Heidegger, fenomenologia, hermenêutica, existência

Dasein descerra sua estrutura fundamental, ser-em-o-mundo, como uma clareira do AÍ, EM QUE coisas e outros comparecem, COM QUE são compreendidos, DE QUE são constituidos.

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ente en su totalidad

quarta-feira 13 de dezembro de 2023

Si queremos comprender la esencia de la ciencia, tenemos antes que dejar bien clara la cuestión decisiva: ¿debe, para nosotros, seguir existiendo aún la ciencia, o debemos dejarla correr hacia un rápido final? Que deba haber ciencia no es algo incondicionalmente necesario. Pero, si debe haber ciencia y si debe existir para nosotros y por nosotros, ¿en qué condiciones puede entonces realmente existir? Sólo si nos situamos de nuevo bajo el influjo del inicio de nuestra existencia histórico-espiritual. Este inicio es el surgimiento (Aufbruch) de la filosofía griega. Con ella, el hombre occidental, por la fuerza de la lengua de un pueblo, se erige por primera vez frente al ENTE EN SU TOTALIDAD, cuestionándolo y concibiéndolo como el ente que es. Toda ciencia es filosofía, lo sepa y lo quiera, o no. Toda ciencia sigue ligada a ese inicio de la filosofía. De él extrae la fuerza de su esencia, suponiendo que siga estando a la altura de ese inicio. Heideggeriana  : UniversidadeAlemana  

Pero si se entiende bajo el término general de humanismo el esfuerzo por que el hombre se torne libre para su humanidad y encuentre en ella su dignidad, en ese caso el humanismo variará en función del concepto que se tenga de “libertad” y “naturaleza” del hombre. Asimismo, también variarán los caminos que conducen a su realización. El humanismo de Marx   no precisa de ningún retorno a la Antigüedad, y lo mismo se puede decir de ese humanismo que Sartre   concibe como existencialismo. En el sentido amplio que ya se ha citado, también el cristianismo es un humanismo, desde el momento en que según su doctrina todo se orienta a la salvación del alma del hombre (salus aeterna) y la historia de la humanidad se inscribe en el marco de dicha historia de redención. Por muy diferentes que puedan ser estos distintos tipos de humanismo en función de su meta y fundamento, del modo y los medios empleados para su realización y de la forma de su doctrina, en cualquier caso, siempre coinciden en el hecho de que la humanitas del homo humanus se determina desde la perspectiva previamente establecida de una interpretación de la naturaleza, la historia, el mundo y el fundamento del mundo, esto es, de lo ENTE EN SU TOTALIDAD. Heideggeriana  : CartaHumanismo

Esto no quiere decir, sin embargo, que la vivencia subjetiva de la voluntad humana se traslade al ENTE EN SU TOTALIDAD. Sólo indica que, más bien a la inversa, desde una experiencia aún no aclarada del ente en cuanto tal en el sentido de una voluntad que todavía resta por pensar, el hombre aprende por vez primera a saberse como sujeto volitivo en un sentido esencial. [”Voluntad” en cuanto dejar presenciar-enviar: querer que… En Wegmarken  : GA, 9, pág. 203 ss. (N. del T)] La comprensión de estas conexiones es ineludible para una experiencia histórico-esencial de la historia del nihilismo propio. No es posible, sin embargo, exponerla aquí. Por el momento, esta tarea tampoco resulta urgente. En efecto, lo que se ha dicho sobre el nihilismo propio al caracterizar la metafísica de Nietzsche   como acabamiento del nihilismo tiene que haber despertado ya otra sospecha en quienes reflexionen: ni la metafísica de la voluntad de poder ni la metafísica de la voluntad son el fundamento del nihilismo propio, sino, únicamente, la metafísica misma. Heideggeriana: NiilismoSer  

Sea o no un preservar del ser mismo que lo rehúsa, en la ocultación esencia algo así como un sustraerse del ser mismo, de manera tal que éste, al mismo tiempo, permanece en una visión: en cuanto ser del ente. La sustracción como la cual esencia el ser mismo no le arrebata el ser al ente. A pesar de ello, el ente, precisamente cuando es en cuanto tal y sólo es así, está en la sustracción del ser mismo. Nosotros decimos: el ente está abandonado por el ser mismo. El abandono por parte del ser concierne al ENTE EN SU TOTALIDAD, no sólo al ente del tipo del hombre, que representa al ente en cuanto tal y en cuyo representar el ser mismo se le sustrae en su verdad. Heideggeriana: NiilismoSer

Entretanto, en conformidad con las pretensiones y exigencias de la época, el ejercicio efectivo de la historiografía ha pasado de la ciencia especializada al periodismo. La palabra, comprendida de modo recto y no peyorativo, nombra la instauración y el aseguramiento metafísico de la cotidianidad de la época incipiente en la forma de una historiografía que trabaja de manera segura, es decir con la mayor velocidad y fiabilidad posibles, y por medio de la cual se sirve a cada uno la objetividad del día que resulte en cada caso utilizable. Ella contiene, al mismo tiempo, el reflejo de la objetivación del ENTE EN SU TOTALIDAD que se está llevando a cabo. Heideggeriana: NiilismoSer

¿Qué llega, proveniente de la necesidad de la falta de necesidad, hasta lo impensado de ser mismo, es decir, al medio del ente en cuanto tal, de modo que valga como nada? El permanecer fuera del desocultamiento del ser en cuanto tal deja que todo lo salutífero [das Heilsame] se desvanezca en el ente. Este desvanecerse de lo salutífero se lleva consigo y cierra la dimensión abierta de lo sagrado [das Heilige  ]. El cierre de lo sagrado ensombrece todo lucir de lo divino. Este ensombrecer solidifica y oculta la falta de Dios. La oscura falta hace que todo el ente esté en el desamparo [im Unheimischen], al mismo tiempo que, en cuanto es lo objetivo de una objetivación sin limites, parece tener una posesión segura y ser siempre familiar. El desamparo del ente en cuanto tal saca a la luz la apatridad [Heimatlosigkeit] del hombre histórico en medio del ENTE EN SU TOTALIDAD. El dónde de un habitar en medio del ente en cuanto tal parece aniquilado, porque el ser mismo, en cuanto aquello que esencia en todo albergue, se rehúsa. Heideggeriana: NiilismoSer

Para Nietzsche, en cambio, el término “nihilismo” significa esencialmente “más”. Nietzsche habla de “nihilismo europeo”. Con ello no se refiere al positivismo que surge a mediados del siglo XIX y a su difusión geográfica por Europa  ; “europeo” tiene aquí un significado histórico y dice lo mismo que “occidental” en el sentido de la historia occidental. Nietzsche utiliza el término “nihilismo” para designar el movimiento histórico que él reconoció por vez primera, ese movimiento ya dominante en los siglos precedentes y que determinará el siglo próximo, cuya interpretación más esencial resume en la breve frase: “Dios ha muerto”. Esto quiere decir: el “Dios cristiano” ha perdido su poder sobre el ente y sobre el destino del hombre. El “Dios cristiano” es al mismo tiempo la representación principal para referirse a lo “suprasensible” en general y a sus diferentes interpretaciones, a los “ideales” y “normas”, a los “principios” y “reglas”, a los “fines” y “valores” que han sido erigidos “sobre” el ente para darle al ENTE EN SU TOTALIDAD una finalidad, un orden y — tal como se dice resumiendo — “un sentido”. El nihilismo es ese proceso histórico por el que el dominio de lo “suprasensible” caduca y se vuelve nulo, con lo que el ente mismo pierde su valor y su sentido. El nihilismo es la historia del ente mismo, a través de la cual la muerte del Dios cristiano sale a la luz de manera lenta pero incontenible. Es posible que se siga creyendo aún en este Dios y que se siga considerando que su mundo es “efectivo”, “eficaz” y “determinante”. Esto se asemeja a ese proceso por el que aún brilla la apariencia resplandeciente de una estrella apagada hace milenios, lo cual, a pesar de ese brillo, no es más que una mera “apariencia”. De este modo, el nihilismo no es para Nietzsche de ningún modo una determinada opinión   “defendida” por alguien, ni un “suceso” histórico cualquiera entre otros muchos que es posible catalogar historiográficamente. El nihilismo es, por el contrario, ese acaecimiento que dura desde hace tiempo en el que la verdad sobre el ENTE EN SU TOTALIDAD se transforma esencialmente y se encamina hacia un final determinado por ella. Heideggeriana: NiilismoEuropeu  

La verdad sobre el ENTE EN SU TOTALIDAD lleva desde antiguo el nombre de “metafísica”. Cada época, cada humanidad, está sustentada por una metafísica y puesta por ella en una determinada relación con el ENTE EN SU TOTALIDAD y por lo tanto también consigo misma. El final de la metafísica se desvela como el derrumbe del dominio de lo suprasensible y de los “ideales” que surgen de él. El final de la metafísica no significa sin embargo de ninguna manera que cese la historia. Es el comenzar a tomar en serio el “acaecimiento” de que “Dios ha muerto”. Este comienzo ya está en marcha. El propio Nietzsche comprende su filosofía como la introducción al comienzo de una nueva época. Prevé que el siglo siguiente, es decir al actual siglo XX, será el comienzo de una época cuyas transformaciones no podrán compararse con las conocidas hasta entonces. Los escenarios del teatro   del mundo podrán seguir siendo los mismos durante un cierto tiempo, la obra que se está representando ya es otra. Que en ella los fines anteriores desaparezcan y que los valores anteriores se desvaloricen no es vivido ya como una mera aniquilación y lamentado como una carencia y una pérdida, sino que se lo saluda como una liberación, se lo impulsa como una conquista definitiva y se lo reconoce como un acabamiento. Heideggeriana: NiilismoEuropeu

Si una tal transvaloración de todos los valores válidos hasta el momento no debe ser sólo llevada cabo sino también fundamentada, se requiere para ella un “nuevo principio  ”, es decir la posición de aquello desde lo cual se determine de manera nueva y con carácter de norma el ENTE EN SU TOTALIDAD. Pero si esta interpretación del ENTE EN SU TOTALIDAD no tiene que tener lugar desde un suprasensible puesto de antemano “sobre” él, los nuevos valores y la norma que les corresponda sólo pueden extraerse del ente mismo. El ente mismo requiere, por lo tanto, una nueva interpretación por la que su carácter fundamental experimente una determinación que lo haga apto para servir como “principio” para la escritura de una nueva tabla de valores y como norma para un correspondiente orden jerárquico. Heideggeriana: NiilismoEuropeu

Si la fundación de la verdad acerca del ENTE EN SU TOTALIDAD constituye la esencia de la metafísica, la transvaloración de todos los valores, en cuanto fundación del principio de una nueva posición de valores, es en sí metafísica. Como carácter fundamental del ENTE EN SU TOTALIDAD Nietzsche reconoce y pone lo que denomina la “voluntad de poder”. Con este concepto no sólo está delimitado qué es el ente en su ser. Este título de “voluntad de poder”, que se ha vuelto corriente de múltiples maneras desde Nietzsche, contiene para él la interpretación de la esencia del poder. Todo poder sólo es poder en la medida en que sea y mientras sea más-poder, es decir acrecentamiento del poder. El poder sólo puede mantenerse en sí mismo, es decir en su esencia, en la medida en que supere y sobrepase el nivel de poder alcanzado en cada caso, es decir, en la medida en que se supere y sobrepase a sí mismo, nosotros diremos: en que se sobrepotencie. Apenas el poder se detiene en un nivel de poder se vuelve ya impotencia. “Voluntad de poder” nunca significa sólo un “romántico” desear y aspirar a la toma de poder por parte de lo que carece aún de él, sino que “voluntad de poder” significa: el darse poder del poder para su propio sobrepotenciamiento. Heideggeriana: NiilismoEuropeu

“Voluntad de poder” es, al mismo tiempo, el nombre del carácter fundamental del ente y de la esencia del poder. En lugar de “voluntad de poder”, Nietzsche dice con frecuencia, y de una manera que conduce fácilmente a equívocos, “fuerza”. Que Nietzsche conciba el carácter fundamental del ente como voluntad de poder no es el invento ni la arbitrariedad de un extravagante que ha ido a la caza de quimeras. Es la experiencia fundamental de un pensador, es decir de uno de esos individuos que no tienen elección sino que más bien tienen que llevar a la palabra lo que el ente es en cada caso en la historia de su ser. Todo ente, en la medida en que es y es tal como es, es: “voluntad de poder”. Este título nombra aquello desde donde parte y hacia donde vuelve toda posición de valores. Sin embargo, de acuerdo con lo que se ha dicho, la nueva posición de valores no es una “transvaloración de todos los valores válidos hasta el momento” sólo en cuanto que, en lugar de los valores precedentes, pone al poder como valor supremo, sino, sobre todo y antes que nada, en cuanto que el poder mismo y sólo él pone los valores, los mantiene en vigencia y es el único en decidir sobre la posible justificación de una posición de valores. Si todo ente es voluntad de poder, sólo “tiene” valor y “es” un valor aquello que cumple con la esencia del poder. Pero el poder sólo es poder como acrecentamiento del poder. El poder, cuanto más esencialmente lo es y cuanto más exclusivamente determina todo ente, no reconoce que nada fuera de sí tenga el carácter de valor y sea valioso. Ello implica: en cuanto principio de la nueva posición de valores, la voluntad de poder no tolera ningún otro fin fuera del ENTE EN SU TOTALIDAD. Pero puesto que todo ente en cuanto voluntad de poder, es decir en cuanto sobrepotenciarse que nunca cesa, es un constante “devenir”, y este “devenir”, sin embargo, no puede nunca en su movimiento salir hacia un fin que esté fuera de sí sino que, por el contrario, encerrado en el acrecentamiento del poder, sólo vuelve constantemente a éste, también el ENTE EN SU TOTALIDAD, en cuanto es este devenir del carácter del poder, tiene siempre que volver a retornar y a traer lo mismo. Heideggeriana: NiilismoEuropeu

Por ello, el carácter fundamental del ente como voluntad de poder se determina al mismo tiempo como “eterno retorno de lo mismo”. Nombramos así otro título capital de la metafísica de Nietzsche y señalamos además algo esencial: sólo a partir de la esencia de la voluntad de poder suficientemente comprendida se vuelve inteligible por qué el ser del ENTE EN SU TOTALIDAD tiene que ser eterno retorno de lo mismo; y a la inversa: sólo a partir de la esencia del eterno retorno de lo mismo es posible aprehender el núcleo esencial más íntimo de la voluntad de poder y su necesidad. La expresión “voluntad de poder” dice qué es el ente según su “esencia” (constitución). La expresión “eterno retorno de lo mismo” dice cómo el ente de tal esencia tiene que ser en su totalidad. Heideggeriana: NiilismoEuropeu

Con la transvaloración de todos los valores válidos hasta el momento al hombre se le formula, por lo tanto, la ilimitada exigencia de erigir de modo incondicionado, a partir de sí mismo, por medio de sí mismo y por encima de sí mismo, los “nuevos estandartes” bajo los cuales tiene que llevarse a cabo la institución de un nuevo orden del ENTE EN SU TOTALIDAD. Puesto que lo “suprasensible”, el “más allá” y el “cielo” han sido aniquilados, sólo queda la “tierra”. Por consiguiente, el nuevo orden tiene que ser: el dominio incondicionado del puro poder sobre el globo terrestre por medio del hombre; no por medio de un hombre cualquiera, y mucho menos por medio de la humanidad existente hasta el momento, que ha vivido bajo los valores hasta el momento válidos. ¿Por medio de qué hombre entonces? Con el nihilismo, es decir con la transvaloración de todos los valores válidos hasta el momento en medio del ente en cuanto voluntad de poder y a la vista del eterno retorno de lo mismo, se vuelve necesaria una nueva posición de la esencia del hombre. Pero puesto que “Dios ha muerto” lo que ha de ser medida y centro para el hombre sólo puede ser el hombre mismo: el “tipo”, la “figura” de la humanidad que asuma la tarea de transvalorar todos los valores en dirección del poder único de la voluntad de poder y que esté dispuesta a emprender el dominio incondicionado sobre el globo terrestre. El nihilismo clásico, que, en cuanto transvaloración de todos los valores válidos hasta el momento, experimenta el ente como voluntad de poder y sólo admite como única “meta” el eterno retorno de lo mismo, tiene que impulsar al propio hombre — es decir al hombre existente hasta el momento — “por sobre” sí mismo y tiene que crear como medida la figura del “superhombre”. Por eso se dice en Así habló Zaratustra, IV, “Del hombre superior”, 2: “¡Adelante! ¡Arriba! ¡Vosotros, hombres superiores! Sólo ahora parirá la montaña del futuro del hombre. Dios murió: ahora nosotros queremos — que viva el superhombre” (VI, 418). Heideggeriana: NiilismoEuropeu

El superhombre es la figura suprema de la más pura voluntad de poder, es decir del único valor. El superhombre, el dominio incondicionado del puro poder, es el “sentido” (la meta) de lo único que es, es decir de “la tierra”. “No la “humanidad” sino el superhombre es la meta” (La voluntad de poder, nn. 1001 y 1002). En la visión y la opinión de Nietzsche, el superhombre no es una mera ampliación del hombre que ha existido hasta el momento, sino esa forma sumamente unívoca de la humanidad que, en cuanto voluntad de poder incondicionada, se eleva al poder en cada hombre en diferente grado, proporcionándole así la pertenencia al ENTE EN SU TOTALIDAD, es decir a la voluntad de poder, y demostrando que es verdaderamente “ente”, cercano a la realidad y a la “vida”. El superhombre deja simplemente detrás de sí al hombre de los valores válidos hasta el momento, “pasa por encima” de él y traslada la justificación de todos los derechos y la posición de todos los valores al ejercicio de poder del puro poder. Todo actuar y realizar sólo vale como tal en la medida en que sirve para equipar, adiestrar y acrecentar la voluntad de poder. Heideggeriana: NiilismoEuropeu

¿Puede en general encontrarse la nada, o siquiera buscarse? ¿O no se necesita buscarla y encontrarla, porque “es” aquello que menos perdemos, es decir aquello que nunca perdemos? La nada no se refiere aquí a la negación determinada de un ente singular, sino a la negación incondicionada y completa de todo ente, del ENTE EN SU TOTALIDAD. Pero entonces la nada, en cuanto “negación” de todo lo “objetivo”, ya no “es” a su vez un posible objeto. Hablar de la nada y reflexionar sobre la nada se revelan así un proceder “carente de objeto”, un vacío juego de palabras, un juego que además no parece darse cuenta de que continuamente se da golpes contra sí mismo, puesto que siempre que establece algo acerca de la nada tiene que decir: la nada es esto y aquello. Incluso cuando sólo decimos: la nada “es” nada, decimos “de” ella evidentemente un “es” y la convertimos en un ente, le atribuimos aquello que se le debe negar. Heideggeriana: NiilismoEuropeu

Los epígrafes cosmología, psicología y teología — o la trinidad naturaleza, hombre, Dios — circunscriben el ámbito en el que se mueve todo el representar occidental cuando piensa el ENTE EN SU TOTALIDAD en el modo de la metafísica. Por eso, al leer   el título “Caducidad de los valores cosmológicos” suponemos inmediatamente que Nietzsche, de los tres ámbitos usuales de la metafísica destaca uno determinado, el de la cosmología. Esta suposición es errónea. Cosmos no significa aquí “naturaleza” a diferencia del hombre y de Dios, sino que significa lo mismo que “mundo”, y mundo es el nombre del ENTE EN SU TOTALIDAD. Los “valores cosmológicos” no son una determinada clase de valores que están junto a otros del mismo rango o a los que podrían incluso subordinarse. Determinan, por el contrario, “aquello a lo que ella [la vida humana] pertenece, “naturaleza”, “mundo”, la completa esfera del devenir y lo transitorio” (La genealogía de la moral  , VII, 425; 1887); designan el más amplio anillo que abraza todo lo que es y deviene. Fuera de ellos y por encima de ellos no hay nada. El nihilismo, en cuanto desvalorización de los valores supremos, es: caducidad de los valores cosmológicos. Si se entiende el epígrafe de manera correcta, el fragmento trata de la esencia del nihilismo. Heideggeriana: NiilismoEuropeu

Los tres primeros párrafos de la sección A comienzan de la misma manera: “El nihilismo en cuanto estado psicológico” “tendrá que sobrevenir”, “sobreviene, en segundo lugar” “tiene aún una tercera y última forma”. El nihilismo es, para Nietzsche, la oculta ley fundamental de la historia occidental. En este fragmento, sin embargo, lo determina expresamente como “estado psicológico”. Surge, pues, la pregunta acerca de qué entiende Nietzsche por “psicológico” y por “psicología”. “Psicología” no es para Nietzsche la investigación científico-natural y experimental de los procesos anímicos que se practicaba ya en su época, a imitación de la física y acoplada a la fisiología, y en la que, como elementos básicos de esos procesos se establecen, al modo de los elementos químicos, las sensaciones sensibles y sus condiciones corporales. “Psicología” tampoco significa para Nietzsche la investigación de la “vida anímica superior” y de sus desarrollos en el sentido de una investigación de hechos ente otras; “psicología” tampoco es una “caracterología” en cuanto doctrina de los diferentes tipos humanos. El concepto nietzscheano de psicología podría entenderse más bien en el sentido de una “antropología”, si “antropología” quisiera decir: el preguntar filosófico por la esencia del hombre desde la perspectiva de sus referencias esenciales al ENTE EN SU TOTALIDAD. “Antropología” sería entonces la “metafísica” del hombre. Pero tampoco así damos con el concepto nietzscheano de “psicología” y de lo “psicológico”. La “psicología” de Nietzsche no se limita de ninguna manera al hombre, y tampoco se extiende sólo a lo vegetal y lo animal. “Psicología” es el preguntar por lo “psíquico”, es decir por lo viviente en el sentido de esa vida que determina todo devenir en el sentido de la “voluntad de poder”. En la medida en que ésta constituye el carácter fundamental de todo ente, y en que la verdad sobre el ente en cuanto tal y en su totalidad se llama metafísica, la “psicología” de Nietzsche es equivalente a la metafísica como tal. El hecho de que la metafísica se convierta en “psicología”, en la cual, ciertamente, la “psicología” del hombre tiene una preeminencia especial, se funda ya en la esencia de la metafísica moderna. Heideggeriana: NiilismoEuropeu

Porque en el hombre, es decir en la figura del superhombre, la voluntad de poder despliega de modo ilimitado su pura esencia de poder, por ello la “psicología” en el sentido de Nietzsche, como doctrina de la voluntad de poder, es siempre al mismo tiempo y de antemano la región de las preguntas metafísicas fundamentales. Por eso Nietzsche puede decir en Más allá del bien y del mal: “Toda la psicología ha quedado prendida hasta ahora de temores y prejuicios morales: no se ha aventurado hacia lo profundo. Comprenderla como morfología y doctrina del desarrollo de la voluntad de poder, tal como yo lo hago, esto nadie lo ha rozado siquiera con sus pensamientos”. Al final de ese parágrafo, Nietzsche dice que hay que reclamar “que la psicología sea reconocida nuevamente como señora de las ciencias, a cuyo servicio y para cuya preparación están todas las demás. Pues la psicología es de ahora en adelante nuevamente la vía hacia los problemas fundamentales” (VII, 35 ss.). También podemos decir: la vía hacia los problemas fundamentales de la metafísica son las Meditationes sobre el hombre como subiectum. Psicología es el título para aquella metafísica que comprende al hombre, es decir a la humanidad en cuanto tal, no sólo al “yo” individual, como subiectum, que lo pone como medida y centro, como fundamento y fin de todo ente. Concebir el nihilismo como “estado psicológico” significa por lo tanto lo siguiente: el nihilismo se refiere al puesto del hombre en medio del ENTE EN SU TOTALIDAD, al modo en que el hombre se pone en relación con el ente en cuanto tal, en que configura y afirma esa relación, y por lo tanto a sí mismo; pero esto no quiere decir otra cosa más que el modo en que el hombre es histórico. Este modo se determina desde el carácter fundamental del ente como voluntad de poder. El nihilismo, tomado como “estado psicológico”, quiere decir: nihilismo visto como una figura de la voluntad de poder, como el acontecer en el que el hombre es histórico. Heideggeriana: NiilismoEuropeu

Si Nietzsche habla del nihilismo como de un “estado psicológico”, al aclarar la esencia del nihilismo se moverá también en conceptos “psicológicos” y hablará el lenguaje de la “psicología”. Esto no es casual y por lo tanto no es una forma extrínseca de comunicarse. A pesar de ello, tenemos que oír en ese lenguaje un contenido más esencial, pues se refiere al “cosmos”, al ENTE EN SU TOTALIDAD. Heideggeriana: NiilismoEuropeu

