exponerse al ente

Lo patente del ente, empero, nos está, a la vez, no solamente oculto en el sentido de lo aún no abierto, lo desconocido o incluso de lo indescifrable – del misterio -, sino, oculto, a su vez, también, en un segundo sentido, a saber, en la forma del encubrimiento y de la simulación [Verdeckung und Verstellung], de la apariencia, esto es, de la no-verdad. A la esencia de la verdad pertenece la esencia de la no-verdad. Y recién ahora entendemos lo que nuestra primera afirmación quería decir, cuando sostenía que: estamos en la verdad; a saber, esto: que estamos expuestos en el Ente en cuanto que Tal, manteniéndonos dentro entre su patencia, su ocultamiento y su encubrimiento. Y puesto que estamos en la verdad, estamos también necesariamente siempre en la no-verdad. Conforme a este modo de exponernos en las cosas, que se hacen patente y, a una con ello, se ocultan, es como nos insertamos en el ser; es como se entregan sus potencias a su señorío y esclavitud. Sólo a raíz de este exponerse al ente es que podemos regular [Richten] nuestras palabras y frases por el ente. Lo que significa que, la verdad de la proposición que habíamos considerado inicialmente, es, en verdad, sólo exactitud [Richtigkeit]. Y desde hace mucho tiempo ya hasta hoy, se ha visto la esencia de la verdad siempre solamente en la rectitud – es decir, se ha faltado a su esencia; porque lo que está correcto, no precisa además ser verdadero. Pero, claro, muchas cosas correctas son profundamente inciertas. Recordemos aquella determinación que hacíamos, inmediatamente más arriba, de la historia como secuencia de acontecimientos en el tiempo. Esta frase proposición sobre la historia es correcta pero incierta, esto es, tomada ella por sí sola, encubre aquello que la historia es, propiamente, en su esencia. Heideggeriana: FilosofiaAlema

Da-sein del hombre – esto quiere decir, estar expuesto en el ente que se abre en cuanto tal – , es decir, estar en la verdad y en la no-verdad. Pero, esto –así lo hemos afirmado – entrega la posibilidad interna de que el ser del hombre sea histórico. Y puesto que el hombre se halla transferido a lo patente y, a su vez, al misterio, es que puede él, luchando por su determinación, puede él presentir su misión, apropiarse de su cometido y emprenderlas con lo que está ahí dado. No sólo puede, sino que –incluso – él tiene que ser histórico, porque precisamente ese exponerse al ente es, en sí mismo, ya, el traslado en el poder del tiempo [die Entrückung in die Macht der Zeit] según sus modos de extenderse como futuro, pasado y presente; pues, allí donde un pueblo pareciera estar sin historia, sucede esto siempre sólo como algo no-histórico, sea que haya sido arrojado fuera de la historia por su impotencia interna y no siga estando más a la altura de su misterio; sea que no es lo bastante fuerte, [o] verdaderamente histórico, que significa, en primer lugar, ser un pueblo. Heideggeriana: FilosofiaAlema

Pero, ¿en qué radica ahora por su parte la esencia de la verdad – que hace posible al Dasein histórico? ¿En dónde hallamos, en este acontecimiento del exponerse al ente en cuanto tal, su fundamento portador y de apoyo? Heideggeriana: FilosofiaAlema