifestación», la palabra «manifestación» tiene el sentido de mostrarse. Pero este mostrarse pertenece esencialmente a «aquello en que» algo se anuncia. Por consiguiente, los fenómenos no son jamás manifestaciones, pero toda manifestación está, en cambio, necesitada de fenómenos. Si se define el fenómeno acudiendo al concepto, además poco claro, de «manifestación», entonces todo queda cabeza abajo, y una «crítica» de la fenomenología sobre esta base es ciertamente una empresa peregrina.

El término alemán «Erscheinung» puede, por su parte, significar, nuevamente, dos cosas: primero, el manifestarse, en el sentido del anunciarse como un no-mostrarse, y luego, lo anunciante mismo – que en su mostrarse denuncia algo que no se muestra. Y por último, se puede emplear el vocablo manifestarse [Erscheinen] como término para el fenómeno en su sentido auténtico, es decir, como mostrarse.

Si se designa estos tres contenidos diferentes como «manifestación» [«Erscheinung»], la confusión es inevitable.

Pero ella sube esencialmente de grado por el hecho de que el término «Erscheinung», «manifestación», puede recibir todavía otro significado. Si se concibe lo anunciante que en su mostrarse denuncia lo no-patente, como lo que surge en lo que por sí mismo no es patente, e irradia de éste, de tal suerte que se piensa lo no-patente como lo que por esencia jamás puede ser patentizado, entonces manifestación quiere decir tanto como producción o como producto, pero como un producto que no constituye el verdadero ser del producente: es el «fenómeno» [«Erscheinung»] en el sentido de «mero fenómeno» [«blosse Erscheinung»]. Ciertamente lo anunciante, así producido, se muestra en sí mismo, pero lo hace de tal manera que, como irradiación de lo que él anuncia, deja a este último constantemente velado. Pero, por otra parte, este velante no-mostrar tampoco es apariencia. Kant emplea el término «fenómeno» [«Erscheinung»] en este acoplamiento de sentidos. Fenómenos son, por una parte, según él, los «objetos de la intuición empírica», lo que en ésta se muestra. Esto que se muestra (fenómeno en el sentido genuino y originario) es, a la vez, «fenómeno» como irradiación anunciadora de algo que se oculta en aquel fenómeno.

En la medida en que al «fenómeno» [«manifestación»] en el sentido del anunciarse por medio de algo que se muestra, le es constitutivo un fenómeno [en sentido propio], y que éste puede modificarse privativamente convirtiéndose en apariencia, también la manifestación puede volverse mera apariencia. A una determinada luz puede parecer que alguien tiene las mejillas enrojecidas y la rojez que de este modo se nos muestra puede ser tomada como un anuncio de la presencia de la fiebre, y esto, por su parte, sirve, una vez más, de indicio de una perturbación del organismo.

Fenómeno – el mostrarse-en-sí-mismo – es una forma eminente de la comparecencia de algo. En cambio, manifestación significa un respecto remisivo en el ente mismo, de tal manera que lo remitente (lo anunciante) sólo puede responder satisfactoriamente a su posible función si se muestra en sí mismo, es decir, si es «fenómeno» [«Phanomen»]. Manifestación y apariencia se fundan, de diferentes maneras, en el fenómeno. La confusa variedad de los «fenómenos» nombrados por los términos fenómeno, apariencia, manifestación, mera manifestación, sólo se deja desembrollar cuando se ha comprendido desde el comienzo el concepto de fenómeno: lo-que-se-muestra-en-sí-mismo.

Si en esta manera de entender el concepto de fenómeno queda indeterminado cuál es el ente que se designa como fenómeno, y queda abierta la cuestión si lo que se muestra es un ente o un carácter de ser del ente, entonces se habrá alcanzado solamente el concepto formal de fenómeno. Pero, si con la expresión «lo que se muestra» se entiende el ente que – dicho kantianamente – nos resulta accesible mediante la intuición empírica, entonces el concepto formal de fenómeno recibe una legítima aplicación. Tomado en este sentido, fenómeno corresponde al concepto vulgar de fenómeno. Pero este concepto vulgar no es el concepto fenomenológico de fenómeno. En el horizonte de la problemática kantiana lo que se entiende fenomenológicamente por fenómeno puede ilustrarse – mutatis mutandis – en la forma siguiente: lo que en los «fenómenos», es decir en el fenómeno, entendido en sentido vulgar, ya siempre se muestra previa y concomitantemente, aunque no en forma temática, puede ser llevado a una mostración temática, y esto-que-así-se-muestra-en-sí-mismo («formas de la intuición») son los fenómenos de la fenomenología. Porque evidentemente espacio y tiempo tienen que poderse mostrar así, tienen que poder volverse fenómeno, si Kant pretende formular un enunciado trascendental fundado en las cosas mismas cuando dice que el espacio es el «en dónde» a priori de un orden. STJR §7 A