El nihilismo es el proceso de desvalorización de los valores supremos válidos hasta el momento. Cuando se desvalorizan estos valores supremos, que son quienes conceden su valor a todo ente, también el ente que se funda en ellos se vuelve carente de valor. El nihilismo, en cuanto caducidad de los valores cosmológicos es entonces al mismo tiempo la aparición del nihilismo como sentimiento de la carencia de valor de todo, como “estado psicológico”. ¿En qué condiciones surge este estado? El nihilismo “tendrá que sobrevenir”, en primer lugar, “cuando hayamos buscado en todo acontecer un “sentido” que “no se encuentra en él””. La condición previa del nihilismo es, entonces, que busquemos un “sentido” “en todo acontecer”, es decir en el ENTE EN SU TOTALIDAD. ¿Qué entiende Nietzsche por “sentido”? De la respuesta a esta pregunta depende la comprensión de la esencia del nihilismo, en la medida en que Nietzsche lo equipara con frecuencia con el dominio de la “carencia de sentido” (cf. n. 11). “Sentido” significa lo mismo que valor, pues en lugar de “carencia de sentido” Nietzsche también dice “carencia de valor”. Falta, sin embargo, una determinación suficiente de la esencia del “sentido”. Heideggeriana: NiilismoEuropeu

Ahora bien, estos “fines” incondicionados no han sido nunca alcanzados en la historia del hombre. Todo esforzarse y afanarse, todo emprender y actuar, todo estar en camino por parte de la vida, todo ir hacia adelante, todo “proceso”, en resumen, todo “devenir”, no llega a nada, no alcanza nada, nada en el sentido de una realización pura de aquellos fines incondicionados. Las expectativas en este sentido resultan decepcionadas; todo empeño aparece carente de valor. Surge la duda de si tiene alguna finalidad establecer en cada caso un “fin”, buscar un “sentido” para el ENTE EN SU TOTALIDAD. ¿Qué pasaría si no sólo el esfuerzo por realizar un fin y llevar a cabo un sentido, sino quizás ya ese mismo buscar y poner un fin y un sentido fueran un engaño? De ese modo, el valor supremo mismo se tambalea, pierde su indubitable carácter de valor, “se desvaloriza”. El “fin”, aquello de lo que todo debe depender, aquello que vale incondicionadamente ante todo y para todo, el valor supremo, se vuelve caduco. La caducidad de los valores supremos penetra en la conciencia. En concordancia con esta nueva conciencia se altera la relación del hombre respecto del ENTE EN SU TOTALIDAD y respecto de sí mismo. Heideggeriana: NiilismoEuropeu

El nihilismo, en cuanto estado psicológico, en cuanto “sentimiento” de la carencia de valor del ENTE EN SU TOTALIDAD “sobreviene, en segundo lugar, cuando en todo acontecer y bajo todo acontecer se ha puesto una totalidad, una sistematización, incluso una organización”, que no se realiza. Lo que se aduce ahora como valor supremo del ENTE EN SU TOTALIDAD tiene el carácter de la “unidad”, unidad entendida aquí como la unificación que impera en todo, la ordenación y la estructuración de todo respecto de algo uno. Esta “unidad” parece, en su esencia, menos cuestionable que el “valor cosmológico” mencionado en primer lugar, el “sentido”. Sin embargo, también aquí nos planteamos nosotros inmediatamente la pregunta de en qué medida y por qué el hombre “pone” una “unidad” “dominante” y “prevaleciente” de este tipo, y de qué modo se fundamenta tal poner y si es, en general, fundamentable; y si no lo es, de qué manera se justifica. Heideggeriana: NiilismoEuropeu

Al mismo tiempo se presenta otra pregunta, la de si y de qué modo este “poner” una “unidad” del ENTE EN SU TOTALIDAD está en conexión con el “buscar” un “sentido” que se ha señalado antes, si ambos son lo mismo, y, en tal caso, por qué se aprehende esto mismo con conceptos diferentes. Es posible que pueda siempre mostrarse que el hombre busca un sentido y pone una unidad que impera en todo. No obstante, es necesario que ya desde ahora se mantenga despierta para lo que sigue la pregunta acerca de qué es tal buscar y poner y en qué se funda. Al final del segundo párrafo, que caracteriza la posición de la “unidad”, para la que Nietzsche emplea el título igualmente descolorido de “universalidad”, da una indicación acerca del fundamento de tal posición para señalar con ello al mismo tiempo qué sucede si lo puesto no se acredita y no se cumple. Sólo si la totalidad del ente “opera” a través del hombre y éste resulta integrado en la “unidad” y puede “sumergirse” en ella “como en un elemento de supremo valor”, sólo entonces el hombre tiene para sí mismo un “valor”. Por lo tanto, concluye Nietzsche, el hombre tiene que poner una totalidad y una unidad tal del ente “para poder creer en su valor”. Heideggeriana: NiilismoEuropeu

En lo anterior se supone que este poder creer del hombre en su propio “valor” es algo necesario. Es necesario porque se trata en todos los casos de la autoafirmación del hombre. Para poder permanecer seguro de su propio valor, el hombre tiene que poner un valor supremo para el ENTE EN SU TOTALIDAD. Pero si se decepciona la creencia en una unidad que atraviese el todo surge la comprensión de que con todo actuar y efectuar (”devenir”) no se consigue nada. ¿Qué encierra esta comprensión? Nada menos que el que este efectuar y devenir no es nada “efectivamente real” [Wirkliches] ni nada que sea verdaderamente, sino sólo un engaño. El efectuar [Wirken  ] es entonces lo irreal [das Unwirkliche]. El “devenir” aparece ahora no sólo como algo sin meta ni sentido, sino como algo que en sí mismo carece de peso y es, por lo tanto, irreal. Para poder salvar, a pesar de todo, esto que es irreal y asegurar al hombre un valor propio es necesario que, por encima del “devenir” y de lo “mutable”, de lo propiamente irreal y sólo aparente, se ponga un “mundo verdadero” en el que se conserve lo permanente, lo que no es afectado por ningún cambio y ninguna carencia, por ninguna decepción. La posición de este “mundo verdadero”, de lo suprasensible que se encuentra más allá, se produce a costa de la apreciación del “mundo” de aquí. Éste se rebaja a un peregrinar — breve, si se lo compara con la eternidad — a través de lo pasajero, cuya fatiga será recompensada en la eternidad en la medida en que de ella recibe su valor. Heideggeriana: NiilismoEuropeu

A partir de la posición de un “mundo verdadero” como mundo de lo que es en sí, de lo permanente, por encima del mundo falso, del mundo del cambio y la apariencia, surge “aún una tercera y última forma” del nihilismo, cuando el hombre se da cuenta de que ese “mundo verdadero” (el mundo “trascendente”, del más allá) sólo ha sido construido por “necesidades psicológicas”. Nietzsche no nombra aquí expresamente las “necesidades psicológicas”; ya lo ha hecho al comentar la destitución de la unidad y la totalidad. Al ENTE EN SU TOTALIDAD se le tiene que introducir un valor para que quede asegurado el valor propio del hombre; tiene que haber un mundo del más allá para que el mundo de aquí pueda soportarse. Pero si al hombre se le da cuenta de que al contar con un “mundo verdadero” más allá sólo cuenta consigo mismo y con sus “deseos” y eleva algo meramente deseable hasta convertirlo en un ente en sí, entonces el “mundo verdadero” que ha sido así inventado — el valor supremo — comienza a tambalear. Heideggeriana: NiilismoEuropeu

A través de estas diferencias se mantiene sin embargo lo esencial y lo que sustenta, que las determinaciones del ente en cuanto tal son alcanzadas y fundamentadas en vista del logos  , del pensar enunciativo. Las categorías, en cuanto determinaciones del ente en cuanto tal, dicen qué es el ente en cuanto ente. Dicen lo “más universal” que puede decirse del ente: la entidad o el ser. El ser del ente es captado y comprendido siguiendo el hilo conductor del enunciado, del juicio, del “pensar”. Este modo de determinación de la verdad acerca del ENTE EN SU TOTALIDAD, es decir, al mismo tiempo, la metafísica, piensa el ente según las categorías. Heideggeriana: NiilismoEuropeu

Puesto que lo que Nietzsche llama “valores cosmológicos” son las determinaciones supremas del ENTE EN SU TOTALIDAD, por ello puede hablar también de “categorías”. El hecho de que Nietzsche llame a estos valores supremos “categorías” sin más explicación ni fundamentación y que comprenda a las categorías como categorías de la razón muestra cuán decididamente piensa dentro del cauce de la metafísica. Heideggeriana: NiilismoEuropeu

Lo segundo que será ante todo necesario para dilucidar la proposición final de la sección A es señalar el modo en que Nietzsche nombra aquí, a modo de resumen, las tres categorías de acuerdo con las cuales ha sido interpretado el ENTE EN SU TOTALIDAD. En lugar de “sentido” dice ahora “fin”, en lugar de “totalidad” y “sistematización” dice “unidad”, y, lo que es lo más decisivo, en lugar de “verdad” y “mundo verdadero” dice aquí directamente “ser”. Todo esto, nuevamente, sin ningún tipo de explicación. En realidad, no debemos asombrarnos por la falta de explicación de los conceptos y nombres que aquí se utilizan. Lo que tenemos ante nosotros en este fragmento, en forma de una nota, no es una sección de un libro destinado al “público”, ni menos aún una sección de un tratado, sino el monólogo de un pensador. En él no habla con su “yo” ni con su “persona  ”, habla con el ser del ENTE EN SU TOTALIDAD y desde el ámbito de lo ya previamente dicho en la historia de la metafísica. Heideggeriana: NiilismoEuropeu

Nosotros, en cambio, los lectores que llegamos después, tenemos que penetrar previamente en el ámbito de la metafísica para poder sopesar correctamente el peso de las palabras, de cada modificación de las mismas y de su formulación conceptual, y poder leer el sencillo texto de modo pensante. Limitémonos ahora a no perder de vista que Nietzsche concibe la “verdad” como categoría de la razón y equipara a la “verdad” con “ser”. Si, por otra parte, el “ser” es la primera y última palabra sobre el ENTE EN SU TOTALIDAD, la equiparación que hace Nietzsche entre “ser” y “verdad” tiene que anunciar algo esencial para la aclaración de su posición metafísica fundamental, en la cual tiene su raíz la experiencia del nihilismo. Heideggeriana: NiilismoEuropeu

¿Qué quiere decir la proposición final de la sección A? 1) Que con las categorías “fin”, “unidad” y “ser” hemos introducido en el “mundo” (es decir en el ENTE EN SU TOTALIDAD) un valor. 2) Que estas categorías introducidas en el mundo han sido “nuevamente retiradas por nosotros”. 3) Que después de esta retirada de las categorías, es decir de los valores, el mundo aparece “ahora” carente de valor. Heideggeriana: NiilismoEuropeu

Si con la tercera forma de las condiciones relativas al surgimiento y a la esencia del nihilismo se alude históricamente a la filosofía de Platón  , respecto de la segunda y de la primera tenemos que buscar la figura histórica correspondiente en la filosofía preplatónica. En efecto, podemos encontrar la postulación de una “unidad” para el ENTE EN SU TOTALIDAD en la doctrina de Parménides: §n to on. Para la primera forma de las condiciones de surgimiento no es posible, en cambio, encontrar un testimonio histórico explícito ya por el hecho de que tiene el carácter de condición fundamental de posibilidad del nihilismo y, por lo tanto, domina a través de toda su historia. Pero dado que esto, en el fondo, es válido respecto de las tres condiciones y éstas, si bien con las correspondientes transformaciones, se hacen valer en toda posición metafísica fundamental, el intento de mostrar una correspondencia de tipo historiográfico con las tres condiciones citadas carece del significado que se le podría haber exigido en un primer momento, especialmente si tenemos en cuenta que la sección A no es más que el preludio de B. Heideggeriana: NiilismoEuropeu

Lo que se requiere y se exige en B es el intento explícito y consciente, y que se justifique conscientemente, de desvalorizar los valores supremos válidos hasta el momento, de destituirlos como valores supremos. Pero esto significa, al mismo tiempo, la decisión de tomarse en serio el estadio intermedio que provoca la desvalorización de los valores supremos mientras se mantiene este mundo como realidad única, la decisión de tomárselo en serio y de ser en él como estadio histórico. Ahora el nihilismo ya no es un proceso histórico que, como espectadores, tenemos simplemente frente a nosotros, fuera de nosotros o incluso detrás de nosotros; el nihilismo se revela como la historia de nuestra propia época, una historia que le marca su espacio de acción y por la que somos requeridos. No estamos en esta historia como en un espacio indiferente en el que se podrían adoptar a discreción posiciones y puntos de vista. Esta historia es el modo mismo en el que estamos y nos movemos, el modo mismo en que somos. La desvalorización de los valores supremos válidos hasta el momento llega al estadio de su destitución y de su derribo. Pero puesto que incluso al derribarlos se trata aún de los valores que deben determinar el ENTE EN SU TOTALIDAD, puesto que con la caducidad de los valores supremos válidos hasta el momento el ente, en el sentido de lo real accesible aquí y ahora, se vuelve carente de valor, pero no desaparece sino que, por el contrario, se hace valer más aún como aquello que, por el derribo de los valores anteriores, está necesitado de nuevos valores, por ello la destitución de los valores válidos hasta el momento está en sí misma y necesariamente en camino hacia una nueva posición de valores. Con la destitución de los valores válidos hasta el momento, el mundo que antes era sólo este mundo de aquí se vuelve lo único que es en su totalidad; el ENTE EN SU TOTALIDAD está ahora, por así decirlo, fuera de la distinción entre aquí y más allá. La destitución de los valores supremos válidos hasta el momento lleva consigo, pues, un cambio del ENTE EN SU TOTALIDAD, con lo que se torna cuestionable dónde y cómo es aún licito hablar de ente y de ser. Dicho de otro modo: la nueva posición de valores no puede ya llevarse a cabo de manera tal que en el mismo lugar de los valores supremos válidos hasta el momento, lugar que, claro está, entretanto habría quedado vacío, se pusieran simplemente, en lugar de aquellos, nuevos valores. Heideggeriana: NiilismoEuropeu

Mientras que en la sección B el nihilismo es experimentado como estadio intermedio y se lo convierte en criterio del pensar y del actuar, la sección final del fragmento 12 alcanza la posición del nihilismo clásico. Se ha calculado el “resultado final”, en el que se computa nuevamente el ENTE EN SU TOTALIDAD y se expresa sin encubrimientos el saber de la esencia de los valores y de la posición de valores. Heideggeriana: NiilismoEuropeu

2) Esta esencia del nihilismo es pensada por Nietzsche únicamente desde la idea   de valor, únicamente en esa forma se vuelve objeto de la crítica y del intento de superación. Pero puesto que la posición de valores tiene su principio en la voluntad de poder, la superación del nihilismo se desarrolla, a través de su acabamiento en el nihilismo clásico, en una interpretación del ENTE EN SU TOTALIDAD como voluntad de poder. La nueva posición de valores es metafísica de la voluntad de poder. Heideggeriana: NiilismoEuropeu

A este título de metafísica de la voluntad de poder” lo comprendemos en un doble sentido, por cuanto el genitivo tiene el doble significado de genitivus obiectivus y subiectivus. La metafísica de Nietzsche es, por una parte, aquella que, en cuanto verdad sobre el ENTE EN SU TOTALIDAD, tiene a la voluntad de poder como su “objeto”, en la medida en que ella constituye el carácter global del ENTE EN SU TOTALIDAD. Pero la voluntad de poder, en cuanto carácter fundamental del ENTE EN SU TOTALIDAD, es al mismo tiempo la determinación esencial del hombre. En cuanto tal se encuentra a la base de la configuración humana de la verdad sobre el ENTE EN SU TOTALIDAD, es decir de la metafísica, es su subiectum. Por ello, la metafísica de Nietzsche es, por otra parte, aquella en la que la voluntad de poder se lleva a sí misma a la situación de dominio. Esta metafísica pertenece ella misma al ámbito de poder de la voluntad de poder y es una de sus condiciones. La voluntad de poder es el objeto y el sujeto de la metafísica dominada por la idea de valor. El título “metafísica de la voluntad de poder” es ambivalente en este sentido unívoco. Heideggeriana: NiilismoEuropeu

Pero ¿dónde tiene esta metafísica su fundamento histórico esencial? Preguntado de otro modo: ¿dónde tiene la idea de valor su origen “metafísico” ? Si la metafísica es la verdad sobre el ENTE EN SU TOTALIDAD y habla por lo tanto del ser del ente, ¿de qué interpretación del ENTE EN SU TOTALIDAD surge la idea de valor? Respondemos: de la determinación del ENTE EN SU TOTALIDAD por el carácter fundamental de la voluntad de poder. La respuesta es correcta. Pero ¿cómo se llega a esa interpretación del ente, si no surge simplemente como una opinión arbitraria y violenta de la cabeza del desencaminado señor Nietzsche? ¿Cómo se llega al proyecto del mundo como voluntad de poder, dando por supuesto que en tal interpretación del mundo Nietzsche sólo tiene que decir aquello hacia lo que tiende en su curso más oculto una larga historia de Occidente, especialmente la historia de la época moderna? ¿Qué es lo que esencia e impera en la metafísica occidental para que se convierta finalmente en una metafísica de la voluntad de poder? Preguntando de este modo salimos de lo que aparentemente es un mero referir y comentar para pasar a una “confrontación” [Auseinander-setzung] con la metafísica de Nietzsche. En el supuesto de que la metafísica de Nietzsche sea el acabamiento de la metafísica occidental, la confrontación con ella sólo podrá ser adecuada si afecta a la metafísica occidental en su totalidad. Heideggeriana: NiilismoEuropeu

Los valores son condiciones de las “formaciones de dominio” dentro del devenir, es decir, de la realidad en su totalidad, cuyo carácter fundamental es la voluntad de poder. Las formaciones de dominio son formas de la voluntad de poder. Nietzsche denomina con frecuencia “valores” no sólo a las condiciones de esas formaciones de dominio sino a ellas mismas, y con razón. Ciencia, arte, estado, religión, cultura, son tomados como valores en la medida en que son condiciones en virtud de las cuales se lleva a cabo el ordenamiento de lo que deviene en su carácter de realidad única. Estos valores ponen a su vez, como formaciones de poder, determinadas condiciones para el aseguramiento de su propia existencia consistente y para su despliegue. El devenir mismo, sin embargo, lo real en su totalidad, “no tiene ningún valor”. Esto resulta claro después de las determinaciones esenciales que se han hecho. En efecto, fuera del ENTE EN SU TOTALIDAD no hay ya nada que pueda ser aún condición del mismo. Falta algo de acuerdo con lo cual se lo pudiera medir (al devenir en su totalidad). “El valor total del mundo es invalorable, en consecuencia el pesimismo filosófico forma parte de las cosas cómicas” (n. 708; 1887-1888). Heideggeriana: NiilismoEuropeu

Cuando Nietzsche dice que el ENTE EN SU TOTALIDAD “no tiene ningún valor”, no quiere dictar un juicio despectivo sobre el mundo. Sólo quiere mantener alejada toda estimación de valor de la totalidad en cuanto sería un desconocimiento de la esencia de la misma. La proposición: el ENTE EN SU TOTALIDAD no tiene ningún valor es, pensada en el sentido de la metafísica de la voluntad de poder, el rechazo más radical de la creencia de que los “valores” sean algo en sí, por encima del ENTE EN SU TOTALIDAD y válido para él. Que el ENTE EN SU TOTALIDAD carezca de valor quiere decir: está fuera de toda valoración, ya que por medio de ésta sólo se haría que el todo y lo incondicionado se volvieran dependientes de partes y condiciones que sólo son lo que son desde el todo. El mundo en devenir es, en cuanto voluntad de poder, lo in-condicionado. Sólo dentro del devenir: en referencia a formaciones de poder individuales, sólo puestas por medio de ellas y para ellas, hay condiciones, es decir puntos de vista de la conservación y acrecentamiento de los quanta de energía, sólo allí hay valores. ¿Entonces los valores surgen de la voluntad de poder? Ciertamente, pero pensaríamos de nuevo de modo erróneo si quisiéramos volver a comprender los valores como si fueran algo “al lado de” la voluntad de poder, como si en primer lugar estuviera ésta y, a continuación, instaurara “valores” que pondría en función de acuerdo con las circunstancias. Los valores, en cuanto condiciones de conservación y acrecentamiento del poder, sólo son como algo condicionado por lo único incondicionado, la voluntad de poder. Los valores son esencialmente condiciones condicionadas. Heideggeriana: NiilismoEuropeu

Si consideramos además la prueba de la copertenencia esencial entre posición de valores y voluntad de poder, se muestra que: la interpretación nietzscheana de toda metafísica desde el pensamiento del valor hunde sus raíces en la determinación fundamental del ENTE EN SU TOTALIDAD como voluntad de poder. Este nombre es la palabra fundamental de la metafísica de Nietzsche. Ni Hegel   ni Kant  , ni Leibniz   ni Descartes  , ni el pensamiento medieval ni el helenístico, ni Aristóteles   ni Platón, ni Parménides ni Heráclito   saben de la voluntad de poder como carácter fundamental del ente. Por consiguiente, cuando Nietzsche ve la metafísica como tal y toda su historia en el círculo visual de la posición de valores, esta historia cae con ello en una perspectiva unilateral y la consideración historiográfica regida por ella se vuelve no verdadera. Heideggeriana: NiilismoEuropeu

¿Pero hay en general algo así como una consideración de la historia que no sea unilateral, una consideración que la abarque por todos sus lados? ¿No tiene cada presente que ver e interpretar el pasado desde su círculo visual? ¿No se vuelve “más vivo” su conocimiento historiográfico cuanto más decididamente asume su función directiva el respectivo círculo visual del respectivo presente? El propio Nietzsche, en una de sus obras tempranas, en la segunda de sus Consideraciones intempestivas, bajo el título “De la utilidad y el perjuicio de la historia para la vida”, ¿no ha exigido acaso y fundamentado con la mayor insistencia que la historiografía debe servir a la vida, y que sólo puede hacerlo si previamente se libera de la ilusión de una pretendida “objetividad en sí” historiográfica? Si esto es así, nuestra indicación de que Nietzsche interpreta la historia de la metafísica desde su propio planteamiento como una historia de la posición de valores difícilmente puede servir de objeción y reparo, ya que no hace más que confirmar la autenticidad de su pensar histórico. Podría ser, incluso, que con la interpretación nietzscheana de la metafísica desde el pensamiento del valor se “comprendiera mejor” a la metafísica anterior de lo que ella misma podía comprenderse, en la medida en que sólo esa interpretación le concedería la palabra para decir lo que había querido pero aún no había podido decir. Si fuera así, la concepción de Nietzsche de las categorías y de las categorías de la razón como valores supremos y en general, como “valores” no sería una deformación de la realidad histórica sino más bien la liberación de los valores metafísicos anteriores hacia su auténtico contenido creativo o, por lo menos, un enriquecimiento del mismo. Si, además, el fundamento de la concepción nietzscheana de toda metafísica, la interpretación del ENTE EN SU TOTALIDAD como voluntad de poder, se moviera totalmente en los cauces del pensamiento metafísico anterior y llevara a su acabamiento su pensamiento fundamental, entonces la “imagen de la historia” de Nietzsche estaría en todo aspecto justificada y se mostraría como la única posible y necesaria. Pero en ese caso no habría ya ninguna escapatoria ante la tesis de que la historia del pensar occidental se desarrolla como una desvalorización de los valores supremos y que, de acuerdo con este volverse nulos de los valores y con la caducidad de los fines, es y tiene que volverse “nihilismo”. Heideggeriana: NiilismoEuropeu

Nietzsche muestra a su manera sólo lo siguiente: los valores son, por su esencia, condiciones de la voluntad de poder que ésta se pone a sí misma para conservarse y acrecentarse, es decir para cumplir con la esencia del poder. Pero ¿la voluntad de poder misma?, ¿dónde surge el proyecto del ENTE EN SU TOTALIDAD que lo muestra como voluntad de poder? Sólo con esta pregunta pensamos en la raíz del origen de la posición de valores dentro de la metafísica. Heideggeriana: NiilismoEuropeu

Aquí Nietzsche sigue comprendiendo la moral de modo “metafísico”, en referencia al ENTE EN SU TOTALIDAD y a la posibilidad de la vida en general, y no de modo “ético”, en relación con el “modo de vivir”, pero no piensa ya en la “moral” que condiciona el platonismo. Así pues, incluso en el significado metafísico, hay “moral” y “moral” para Nietzsche. Por un lado, en el sentido más amplio, significa todo sistema de estimaciones y relaciones de valor; aquí se la entiende de manera tan amplia que incluso pueden llamarse “morales” las nuevas posiciones de valor, simplemente porque ponen las condiciones de la vida. Por otro, en cambio, y por lo general, moral designa para Nietzsche el sistema de aquellas estimaciones de valor que incluye en sí la postulación de valores supremos incondicionados en el sentido del platonismo y del cristianismo. La moral es la moral del “hombre bueno”, que vive de y en la oposición con el “mal”, y no “más allá del bien y del mal”. En la medida en que su metafísica está “más allá del bien y del mal” y en que previamente trata de constituir y de ocupar este lugar como posición fundamental, Nietzsche puede designarse a sí mismo como “inmoralista”. Heideggeriana: NiilismoEuropeu

Lo que se expresa en esta nota es suficientemente claro. El hombre no debe dar ni prestar más, ni mucho menos someterse como algo extraño a lo que sólo él ha donado, como si fuera algo de lo que tuviera necesidad el mísero hombre; en lugar de ello, tiene que reclamar todo para sí como algo suyo, lo que sólo puede hacer si de antemano, en vez de saberse como un miserable y un esclavo ante el ENTE EN SU TOTALIDAD, se erige y se instituye a sí mismo como incondicionado dominador. Pero esto significa que él mismo es incondicionada voluntad de poder, que se sabe a sí mismo como señor de este dominio y, sabiéndolo, se decide a cada ejercicio de poder, es decir al constante acrecentamiento del poder. La voluntad de poder es el “principio de una nueva posición de valores”. La voluntad de poder no es sólo el modo en que y el medio por el cual tiene lugar la posición de valores, la voluntad de poder es, en cuanto esencia del poder, el único valor fundamental de acuerdo con el cual estimar que algo debe tener valor o no puede pretender tenerlo. “Todo suceder, todo movimiento, todo devenir como una comprobación de grados y relaciones de fuerza, como una lucha… (n. 552; primavera-otoño de 1887). Lo que en esta lucha sucumbe, por sucumbir, no está legitimado y no es verdadero. Lo que en esta lucha se mantiene en alto, por vencer, está en lo justo y es verdadero. Heideggeriana: NiilismoEuropeu

Esta nota de Nietzsche (XV, 241) es una de las más claras y, en su tipo, de las más bellas. Nietzsche habla aquí desde la claridad meridiana del gran temple de ánimo por el que el hombre moderno está determinado a ser el centro incondicionado y la medida única del ENTE EN SU TOTALIDAD. En el libro póstumo del que disponemos (La voluntad de poder), el fragmento se encuentra colocado, sin embargo, en un lugar inadmisible y además, se lo ha dejado fuera de la numeración correlativa, por lo que resulta difícil de encontrar. Está como prólogo al primer capítulo (”Crítica de la religión”) del libro segundo (”Crítica de los valores supremos hasta el momento”). La colocación de este fragmento en el sitio citado demuestra quizá del modo más claro toda la cuestionabilidad del libro La voluntad de poder. El fragmento citado atraviesa con pasos simples y seguros la posición metafísica fundamental de Nietzsche y por ello, si habría de servir de prólogo, se lo tendría que haber puesto al comienzo de toda la obra capital. Heideggeriana: NiilismoEuropeu

Metafísica es antropomorfismo: configurar y ver el mundo a la imagen del hombre. Por lo tanto, en la metafísica, tal como Nietzsche la interpreta y sobre todo tal como la exige en cuanto filosofía futura, la relación del hombre con el ENTE EN SU TOTALIDAD resulta decisiva. De este modo nos encontramos con un contexto que casi nos viene impuesto por la metafísica de la voluntad de poder; en efecto, esta metafísica, a la que pertenece la doctrina del superhombre, empuja al hombre, como ninguna metafísica anterior, al papel de medida única e incondicionada de todas las cosas. Heideggeriana: NiilismoEuropeu

En el comienzo de la filosofía moderna se encuentra la tesis de Descartes: ego   coito, ergo sum, “pienso, luego existo”. Toda conciencia de las cosas y del ENTE EN SU TOTALIDAD es reconducida a la autoconciencia del sujeto humano como fundamento inquebrantable de toda certeza. En la época subsiguiente la realidad de lo real se determina corno objetividad, como aquello que es comprendido por medio del sujeto y para él como lo que está arrojado y mantenido enfrente de él. La realidad de lo real es el ser representado por medio del sujeto representante y para éste. La doctrina nietzscheana que convierte todo lo que es y tal como es en “propiedad y producto del hombre” no hace más que llevar a cabo el despliegue extremo de la doctrina de Descartes por la que toda verdad se funda retrocediendo a la certeza de sí del sujeto humano. Más aún, si recordamos que ya en la filosofía griega anterior a Platón un pensador, Protágoras  , enseñó que el hombre era la medida de todas las cosas, parece en efecto que toda la metafísica, no sólo la moderna, está construida sobre el papel determinante del hombre dentro del ENTE EN SU TOTALIDAD. Heideggeriana: NiilismoEuropeu

¿Qué ocurre con la metafísica y su historia respecto de esta relación? Si la metafísica es la verdad sobre el ENTE EN SU TOTALIDAD, ciertamente el hombre también formará parte del ENTE EN SU TOTALIDAD. Incluso habrá que admitir que el hombre asume un papel especial en la metafísica en la medida en que es quien busca, desarrolla, fundamenta y conserva el conocimiento metafísico, quien lo transmite, y también lo deforma. Esto, sin embargo, no da de ninguna manera derecho a considerar al hombre la medida de todas las cosas, a distinguirlo como el centro de todo el ente y a ponerlo como señor del mismo. Podría opinarse que la sentencia del pensador griego Protágoras acerca del hombre como medida de todas las cosas, la doctrina de Descartes del hombre como “sujeto” de toda objetividad y el pensamiento de Nietzsche del hombre como “productor y propietario” de todo el ente son quizás sólo exageraciones y casos extremos de determinadas posiciones metafísicas, y no algo que tenga el carácter mesurado y equilibrado de un saber auténtico. De acuerdo con ello, estos casos excepcionales no deberían convertirse en la regla de acuerdo con la cual se ha de determinar la esencia de la metafísica y de su historia. Heideggeriana: NiilismoEuropeu

Para ganar, frente a esta opinión, una visión más libre de la esencia de la metafísica y de su historia, es aconsejable en primer lugar pensar a fondo las doctrinas de Protágoras y de Descartes en sus rasgos fundamentales. Al hacerlo tenemos necesariamente que pasar revista a aquella esfera de preguntas que nos acerca de modo más originario la esencia de la metafísica en cuanto verdad sobre el ENTE EN SU TOTALIDAD y nos permite reconocer en qué sentido la pregunta “¿qué es el ente en cuanto tal y en su totalidad”? es la pregunta conductora de toda metafísica. Ya el título de la obra capital de Descartes muestra de qué se trata: Meditationes de prima philosophia   (1641), “Meditaciones sobre la filosofía primera”. La expresión “filosofía primera” procede de Aristóteles y designa aquello que constituye en primer lugar y de manera propia la tarea de lo que recibe el nombre de filosofía. La prote philosophia   trata la pregunta primera por su rango y que domina a todas las otras: qué es el ente, en cuanto que es un ente. Así, el águila, por ejemplo, en cuanto que es un pájaro, es decir, un ser viviente, es decir algo presente desde sí mismo. ¿Qué distingue al ente en cuanto ente? Sin embargo, parece que entretanto, con el cristianismo, se ha respondido definitivamente a la pregunta acerca de qué es el ente y eliminado así la pregunta misma, y todo esto desde un lugar que es esencialmente superior al opinar y al errar contingentes del hombre. La revelación bíblica, que según ella misma lo indica se apoya en la inspiración divina, enseña que el ente ha sido creado por el Dios creador personal y es conservado y dirigido por él. Gracias a la verdad revelada, proclamada como absolutamente vinculante por la doctrina de la Iglesia, aquella pregunta — qué es el ente — se ha vuelto superflua. El ser del ente consiste en su ser creado por Dios (omne ens est ens creatum  ). Si el conocimiento humano quiere experimentar la verdad sobre el ente sólo le queda, como único camino confiable, recoger y conservar fervientemente la doctrina de la revelación y su tradición por parte de los doctores de la Iglesia. La auténtica verdad es transmitida sólo por la doctrina de los doctores. La verdad tiene el carácter esencial de “doctrina”. El mundo medieval y su historia están construidos sobre esta doctrina. La única forma adecuada en la que puede expresarse de modo completo el conocimiento en cuanto doctrina es la “summa” , la reunión de escritos doctrinales en los que la totalidad del contenido doctrinal transmitido y las diferentes opiniones doctrinales son examinadas, empleadas o rechazadas en función de su concordancia con la doctrina eclesiástica. Heideggeriana: NiilismoEuropeu

Los que tratan de este modo acerca de qué es el ENTE EN SU TOTALIDAD son “teólogos”. Su “filosofía” sólo tiene de filosofía el nombre, porque una “filosofía cristiana” es un contrasentido aún mayor que la idea de un círculo cuadrado. El cuadrado y el círculo todavía concuerdan en que son figuras espaciales, mientras que la fe cristiana y la filosofía son abismalmente diferentes. Incluso si quisiera decirse que en ambos casos se enseña la verdad, lo que quiere decir verdad es totalmente diferente. El hecho de que los teólogos medievales a su manera, es decir cambiándoles el sentido, estudiaran a Platón y a Aristóteles es equivalente a la utilización de la metafísica de Hegel por parte de Karl Marx para su cosmovisión política. Pero bien mirado, la doctrina christiana no quiere transmitir un saber sobre el ente, sobre lo que éste es, sino que su verdad es por completo una verdad de salvación. Se trata del aseguramiento de la salvación de las almas inmortales individuales. Todos los conocimientos están referidos al orden de la salvación y están al servicio del aseguramiento y la promoción de la misma. Toda historia se convierte en historia de la salvación: creación, pecado original, redención, juicio final. Así también queda establecido de qué único modo (es decir con qué único método) tiene que determinarse y transmitirse lo que es digno de saberse. A la doctrina le corresponde la schola (la instrucción); por eso los doctores de la doctrina de la fe y la salvación son “escolásticos”. Heideggeriana: NiilismoEuropeu

Lo nuevo de la época moderna respecto de la medieval, cristiana, consiste en que el hombre se dispone a conseguir, desde sí mismo y con su propia capacidad, la certeza y la seguridad de su ser hombre en medio del ENTE EN SU TOTALIDAD. Se asume el pensamiento esencialmente cristiano de la certeza de la salvación, pero la “salvación” no es ya la bienaventuranza eterna del más allá; el camino que conduce a ella no es la negación de sí. Se busca lo salvífico y saludable exclusivamente en el libre autodespliegue de todas las capacidades creativas del hombre. Por eso surge la pregunta de cómo puede conquistarse y fundamentarse una certeza acerca del ser hombre y del mundo que es buscada por el hombre mismo para su vida aquí. Heideggeriana: NiilismoEuropeu

El nuevo mundo de la nueva época tiene su fundamento histórico propio allí donde toda historia busca su fundamento esencial: en la metafísica, es decir en una nueva determinación de la verdad del ENTE EN SU TOTALIDAD y de la esencia de la verdad. Para la fundamentación de la metafísica de la época moderna la metafísica de Descartes es el comienzo decisivo. Su tarea fue la de fundar el fundamento metafísico para la liberación del hombre hacia la nueva libertad en cuanto autolegislación segura de sí misma. Descartes pensó por adelantado este fundamento en un sentido auténticamente filosófico, es decir desde necesidades esenciales, no como un adivino que predice lo que luego sucede sino adelantándose en el sentido de que lo pensado por él quedó como fundamento para lo que vino después. Profetizar no es la función de la filosofía, pero tampoco hacer de sabelotodo que va cojeando detrás de los acontecimientos. Al entendimiento común le place difundir una opinión según la cual la filosofía sólo tendría la tarea de, corriendo siempre detrás, aprehender una época, su pasado y su presente, en pensamientos y en los llamados conceptos, o incluso integrarla en un “sistema”. Se cree que, atribuyéndole esa tarea, se le ha rendido a la filosofía un particular homenaje. Heideggeriana: NiilismoEuropeu

Esta fórmula, sin embargo, es tan equívoca como la otra. Traducida literalmente, dice: soy una cosa pensante. De este modo, el hombre se definiría como un objeto que está allí delante, sólo que se le atribuye además la propiedad de “pensar” como característica diferencial. Pero con esta concepción de la proposición se olvidaría que el “sum” se determina como ego cogito  . Se olvidaría que, de conformidad con el concepto de cogitatio, la res cogitans   quiere decir al mismo tiempo: res cogitata: lo que se re-presenta a sí mismo. Se olvidaría que este representarse-a-sí-mismo forma parte constitutiva del ser de esa res cogitans. Nuevamente, el propio Descartes sugiere una interpretación extrínseca e insuficiente de la “res cogitans” en la medida en que habla doctrinalmente en el lenguaje de la escolástica medieval y divide el ENTE EN SU TOTALIDAD en substantia   infinita y substantia finita. Substantia es el título tradicional y predominante para el hypokeimenon  , para el subjectum en sentido metafísico. La substantia infinita es Deus: summum ens: creator. El ámbito de la substantia finita es el ens creatum. A éste Descartes lo divide en res cogitantes y res extensae. Así, todo ente es visto desde el creator y lo creatum y la nueva determinación del hombre por medio del cogito sum sólo queda, por así decirlo, inscrita en los marcos antiguos. Heideggeriana: NiilismoEuropeu

4) ¿De qué manera el hombre, en esta metafísica, recoge y da la medida para la verdad del ente? Con lo anterior, esta pregunta ya ha recibido su respuesta. Puesto que el hombre se ha convertido esencialmente en el subiectum y la entidad se ha vuelto equivalente a la re-presentatividad y la verdad a la certeza, el hombre dispone aquí esencialmente del ente en cuanto tal en su totalidad, pues proporciona la medida para la entidad de cualquier ente. En el hombre en cuanto subiectum se encuentra ahora la decisión esencial acerca de qué habrá de afirmarse en general como ente. El hombre es quien tiene, conscientemente y como tarea, esta disposición. El sujeto es “subjetivo” por y en el hecho de que la determinación del ente, y con ella la del hombre mismo, no se encuentra ya estrechada por ningún límite sino que lo ha perdido en todo respecto. La relación con el ente es el avasallante pro-ceder hacia la conquista y el dominio del mundo. El hombre le da al ente la medida en cuanto determina desde sí y en referencia a sí lo que es lícito que valga como ente. Dar la medida es arrogarse la medida por medio de la cual el hombre, en cuanto subiectum, queda fundado como centro del ENTE EN SU TOTALIDAD. Hay que tener muy en cuenta, sin embargo, lo siguiente: el hombre no es aquí el yo aislado egoísta, sino que es “sujeto”, lo que quiere decir que el hombre emprende una ilimitada explotación del ente por vía de la representación y el cálculo. En la esencia de la nueva posición metafísica del hombre como subiectum se halla el fundamento de que la ejecución del descubrimiento y de la conquista del mundo, así como las respectivas iniciativas en esa dirección, tienen que ser asumidas y llevadas a cabo por individuos eminentes. La concepción moderna del hombre como “genio” tiene como presupuesto metafísico la determinación de la esencia del hombre como sujeto. A la inversa, el culto del genio y sus desviaciones no son, por lo tanto, lo esencial de la humanidad moderna, así como tampoco lo son el “liberalismo” y el autogobierno de los estados y las naciones en el sentido de las “democracias” modernas. Que los griegos hubieran pensado al hombre como “genio” es tan inimaginable como profundamente ahistórica la opinión de que Sófocles   era un “hombre genial”. Heideggeriana: NiilismoEuropeu

Se reflexiona demasiado poco sobre el hecho de que es el “subjetivismo” moderno, y sólo él, el que ha descubierto y vuelto disponible y dominable el ENTE EN SU TOTALIDAD, posibilitando aspiraciones y formas de dominio que la Edad Media no podía conocer y que estaban fuera del círculo visual de los griegos. Heideggeriana: NiilismoEuropeu

¿Qué sucede aquí? Nietzsche retrotrae el ego cogito a un ego volo e interpreta el velle como querer en el sentido de la voluntad de poder, a la que piensa como el carácter fundamental del ENTE EN SU TOTALIDAD. Pero ¿qué pasaría si la instauración de este carácter fundamental sólo fuera posible sobre el terreno de la posición metafísica fundamental de Descartes? Entonces, la crítica de Nietzsche a Descartes sería un desconocimiento de la esencia de la metafísica que sólo puede asombrar a quien aún no ha comprendido que este autodesconocimiento de la metafísica se ha vuelto una necesidad en el estadio de su acabamiento. La siguiente proposición muestra hasta qué punto Nietzsche se encuentra ya arrojado fuera de los cauces de una meditación metafísica originaria: “El concepto de substancia, una consecuencia del concepto de sujeto: ¡no a la inversa!” (La voluntad de poder, n. 485; 1887). Nietzsche entiende aquí “sujeto” en el sentido moderno. Sujeto es el yo humano. El concepto de substancia no es jamás, como opina Nietzsche, una consecuencia del concepto de sujeto. Pero tampoco el concepto de sujeto es una consecuencia del concepto de substancia. El concepto de sujeto surge de la nueva interpretación de la verdad del ente — que, siguiendo a la tradición, es pensado como ousia  , hypokeimenon y subiectum — por el hecho de que, sobre la base del cogito sum, el hombre se convierte en lo que propiamente subyace, en aquello quod substat, en substancia. El concepto de sujeto no es otra cosa que la limitación del transformado concepto de substancia al hombre en cuanto representante en cuyo representar lo representado y el representante están fijados en su copertenencia. Nietzsche ignora el origen del “concepto de substancia” porque, a pesar de toda la crítica a Descartes, sin un saber suficiente de la esencia de una posición metafísica fundamental, considera incondicionalmente asegurada la posición fundamental metafísica moderna y deposita todo en la preeminencia del hombre como sujeto. Sin embargo, el sujeto es comprendido ahora como voluntad de poder; en conformidad con ello, también la cogitatio, el pensar, es interpretado de otro modo. Heideggeriana: NiilismoEuropeu

Para llegar a destacar rectamente este mismo, es conveniente ahora destacar también la posición metafísica de Nietzsche respecto de la de Descartes de acuerdo con los cuatro respectos que nos han guiado. 1) Para Descartes el hombre es sujeto en el sentido de la yoidad que representa. Para Nietzsche, el hombre es sujeto en el sentido de las pulsiones y los afectos que subyacen como “factum último”, es decir, resumiendo, del cuerpo. Toda interpretación del mundo se lleva a cabo retrocediendo al cuerpo como hilo conductor metafísico 2) Para Descartes, la entidad del ente es equivalente a la representatividad por y para el yo-sujeto. Para Nietzsche, el “ser” es también representatividad, pero el “ser”, entendido como consistencia, no basta para aprehender lo que propiamente “es”, es decir lo que deviene en la realidad de su devenir. El “ser”, en cuanto es lo fijo y rígido, es sólo una apariencia del devenir, pero una apariencia necesaria. El carácter de ser propio de lo real en cuanto devenir es la voluntad de poder. En qué medida la interpretación nietzscheana del ENTE EN SU TOTALIDAD como voluntad de poder tiene sus raíces en la antes nombrada subjetividad de las pulsiones y afectos y al mismo tiempo, está esencialmente codeterminada por el proyecto de la entidad como re-presentatividad, requiere aún una demostración especial y explícita. 3) Para Descartes, verdad significa la segura re-misión de lo representado en el interior del re-presentar que se representa; la verdad es certeza. Para Nietzsche, la verdad se equipara al tener-por-verdadero. Lo verdadero se determina desde lo que el hombre sostiene respecto del ente y desde lo que él tiene por ente. Ser es consistencia, fijeza. Tener-por-verdadero es fijar lo que deviene, fijación con la que se asegura al respectivo viviente algo consistente en sí mismo y en su entorno, en virtud de lo cual puede estar seguro de su existencia consistente y de su conservación y, por lo tanto, puede tener el poder de acrecentar el poder. La verdad, en cuanto fijar. Es para Nietzsche la apariencia requerida por el viviente, es decir por el centro de poder “cuerpo” en cuanto “sujeto”. 4) Para Descartes, el hombre es la medida de todo ente en el sentido en que se arroga la eliminación de los límites del representar para conducirlo a la certeza que se asegura a sí misma. Para Nietzsche, no sólo lo re-presentado en cuanto tal es un producto del hombre; toda conformación y configuración de cualquier tipo es producto y propiedad del hombre en cuanto señor incondicionado de todo tipo de perspectiva en la que se configura el mundo y se le da poder como incondicionada voluntad de poder. Heideggeriana: NiilismoEuropeu

En conformidad con esta esencia de la verdad como justicia, la subjetividad de la voluntad de poder, a la que la justicia “representa”, es incondicionada. Pero este carácter incondicionado tiene ahora un sentido diferente que, por ejemplo, en la metafísica de Hegel. Éste pone a la no verdad como un nivel y una unilateralidad que queda superada en la verdad. La metafísica de Nietzsche pone inmediatamente la no verdad, en el sentido de error, como la esencia de la verdad. La verdad — así constituida y comprendida — proporciona al sujeto la incondicionada disposición sobre verdadero y falso. La subjetividad no sólo queda liberada de todo límite sino que ella misma dispone ahora de todo poner y quitar límites. No es la subjetividad del sujeto la que transforma la esencia y la posición del hombre en medio del ente. Antes bien, el ENTE EN SU TOTALIDAD ha experimentado ya una interpretación diferente por medio de aquello de donde toma su origen la subjetividad, por medio de la verdad del ente. Por ello, con la transformación del ser-hombre en sujeto la historia de la humanidad moderna no recibe simplemente nuevos “contenidos” y nuevos ámbitos de acción, sino que el curso mismo de la historia se vuelve diferente. En apariencia, todo no es más que descubrimiento, investigación, descripción, organización y dominio del mundo, en todo lo cual el hombre se expande y, como consecuencia de la expansión, distiende su esencia, la aplana y la pierde. En verdad, sin embargo, de este modo no hacen más que delinearse los rasgos fundamentales de acuerdo con los cuales se acuñará la subjetividad incondicionada de la humanidad. Heideggeriana: NiilismoEuropeu

La metafísica habla del ente en cuanto tal en su totalidad, es decir del ser del ente; de este modo impera en ella una referencia del hombre al ser del ente. Sin embargo, la pregunta de si y cómo el hombre se relaciona con el ser del ente, no con el ente, con éste y aquél, queda sin formular. Se pretende que aclarando la relación del hombre con el ente ya se ha determinado de modo suficiente la referencia al “ser”. Se toma a ambas, la relación con el ente y la referencia al ser, como lo “mismo”, y esto incluso con cierta razón. En esta igualación se manifiesta el rasgo fundamental del pensar metafísico. Puesto que la referencia al ser apenas ha sido considerada más allá de la relación con el ente, y cuando lo ha sido se la ha tomado siempre como su sombra, también la esencia de esta relación se encuentra en tinieblas. De acuerdo con el tercer respecto, la metafísica es la verdad “sobre” el ENTE EN SU TOTALIDAD. En qué relación está el hombre respecto de la verdad y de su esencia queda igualmente sin plantearse. Por último, en el cuarto respecto, según el cual el hombre pone la medida para la determinación del ente en cuanto tal, también se oculta la pregunta de cómo el ente en cuanto tal pueda ser llevado a la mirada del hombre, pueda ser experimentado y conservado por él con su carácter determinado, independientemente de que esté en el papel de sujeto o tenga una esencia diferente. Heideggeriana: NiilismoEuropeu

Pero ¿qué es esta referencia misma? ¿Qué “es” el ser, en el supuesto de que podamos y tengamos que diferenciarlo del ente? ¿Qué ocurre con esta distinción del ser respecto del ente, qué ocurre con el hombre respecto de esta distinción? ¿Es el hombre hombre y “tiene” además, por otra parte, la referencia al ser? ¿O constituye esta referencia al ser la esencia del hombre? Si es así, ¿de qué esencia “es” entonces el hombre, si su esencia se determina desde esa referencia? ¿Se ha determinado jamás la esencia del hombre a partir de esa referencia al ser? Si no, ¿por qué no? Si sí, ¿por qué esta referencia no es tan inapresable, incaptable e irreconocible como el ser mismo? Somos capaces de encontrar, mostrar y buscar entes en cualquier momento. ¿Pero “el ser”? ¿Es casual que apenas lleguemos a aprehenderlo y que con todas las múltiples relaciones con el ente olvidemos esta referencia al ser? ¿O la razón de esta oscuridad que se deposita sobre el ser y sobre la referencia a él del hombre reside en la metafísica y en su dominio? ¿Y si la esencia de la metafísica fuera erigir, efectivamente, la verdad sobre el ente apoyándose para ello necesariamente en la referencia del hombre al ser, y sin embargo no pensar esta referencia misma, más aún, ni siquiera poder pensarla? La referencia del hombre al ser es oscura. No obstante, donde y cuando nos referimos al ente estamos continua y permanentemente en esa referencia. ¿Y cuándo y dónde nosotros, nosotros mismos que también somos entes, no nos relacionaríamos con el ente? Nos relacionamos [verhalten  ] con el ente y nos mantenemos [halten] ante todo en la referencia al ser. Sólo así el ENTE EN SU TOTALIDAD es para nosotros sostén [Halt] y estancia [Aufenthalt]. Esto quiere decir: estamos en la distinción de ente y ser. Esta distinción sustenta la referencia al ser y sustenta la relación con el ente. Impera, sin que le prestemos atención. Así, parece ser una distinción en la que lo que se distingue no es distinguido por nadie, una distinción para la que no “hay” nadie que distinga y para la que no se constituye, ni mucho menos se experimenta, un ámbito de distinción. Podría casi pensarse, y con razón, que con lo que denominamos “distinción” entre ente y ser hemos inventado e imaginado algo que no “es” y que, sobre todo, no tiene necesidad de “ser”. Heideggeriana: NiilismoEuropeu

Nietzsche determina la esencia del valor como condición de conservación y acrecentamiento de la voluntad de poder, siendo esas condiciones puestas por la voluntad de poder misma La voluntad de poder es el carácter fundamental del ENTE EN SU TOTALIDAD, el “ser” del ente, tomado en el sentido amplio que también admite como ser al devenir, si se admite, por otra parte, que el devenir “no es una nada”. Heideggeriana: NiilismoEuropeu

Este estimar esencial es el contar, con lo que damos a esta palabra aquel significado que señala un comportamiento fundamental: contar en cuanto contar con algo [Rechnen   auf   etwas]: “contar” con alguien, estar seguro de su actitud y su disposición; y contar en el sentido de tener en cuenta algo [Rechnen mit etwas]: tomar en consideración los efectos y las circunstancias. Calcular [Er-rechnen] quiere decir entonces poner aquello a lo que debe llegar todo con lo que se cuenta y se tiene en cuenta. El contar así entendido es el poner condiciones que se apoya sobre sí mismo, de manera tal que las condiciones condicionan el ser del ente, y como tal contar es lo que pone condiciones mismo y se asegura como tal en medio del ENTE EN SU TOTALIDAD, asegurando por lo tanto su relación con éste, y asegurándose a sí y a su relación a partir del ente. El contar esencialmente entendido se convierte así en re-presentar y re-mitir la condición de posibilidad del ente, es decir, del ser. Sólo este “contar” esencial posibilita y vuelve necesario el planear y contar en sentido meramente “contable”. El contar esencial es el carácter fundamental del estimar por el que todo lo que es producto de una estimación y es estimado tiene, en cuanto es de índole condicionante, el carácter de “valor”. Heideggeriana: NiilismoEuropeu

¿No irrumpe entonces la “voluntad de poder” en la metafísica con Nietzsche sin una proveniencia histórica, como una interpretación arbitraria del ENTE EN SU TOTALIDAD? Recordamos, sin embargo, que el propio Nietzsche explica la proposición de Descartes desde la voluntad de verdad y a ésta como una especie de la voluntad de poder. De acuerdo con ello, la metafísica de Descartes sí es ya una metafísica de la voluntad de poder, sólo que sin saberlo. Pero la pregunta no plantea si la voluntad de certeza puede interpretarse como voluntad de poder y contabilizarse así historiográficamente como un estadio previo de la misma. Queda abierta la pregunta de si el ser en cuanto representatividad es, por su contenido esencial, un estadio previo de la voluntad de poder que, experimentada como carácter fundamental del ente, permite entonces explicar la certeza como voluntad de fijación y a ésta como una especie de la voluntad de poder. “ldea”, re-presentatividad, objetividad, no contienen, en sí, nada de la voluntad de poder. Heideggeriana: NiilismoEuropeu

Con Leibniz todo ente se vuelve “de tipo subjetivo”, es decir, en sí mismo representante-apetente y por lo tanto eficaz [wirk-sam]. Directa e indirectamente (a través de Herder), la metafísica de Leibniz determinó el “humanismo” alemán (Goethe  ) y el idealismo (Schelling   y Hegel). En la medida en que el idealismo se fundaba sobre todo en la subjetividad trascendental (Kant) y al mismo tiempo, pensaba de modo leibniziano, mediante una peculiar fusión y radicalización en dirección de lo incondicionado, se llegó a pensar aquí la entidad del ente a la vez como objetividad y como eficacia. La eficacia (realidad efectiva) es comprendida como voluntad que sabe (saber volitivo), es decir como “razón” y “espíritu”. La obra capital de Schopenhauer  , El mundo como voluntad y representación, reúne, junto con una exégesis muy exterior y superficial del platonismo y de la filosofía kantiana, todas las direcciones fundamentales de la interpretación occidental del ENTE EN SU TOTALIDAD, desarraigándolas y llevándolas a un plano de comprensibilidad que se inclina hacia el emergente positivismo. La obra capital de Schopenhauer se convirtió para Nietzsche en la auténtica “fuente” para la forma y dirección de sus pensamientos. A pesar de ello, Nietzsche no tomó de los “libros” de Schopenhauer el proyecto del ente como “voluntad”. Schopenhauer sólo pudo “cautivar” al joven Nietzsche porque las experiencias fundamentales del pensador que se estaba despertando encontraron en esa metafísica sus primeros e insoslayables apoyos. Heideggeriana: NiilismoEuropeu

Esta época muestra una obviedad peculiarmente indiferente respecto de la verdad del ENTE EN SU TOTALIDAD. O bien el ser se explica aún de acuerdo con la tradicional explicación cristiano-teológica del mundo, o bien el ENTE EN SU TOTALIDAD — el mundo — se determina invocando “ideas” y “valores”. Las “ideas” recuerdan el comienzo de la metafísica occidental en Platón. Los “valores” remiten a la relación con el final de la metafísica en Nietzsche. Sólo que las “ideas” y “valores” no siguen siendo pensados en su esencia y en su proveniencia esencial. La invocación de “ideas” y “valores” y la posición de las mismas son el recurso más corriente y comprensible para la interpretación del mundo y la conducción de la vida. Esta indiferencia frente al ser en medio de la suprema pasión por el ente testimonia el carácter totalmente metafísico de la época. La consecuencia esencial de este estado de cosas se muestra en que las decisiones históricas se han trasladado ahora, de modo consciente, voluntario y total, de los diferentes dominios de la anterior actividad cultural — política, ciencia, arte, sociedad — al ámbito de la “cosmovisión”. La “cosmovisión” es esa figura de la metafísica moderna que se vuelve inevitable cuando comienza su culminación en dirección de lo incondicionado. La consecuencia es una peculiar uniformidad de la hasta ahora múltiple historia occidental-europea, uniformidad que se anuncia metafísicamente en el acoplamiento de “idea” y “valor” como recurso determinante para la interpretación cosmovisional del mundo. Heideggeriana: NiilismoEuropeu

De aquí resulta la necesidad de una problemática peculiar, que tenga por tema al ENTE EN SU TOTALIDAD. Este nuevo cuestionamiento reside en la esencia de la ontología misma y resulta de su reversión, de su metabole Designo a esta problemática como metontología. Y aquí, en el dominio del preguntar metontológico-existentivo, está también el dominio de la metafísica de la existencia (sólo aquí cabe formular la cuestión de la ética.) Heideggeriana: Transcendencia ANEXO

Pues bien, aquí se encierra un enunciado metafísico del mayor alcance y que debe ser señalado desde ahora. En efecto, esta interpretación de lo auténticamente ente debe aclarar también, en cuanto general, la posibilidad de lo ENTE EN SU TOTALIDAD. ¿Qué viene a decir la tesis fundamental monadológica sobre la presencia conjunta de varios entes en la totalidad del universo? Si se interpreta la esencia de la substancia como mónada y la mónada como Vis primitiva, como impulso, conatus  , nisus prae-existens, como algo que impulsa de modo originario y que lleva dentro de sí aquello que unifica por completo, entonces, a la vista de esta interpretación de lo ente tan llena de consecuencias, surgen las siguientes preguntas: 1. ¿En qué medida el impulso, en cuanto tal, es aquello que unifica de modo originario y simple? 2. A la vista del carácter monádico de las substancias, ¿cómo hay que interpretar la unidad y la conexión en el universo? Si todo ente, toda mónada, impulsa a partir de sí misma, esto quiere decir que lleva consigo to esencial de su ser, aquello para lo que y cómo impulsa. Todo impulsar conjunto de otras mónadas es esencialmente negativo en su posible relación con cada mónada singular. Ninguna substancia puede darle a otra su impulso, es decir, su parte esencial. Lo único de lo que resulta capaz es de la inhibición o desinhibición, e incluso en esta modalidad negativa funciona siempre sólo de modo indirecto. La relación de una substancia con otra es únicamente la de la limitación, y por tanto la de una relación determinada de modo negativo. Heideggeriana: CursoMarburgo  

Pero incluso pasando por alto el hecho de la cuestionable relación entre la negación y la nada, ¿cómo podemos nosotros — seres finitos — hacer que se vuelva accesible en sí, y sobre todo para nosotros, el conjunto de lo ENTE EN SU TOTALIDAD? Como mucho, podemos pensar el conjunto de lo ente en la “Idea” y, negar en el pensamiento lo que hemos imaginado de ese modo y “pensarlo” como negado. Si seguimos esta vía sin duda alguna ganaremos el concepto formal   de esa nada imaginada, pero nunca conseguiremos la propia nada. Pero la nada es nada y entre la nada imaginada y la “auténtica” nada no puede reinar ninguna diferencia, si es que la nada representa la total ausencia de diferencias. Sin embargo, la “auténtica” nada misma, ¿no es nuevamente aquel concepto escondido, pero en cualquier caso contradictorio, de una nada que es? Pero ésta será la última vez que las objeciones del entendimiento detengan la marcha de nuestra búsqueda, pues su justa pertinencia sólo puede demostrarse mediante una experiencia fundamental de la nada. Heideggeriana: QueMetafisica

Tan cierto es que nunca captamos el conjunto de lo ente en sí de manera absoluta como que nosotros nos encontramos situados en medio de eso ente que de algún modo se encuentra desvelado en su totalidad. En definitiva, existe una diferencia esencial entre captar la totalidad de lo ente en sí y encontrarse en medio de lo ENTE EN SU TOTALIDAD. Aquello es fundamentalmente imposible; esto ocurre de modo permanente en nuestro Dasein  . Es cierto que en nuestros quehaceres cotidianos nos parece como si sólo estuviéramos ligados a este o aquel ente, como si anduviésemos perdidos en este o aquel ámbito de lo ente. Pero por dislocada que nos pueda parecer la realidad cotidiana, en cualquier caso sigue manteniendo a lo ente, aunque sólo sea en la sombra, en una unidad del “todo”. Incluso y precisamente cuando no estamos ocupados propiamente con las cosas o con nosotros mismos nos sobrecoge ese “todo”, por ejemplo, cuando nos invade el auténtico aburrimiento. Éste todavía se encuentra lejano cuando lo único que nos aburre este libro, este espectáculo, esta ocupación o esta ociosidad, pero irrumpe cuando “uno está aburrido”. El tedio profundo, que va de aquí para allá en los abismos del Dasein como una niebla callada, reúne a todas las cosas y a los hombres y, junto con ellos, a uno mismo en una común y extraña indiferencia. Este tedio revela lo ENTE EN SU TOTALIDAD. Heideggeriana: QueMetafisica

Este estar en un determinado estado de ánimo, por el que uno “está” así o de la otra manera, es lo que hace que al invadirnos dicho ánimo plenamente nos encontremos en medio de lo ENTE EN SU TOTALIDAD. El hecho de encontrarnos en un estado de ánimo no sólo desvela a su modo lo ENTE EN SU TOTALIDAD, sino que — lejos de ser algo accidental — tal desvelar es al mismo tiempo el acontecimiento fundamental de nuestro ser-aquí. Heideggeriana: QueMetafisica

Pero precisamente cuando los estados de ánimo nos conducen de este modo ante lo ENTE EN SU TOTALIDAD, nos ocultan la nada que estamos buscando. Ahora aún estaremos menos de acuerdo con la opinión de que la negación de ese ENTE EN SU TOTALIDAD, que se nos revela en nuestro estado de ánimo, nos sitúa ante la nada. Eso sólo podría ocurrir de manera suficientemente originaria en un estado de ánimo que revelase la nada según el sentido más propio de su desvelamiento. Heideggeriana: QueMetafisica

Decimos que en la angustia “se siente uno extraño” ¿Qué significan el “se” y el “uno”? No podemos decir ante qué se siente uno extraño. Uno se siente así en conjunto. Todas las cosas y nosotros mismos nos hundimos en la indiferencia. Pero esto, no en el sentido de una mera desaparición, sino en el sentido de que, cuando se apartan como tales, las cosas se vuelven hacia nosotros. Este apartarse de lo ENTE EN SU TOTALIDAD, que nos acosa y rodea en la angustia, nos aplasta y oprime. No nos queda ningún apoyo. Cuando lo ente se escapa y desvanece, sólo queda y sólo nos sobrecoge ese “ningún”. Heideggeriana: QueMetafisica

“Estamos suspensos” en la angustia. Dicho más claramente: es la angustia la que nos mantiene en suspenso, porque es ella la que hace que escape lo ENTE EN SU TOTALIDAD. Ése es el motivo por el que nosotros mismos — estos existentes seres humanos — nos escapamos junto con lo ente en medio de lo ente. Y por eso, en el fondo, no “me” siento o no “te” sientes extraño, sino que “uno” se siente así. Aquí, en la conmoción que atraviesa todo ese estar suspenso, en el que uno no se puede asir a nada, ya sólo queda el puro ser-aquí. Heideggeriana: QueMetafisica

La angustia nos deja sin palabra. Puesto que lo ENTE EN SU TOTALIDAD se escapa y precisamente ésa es la manera como nos acosa la nada, en su presencia enmudece toda pretensión de decir que algo “es”. Que sumidos en medio de la extrañeza de la angustia tratemos a menudo de romper esa calma vacía mediante una charla insustancial no hace sino demostrar la presencia de la nada. Que la angustia desvela la nada es algo que confirma el hombre mismo en cuanto desaparece la angustia. En la claridad de la mirada provocada por el recuerdo aún reciente no nos queda más que decir: de lo que y por lo que nos angustiábamos no era “propiamente” nada. Y, de hecho, la propia nada, como tal, estaba aquí. Heideggeriana: QueMetafisica

La nada se desvela en la angustia, pero no como ente. Tampoco se da como objeto. La angustia no es un captar la nada. Sin embargo, la nada se manifiesta en ella y a través de ella, aunque no hay que imaginarse que la nada se muestra por su cuenta libremente “junto” a lo ENTE EN SU TOTALIDAD, que se halla en la extrañeza? . Lo que queremos decir es que en la angustia la nada aparece a una con lo ENTE EN SU TOTALIDAD. ¿Qué significa este “a una”? En la angustia, lo ENTE EN SU TOTALIDAD se vuelve caduco. ¿En qué sentido ocurre esto? Al fin y al cabo, no es que lo ente sea aniquilado por la angustia para que sólo quede la nada. ¿Y cómo iba a ser así, si precisamente la angustia se encuentra en una completa impotencia frente a lo ENTE EN SU TOTALIDAD? Más bien lo que ocurre es que la nada se manifiesta propiamente con lo ente y en lo ente, por cuanto éste se escapa en su totalidad. Heideggeriana: QueMetafisica

En la angustia no ocurre ninguna aniquilación de todo lo ente en sí, pero tampoco llevamos a cabo una negación de lo ENTE EN SU TOTALIDAD con el propósito de acabar ganando la nada. Aun pasando por alto el hecho de que la angustia como tal es ajena al cumplimiento expreso de un enunciado negativo, en cualquier caso, con una negación de ese tipo, de la que debería desprenderse la nada, también llegaríamos siempre demasiado tarde. La nada ya nos sale antes al encuentro. Decíamos que nos sale al encuentro “a una” con ese ente que se escapa en su totalidad. Heideggeriana: QueMetafisica

Estando inmerso en la nada, el Dasein está siempre más allá de lo ENTE EN SU TOTALIDAD. Este estar más allá de lo ente es lo que llamamos trascendencia. Si en el fondo de su esencia el Dasein no consistiera en este trascender, es decir, si desde el principio no estuviese inmerso en la nada, nunca podría actuar ateniéndose a lo ente y por ende   tampoco ateniéndose a sí mismo. Heideggeriana: QueMetafisica

El estar inmerso en la nada del Dasein sobre el fundamento de la angustia escondida es la superación de lo ENTE EN SU TOTALIDAD: la trascendencia. Heideggeriana: QueMetafisica

En la pregunta por la nada ocurre tal sobrepasamiento más allá de lo ente como ENTE EN SU TOTALIDAD. De este modo se muestra como una pregunta “metafísica”. Al principio enunciamos una doble característica de las preguntas de este tipo: por un lado, toda pregunta metafísica abarca la totalidad de la metafísica; y por ende en toda pregunta metafísica queda incluido el Dasein que pregunta dentro de la pregunta. Heideggeriana: QueMetafisica

Entonces, la antigua frase ex nihilo nihil   fit encierra otro sentido que afecta al problema mismo del ser y que reza así: ex nihilo omne ens qua ens fit. Lo ENTE EN SU TOTALIDAD sólo llega a sí mismo en la nada del Dasein de acuerdo con su posibilidad más propia, es decir, de modo finito. Pero si de verdad se trata de una pregunta metafísica, entonces ¿en qué medida queda incluido en la pregunta por la nada nuestro Dasein que pregunta? Hemos caracterizado a nuestro Dasein, experimentado aquí y ahora, como algo esencialmente determinado por la ciencia. Pero si nuestro Dasein, así determinado, está incluido en la pregunta por la nada, también tiene que haberse vuelto cuestionable a través de esa pregunta. Heideggeriana: QueMetafisica

Si la pregunta por la nada que hemos desarrollado aquí ha sido de veras preguntada incluyéndonos a nosotros mismos en ella, entonces no nos habremos mostrado la metafísica desde fuera. Tampoco nos habremos limitado a “introducirnos” en ella. No podemos introducirnos en ella de ningún modo, porque, en la medida en que existimos, ya estamos siempre en ella. Physei gár, o phíle, énestí tis philosophia te tou andròs diánoia (Platón, Fedro 279a). Desde el momento en que existe el hombre, acontece de algún modo el filosofar. La filosofía, esto es, lo que así llamamos, consiste en poner en marcha la metafísica, a cuyo través la filosofía llega hasta sí misma y a sus tareas expresas. La filosofía sólo se pone en marcha por medio de un salto particular de la propia existencia dentro de las posibilidades fundamentales del Dasein en su totalidad. Para dicho salto lo decisivo es, por un lado, darle espacio a lo ENTE EN SU TOTALIDAD, y, después, abandonarse a la nada, es decir, librarse de los ídolos que todos tenemos y en los que solemos evadirnos; finalmente, dejar también que sigamos siempre en suspenso a fin de que vuelva a vibrar siempre de nuevo esa pregunta fundamental de la metafísica, que surge obligada por la propia nada: ¿por qué hay ente y no más bien nada? Heideggeriana: QueMetafisica

En el ser-aquí se le devuelve al hombre el fundamento esencial y durante mucho tiempo infundamentado gracias al cual el hombre puede ex-sistir. Aquí, “existencia” no significa existentia   en el sentido del aparecer y del “Dasein” (estar ahí delante) de un ente. Pero “existencia” tampoco significa aquí, al modo “existencial”, el esfuerzo moral del hombre por su sí-mismo edificado sobre una constitución corporal y anímica. La ex-sistencia que tiene sus raíces en la verdad como libertad es la ex-posición en el desocultamiento de lo ente como tal. Todavía incomprendida, ni siquiera necesitada de una fundamentación esencial, la ex-istencia del hombre histórico comienza en ese instante en el que el primer pensador se pone al servicio del desocultamiento de lo ente preguntando qué sea lo ente. En esta pregunta es en donde por vez primera se experimenta el desocultamiento. Lo ENTE EN SU TOTALIDAD se desvela como physis  , la “naturaleza”, que aquí todavía no alude a un ámbito especial de lo ente, sino a lo ente como tal en su totalidad, concretamente con el significado de un venir surgiendo y brotando a la presencia. La historia sólo comienza cuando lo ente es elevado y preservado expresamente en su desocultamiento y cuando esa preservación es concebida desde la perspectiva de la pregunta por lo ente como tal. El inicial desencubrimiento de lo ENTE EN SU TOTALIDAD, la pregunta por lo ente como tal y el inicio de la historia occidental son lo mismo y son simultáneos en un “tiempo” que, siendo él mismo inconmensurable, abre por vez primera lo abierto, es decir, la apertura, a cualquier medida. Heideggeriana: EssenciaVerdade  

Pero si, en cuanto dejar ser a lo ente, el ser-aquí ex-sistente libera al hombre para su “libertad”, en la medida en que es ésta la que primero y en general le ofrece la posibilidad (lo ente) de elección, y le conmina a lo necesario (lo ente), entonces el capricho humano no dispone de la libertad ni sobre ella. El hombre no la “posee” como quien posee una propiedad, sino que, como mucho, ocurre lo contrario: la libertad, el ser-aquí ex-sistente y desencubridor, posee al hombre de un modo tan originario que es ella la única que le concede a una humanidad esa relación con lo ENTE EN SU TOTALIDAD que fundamenta y caracteriza por vez primera toda historia. Sólo el hombre ex-sistente es histórico. La “naturaleza” no tiene historia. Heideggeriana: EssenciaVerdade

Puesto que todo comportarse humano de algún modo se mantiene siempre abierto y se acomoda a aquello en relación con lo cual se comporta, la contención y compostura del dejar ser, esto es, la libertad, debe haber traído consigo como dote la interna indicación de adecuar el representar al correspondiente ente. Decir ahora que el hombre ex-siste significa que la historia de las posibilidades esenciales de una humanidad histórica está preservada para él en el desencubrimiento de lo ENTE EN SU TOTALIDAD. Es a partir del modo como se presenta la esencia originaria de la verdad de donde surgen las decisiones simples y singulares de la historia. Heideggeriana: EssenciaVerdade

La esencia de la verdad se desvela como libertad. La libertad es el dejar ser exsistente que desencubre a lo ente. Todo comportarse que se mantiene siempre abierto se mueve en el dejar ser a lo ente y se comporta siempre en relación con este o aquel ente. En cuanto supone dejarse implicar en el desencubrimiento de lo ENTE EN SU TOTALIDAD en cuanto tal, la libertad ya ha determinado y destinado todo comportarse a un estado de ánimo relativo a lo ENTE EN SU TOTALIDAD. Ahora bien, la determinación del estado de ánimo (el propio estado de ánimo) nunca se puede entender a la manera de una “vivencia” ni de un asentimiento”, porque de ese modo sólo se vería privado de su esencia e interpretado a partir de eso (como la “vida” y el “alma”) que sólo puede afirmar la mera apariencia de un derecho esencial, mientras sigue llevando en su interior el falseamiento y la mala interpretación de dicha determinación del estado de ánimo. La determinación del estado de ánimo, es decir, la exposición ex-sistente en lo ENTE EN SU TOTALIDAD, sólo puede ser “vivida” y “sentida” porque el “hombre que la vive”, sin intuir siquiera la esencia del estado de ánimo, se encuentra en toda ocasión implicado en una determinación del estado de ánimo que desencubre a lo ENTE EN SU TOTALIDAD. Todo comportarse del hombre histórico, de modo más o menos acentuado, más o menos sabido, tiene ya determinado su ánimo y mediante dicho estado de ánimo se ve incorporado a lo ENTE EN SU TOTALIDAD. El carácter abierto de lo ENTE EN SU TOTALIDAD no coincide con la suma de los entes conocidos en cada momento. Al contrario: allí donde lo ente es poco conocido para el hombre y la ciencia apenas lo conoce y sólo de modo superficial, el carácter abierto de lo ENTE EN SU TOTALIDAD puede dominar de modo más esencial que allí en donde lo conocido y lo que siempre puede ser conocido son ya tan vastos que no se pueden abarcar con la mirada y en donde ya no se puede resistir de ningún modo la laboriosidad del conocer, desde el momento en que la posibilidad de una dominación técnica de las cosas se cree ilimitada. Precisamente, ese modo de aplanar e igualar propios del conocer todo y sólo conocer acaban nivelando el carácter abierto de lo ente hasta reducirlo a la nada aparente de lo que ya ni siquiera es algo indiferente, sino simplemente algo olvidado. Heideggeriana: EssenciaVerdade

El dejar ser a lo ente, que predispone un ánimo, penetra y precede a todo comportarse que se mantiene siempre abierto y se mueve en él. El comportarse del hombre está completamente predispuesto en su ánimo por el carácter abierto de lo ENTE EN SU TOTALIDAD. Pero esta “totalidad” aparece dentro del horizonte del cálculo y el afán cotidiano como lo incalculable e inaprehensible. Nunca se puede comprender a partir de eso ente que se manifiesta en cada caso, independientemente de si éste forma parte de la naturaleza o de la historia. Por mucho que la totalidad determine a todo permanentemente, siempre sigue siendo lo indeterminado e indeterminable, y por eso también suele coincidir casi siempre con lo que es más habitual y más impensado. Sin embargo eso que predispone el ánimo no es que sea nada, sino que es un encubrimiento de lo ENTE EN SU TOTALIDAD. El dejar ser oculta a lo ENTE EN SU TOTALIDAD en la misma medida en la que, en el comportarse singular, siempre le deja ser a lo ente respecto al que se comporta y de ese modo lo desoculta. El dejar ser es en sí mismo y al mismo tiempo un ocultar o encubrir. En la libertad ex-sistente del Dasein acontece el encubrimiento de lo ENTE EN SU TOTALIDAD, es el ocultamiento. Heideggeriana: EssenciaVerdade

El encubrimiento le impide a la aletheia  , desencubrir y tampoco le permite ser todavía steresis   (privación), sino que preserva lo que le resulta más propio en cuanto propiedad. Así pues, y pensado desde la perspectiva de la verdad como desocultamiento, el encubrimiento es el no-desocultamiento y por ende la no-verdad más auténtica y propia de la esencia de la verdad. El encubrimiento de lo ENTE EN SU TOTALIDAD no se presenta sólo a posteriori como consecuencia del fragmentario conocimiento de lo ente. El encubrimiento de lo ENTE EN SU TOTALIDAD, la auténtica no-verdad, es más antiguo que todo carácter abierto de este o aquel ente. También es más antiguo que el propio dejar ser, el cual, desencubriendo, ya mantiene oculto y se comporta ateniéndose al encubrimiento. ¿Qué preserva el dejar ser en esta relación con el encubrimiento? Nada menos que el encubrimiento de lo que está oculto en su totalidad, de lo ente como tal, es decir, del misterio. No se trata de un misterio aislado sobre esto o aquello, sino sólo de una única cosa: que, en general, el misterio (el encubrimiento de lo oculto) penetra y domina como tal todo el ser-aquí del hombre. Heideggeriana: EssenciaVerdade

En el dejar ser que desencubre y al mismo tiempo encubre a lo ENTE EN SU TOTALIDAD sucede que el encubrimiento aparece como lo primero que está oculto. En la medida en que ex-siste, el ser-aquí preserva el primer y más vasto no-desocultamiento, esto es, la auténtica no-verdad. La auténtica no-esencia de la verdad es el misterio. Aquí, no-esencia todavía no significa una caída en la esencia en el sentido de lo general (koinon  , genos) de su possibilitas (lo que hace posible algo) y de su fundamento. Aquí, no-esencia es, en este sentido, la esencia que ya es antes de presentarse. Pero, por contra, “inesencialidad” significa antes que nada y sobre todo la desfiguración de esa esencia ya caída. Heideggeriana: EssenciaVerdade

Pero ese sedentarismo, instalado en lo habitual y corriente, equivale en sí mismo a no dejar que reine nunca el encubrimiento de lo oculto. Es verdad que también en el ámbito de lo corriente hay misterios, cosas inexplicadas o no decididas y dudosas. Pero estos interrogantes, que por lo que hace a sí mismos no comportan inseguridad alguna, sólo son lugares de paso y puntos intermedios en el transcurso hacia lo accesible, y por lo tanto no son esenciales. Cuando sólo se admite el ocultamiento de lo ENTE EN SU TOTALIDAD como un límite que se anuncia de cuando en cuando, el encubrimiento se encuentra ya completamente sumido en el olvido en cuanto acontecimiento fundamental. Heideggeriana: EssenciaVerdade

Pero el olvido no consigue eliminar el misterio olvidado del Dasein, sino que por el contrario le presta a la aparente desaparición de lo olvidado una presencia propia. En la medida en que el misterio se rechaza a sí mismo en el olvido y para el olvido, le deja estar al hombre histórico en el ámbito de lo factible y accesible junto a sus producciones. Cuando se la deja estar de este modo, la humanidad va completando su “mundo” de acuerdo con las necesidades e intenciones más nuevas y lo llena con sus propósitos y sus planes. El hombre toma de éstos sus pautas, dejando olvidado a lo ENTE EN SU TOTALIDAD. Aferrado siempre a ellos, se procura permanentemente nuevas pautas, sin meditar siquiera sobre el fundamento de donde las ha tomado ni en la esencia que se las ha procurado. A pesar del progreso hacia nuevas pautas y metas, el hombre se equivoca en lo tocante a la autenticidad de la esencia de dichas pautas. Se confunde tanto más con las pautas cuanto más exclusivamente se toma a sí mismo, en cuanto sujeto, como medida de todo lo ente. El inconmensurable olvido de la humanidad se aferra a su propio aseguramiento con la ayuda de eso factible y accesible a lo que puede acceder. Sin que él mismo pueda llegar a saberlo, este modo de aferrarse se basa en esa relación en la que consiste el Dasein y por la que no sólo ex-siste, sino que al mismo tiempo insiste, esto es, se pone terco y persiste en aquello que le ofrece el ente, que está abierto casi como de suyo y en sí mismo. Heideggeriana: EssenciaVerdade

De acuerdo con su carácter abierto y su referencia a lo ENTE EN SU TOTALIDAD, todo comportarse tiene siempre su manera de errar. El error se extiende desde la más común de las equivocaciones, confusiones o errores de cálculo hasta el perderse y extraviarse en las actitudes y decisiones que son esenciales. Ahora bien, lo que por lo general y también según las teorías filosóficas se conoce como error, esto es, la falta de conformidad del juicio y la falsedad del conocimiento, es sólo uno y hasta el más superficial de los modos del errar. Ese errar en el que tiene que caminar en cada caso una humanidad histórica a fin de que su marcha sea errante, se conjuga y encaja esencialmente con la apertura del Dasein. El errar domina por completo al hombre en la medida en que lo confunde. En cuanto confusión, el errar también contribuye a esa posibilidad, que el hombre es capaz de extraer de la ex-sistencia, de no dejarse confundir, desde el momento en que experimenta el propio errar y no deja de ver el misterio del ser-aquí. Heideggeriana: EssenciaVerdade

El desencubrimiento de lo ente como tal es en sí y simultáneamente el ocultamiento de lo ENTE EN SU TOTALIDAD. En la simultaneidad de desencubrimiento y ocultamiento reina el errar. El ocultamiento de lo oculto y el errar pertenecen a la esencia inicial de la verdad. La libertad, concebida a partir de la ex-sistencia in-sistente del Dasein, es la esencia de la verdad (en el sentido de la conformidad del re-presentar) solamente porque la propia libertad nace de la esencia inicial de la verdad, del reinar del misterio en el errar. El dejar ser a lo ente se consuma en un comportarse que se mantiene abierto. El dejar ser a lo ente como tal en su totalidad sólo ocurre de modo conforme a la esencia cuando, a veces, se asume en su esencia inicial. Entonces la re-solución que se abre al misterio está en el camino del errar como tal. Entonces, la pregunta por la esencia de la verdad se pregunta de modo más originario. Y, así, se desvela el fundamento de la imbricación entre la esencia de la verdad y la verdad de la esencia. La vista del misterio que se obtiene desde el errar es el preguntar en el sentido de la pregunta única: qué sea lo ente como tal en su totalidad. Este preguntar piensa la pregunta por el ser de lo ente, una pregunta que por su esencia conduce a la confusión y a la que, por lo tanto, todavía no se domina en la multiplicidad de sus sentidos. El pensar del ser, del que surge inicialmente este preguntar, se concibe desde Platón como “filosofía”, y sólo más tarde recibe el nombre de “metafísica”. Heideggeriana: EssenciaVerdade

En el pensar del ser, la liberación del hombre para la ex-sistencia, que fundamenta la historia, toma la palabra, una palabra que no es primordialmente la “expresión” de una opinión, sino la articulación bien guardada de la verdad de lo ENTE EN SU TOTALIDAD. Cuántos tienen oídos para esta palabra es algo que no cuenta. Pero quiénes son los que saben oír es lo que decide la posición del hombre en la historia. Ahora bien, en el mismo instante del mundo en el que tiene lugar el inicio de la filosofía comienza también el marcado y abierto dominio del sentido común (la sofística). Heideggeriana: EssenciaVerdade

Pero lo que caracteriza a la filosofía, de acuerdo con la apreciación del sano sentido común, que dentro de su ámbito está plenamente legitimado, no llega a alcanzar a su esencia, la cual sólo se puede determinar a partir de la relación con la verdad originaria de lo ente como tal en su totalidad. Pero como la plena esencia de la verdad incluye también la inesencialidad y predomina por encima de todo en cuanto encubrimiento, la filosofía, en cuanto un preguntar por esta verdad, está dividida en sí misma. Su pensar es la entrega a la generosidad, que no se niega al ocultamiento de lo ENTE EN SU TOTALIDAD. Su pensar es, sobre todo, la re-solución o apertura del rigor, que no acaba con el encubrimiento, pero constriñe a su esencia incólume a entrar en lo abierto del concebir y, por ende, en su propia verdad. Heideggeriana: EssenciaVerdade

El intento que hemos expuesto aquí lleva la pregunta por la esencia de la verdad más allá de las fronteras de su habitual definición mediante el concepto común de esencia y contribuye a reflexionar sobre si la pregunta por la esencia de la verdad no tendría que ser a la vez y en primer lugar pregunta por la verdad de la esencia. Lo que pasa es que en el concepto de “esencia” la filosofía piensa el ser. Si se remite la interna posibilidad de la conformidad de un enunciado a la libertad ex-sistente del dejar ser, en cuanto su “fundamento”, y si, asimismo, se remite por anticipado al inicio esencial de este fundamento en el encubrimiento y el errar, obtendremos una indicación de cómo la esencia de la verdad no es la vacía “generalidad” de una universalidad “abstracta”, sino eso único que se oculta y encubre en la historia también única del desencubrimiento del “sentido” de lo que llamamos ser y que desde hace largo tiempo estamos acostumbrados a pensar como lo ENTE EN SU TOTALIDAD. Heideggeriana: EssenciaVerdade

La idea de creación basada en la fe podría perder fácilmente ahora su fuerza rectora de cara al saber de lo ENTE EN SU TOTALIDAD, pero con todo, una vez iniciada su marcha, la interpretación teológica de todo ente (tomada de una filosofía extraña), esto es, la concepción del mundo según la materia y la forma, puede seguir su camino. Esto ocurre en el tránsito de la Edad Media a la Edad Moderna. La metafísica de la Edad Moderna reposa en parte sobre el entramado materia-forma acuñado en la Edad Media, que ya sólo recuerda a través de los nombres la sepultada esencia del eidos   y la hyle  . Y así es como la interpretación de la cosa según la materia y la forma — ya sea bajo la formulación medieval o la kantiana-trascendental — se ha vuelto completamente habitual y se da por supuesta. Pero no por eso deja de ser un atropello al ser-cosa de la cosa, exactamente igual que las restantes interpretaciones de la coseidad de la cosa. Heideggeriana: ObraArte

Y sin embargo por encima y más allá de lo ente, aunque no lejos de él, sino ante él, ocurre otra cosa. En medio de lo ENTE EN SU TOTALIDAD se presenta un lugar abierto. Hay un claro. Pensado desde lo ente, tiene más ser que lo ente. Así pues, este centro abierto no está rodeado de ente, sino que el propio centro, el claro, rodea a todo lo ente como esa nada que apenas conocemos. Heideggeriana: ObraArte

La tierra sólo se alza a través del mundo, el mundo sólo se funda sobre la tierra, en la medida en que la verdad acontece como lucha primigenia entre el claro y el encubrimiento. Pero ¿cómo acontece la verdad? Nuestra respuesta es que acontece en unos pocos modos esenciales. Uno de estos modos es el ser-obra de la obra. Levantar un mundo y traer aquí la tierra supone la disputa de ese combate — que es la obra — en el que se lucha para conquistar el desocultamiento de lo ENTE EN SU TOTALIDAD, esto es, la verdad. Heideggeriana: ObraArte

En ese alzarse ahí del templo acontece la verdad. Esto no quiere decir que el templo presente y reproduzca algo de manera exacta, sino que lo ENTE EN SU TOTALIDAD es llevado al desocultamiento y mantenido en él. El sentido originario de mantener es guardar. En la pintura de Van Gogh acontece la verdad. Esto no quiere decir que en ella se haya reproducido algo dado de manera exacta, sino que en el proceso de manifestación del ser-utensilio del utensilio llamado bota, lo ENTE EN SU TOTALIDAD, el mundo y la tierra en su juego recíproco, alcanzan el desocultamiento. Heideggeriana: ObraArte

En la obra la que obra es la verdad, es decir, no sólo algo verdadero. El cuadro que muestra el par de botas labriegas, el poema que dice la fuente romana, no sólo revelan qué es ese ente aislado en cuanto tal — suponiendo que revelen algo —, sino que dejan acontecer al desocultamiento en cuanto tal en relación con lo ENTE EN SU TOTALIDAD. Cuanto más sencilla y esencialmente aparezca sola en su esencia la pareja de botas y cuanto menos adornada y más pura aparezca sola en su esencia la fuente, tanto más inmediata y fácilmente alcanzará con ellas más ser todo lo ente. Así es como se descubre el ser que se encubre a sí mismo. La luz así configurada dispone la brillante aparición del ser en la obra. La brillante aparición dispuesta en la obra es lo bello. La belleza es uno de los modos de presentarse la verdad como desocultamiento. Heideggeriana: ObraArte

Siendo esto así, ¿estaba de más intentar resolver la pregunta por el carácter de cosa de la cosa? En absoluto. Es verdad que el carácter de obra no puede determinarse a partir del carácter de cosa, pero a partir del saber sobre el carácter de obra de la obra puede introducirse por buen camino la pregunta por el carácter de cosa de la cosa. Esto no es poco si recordamos cómo desde la Antigüedad el habitual modo de pensar ha atropellado el carácter de cosa de la cosa y le ha dado la supremacía a una interpretación de lo ENTE EN SU TOTALIDAD que es incapaz de comprender la esencia del utensilio y de la obra y que además nos ha cegado para la visión de la esencia originaria de la verdad. Heideggeriana: ObraArte

Por el contrario, el inicio siempre contiene la plenitud no abierta de lo inseguro, esto es, del combate con lo seguro. El arte como poema es fundación en el tercer sentido de provocación de la lucha de la verdad, esto es, es fundación como inicio. Siempre que, como ente mismo, lo ENTE EN SU TOTALIDAD exige la fundamentación en la apertura, el arte alcanza su esencia histórica en tanto que fundación. Esta ocurrió por vez primera en Occidente, en el mundo griego. Lo que a partir de entonces pasó a llamarse ser, fue puesto en obra de manera normativa. Lo ente así abierto en su totalidad se convirtió a continuación en lo ente en sentido de lo creado por Dios. Esto ocurrió en la Edad Media. Lo ente se transformó nuevamente al principio y en el transcurso de la Edad Moderna. Lo ente se convirtió en un objeto dominable por medio del cálculo y examinable hasta en lo más recóndito. En cada ocasión se abrió un mundo nuevo con una nueva esencia. Cada vez, la apertura de lo ente hubo de ser instaurada en lo ente mismo por medio de la fijación de la verdad en la figura. Cada vez aconteció un desocultamiento de lo ente. El desocultamiento se pone a la obra y el arte consuma esta imposición. Heideggeriana: ObraArte

La desmedida del sólo ente, del no ENTE EN SU TOTALIDAD y lo insólito del ser, por lo que se busca a los dioses al interior del ente. Cuando se busca y no se encuentra y por ello se introduce por la fuerza en forzadas maquinaciones, ninguna libertad del retenido esperar y poder aguardar de un encuentro y una seña. La nobleza de ensamble y el vigor de la confianza en la seña, la rencorosa furia de lo terrible, sea ser-ahí el orden más íntimo, del cual la impugnación recién toma su ley. Eclipsa a todo el que sale al encuentro y recién nos hace experimentar lo simple de lo esencial. El orden es lo más simple que se muestra y de buena gana es falsamente mirado como algo “al lado” y “por encima” de los fenómenos, es d. no visto. Heideggeriana: EreignisFuturos  

El hombre se convierte en centro de referencia de lo ente como tal. Pero esto sólo es posible si se modifica la concepción de lo ENTE EN SU TOTALIDAD. ¿En qué se manifiesta esta transformación? ¿Cuál es, conforme a ella, la esencia de la Edad Moderna? Cuando meditamos sobre la Edad Moderna nos preguntamos por la moderna imagen del mundo. La caracterizamos mediante una distinción frente a la imagen del mundo medieval o antigua. Pero ¿por qué nos preguntamos por la imagen del mundo a la hora de interpretar una época histórica? ¿Acaso cada época de la historia tiene su propia imagen del mundo de una manera tal que incluso se preocupa ya por alcanzar dicha imagen? ¿O esto de preguntar por la imagen del mundo sólo responde a un modo moderno de representación de las cosas? ¿Qué es eso de una imagen del mundo? Parece evidente que se trata de eso: de una imagen del mundo. Pero ¿qué significa mundo en este contexto? ¿Qué significa imagen? El mundo es aquí el nombre que se le da a lo ENTE EN SU TOTALIDAD. No se reduce al cosmos, a la naturaleza. También la historia forma parte del mundo. Pero hasta la naturaleza y la historia y su mutua y reciproca penetración y superación no consiguen agotar el mundo. En esta designación está también supuesto el fundamento del mundo, sea cual sea el tipo de relación que imaginemos del fundamento con el mundo. Heideggeriana: ImagemMundo

La palabra ‘imagen’ hace pensar en primer lugar en la reproducción de algo. Según esto, la imagen del mundo sería una especie de cuadro de lo ENTE EN SU TOTALIDAD. Pero el término ‘imagen del mundo’ quiere decir mucho más que esto. Con esa palabra nos referimos al propio mundo, a él, lo ENTE EN SU TOTALIDAD, tal como nos resulta vinculante y nos impone su medida. ‘Imagen’ no significa aquí un calco, sino aquello que resuena en el giro alemán: ‘wir sind über etwas im Bilde’, es decir, ‘estamos al tanto de algo’. Esto quiere decir que la propia cosa se aparece ante nosotros precisamente tal como está ella respecto a nosotros. Hacerse con una imagen de algo significa situar a lo ente mismo ante si para ver qué ocurre con él y mantenerlo siempre ante sí en esa posición. Pero aún falta una determinación esencial en la esencia de la imagen. “Estar al tanto de algo” no sólo significa que lo ente se nos represente, sino que en todo lo que le pertenece y forma parte de él se presenta ante nosotros como sistema. “Estar al tanto” también implica estar enterado, estar preparado para algo y tomar las consiguientes disposiciones. Allí donde el mundo se convierte en imagen, lo ENTE EN SU TOTALIDAD está dispuesto como aquello gracias a lo que el hombre puede tomar sus disposiciones, como aquello que, por lo tanto, quiere traer y tener ante él, esto es, en un sentido decisivo, quiere situar ante sí. Imagen del mundo, comprendido esencialmente, no significa por lo tanto una imagen del mundo, sino concebir el mundo como imagen. Lo ENTE EN SU TOTALIDAD se entiende de tal manera que sólo es y puede ser desde, el momento en que es puesto por el hombre que representa y produce. En donde llega gen del mundo, tiene lugar una decisión esencial sobre lo ENTE EN SU TOTALIDAD. Se busca y encuentra el ser de lo ente en la representabilidad de lo ente. Heideggeriana: ImagemMundo

Pero la novedad de este proceso no reside en absoluto en el hecho de que ahora la posición del hombre en medio de lo ente sea sencillamente otra diferente respecto a la del hombre medieval o antiguo. Lo decisivo es que el hombre ocupa esta posición por sí mismo, en tanto que establecida por él mismo, y que la mantiene voluntariamente en tanto que ocupada por él y la asegura como terreno para un posible desarrollo de la humanidad. Sólo a partir de este momento puede decirse que existe algo similar a una posición del hombre. El hombre dispone por sí mismo el modo en que debe situarse respecto a lo ente como lo objetivo. Comienza ese modo de ser hombre que consiste en ocupar el ámbito de las capacidades humanas como espacio de medida y cumplimiento para el dominio de lo ENTE EN SU TOTALIDAD. La época que se determina a partir de este acontecimiento no sólo es nueva respecto a la precedente a los ojos de una contemplación retrospectiva, sino que es ella la que se sitúa a sí misma y por sí misma como nueva. Ser nuevo es algo que forma parte del mundo convertido en imagen. Heideggeriana: ImagemMundo

El entretejimiento de ambos procesos, decisivo para la esencia de la Edad Moderna, que hace que el mundo se convierta en imagen y el hombre en subjectum, arroja también una luz sobre el proceso fundamental de la historia moderna, el cual, a primera vista, parece casi absurdo. Cuanto más completa y absolutamente esté disponible el mundo en tanto que mundo conquistado, tanto más objetivo aparecerá el objeto, tanto mas subjetivamente o, lo que es lo mismo, imperiosamente, se alzará el subjectum y de modo tanto más incontenible se transformará la contemplación del mundo y la teoría del mundo en una teoría del hombre, en una antropología. Así las cosas, no es de extrañar que sólo surja el humanismo allí donde el mundo se convierte en imagen. Pero del mismo modo en que en la gran época griega era imposible algo semejante a una imagen del mundo, tampoco era posible que prevaleciera algún tipo de humanismo en dicho momento. Por eso, el humanismo en sentido histórico estricto, no es más que una antropología estético-moral. Aquí, este nombre no se refiere a una investigación científico-natural del hombre, ni significa la doctrina fijada por la teología cristiana acerca de un hombre creado, caído y redimido. Este nombre designa aquella interpretación filosófica del hombre que explica y valora lo ENTE EN SU TOTALIDAD a partir del hombre y para el hombre. Heideggeriana: ImagemMundo

El arraigo cada vez más exclusivo de la interpretación del mundo en la antropología, que se inicia a finales del siglo XVIII, encuentra su expresión en el hecho de que la posición fundamental del hombre frente a lo ENTE EN SU TOTALIDAD se determina como visión del mundo. Fue a partir de esta época cuando dicha palabra se introdujo en el uso lingüístico. En cuanto el mundo se convierte en imagen, la posición del hombre se comprende como visión del mundo. Cierto que el término ‘visión del mundo’ se presta fácilmente al malentendido de que se refiere a una mera contemplación pasiva del mundo. Por eso, ya desde el siglo XIX se ha insistido en que la visión del mundo significa también e incluso principalmente una visión de la vida. El hecho de que, de todas maneras, el término ‘visión del mundo’ se haya mantenido como nombre para la posición del hombre en medio de lo ente, es la prueba de lo decididamente que el mundo se ha convertido en imagen en cuanto el hombre ha llevado su vida como subjectum a la posición principal en el centro de toda relación. Esto significa que lo ente sólo vale como algo que es, en la medida en que se encuentra integrado en esta vida y puesto en relación con ella, es decir, desde el momento en que es vivido y se torna vivencia. Al igual que cualquier tipo de humanismo resultaba inadecuado para los griegos y que en la Edad Media era imposible una visión del mundo, del mismo modo también resulta absurda una visión católica del mundo. En la misma medida en que lo necesario y normal es que todo tenga que convertirse en vivencia para el hombre moderno, cuanto más ilimitadamente se apropia de la configuración de su esencia, del mismo modo, es absolutamente cierto que los griegos no sufrían vivencias cuando celebraban sus fiestas olímpicas. Heideggeriana: ImagemMundo

Nietzsche forma parte de los pensadores esenciales. Con el nombre de “pensador” denominamos a aquellos señalados que están destinados a pensar un pensamiento único, que será siempre un pensamiento “sobre” el ENTE EN SU TOTALIDAD. Cada pensador piensa sólo un único pensamiento. Éste no necesita ni recomendaciones ni influencias para llegar a dominar. Los escritores e investigadores, en cambio “tienen”, a diferencia del pensador, muchos, muchísimos pensamientos, es decir, ocurrencias, que pueden aplicarse a la tan apreciada “realidad” y que se valoran de acuerdo con esa convertibilidad. Heideggeriana: VontadePoder  

Ahora bien, el pensamiento en cada caso único de un pensador es aquello alrededor de lo cual, de manera imprevista e inadvertida, gira todo el ente en el más silencioso silencio. Los pensadores son fundadores de aquello que nunca será perceptible en una imagen, que nunca podrá relatarse historiográficamente ni calcularse técnicamente; de aquello que no obstante domina, sin necesitar el poder. Los pensadores son siempre unilaterales, según ese lado único que ya les fuera adjudicado por una simple expresión proferida en la primera época de la historia del pensar. La expresión proviene de uno de los más antiguos pensadores de occidente, Periandro de Corinto, al que se cuenta entre los “siete sabios”. Dice así: meleta to pan  , “toma a tu cuidado el ENTE EN SU TOTALIDAD”. Heideggeriana: VontadePoder

De entre los pensadores, son pensadores esenciales aquellos cuyo pensamiento único piensa en dirección de una única y suprema decisión, ya sea en el modo de una preparación de tal decisión o en el de un decidido llevarla a cabo. La capciosa palabra “decisión”, ya casi desgastada por el uso, suele usarse hoy en día preferentemente cuando ya todo está hace tiempo decidido o por lo menos se lo toma como tal. El abuso casi increíble de la palabra “decisión” [Entscheidung  ] no puede disuadirnos, sin embargo, de conservarle ese contenido en virtud del cual está referida a la escisión [Scheidung] más íntima y a la distinción [Unterscheidung  ] más extrema. Ésta es la distinción entre el ENTE EN SU TOTALIDAD, lo que incluye a dioses y hombres, mundo y tierra, y el ser, cuyo dominio es lo que permite o rehúsa a todo ente ser el ente que es capaz de ser. Heideggeriana: VontadePoder

La suprema decisión que puede tener lugar y que se convierte en cada caso en el fundamento de toda historia, es la que se da entre el predominio del ente y el dominio del ser. Por ello, siempre que se piensa expresamente el ENTE EN SU TOTALIDAD, y cualquiera que sea el modo en que se lo haga, el pensar está en la zona de peligro de esta decisión. Ésta no es nunca hecha ni llevada a cabo en primer lugar por un hombre. Su defección y su dirimir deciden, en cambio, sobre el hombre y, de otro modo, sobre el dios. Heideggeriana: VontadePoder

Pues ésa es la otra característica que distingue al pensador: que en virtud de su saber llega a saber en qué medida no puede saber algo esencial. Pero a este saber del no saber y en cuanto no saber no debemos confundirlo de ningún modo con lo que, en las ciencias, por ejemplo, se concede como límite del saber y limitación de los conocimientos. En este caso se piensa en el hecho de que la capacidad humana de comprensión es finita. Con el no conocer de lo que aún puede conocerse acaba el conocer corriente. Con el saber de lo que no puede saberse comienza el saber esencial del pensador. El investigador científico pregunta para llegar a respuestas utilizables. El pensador pregunta para fundar la dignidad de ser cuestionado [Fragwürdigkeit  ] del ENTE EN SU TOTALIDAD. El investigador se mueve siempre sobre el terreno de lo ya decidido: que hay naturaleza, que hay historia, que hay arte, que todos ellos pueden convertirse en objeto de estudio. Para el pensador no hay nada de ese tipo; se encuentra en la decisión acerca de qué hay en general y de qué es el ente. Heideggeriana: VontadePoder

La metafísica piensa el ENTE EN SU TOTALIDAD según su preeminencia sobre el ser. Todo el pensar occidental, desde los griegos hasta Nietzsche, es un pensar metafísico. Cada época de la historia occidental se funda en la correspondiente metafísica. Nietzsche piensa con antelación el acabamiento de la modernidad. Su curso de pensamientos hacia la voluntad de poder es la anticipación de esa metafísica por la que la modernidad que llega a su acabamiento es sostenida en su acabamiento. “Acabamiento” no significa aquí que se agregue una última parte que aún faltaba, que se rellene finalmente un hueco que hasta entonces no se había podido eliminar. Acabamiento significa que todos los poderes esenciales del ente que se acumulaban desde hace tiempo se desplieguen sin restricciones para llegar a lo que exigen en su conjunto. El acabamiento metafísico de una época no es la simple continuación hasta su fin de algo ya conocido. Es el establecimiento por primera vez incondicionado y de antemano completo de lo inesperado y que tampoco cabía esperar jamás. Respecto de lo anterior, el acabamiento es lo nuevo. Por eso tampoco es nunca visto ni comprendido por aquellos que sólo calculan retrospectivamente. Heideggeriana: VontadePoder

El pensamiento nietzscheano de la voluntad de poder piensa el ENTE EN SU TOTALIDAD de manera tal que el fundamento histórico metafísico de la época actual y la época futura se vuelve visible y al mismo tiempo, determinante. El dominio determinante que ejerce una filosofía no se deja medir por lo que es conocido de ella en su expresión literal, tampoco por el número de sus “partidarios” y “representantes”, y aún menos por la “literatura” a la que da lugar. Incluso cuando ya no se conozca ni siquiera el nombre de Nietzsche, lo que su pensar tuvo que pensar seguirá dominando. A todo pensador que piensa en dirección de la decisión lo mueve y lo consume la preocupación por un estado de necesidad que no puede aún ser sentido y experimentado en vida del pensador en el círculo de su influencia, historiográficamente comprobable pero inauténtica. Heideggeriana: VontadePoder

Al pensamiento nietzscheano de la voluntad de poder lo denominamos su pensamiento único. Con ello queda dicho al mismo tiempo que el otro pensamiento de Nietzsche, el del eterno retorno de lo mismo, está necesariamente incluido en el de la voluntad de poder. Ambos — voluntad de poder y eterno retorno de lo mismo — dicen lo mismo y piensan el mismo carácter fundamental del ENTE EN SU TOTALIDAD. El pensamiento del eterno retorno de lo mismo es el acabamiento interno — no posterior — del pensamiento de la voluntad de poder. Por eso el eterno retorno de lo mismo fue pensado por Nietzsche antes que la voluntad de poder. En efecto, todo pensador, cuando piensa por primera vez su pensamiento único lo piensa ya en su acabamiento, pero todavía no en su despliegue, es decir con el alcance y la peligrosidad que van creciendo continuamente y que aún tendrá que dirimir. Heideggeriana: VontadePoder

Se dice que la cantidad del material, la multiplicidad y la extensión de los diferentes ámbitos en los que habría tenido que probarse que la voluntad de poder era el carácter fundamental del ente, no podían ya ser dominadas de manera uniforme por un único pensador. Porque la filosofía tampoco puede sustraerse ya a la especialización del trabajo en disciplinas reinantes desde mediados del siglo pasado — lógica, ética, estética, filosofía del lenguaje, filosofía política, filosofía de la religión —, siempre que quiera producir algo más que frases hechas generales y vacías sobre lo que de todos modos ya se conoce de modo más fiable gracias a las diferentes ciencias. Puede que en la época de Kant, o quizás aun en la de Hegel fuera aún posible dominar de modo uniforme todos los ámbitos del saber. Mientras tanto, sin embargo, las ciencias del siglo XIX no sólo han ampliado de manera sorprendentemente rica y rápida el conocimiento del ente, sino que, sobre todo, han desarrollado la investigación de todas sus regiones de un modo tan multiforme, fino y seguro que un conocimiento aproximado de todas las ciencias apenas si roza su superficie. Pero el conocimiento de los resultados y de los modos de operar de todas las ciencias resulta necesario si se quiere establecer algo suficientemente fundado sobre el ENTE EN SU TOTALIDAD. Sin esa base científica toda metafísica no es más que un edificio construido en el aire. Tampoco Nietzsche podía alcanzar ya un dominio uniforme de todas las ciencias. Heideggeriana: VontadePoder

Se hace notar, además, que a Nietzsche le faltaba totalmente la capacidad para un pensamiento estrictamente demostrativo y deductivo dentro de amplios contextos, la capacidad de “filosofía sistemática”, como se la llama. Él mismo había expresado su desconfianza frente a todos los “sistemáticos”. Cómo habría de conseguir entonces realizar el sistema de todo el saber del ENTE EN SU TOTALIDAD, y con ello la obra capital “sistemática”? Por otra parte, se declara que Nietzsche fue víctima de un desmedido impulso por alcanzar de inmediato prestigio e influencia. El éxito de Richard Wagner, al que Nietzsche muy pronto, antes de que él mismo lo supiera realmente, había descubierto como su auténtico adversario, le habría robado la tranquilidad para seguir por su propio camino, lo habría incitado a abandonar la ejecución reflexiva de su tarea principal y desviado hacia una irritada actividad literaria. Heideggeriana: VontadePoder

La palabra “valor” es esencial para Nietzsche. Esto se muestra de inmediato en la formulación del subtítulo que le da al curso de pensamientos hacia la voluntad de poder: “Tentativa de una transvaloración de todos los valores”.Valor significa para Nietzsche tanto como: condición de la vida, condición para que haya “vida”. Pero en la mayoría de los casos “vida” es, en el pensamiento de Nietzsche, la palabra que designa todo ente y el ENTE EN SU TOTALIDAD, en la medida en que es. Ocasionalmente significa también, en un sentido enfático, nuestra vida, es decir el ser del hombre. Heideggeriana: VontadePoder

Nietzsche, a diferencia de la biología y la teoría de la vida de su tiempo, determinadas por Darwin, no considera que la esencia de la vida esté en la “autoconservación” (la “lucha por la vida”) sino en el acrecentamiento más allá de sí. El valor, en cuanto condición de la vida, tiene que pensarse por lo tanto como aquello que sustenta, favorece y despierta el acrecentamiento de la vida. Sólo lo que acrecienta la vida, el ENTE EN SU TOTALIDAD, tiene valor, o con más exactitud: es un valor. La caracterización del valor como “condición” para la vida, en el sentido de acrecentamiento de la vida, es en un primer momento totalmente indeterminada. Aunque lo condicionante (el valor) hace que en cada caso lo condicionado (la vida) dependa de él, por otra parte, a la inversa, la esencia de lo condicionante (del valor) está determinada por la esencia de aquello que tiene que condicionar (la vida). Qué carácter esencial tenga el valor en cuanto condición de la vida depende de la esencia de la “vida”, de lo que caracteriza a esta esencia. Si Nietzsche dice que la esencia de la vida es acrecentamiento de la vida, surge la pregunta acerca de qué forma parte de la esencia de ese acrecentamiento. Un acrecentamiento, y especialmente aquel que se lleva a cabo en lo acrecentado y por su propio intermedio, es un ir más allá de sí. Esto implica que en el acrecentamiento la vida lanza desde sí posibilidades más altas de sí misma y señala anticipadamente en dirección de algo aún no alcanzado, de algo que aún debe alcanzarse. Heideggeriana: VontadePoder

El principio de una nueva posición de valores es aquel que determina en su fundamento esencial la vida para la que los valores son las condiciones perspectivistas. Ahora bien, si el principio de la nueva posición de valores es la voluntad de poder, esto quiere decir: la vida, es decir el ENTE EN SU TOTALIDAD, es ella misma, en su esencia fundamental y en su fundamento esencial, voluntad de poder, y nada más que eso. Así, una nota del último año de creación comienza con las palabras: “Si la esencia más íntima del ser es voluntad de poder… (La voluntad de poder, n. 693, marzo junio de 1888). Heideggeriana: VontadePoder

Ya antes (1885), Nietzsche inicia una serie de pensamientos con la pregunta: “¿Y sabéis lo que es “el mundo” para mí?”. Por “mundo” entiende el ENTE EN SU TOTALIDAD y con frecuencia identifica la palabra con “vida”, del mismo modo como solemos identificar “concepción del mundo” y “concepción de la vida”. La respuesta es la siguiente: “¡Este mundo es voluntad de poder, y nada más! ¡Y también vosotros sois voluntad de poder, y nada más!” (n. 1067) Heideggeriana: VontadePoder

En el pensamiento único de la voluntad de poder Nietzsche piensa el carácter fundamental del ENTE EN SU TOTALIDAD. La sentencia de su metafísica, es decir de la determinación del ENTE EN SU TOTALIDAD, dice: La vida es voluntad de poder. Heideggeriana: VontadePoder

Esto implica dos cosas, que en realidad son una: 1) el ENTE EN SU TOTALIDAD es “vida”; 2) la esencia de la vida es “voluntad de poder”. Heideggeriana: VontadePoder

Con esta sentencia, la vida es voluntad de poder, llega a su acabamiento la metafísica occidental, en cuyo inicio se encuentra la oscura expresión: el ENTE EN SU TOTALIDAD es physis. La sentencia de Nietzsche, el ENTE EN SU TOTALIDAD es voluntad de poder, enuncia sobre el ENTE EN SU TOTALIDAD aquello que estaba predeterminado como posibilidad en el inicio del pensamiento occidental y que se ha vuelto ineludible por obra de una inevitable declinación de ese comienzo. Esta sentencia no transmite una opinión privada de la persona Nietzsche. Quien piensa y dice esta sentencia es “un destino”. Esto quiere decir: el ser pensador de este y de todo pensador esencial de occidente consiste en la fidelidad casi inhumana a la oculta historia de occidente. Pero esta historia es la lucha poetizante y pensante por la palabra para el ENTE EN SU TOTALIDAD. A toda dimensión pública de la historia universal le falta la visión y la escucha, la medida y el corazón para esta lucha poético-pensante por la palabra del ser. Esta lucha se desarrolla más allá de la guerra y la paz, fuera del éxito y la derrota, no tocada por la fama y el ruido, despreocupada por el destino de los individuos. Heideggeriana: VontadePoder

El ENTE EN SU TOTALIDAD es voluntad de poder. En cuanto tal es el principio de una nueva posición de valores. ¿Pero qué quiere decir “voluntad de poder”? Sabemos, por supuesto, lo que quiere decir “voluntad”, puesto que lo experimentamos en nosotros mismos, en el querer o, aunque más no sea, en el no querer. A la palabra “poder” le asociamos también una representación aproximada. Por lo tanto, también resultará claro lo que quiere decir “voluntad de poder”. Y sin embargo, nada sería más pernicioso que querer seguir las representaciones cotidianas habituales sobre la “voluntad de poder” y creer que con ello se sabe algo acerca del pensamiento único de Nietzsche. Heideggeriana: VontadePoder

Lo que estas lecciones quieren es, por lo tanto, algo muy sencillo y muy provisional: proporcionar una guía para un pensar detenido y cuestionante del pensamiento fundamental nietzscheano. Esta guía no se pierde, sin embargo, en la enumeración de reglas y puntos de vista acerca de cómo debe hacerse tal cosa, sino que tiene lugar como un ejercicio. En la medida en que al hacerlo tratamos de pensar el pensamiento fundamental, cada paso será una meditación sobre lo que “acontece” en la historia occidental. Esta historia no se convertirá nunca en un objeto en cuya contemplación historiográfica nos perdamos; tampoco es un estado que podamos comprobar psicológicamente en nosotros. ¿Qué es entonces? Lo sabremos cuando comprendamos la voluntad de poder, es decir cuando no sólo podamos representarnos lo que significa ese conjunto de palabras sino que entendamos qué es eso: la voluntad de poder, un peculiar dominio del ser “sobre” el ENTE EN SU TOTALIDAD [bajo la forma velada del abandono del ente por parte del ser]. Heideggeriana: VontadePoder

¿Qué es el conocimiento? ¿Qué es aquello por lo que propiamente preguntamos cuando formulamos la pregunta por la esencia del conocimiento? A la posición del hombre occidental en medio del ente, a la determinación, fundamentación y despliegue de esa posición respecto del ente, es decir a la determinación esencial del ENTE EN SU TOTALIDAD, es decir a la metafísica occidental, le es propia, esta peculiaridad única: que desde temprano el hombre occidental tuvo que preguntarse: ti estin   episteme  , “¿qué es el conocimiento?”. Sólo mucho después, en el curso del siglo XIX, esta pregunta metafísica se convirtió en objeto de tratamiento científico, lo que quiere decir en objeto de investigaciones psicológicas y biológicas. La pregunta por la esencia del conocimiento se transformó en una cuestión de “formación de teorías”, en la palestra de la teoría del conocimiento. Comparando retrospectivamente y con el impulso de las investigaciones historiográficas y filológicas del pasado, se encontró entonces que ya Aristóteles y Platón, e incluso Heráclito y Parménides, y después Descartes, Kant y Schelling, “también” habían “hecho” una “teoría del conocimiento” tal, aunque ciertamente la “teoría del conocimiento” del viejo Parménides tenía que ser necesariamente muy imperfecta aún, ya que no disponía todavía de los métodos y aparatos del siglo XIX y XX. Es cierto que Heráclito y Parménides, estos viejos y grandes pensadores, meditaron sobre la esencia del conocimiento; pero también es un “hecho” que hasta hoy apenas si vislumbramos y apreciamos rectamente lo que significa esta meditación sobre la esencia del conocimiento: el “pensar” como hilo conductor del proyecto del ENTE EN SU TOTALIDAD en dirección al ser, la inquietud oculta a sí misma por la encubierta esencia de este “hilo conductor” y del “carácter de hilo conductor” en cuanto tal. Heideggeriana: VontadePoder

Puesto que el hombre, siendo un ente, se comporta respecto del ENTE EN SU TOTALIDAD y, al hacerlo, trata y se ocupa en cada caso de un ámbito del ente y, dentro de él, de este o aquel ente en particular, la verdad, implícita o explícitamente, es exigida, apreciada y venerada. Por lo tanto, podría captarse la esencia metafísica del hombre con la proposición: el hombre es el venerador pero por consiguiente también el negador de la verdad. Por ello, la concepción nietzscheana de la verdad resulta iluminada como por el centelleo repentino de un rayo por unas palabras que dice sobre la veneración de la verdad. En una nota del año 1884, en el que comienza conscientemente la configuración del pensamiento de la voluntad de poder, apunta Nietzsche: “que la veneración de la verdad es ya la consecuencia de una ilusión” (La voluntad de poder, n. 602). Heideggeriana: VontadePoder

Cuando Nietzsche dice que la verdad es “ilusión”, su sentencia significa lo mismo que dice Heráclito, y sin embargo no significa lo mismo. Significa lo mismo en la medida en que la sentencia de Nietzsche, tal como se mostrará, aún supone la interpretación inicial del ENTE EN SU TOTALIDAD como physis; no significa lo mismo en la medida en que entretanto, sobre todo a través del pensamiento moderno, la inicial interpretación griega del ente se ha transformado esencialmente, manteniéndose sin embargo en esta transformación. No debemos interpretar a Heráclito con el auxilio del pensamiento fundamental de Nietzsche ni comprender la metafísica de Nietzsche simplemente desde Heráclito y declararla “heraclítea”; por el contrario, sólo si vemos, o mejor, si atravesamos el abismo que se abre entre los dos como historia del pensar occidental se revelará su oculta copertenencia histórica. Sólo entonces podremos sopesar en qué sentido ambos pensadores, uno en el inicio, otro en el final de la metafísica occidental, tenían que pensar “lo mismo”. Heideggeriana: VontadePoder

De ningún modo queremos afirmar que Nietzsche habría empezado con este fragmento si hubiera llegado a hacer una exposición acabada. En general, dejamos de lado la insidiosa cuestión acerca de la probable estructura de la “obra” que no pudo ser “obra”. Prescindimos también de la posibilidad de citar y acumular pasajes y pensamientos del mismo tenor tomados de otros fragmentos, contemporáneos y anteriores, pues todo eso no dice nada y no ayuda a dar ningún paso adelante mientras no hagamos en un fragmento el intento de pensar de inmediato y en su conjunto la pertenencia esencial de la verdad a la voluntad de poder y no comprendamos su significado para la posición fundamental metafísica de Nietzsche, es decir su relación con la metafísica occidental. El fragmento elegido, el n. 507, resulta apropiado para el intento de, por así decirlo, saltar directamente al centro de la interpretación que hace Nietzsche del conocimiento como voluntad de poder. Comienza con una concisa determinación de la esencia de la verdad y termina con la respuesta a la pregunta de por qué el “mundo” (el ENTE EN SU TOTALIDAD) es un mundo “que es” y no un mundo “en devenir”, pregunta que se halla, aunque en otra forma, en el inicio del pensamiento occidental. Trataremos de ir pensando frase por frase la estructuración interna de todo el fragmento, con el propósito de conseguir una visión de conjunto de la concepción nietzscheana de la verdad y el conocimiento. Heideggeriana: VontadePoder

Al modo de pensar que interpreta todos los fenómenos como expresión de la vida se lo suele llamar biológico. La “imagen del mundo” de Nietzsche, se dice, es biologista. Incluso si, en el caso de Nietzsche, no tomamos en serio de antemano esta caracterización tópica de su “imagen del mundo” a causa de una continua desconfianza frente a este tipo de títulos, no podremos negar, sin embargo, que las pocas frases citadas hablan con fuerza suficiente en favor de un modo de pensar “biologista”. Además, ya se ha señalado expresa y repetidamente la equivalencia entre las palabras fundamentales “mundo” y “vida”, que nombran ambas al ENTE EN SU TOTALIDAD. La vida, el curso de la vida, se dice en griego bios  . Corresponde mejor al significado griego el empleo de “bios” en la palabra “biografía”, descripción de la vida. Biología, por el contrario, quiere decir: doctrina de la vida en el sentido de lo vegetal-animal. ¿Cómo un pensar cuyo pensamiento fundamental concibe al ENTE EN SU TOTALIDAD como “vida” no habría de ser biológico, más biológico aún que cualquier tipo de biología que conozcamos? Pero no sólo las palabras fundamentales sino que su proyecto, el proyecto que exige la nueva estimación de valor, delata el carácter “biológico” del pensar nietzscheano. Consideremos simplemente el título que encabeza el cuarto y último libro de La voluntad de poder. “disciplina y adiestramiento”. Aquí se pone como meta y como exigencia la idea de una regulación, dirección y “acrecentamiento” de la vida en el sentido de una planificación de la misma severamente instituida. No olvidemos que Nietzsche le ha dado a la figura suprema del hombre el nombre de “animal de presa” y que ve al hombre supremo como la “espléndida bestia rubia que erra voluptuosa en busca de presa y de victoria” (VII, 322); aquí ya no hay manera de escapar a la constatación de que la “imagen del mundo” de este pensador es un biologismo absoluto, no sólo en términos generales y como consecuencia de una inofensiva opinión erudita, sino de acuerdo con su voluntad pensante más íntima. Heideggeriana: VontadePoder

Este título de “biologismo”, tan ambiguo que no quiere decir nada, acierta evidentemente con el núcleo del pensar de Nietzsche. ¿De qué otra manera habríamos de comprender la concepción del valor como condición de la vida, la meta puesta en la “disciplina y adiestramiento”, la determinación prototípica del hombre en la figura del “animal de presa”, si no es como decidida interpretación del ENTE EN SU TOTALIDAD como “vida”, donde además la vida se interpreta en el sentido de lo animal posible de adiestramiento? Efectivamente, sería algo forzado y, además, un esfuerzo vano, pretender ocultar, o siquiera debilitar, el lenguaje biológico que está tan manifiesto en Nietzsche, pretender ignorar que ese lenguaje encierra un modo de pensar biológico y no es, por lo tanto, una capa externa. A pesar de ello, la caracterización usual, y en cierto sentido incluso correcta, del pensar nietzscheano como biologismo representa el obstáculo principal que impide avanzar hacia su pensamiento fundamental. Heideggeriana: VontadePoder

Qué sea lo viviente y que tal cosa sea, es algo que no decide nunca la biología en cuanto biología, sino que el biólogo, en cuanto biólogo, hace uso de esa decisión como algo que ya ha ocurrido, un uso ciertamente necesario para él. Pero si el biólogo, en cuanto tal persona determinada, toma una decisión acerca de lo que debe considerarse como viviente, entonces no lleva a cabo esa decisión en cuanto biólogo, ni con los medios y las formas de pensamiento y de demostración propios de su ciencia, sino que habla como metafísico, como un hombre que, más allá de la región correspondiente, piensa el ENTE EN SU TOTALIDAD. Heideggeriana: VontadePoder

Por muy extraña que pueda parecer en un principio, es posible, con una meditación suficiente, fundamentar la verdad de la siguiente afirmación: cuando piensa el ENTE EN SU TOTALIDAD, y previamente ya el ser, como “vida”, y cuando determina en particular al hombre como “animal de presa”, Nietzsche no piensa de modo biológico sino que fundamenta esta imagen del mundo aparentemente sólo biológica de modo metafísico. Heideggeriana: VontadePoder

“El mundo verdadero y el mundo aparente”: esta contraposición es reconducida a relaciones de valor. Nietzsche comprende aquí la verdad en el sentido de lo verdadero, del “mundo verdadero”, y la lleva a una contraposición. La fórmula que la expresa, “el mundo verdadero y el mundo aparente”, está puesta a su vez entre comillas, lo que indica que se está ante algo tradicional y generalmente conocido. La contraposición de la que Nietzsche expresa aquí una nueva determinación es la que se da entre lo que es propia y verdaderamente y lo que sólo de manera derivada e impropia puede ser llamado un ente. En esta contraposición de dos mundos — el “mundo verdadero” y el “mundo aparente” — reconocemos la distinción de dos reinos en el interior de lo que es en general de algún modo y que sólo tiene su límite frente a la nada total y vacía. Esta distinción es tan antigua como el pensar occidental acerca del ente. Se vuelve corriente en la medida en que la inicial concepción griega del ente se consolida como algo habitual y comprensible de suyo en el transcurso de la historia occidental que llega hasta nuestro días. En el lenguaje escolar se denomina a esta distinción del ente en total la “doctrina de los dos mundos”. No necesitamos aquí seguir con detalle esta doctrina y sus transformaciones históricas, que se confunden con los estadios principales de la metafísica occidental. Señalaremos, en cambio, los tres puntos siguientes: 1) Esta distinción entre el mundo verdadero y el mundo sensible es la estructura que sostiene, más aún, que previamente da el espacio para algo así como meta-física; pues un meta; (ta physika), un ir más-allá-de, de algo inmediatamente dado hacia algo otro, sólo es posible si éste y aquél son diferenciables, si el ENTE EN SU TOTALIDAD está atravesado por una distinción de acuerdo con la cual uno está separado del otro en el chorismos. 2) La filosofía de Platón le ha dado a esta “doctrina de los dos mundos” una formulación si se quiere “clásica” para todo el pensamiento occidental. 3) La posición de Nietzsche respecto de esta distinción se basa siempre en una determinada interpretación de esta doctrina del platonismo. Heideggeriana: VontadePoder

Ahora bien, la esencia y la historia del hombre occidental están caracterizados por el hecho de que a su relación fundamental respecto del ENTE EN SU TOTALIDAD le es propio el saber y el conocer, y por lo tanto la meditatividad en el sentido esencial de acuerdo con el cual desde ella se contribuye a decidir y configurar la esencia del hombre occidental. Por ser así, sólo a este hombre histórico occidental puede sucederle que sea atacado por la falta de meditación, por una perturbación de la meditatividad, destino del que queda totalmente preservada una tribu negra. A la inversa, la salvación y la fundación del hombre histórico occidental sólo pueden provenir de la suprema pasión de la meditación. De ella forma parte ante todo el conocer del conocer, la meditación sobre el saber y el fundamento esencial en el que se mueve desde hace dos milenios gracias a su historia esencial. Heideggeriana: VontadePoder

Entonces habría que preguntar, simplemente: ¿por qué sale al encuentro en primer lugar el “caos”, en qué medida la necesidad práctica es determinante para el conocer, y por qué el conocimiento es un “esquematizar? Pero preguntando de este modo, ¿podemos retroceder por detrás del estado del comportamiento cognoscente hacia aquel estado sólo desde el cual surge el conocer, conocer que supera la relación no cognoscitiva con el ente y produce y recoge en general por vez primera una relación con “algo”, es decir con lo que de alguna manera “es”? Evidentemente, en la determinación que hace Nietzsche de la esencia del conocimiento, al igual que en la que establecen otros pensadores — recordemos a Kant —, se produce un retroceso hacia lo que hace posible y sustenta esa única representación que inmediata y regularmente nos resulta familiar, la representación de un mundo ordenado y estructurado. De este modo se acomete el intento de ir cognoscitivamente por detrás del conocer. El conocer, concebido como esquematizar, es reconducido a la necesidad vital práctica y al caos como condiciones de su posibilidad y su necesidad. Si concebimos a la praxis   vital, por un lado, y al caos, por otro, como algo que en todo caso no es una nada y por lo tanto como un ente que esencia de tal o cual manera, resulta que tal caracterización de la esencia del conocimiento implica reconducir su constitución esencial a algo ya ente, quizás incluso al ENTE EN SU TOTALIDAD. Heideggeriana: VontadePoder

Caos es el nombre de un peculiar proyecto previo del mundo en su totalidad y de su imperar. Nuevamente parece, y ahora con la mayor fuerza, que está aquí en obra un pensar ilimitadamente “biológico”, un pensar que representa el mundo como un “cuerpo” llevado a dimensiones gigantescas, cuya vida y cuyo vivir corporal constituyen el ENTE EN SU TOTALIDAD, haciendo así que el ser aparezca como un “devenir”. En su última época, Nietzsche expresa con frecuencia que hay que hacer del cuerpo el hilo conductor no sólo de la consideración del hombre sino también del mundo: el proyecto del mundo desde el lugar del animal y de la animalidad. Aquí tiene sus raíces la experiencia fundamental del mundo como “caos”. Pero en la medida en que el cuerpo es para Nietzsche una formación de dominio, “caos” no puede aludir a un absoluto desorden sino al ocultamiento de la indómita riqueza del devenir y fluir del mundo en su totalidad. Con ello, la sospecha de biologismo que se insinúa por doquier parece encontrar una confirmación clara y total. Heideggeriana: VontadePoder

“Caos”, el mundo como caos, significa: el ENTE EN SU TOTALIDAD proyectado relativamente al cuerpo y a su vivir corporal. En esta fundamentación del proyecto de mundo está incluido todo lo que resulta decisivo, y por lo tanto, para un pensar que, en cuanto transvaloración de todos los valores, aspira a una nueva posición de valores, también está incluida la posición del valor supremo. Si la verdad no puede ser el valor supremo, éste tendrá que estar por encima de ella, es decir, en el sentido del concepto tradicional de verdad: más cerca y más conforme a lo propiamente ente, es decir, a lo que deviene. El valor supremo, a diferencia del conocimiento y la verdad, es el arte. Éste no copia lo que está allí delante ni lo explica desde otra cosa que esté allí delante, sino que transfigura la vida, la eleva a posibilidades superiores, aún no vividas, que no están suspendidas “por encima” de la vida sino que, por el contrario, la despiertan nuevamente desde ella misma a su estado de vigilia, pues “sólo por el encanto permanece despierta la vida” (Stefan George, Das Neue Reich, pág. 75). Heideggeriana: VontadePoder

El significado de la palabra y el concepto “vida” varía en Nietzsche. Por momentos alude con ella al ENTE EN SU TOTALIDAD, por momentos se refiere simplemente a lo viviente (vegetal, animal, hombre), por momentos sólo a la vida humana. Esta multiplicidad de sentidos tiene razones esenciales; por eso confunde en la medida en que no sigamos el curso de pensamientos nietzscheano. De acuerdo con la pregunta que nos guía, con la pregunta por la determinación nietzscheana de la verdad y el conocimiento, limitaremos por el momento siempre al hombre la discusión acerca de la vida y lo viviente. Heideggeriana: VontadePoder

Nietzsche piensa la doctrina platónica de las ideas de un modo excesivamente extrínseco y superficial, siguiendo a Schopenhauer y en conformidad con la tradición, cuando cree que tiene que distinguir su doctrina del “desarrollo de la razón” de la doctrina platónica de una “idea preexistente”. La interpretación nietzscheana de la razón también es platonismo, sólo que trasladado al pensamiento moderno. Esto quiere decir: también Nietzsche tiene que mantener el carácter inventivo de la razón, el carácter “preexistente”, es decir, preconfigurado y de antemano consistente de las determinaciones de ser, de los esquemas. Sólo que la determinación de la proveniencia de este carácter inventivo, prefigurador, es diferente en Platón y en Nietzsche. Para Nietzsche, este carácter de la razón está dado con el ejercicio de la vida, con la praxis (en este pasaje lo llama, de modo que puede conducir fácilmente a equívocos, “la utilidad”); pero a la vida la considera como algo que el hombre, basado sólo sobre sí mismo, tiene en su poder. También para Platón la esencia de la razón y de la idea surge de la “vida”, de la zoe, en cuanto imperar del ENTE EN SU TOTALIDAD; pero la vida humana sólo es una caída de la vida auténtica, eterna, una desfiguración de la misma. Si pensamos, sin embargo, en que para Nietzsche la vida humana es sólo un punto metafísico de la vida en el sentido de “mundo”, su doctrina de los esquemas se acerca tanto a la doctrina platónica de las ideas que no es más que una determinada inversión de esta última, es decir, que es en esencia idéntica a ella. Heideggeriana: VontadePoder

Ni criterios morales, ni culturales, ni políticos llegan hasta la responsabilidad en la que por su esencia está colocado el pensamiento. Aquí, en la interpretación del principio de no contradicción, sólo rozamos esa región e intentamos elevar al saber algo mínimo, pero ineludible: con el principio de no contradicción se afirma algo sobre el ENTE EN SU TOTALIDAD, y nada menos que esto: la esencia del ente consiste en la constante ausencia de contradicción. Heideggeriana: VontadePoder

No obstante, si se piensa de una manera suficientemente decidido el concepto nietzscheano de verdad, estas conexiones y su necesidad pueden hacerse visibles. Más aún, deben hacerse visibles; pues sólo con una clara visión de elles la esencia de la verdad y del conocimiento se descubre como una figura de la voluntad de poder, y ésta misma como carácter fundamental del ENTE EN SU TOTALIDAD. El presupuesto y el hilo conductor de nuestro proceder seguirá siendo, sin embargo, la meditación histórica que, partiendo del preguntar la pregunta fundamental de la filosofía, concibe el inicio y el fin de la metafísica occidental en su enfrentada unidad histórica, es decir que, partiendo de una meditación más originaria, no piensa ya de modo metafísico sino que pregunta y transforma la pregunta conductora de la metafísica “¿qué es el ente?” desde la pregunta fundamental (ya no metafísica) por la verdad del ser. El siguiente curso de pensamientos queda así ya articulado. Heideggeriana: VontadePoder

¿Qué quiere decir Nietzsche con la palabra “justicia”, que nosotros inmediatamente relacionamos con el derecho y la jurisprudencia, con la moralidad y la virtud? Para Nietzsche, la palabra “justicia” no tiene ni un significado “jurídico” ni un significado “moral”, sino que, antes bien, nombra aquello que debe asumir y ejecutar la esencia de la omoiosis: la asimilación al caos, es decir al ENTE EN SU TOTALIDAD, y por lo tanto éste mismo. Pensar el ENTE EN SU TOTALIDAD, más concretamente, pensarlo en su verdad y pensar la verdad en él, eso es metafísica “Justicia” es aquí el nombre metafísico para referirse a la esencia de la verdad, al modo en el que en el final de la metafísica occidental tiene que pensarse la esencia de la verdad; el mantenimiento de la esencia de la verdad como omoiosis y la interpretación de ésta como justicia hacen del pensamiento metafísico que lleva a cabo esta interpretación el acabamiento de la metafísica. Heideggeriana: VontadePoder

La justicia es aquello en lo que se funda la vida que se sustenta en sí misma. El tener-por-verdadero recibe su ley y su regla de la justicia. Ésta es el fundamento esencial de la verdad y del conocimiento, aunque, por supuesto, sólo si pensamos “la justicia” de modo metafísico en el sentido de Nietzsche y tratamos de comprender en qué medida alude a la constitución de ser de lo viviente, es decir del ENTE EN SU TOTALIDAD. Heideggeriana: VontadePoder

Este pensar a fondo la esencia de la voluntad de poder en la figura del conocimiento y la verdad tenía como meta entender qué, y cómo, Nietzsche, al pensar su pensamiento único de la voluntad de poder, se convierte en quien lleva a su acabamiento la metafísica occidental. La metafísica piensa el ENTE EN SU TOTALIDAD, piensa qué es y cómo es. Hasta ahora sólo el conocimiento, en cuanto aseguramiento de la existencia consistente de la vida humana, ha sido pensado retrotrayéndolo a la justicia y con ella a la voluntad de poder. Pero la vida humana sólo es lo que es en base a la remisión al caos; éste, la totalidad del ente, tiene el carácter fundamental de la voluntad de poder. Se trata de ver “que es la voluntad de poder la que conduce también al mundo inorgánico, o más bien, que no hay un mundo inorgánico” (XIII, n. 204; 1885). Heideggeriana: VontadePoder

A pesar de que sus esfuerzos adquieren con frecuencia la apariencia contraria, Nietzsche no demuestra que “la esencia más íntima del ser es voluntad de poder” (La voluntad de poder, n. 693; 1888) en base a un recorrido inductivo de todas las regiones del ente, gracias al cual llegaría a la conclusión: en todas partes el ente en su ser es voluntad de poder; antes bien, en cuanto pensador, piensa de antemano y siempre desde el proyecto del ENTE EN SU TOTALIDAD que se dirige al ser de éste como voluntad de poder. Heideggeriana: VontadePoder

Si la justicia es el “supremo representante de la vida misma, si en la vida humana se revela propiamente la voluntad de poder, ¿ no se convierte la extensión de la justicia a poder fundamental del ente en general y la interpretación continua del ENTE EN SU TOTALIDAD como voluntad de poder en una humanización de todo ente? ¿No se piensa el mundo según la imagen del hombre? ¿No es un pensar tal puro antropomorfismo? Ciertamente, es el antropomorfismo del “gran estilo”, que se interesa por pocas cosas y de larga duración. Tampoco debemos creer que esta humanización se le tenga que presentar ahora a Nietzsche como una objeción. Él tenía conciencia del antropomorfismo de su metafísica. Tenía conciencia de él no sólo como de un modo de pensar en el que hubiera caído accidentalmente y del que no encontrara salida. Nietzsche quiere esta humanización de todo el ente y sólo la quiere a ella. Esto resulta claro en una breve nota del año 1884: “”Humanizar” el mundo, es decir, sentirnos en él cada vez más como señores” (La voluntad de poder, n. 614). Esta humanización no se realiza, sin embargo, a imagen de un hombre cualquier, cotidiano y normal, sino sobre la base de una interpretación del ser-hombre que, fundado en la “justicia”, es en el fondo de su esencia voluntad de poder. Heideggeriana: VontadePoder

¿Pero no oíamos repetidas veces que para Nietzsche la esencia del ENTE EN SU TOTALIDAD era el caos, o sea el “devenir”, y precisamente no un “ser”, en el sentido de lo fijo y consistente, al que piensa como lo no verdadero e irreal? El ser es rechazado en beneficio del devenir, cuyo carácter de devenir y de movimiento queda determinado como voluntad de poder. ¿Puede entonces llamarse al pensamiento de Nietzsche un acabamiento de la metafísica? ¿No es más bien su negación, o incluso su superación? ¿Fuera del “ser”, en dirección al “devenir”? De hecho, la filosofía de Nietzsche se interpreta muchas veces de este modo. Y si no exactamente así, entonces se dice: en la historia de la filosofía ya hubo, muy pronto, en Heráclito, y más tarde, inmediatamente antes de Nietzsche, en Hegel, en lugar de la “metafísica del ser” una “metafísica del devenir”.Visto a grandes rasgos, es correcto, pero en el fondo es una carencia de pensamiento que no se queda atrás de la anterior. Heideggeriana: VontadePoder

Frente a todo esto hay que recordar continuamente lo que significa voluntad de poder: el dar poder para la sobreelevación a la esencia propia. El dar poder lleva a la sobreelevación — al devenir — a un estado y la lleva a la consistencia. En el pensamiento de la voluntad de poder, lo que deviene y se mueve en el sentido más elevado y más propio — la vida misma — ha de ser pensado en su consistencia. Nietzsche quiere, ciertamente, el devenir y lo que deviene como el carácter fundamental del ENTE EN SU TOTALIDAD; pero primariamente y ante todo quiere al devenir como lo que permanece, como lo propiamente “ente”; ente, en el sentido de los pensadores griegos. Nietzsche piensa como metafísico de manera tan decidida que también lo sabe. Por ello, una nota que sólo recibe su forma definitiva en el último año, en 1888 (La voluntad de poder, n. 617) comienza así: “Recapitulación: Imprimir al devenir el carácter del ser, esa es la suprema voluntad de poder.” Heideggeriana: VontadePoder

En principio no existe la menor razón para considerar a la filosofía de Nietzsche como el acabamiento de la metafísica Occidental; en efecto, gracias a la abolición del “mundo suprasensible” como “mundo verdadero” es más bien el rechazo de toda metafísica y el paso hacia su negación definitiva. Es cierto que el pensamiento fundamental de Nietzsche, “la voluntad de poder”, contiene aún una referencia a la interpretación de la entidad del ENTE EN SU TOTALIDAD como voluntad. La voluntad va junto con el saber. Saber y voluntad constituyen, según el proyecto de Schelling y Hegel, la esencia de la razón. Según el proyecto leibniziano de la substancialidad de la substancia, se los piensa como vis primitiva activa et passiva. Sin embargo, el pensamiento de la voluntad de poder, especialmente en su forma biológica, parece caer fuera del ámbito de estos proyectos y, más que llevar a su acabamiento la tradición de la metafísica parece interrumpirla, desfigurándola y aplanándola. Heideggeriana: EternoRetorno  

El pensamiento del eterno retorno no es heraclíteo en el sentido habitual de la historiografía filosófica aunque piensa, entretanto ya de manera no griega, la esencia de la entidad entonces proyectada (la consistencia del presenciar), la piensa en su acabamiento, envuelto sobre sí y sin salida. De este modo, el comienzo es llevado al acabamiento de su final. A este último proyecto de la entidad le está más lejos que nunca el pensamiento de la verdad en el sentido de la esencia de la aletheia, cuyo advenir esencial sustenta el ser y deja que se recoja en la pertenencia al inicio. En el pensar de Nietzsche, “verdad” se ha endurecido en una esencia entendida como concordancia con el ENTE EN SU TOTALIDAD que se ha vuelto hueca, con lo que desde esa concordancia (Einstimmigkeit) con el ente no puede volverse perceptible la libre voz (Stimme  ) del ser. Heideggeriana: EternoRetorno

No obstante, en un primer momento también se puede tratar de conducir a la identidad del “eterno retorno de lo mismo” y la “voluntad de poder” dentro del horizonte de la metafísica y con ayuda de sus distinciones. Este camino hacia la visión de la unidad interna de ambos es el que recorren las lecciones “La voluntad de poder como arte” y “El eterno retorno de lo mismo”. De antemano, el eterno retorno de lo mismo y la voluntad de poder son comprendidos como determinaciones fundamentales del ENTE EN SU TOTALIDAD y en cuanto tal: la voluntad de poder como la acuñación propia de la historia final del qué es, el eterno retorno de lo mismo como la del que es. La necesidad de fundamentar esta distinción había sido reconocida en unas lecciones (no publicadas) del año 1927. No obstante, el origen esencial de la distinción permanecía oculto. Heideggeriana: EternoRetorno

¿Hay que asombrarse entonces si en el acabamiento de la metafísica la distinción de qué-es y el que-es vuelve a aparecer una vez más con la mayor fuerza, pero al mismo tiempo de manera tal que la distinción en cuanto tal es olvidada y las dos determinaciones fundamentales del ENTE EN SU TOTALIDAD — la voluntad de poder y el eterno retorno de lo mismo quedan, por así decirlo, metafísicamente sin suelo natal, pero son puestas y dichas, sin embargo, de modo incondicionado? La voluntad de poder dice qué “es” el ente, es decir, como qué ejerce poder (como poder). Heideggeriana: EternoRetorno

A esta superación de la metafísica, es decir a su transformación en su última figura posible, tiene que corresponder también la eliminación de la diferencia entre qué-es y que-es, que queda así impensada. El qué-es (voluntad de poder) no es un “en sí”, al que circunstancialmente le corresponda el que-es. El qué-es, en cuanto esencia, es la condición de la vitalidad de la vida (valor) y en este condicionamiento es, al mismo tiempo, el que-es propio y único de lo viviente, es decir, aquí, del ENTE EN SU TOTALIDAD. Heideggeriana: EternoRetorno

En cuanto ejecutor de la transvaloración de todos los valores, Nietzsche, sin saber el alcance de este último paso, atestigua su definitiva pertenencia a la metafísica, y con ella su abismal separación de toda posibilidad de otro inicio. ¿Pero no ha impuesto Nietzsche un nuevo “sentido” con la total caducidad y aniquilamiento de los fines e ideales reinantes hasta el momento? ¿No ha anticipado en su pensar al “superhombre” como “sentido” de la “tierra”? Pero “sentido” significa para él nuevamente “meta” e “ideal  ”, y “tierra” es el nombre que designa la vida que vive corporalmente y el derecho de lo sensible. El “superhombre” es para él el acabamiento del último hombre, del hombre existente hasta el momento, es la fijación [Fest-stellung  ] del animal que hasta ahora no ha sido todavía fijado, del animal que aún sigue dependiente y a la búsqueda de ideales que estén allí delante, de ideales “en sí verdaderos”. El superhombre es la más extrema rationalitas en el dar poder a la animalitas  , es el animal rationale   que llega a su acabamiento en la brutalitas. La carencia de sentido se convierte ahora en el “sentido” del ENTE EN SU TOTALIDAD. La incapacidad de interrogar el ser decide acerca de qué sea el ente. La entidad es abandonada a sí misma como maquinación desencadenada. Ahora, el hombre no sólo tiene que “arreglárselas” sin “una verdad”, sino que la esencia de la verdad queda expulsada al olvido, por lo que todo pasa a referirse a un “arreglárselas” y a algunos “valores”. Heideggeriana: EternoRetorno

En la época de la acabada carencia de sentido llega a su cumplimiento la esencia de la época moderna. De cualquier modo que se calcule su concepto y su curso en el campo de la historiografía, cualesquiera que sean los fenómenos pertenecientes al ámbito de la política, de la creación, de la investigación de la naturaleza o del ordenamiento social con los que se quiera explicar la época moderna, ninguna meditación histórica puede pasar por alto estas dos determinaciones esenciales e interrelacionadas de su historia: que el hombre en cuanto subjectum se instaura y se asegura como centro de referencia del ENTE EN SU TOTALIDAD, y que la entidad del ENTE EN SU TOTALIDAD es comprendida como representatividad de lo producible y explicable. Si Descartes y Leibniz aportan algo esencial a la primera fundación metafísica explícita de la historia moderna — aquél con la determinación del ens como verum en el sentido del certum en cuanto índubitatum de la mathesis   universalis, éste con la interpretación de la substantialitas de la substantia como vis primitiva con el carácter fundamental de la representación con dos términos, de la repraesentatio   — la mención de estos nombres, que piensa en el sentido de la historia del ser, no tiene ya nunca el significado que tuvo que otorgarle la consideración historiográfica aún hoy usual de la historia de la filosofía y del espíritu. Heideggeriana: EternoRetorno

Esas posiciones metafísicas fundamentales no son ni una acuñación conceptual posterior, accidental y superficial, de una historia surgida en otra parte, ni tampoco son doctrinas erigidas previamente, de cuya observancia y realización habría surgido entonces la historia de la época moderna. En ambos casos, la verdad, fundadora de historia, de la metafísica es pensada de un modo demasiado extrínseco y con un efecto demasiado inmediato, por lo que de una manera u otra, desvalorizándola o sobrevaluándola, se la menosprecia, ya que resulta esencialmente mal comprendida. En efecto, que se determine al hombre como subjectum y al ENTE EN SU TOTALIDAD como “imagen del mundo” sólo puede surgir de la historia del ser mismo (aquí de la historia de la transformación y del aplanamiento de su no fundada verdad). (Respecto del concepto de “imagen del mundo”, cfr. la conferencia de 1938: “La fundamentación de la imagen moderna del mundo por parte de la metafísica”; publicado en 1950 en Holzwege   con el título “Die Zeit   des Weltbildes”. El grado y la dirección del respectivo saber científico acerca de la transformación de la posición metafísica fundamental, el modo y el alcance de la activa transformación del ente a la luz de ese cambio del hombre y del ENTE EN SU TOTALIDAD no llegan nunca hasta la vía de la historia del ser misma y, comprendidas desde la tarea de la meditación, no funcionan nunca más que como fachadas que se presentan y se hacen pasar como lo puramente real. Heideggeriana: EternoRetorno

La carencia de sentido en la que acaba la estructura metafísica de la época moderna sólo puede llegar a saberse como el cumplimiento esencial de esta época si es vista conjuntamente con aquella transformación del hombre en subjectum y con la determinación del ente como representación y producción de lo objetivo. Entonces se muestra: la carencia de sentido es la consecuencia predeterminada de la validez final [Endgültigkeit] del comienzo de la metafísica moderna. La verdad como certeza se convierte en instaurable conformidad con el ENTE EN SU TOTALIDAD, previamente preparado para asegurar la existencia consistente del hombre basado sólo sobre sí mismo. Esta concordancia no es ni una imitación ni una compenetración empática con el ente “en sí” verdadero, sino la sobrepotenciación calculante del ente por medio del desprenderse de la entidad a la maquinación. Ésta misma alude a esa esencia de la entidad que se prepara para la factualidad en la que todo, en cuanto factible, está de antemano estatuido en referencia a su factibilidad. En correspondencia con este estatuir, el representar es el calculante y asegurante pasar revista de los horizontes que delimitan todo lo perceptible, su explicabilidad y su utilización. Heideggeriana: EternoRetorno

El ente es dejado en libertad en sus posibilidades de devenir, es vuelto consistente en ellas en cuanto pertenecen a la maquinación. La verdad como concordancia asegurante le da a la maquinación la preeminencia exclusiva. Allí donde la certeza se convierte en lo único, sólo queda como esencial el ente, y ya nunca la entidad misma, por no hablar de su despejamiento. La carencia de despejamiento del ser es la carencia de sentido del ENTE EN SU TOTALIDAD. Heideggeriana: EternoRetorno

La entidad (qué es el ente en cuanto tal) y la totalidad del ente (que es y cómo es el ENTE EN SU TOTALIDAD), luego el tipo esencial de la verdad y la historia de la verdad, y por último la humanidad transferida a ella para su conservación, circunscriben las cinco dimensiones en las que se despliega y vuelve siempre a recogerse la esencia unitaria de la metafísica. Heideggeriana: MetafisicaNietzsche  

“La voluntad de poder” es la expresión para el ser del ente en cuanto tal, la essentia   del ente. “Nihilismo” es el nombre para la historia de la verdad del ente así determinado. “Eterno retorno de lo mismo” se llama al modo en que es el ENTE EN SU TOTALIDAD, la existencia del ente. “El superhombre” designa a aquella humanidad que es exigida por esta totalidad. “Justicia” es la esencia de la verdad del ente como voluntad de poder. Cada una de estas expresiones fundamentales nombra al misino tiempo lo que dicen las demás. Sólo si se piensa conjuntamente lo dicho por éstas se extrae totalmente la fuerza denominativa de cada una de las expresiones fundamentales. Heideggeriana: MetafisicaNietzsche

La desvalorización de los valores supremos válidos hasta el momento conduce en primer lugar a que el mundo aparezca como carente de valor. Los valores válidos hasta el momento se desvalorizan, pero el ENTE EN SU TOTALIDAD permanece, y la necesidad de erigir una verdad sobre el ente no hace más que acrecentarse. Se abre paso la imprescindibilidad de nuevos valores. Se anuncia la posición de nuevos valores. Surge un estado intermedio por el que atraviesa la actual historia del mundo. Este estado intermedio lleva consigo que, al mismo tiempo, se desee y hasta se opere la vuelta del mundo de valores precedente y, sin embargo, se sienta y se reconozca, aunque de mala gana, la presencia de un nuevo mundo de valores. Este estado intermedio, en el que los pueblos históricos de la tierra tienen que decidir entre la decadencia o un nuevo comienzo, durará tanto como se mantenga la apariencia de que aún es posible salvar de la catástrofe al futuro histórico con un equilibrio que medie entre los viejos y los nuevos valores. Heideggeriana: MetafisicaNietzsche

Hay que decir, por lo tanto: “El devenir” (es decir el ENTE EN SU TOTALIDAD) “no tiene ningún valor” (La voluntad de poder, n. 708). Esto, a su vez, tampoco quiere decir que el ENTE EN SU TOTALIDAD sea algo nulo o simplemente indiferente. La proposición tiene un sentido esencial. Expresa la carencia de valor del mundo. Nietzsche comprende todo “sentido” como “fin” y “meta”, pero comprende fin y meta como valores (cfr. La voluntad de poder, n. 12). De acuerdo con ello, puede decir: “La absoluta carencia de valor, es decir de sentido” (La voluntad de poder, n. 617), “”la carencia de meta en sí”” es “el principal artículo de fe” del nihilista (La voluntad de poder, n. 25). Heideggeriana: MetafisicaNietzsche

Pero entretanto no pensamos ya el nihilismo de modo “nihilista” como una disolución que va desintegrándose en la nula nada. La carencia de valor y de meta entonces tampoco pueden significar ya un defecto, el mero vacío y la mera ausencia. Estos títulos nihilistas para el ENTE EN SU TOTALIDAD se refieren a algo afirmativo y algo que esencia, a saber, al modo en el que presencia el todo del ente. La palabra metafísica para ello es: el eterno retorno de lo mismo. Heideggeriana: MetafisicaNietzsche

Lo extraño de este pensamiento, al que el propio Nietzsche denomina el “pensamiento más grave”, en múltiples sentidos, sólo lo comprende quien piensa de antemano en salvaguardar su extrañeza, en reconocerla incluso como el fundamento de que el pensamiento del “eterno retorno de lo mismo” pertenece a la verdad sobre el ENTE EN SU TOTALIDAD. Por eso, casi más esencial que la elucidación de su contenido resulta en primer lugar la comprensión del contexto desde el cual, y sólo desde el cual, el eterno retorno de lo mismo tiene que pensarse como la determinación del ENTE EN SU TOTALIDAD. Heideggeriana: MetafisicaNietzsche

La voluntad de poder, en cuanto sobrepotenciación de sí misma, retorna esencialmente a si misma y da así al ENTE EN SU TOTALIDAD, es decir al “devenir”, el peculiar carácter de movilidad. De este modo, el movimiento del mundo no tiene ningún estado final que exista por sí en alguna parte y en el que, por así decirlo, desemboque el devenir. Pero por otra parte, la voluntad de poder no pone sus fines condicionados de modo sólo ocasional. En cuanto sobrepotenciacion, está constantemente en camino hacia su esencia. Es eternamente activa y, sin embargo, al mismo tiempo tiene que carecer precisamente de meta, en la medida en que “meta” signifique aún un estado existente en sí fuera de ella. Ahora bien, el ejercicio del poder eterno y carente de meta de la voluntad de poder es, no obstante, al mismo tiempo necesariamente finito en cuanto a sus situaciones y formas (XII, 53), pues si fuera infinito en este respecto, en concordancia con su esencia corno acrecentamiento, tendría que “crecer infinitamente”. Pero ¿de que excedente habría de provenir este acrecentamiento si todo ente sólo es voluntad de poder? Además, la esencia de la misma voluntad de poder requiere en cada caso para su conservación, y por lo tanto precisamente para la respectiva posibilidad de acrecentamiento, que esté siempre delimitada y definida en una forma fija, es decir, que sea ya en su totalidad algo que se limita a sí mismo. A la esencia del poder le es inherente estar libre de metas, y por lo tanto carecer de metas. Pero esta carencia de metas, precisamente porque requiere únicamente una posición de metas condicionada en cada caso, no puede tolerar un fluir desbordado del poder. La totalidad del ente cuyo carácter fundamental es la voluntad de poder tiene que ser, por lo tanto, una magnitud fija. En lugar de “voluntad de poder”, Nietzsche también dice en ocasiones “fuerza”. A la fuerza (y tanto más a las fuerzas de la naturaleza) la comprende siempre como voluntad de poder. “Algo de fuerza que no sea fijo, algo ondulatorio es para nosotros totalmente impensable” (XII, 57). Heideggeriana: MetafisicaNietzsche

¿A quién se refiere con “nosotros”? A aquellos que piensan el ente como voluntad de poder. Pero su pensar es un fijar y un limitar. “El mundo, en cuanto fuerza, no debe pensarse como ilimitado, pues no puede ser pensado de este modo; nos prohibimos el concepto de una fuerza infinita en cuanto inconciliable con el concepto de “fuerza”. Por lo tanto: al mundo le falta la capacidad de eterna novedad” (La voluntad de poder, n. 1062). ¿Quién se prohíbe aquí pensar como infinita la voluntad de poder? ¿Quién decreta que la voluntad de poder y el ENTE EN SU TOTALIDAD determinado por ella es finito? Aquellos que experimentan su propio ser como voluntad de poder, “y toda otra representación resulta indeterminada y en consecuencia inutilizable” (La voluntad de poder, n. 1066). Heideggeriana: MetafisicaNietzsche

Si el ente en cuanto tal es voluntad de poder y lo por lo tanto devenir eterno, pero la voluntad de poder exige la carencia de meta y excluye el progresar infinito hacia un fin en sí, si al mismo tiempo el devenir eterno de la voluntad de poder es limitado en cuanto a sus posibles formas y configuraciones de dominio, puesto que no puede ser infinitamente nuevo, entonces el ente en cuanto voluntad de poder en su totalidad tiene que hacer que retorne lo mismo y el retorno de lo mismo tiene que ser eterno. Esta “circulación” contiene la “ley originaria” del ENTE EN SU TOTALIDAD si el ente en cuanto tal es voluntad de poder. Heideggeriana: MetafisicaNietzsche

“Voluntad de poder” dice qué es el ente en cuanto tal, es decir, en su constitución. “Eterno retorno de lo mismo” dice cómo es el ente de esa constitución en su totalidad. Con el “qué” está conjuntamente determinado el “cómo” del ser de todo ente. Este cómo fija de antemano que todo ente recibe en cada instante el carácter de su “que” (su “factualidad”) desde ese “cómo”. Puesto que el eterno retorno de lo mismo caracteriza al ENTE EN SU TOTALIDAD, es, conjuntamente con la voluntad de poder, un carácter fundamental del ser, a pesar de que “eterno retorno” nombre un “devenir”. Lo mismo que retorna tiene en cada caso una existencia consistente sólo relativa y es, por lo tanto, lo por esencia carente de existencia consistente. Pero su retorno significa llevar siempre de nuevo a la existencia consistente, es decir, volver consistente. El eterno retorno es el más consistente volver consistente de lo que carece de existencia consistente. Pero desde el comienzo de la metafísica occidental el ser se comprende en el sentido de la consistencia de la presencia, donde consistencia tiene el doble significado de fijeza y de permanencia. El concepto nietzscheano del eterno retorno de lo mismo enuncia esta misma esencia del ser. Nietzsche distingue, ciertamente, el ser, como lo consistente, firme, fijado e inmóvil, frente al devenir. Pero el ser pertenece sin embargo a la voluntad de poder, que tiene que asegurarse la existencia consistente a partir de algo consistente únicamente para poder superarse, es decir, devenir. Heideggeriana: MetafisicaNietzsche

Efectivamente. La verdad, para Nietzsche, es incluso esencialmente error, más precisamente aquella “especie de error” cuyo carácter sólo e delimita de modo suficiente si se reconoce expresamente el origen de la esencia de la verdad desde la esencia del ser, y esto quiere decir aquí: desde la voluntad de poder. El eterno retorno de lo mismo dice cómo es en su totalidad el ente que, en cuanto universo no tiene ningún valor ni ninguna meta en sí. La carencia de valor del ENTE EN SU TOTALIDAD, una determinación en apariencia sólo negativa, se funda en la determinación positiva por la que se le ha asignado de antemano al ente el todo del eterno retorno de lo mismo. Este rasgo de carácter fundamental del ENTE EN SU TOTALIDAD impide también que se piense el mundo corno un “organismo”, ya que no está dispuesto por ninguna conexión de fines existente en sí ni remite a ningún estado final en sí. “Tenemos que pensar [el universo] en cuanto todo precisamente del modo más alejado posible de lo orgánico” (XII, 60). Sólo si el ENTE EN SU TOTALIDAD es caos le queda garantizada, en cuanto voluntad de poder, la continua posibilidad de configurarse de modo “orgánico” en formaciones de domino en cada caso limitadas de duración relativa. Pero “caos” no significa una confusión que bulle ciegamente sino la multiplicidad del ENTE EN SU TOTALIDAD que insta a un orden de poder, que marca los límites del poder, que en la lucha por los límites de poder está siempre preñada de decisiones. Heideggeriana: MetafisicaNietzsche

El hecho de que el mismo Nietzsche, llevado por la pasión de conducir a sus contemporáneos a esa “cima” de la “consideración” metafísica, buscara refugio en tales demostraciones sólo señala cuán difícil y cuán poco frecuente es para un hombre, en cuanto pensador, poder mantenerse en los cauces de un proyecto requerido por la metafísica y en su fundamentación correspondiente. Nietzsche tiene un claro conocimiento del fundamento de la verdad del proyecto que piensa el ENTE EN SU TOTALIDAD como eterno retorno de lo mismo: “La vida misma creó este pensamiento, el más grave para la vida, ¡quiere pasar por encima de su obstáculo más alto!” (XII, 369). “La vida misma” es la voluntad de poder que, en virtud de la sobrepotenciación del respectivo nivel de poder, se acrecienta al máximo en dirección de sí misma. Heideggeriana: MetafisicaNietzsche

El superhombre niega la esencia que ha tenido el hombre hasta el momento, pero la niega de modo nihilista. Su negación afecta a la caracterización que se ha hecho hasta el momento del hombre, a la razón. La esencia metafísica de ésta consiste en que el ENTE EN SU TOTALIDAD se proyecta y se interpreta en cuanto tal tomando como hilo conductor el pensar representante. Heideggeriana: MetafisicaNietzsche

Así Zaratustra, que enseña el superhombre, cierra la primera parte de su enseñanza con las palabras: “”Muertos están todos los dioses: ahora nosotros queremos que viva el superhombre”; ¡que ésta sea una vez, en el gran mediodía, nuestra voluntad última!” (Así habló Zaratustra, 1.. parte, conclusión). En el momento de la claridad más luminosa, cuando el ENTE EN SU TOTALIDAD se muestra como eterno retorno de lo mismo, la voluntad tiene que querer el superhombre; pues sólo con la vista puesta en el superhombre puede soportarse el pensamiento del eterno retorno de lo mismo. La voluntad que aquí quiere no es un desear y un apetecer, sino la voluntad de poder. Los “nosotros, que allí quieren son aquellos que han experimentado el carácter fundamental del ente como voluntad de poder y saben que ésta, en su grado más alto, quiere su propia esencia y es así la consonancia con el ENTE EN SU TOTALIDAD. Heideggeriana: MetafisicaNietzsche

Sólo ahora resulta clara la exigencia del prólogo de Zaratustra: “¡Que vuestra voluntad diga: sea el superhombre el sentido de la tierra!”. El ser dicho en este “sea” tiene el carácter de una orden y, puesto que la orden es por esencia voluntad de poder, es él mismo del tipo de la voluntad de poder. “Que vuestra voluntad diga” quiere decir ante todo: que vuestra voluntad sea voluntad de poder. Pero ésta, en cuanto principio de la nueva posición de valores, es el fundamento de que el ente ya no sea el más allá suprasensible sino la tierra de aquí, como objeto de la lucha por el dominio terrestre, y de que el superhombre se vuelva el sentido y la meta de tal ente. Meta no alude ya al fin existente “en sí” sino que quiere decir lo mismo que valor. El valor es la condición condicionada por la propia voluntad de poder para ella misma. La condición suprema de la subjetividad es ese sujeto en el que ella misma pone su voluntad incondicionada. Esta voluntad dice y pone lo que sea el ENTE EN SU TOTALIDAD. De la ley de esta voluntad toma Nietzsche estas palabras: “Toda la belleza y todo lo sublime que le hemos prestado a las cosas reales e imaginadas quiero reivindicarlos como propiedad y producto del hombre: como su más bella apología. El hombre como poeta, como pensador, como dios, como amor, como poder: ¡ay por la real generosidad con la que ha obsequiado a las cosas para empobrecerse y sentirse miserable! Este era hasta ahora su mayor desprendimiento, que admiraba y adoraba y sabía ocultarse que era él el que había creado eso que admiraba.” (La voluntad de poder, epígrafe al libro segundo, 1887-1888) Heideggeriana: MetafisicaNietzsche

¿Pero de este modo no queda el ENTE EN SU TOTALIDAD interpretado a imagen del hombre y convertido en algo “subjetivo”? ¿No conduce esta humanización del ente en cuanto tal en su totalidad a un empequeñecimiento del mundo? Se impone, sin embargo, una contrapregunta: ¿quién es aquí el hombre por medio del cual y en dirección al cual se humaniza el ente? ¿En qué subjetividad se funda la “subjetivización del mundo? ¿Qué sucede si el hombre tal como ha sido hasta él momento tiene que transformarse previamente, por medio de esa única inversión nihilista, en el superhombre que, en cuanto suprema voluntad de poder, quiere dejar ser al ente como ente? “ […] no más voluntad de conservación, sino de poder; no más el grito humilde “todo es sólo subjetivo”, sino “¡es también obra nuestra!, ¡estemos orgullosos de ello!”” (La voluntad de poder, n. 1059). Heideggeriana: MetafisicaNietzsche

La fijación metafísica del hombre como animal significa la afirmación nihilista del superhombre. Sólo donde el ente en cuanto tal es voluntad de poder y el ENTE EN SU TOTALIDAD eterno retorno de lo mismo, puede llevarse a cabo la inversión nihilista del hombre existente hasta el momento en superhombre y tiene que ser el superhombre como sujeto supremo de sí mismo erigido para sí por la subjetividad incondicionada de la voluntad de poder. Heideggeriana: MetafisicaNietzsche

La maquinización hace posible un dominio del ente que ahorra fuerzas, es decir, que al mismo tiempo las almacena, un dominio que resulta en todo momento abarcable en todas direcciones. A su ámbito esencial pertenecen también las ciencias. Éstas no sólo mantienen su valor; ni tampoco adquieren simplemente un nuevo valor. Más bien son ahora, por vez primera, ellas mismas un valor. En cuanto investigación dirigible y de carácter empresarial de todo el ente, lo fijan y, mediante sus fijaciones, condicionan el aseguramiento de la existencia consistente de la voluntad de poder. El adiestramiento [Züchtung] de los hombres no es, sin embargo, domesticación, en el sentido de refrenar y paralizar la sensibilidad, sino que la disciplina [Zucht] consiste en almacenar y purificar las fuerzas en la univocidad del “automatismo” estrictamente dominable de todo actuar. Sólo cuando la subjetividad incondicionada de la voluntad de poder se ha convertido en la verdad del ENTE EN SU TOTALIDAD, es posible, es decir, metafísicamente necesaria, la institución de un adiestramiento racial, es decir, no la mera formación de razas que crecen por sí mismas sino la noción de raza que se sabe como tal. Así como la voluntad de poder no es pensada de modo biológico sino ontológico, así tampoco la noción nietzscheana de raza tiene un sentido biologista sino metafísico. Heideggeriana: MetafisicaNietzsche

El gran estilo es el modo en el que la voluntad de poder pone de antemano en su poder la institución de todas las cosas y el adiestramiento de la humanidad como dominación del ENTE EN SU TOTALIDAD, por esencia carente de meta, y, a partir de ese poder sobrepotencia y prefigura cada paso en un acrecentamiento continuo. Esta dominación planetaria es, metafísicamente, el incondicionado volver consistente lo que deviene en su totalidad. Este volver consistente se resiste, sin embargo, al propósito de poner en seguro sólo un estado final de duración ilimitada, de una uniformidad homogénea; en efecto, con ello la voluntad de poder dejaría de ser ella misma, ya que se quitaría la posibilidad de acrecentamiento. Lo “mismo” que retorna tiene su mismidad en una orden siempre nueva. La “duración relativa” de las relativas formaciones de dominio es algo esencialmente diferente de la consistencia sin peligros de un permanecer paralizado. Aquellas son fijas por un tiempo determinado, que sin embargo resulta calculable. Esta fijeza siempre tiene, en el campo de acción del poder por esencia calculante, la posibilidad de un cambio dominado. Heideggeriana: MetafisicaNietzsche

La aparente inaprehensibilidad del superhombre muestra la agudeza con la que es comprendida, a través de este auténtico sujeto de la voluntad de poder, la aversión esencial a toda fijación que distingue a la esencia del poder. La grandeza del superhombre, que no conoce el estéril aislamiento de la mera excepción, consiste en que pone la esencia de la voluntad de poder en la voluntad de una humanidad que, en tal voluntad, se quiere a sí misma como señora de la tierra. En el superhombre hay “una jurisdicción propia que no tiene ninguna instancia por encima de ella” (La voluntad de poder, n. 962). La ubicación y la especie del individuo, de las comunidades y de su relación recíproca, el rango y la ley de un pueblo y de los grupos de pueblos se determinan de acuerdo con el grado y el modo de la fuerza imperativa desde la que se ponen al servicio de la realización del dominio incondicionado del hombre sobre sí mismo. El superhombre es el tipo de esa humanidad que por vez primera se quiere a sí misma como tipo y se acuña ella misma como tal tipo. Para eso se precisa, sin embargo, el “martillo” con el que se estampe y endurezca ese tipo y se destroce todo lo habido hasta el momento por serle inadecuado. Por eso, en uno de los planes de su “obra capital”, Nietzsche comienza así la parte final: “Libro cuarto: El martillo. ¿Cómo tienen que estar formados los hombres que valoren de modo inverso?” (XVI, 417; 1886). En uno de los últimos planes, el “eterno retorno de lo mismo” es aún la determinación del ENTE EN SU TOTALIDAD que todo lo domina; la parte conclusivo se titula allí: “Los inversos. Su martillo “la doctrina del retorno”” (XVI, 425). Heideggeriana: MetafisicaNietzsche

Si el ENTE EN SU TOTALIDAD es eterno retorno de lo mismo, a la humanidad que tiene que comprenderse como voluntad de poder en medio de esa totalidad sólo le queda la decisión de querer la nada experimentada de modo nihilista antes que no querer en absoluto y abandonar así su posibilidad esencial. Si la humanidad quiere la nada entendida de modo clásico-nihilista (la carencia de meta del ENTE EN SU TOTALIDAD), se crea, bajo el martillo del eterno retorno de lo mismo, una situación que hace necesaria la especie inversa de hombre. Este tipo de hombre pone, dentro de la totalidad carente de sentido, a la voluntad de poder como “sentido de la tierra”. El último período del nihilismo europeo es la “catástrofe”, en el sentido afirmativo de giro: “la emergencia de una doctrina que criba a los hombres… que a los débiles los impulsa a tomar resoluciones, y también a los fuertes” (La voluntad de poder, n. 56). Heideggeriana: MetafisicaNietzsche

Si el ente en cuanto tal es voluntad de poder, el ENTE EN SU TOTALIDAD, en cuanto eterno retorno de lo mismo, tiene que sobrepotenciar toda referencia al ente. Si el ENTE EN SU TOTALIDAD es eterno retorno de lo mismo, entonces el carácter fundamental del ente se ha revelado como voluntad de poder. Si el ente como voluntad de poder impera en la totalidad del eterno retorno de lo mismo, la subjetividad incondicionada y acabada de la voluntad de poder tiene que ponerse en forma humana en el sujeto del superhombre. Heideggeriana: MetafisicaNietzsche

En la esencia del acrecentamiento del poder así entendida se cumple el “concepto superior” del arte. Su esencia puede observarse en la “obra de arte allí donde aparece sin artista, por ejemplo como cuerpo, como organización (el cuerpo de oficiales prusianos, la orden de los Jesuitas). En qué medida el artista sólo es un estadio previo” (La voluntad de poder, n. 796). La esencia del auténtico rasgo fundamental de la voluntad de poder, o sea el acrecentamiento, es el arte. Sólo él determina el carácter fundamental del ente en cuanto tal, es decir, lo metafísico del ente. Por eso ya pronto Nietzsche llama al arte la “actividad metafísica” (La voluntad de poder, n. 853, IV). Puesto que el ente en cuanto tal (en cuanto voluntad de poder) es en esencia arte, en el sentido de la metafísica de la voluntad de poder el ENTE EN SU TOTALIDAD tiene que ser comprendido como “obra de arte”: El mundo como una obra de arte que se da a luz a sí misma … “ (La voluntad de poder, n. 796) Heideggeriana: MetafisicaNietzsche

Por el contrario, apenas el ser del ente como voluntad de poder se traslada a la verdad que le es adecuada, la nueva libertad puede llevar a cabo la justificación de su esencia a partir del ser del ENTE EN SU TOTALIDAD así determinado. Pero a este ser le tiene que corresponder, al mismo tiempo, la esencia de tal justificación. La nueva justificación de la nueva libertad exige, como fundamento determinante, una nueva justicia. Éste es el camino decisivo de la liberación hacia la nueva libertad. Heideggeriana: MetafisicaNietzsche

Esta suprema voluntad de poder, que es el volver consistente al ENTE EN SU TOTALIDAD, desvela su esencia como justicia. Puesto que sustenta y predomina en todo hacer aparecer y todo desocultar, es la esencia más íntima de la verdad. Al devenir se le imprime el carácter del ser en cuanto el ENTE EN SU TOTALIDAD llega al aparecer como “eterno retorno de lo mismo”. Ahora bien, se había dicho, sin embargo, que el volver consistente del devenir era en cada caso una “falsificación” y que en la “cima de la consideración” todo se convertía entonces en una apariencia. El propio Nietzsche comprende la esencia de la verdad como una “especie de error”. Éste es acuñado y justificado en su genero por el fundamento determinante de la esencia de la verdad, por la justicia. Heideggeriana: MetafisicaNietzsche

Sin embargo, la verdad sólo sigue siendo una especie de error y engaño mientras se la piense, de acuerdo con su concepto no desplegado, aunque corriente, como adecuación a lo real. Por el contrario, el proyecto que piensa el ENTE EN SU TOTALIDAD como “eterno retorno de lo mismo” es un pensar en el sentido de aquel eminente modo de pensar constructivo, eliminador y aniquilador. Su verdad es ele “supremo representante de la vida misma”. Del pensamiento que aquél piensa, se dice: “La vida misma creó este pensamiento, el más grave para, la vida”. Es verdadero porque es justo, en cuanto hace aparecer la esencia de la voluntad de poder en su forma suprema. La Voluntad de poder, en cuanto carácter fundamental del ente, justifica el eterno retorno de lo mismo como la “apariencia” en cuyo esplendor resplandece el triunfo supremo de la voluntad de poder. En esta victoria aparece la esencia acabada de la voluntad de poder misma. Heideggeriana: MetafisicaNietzsche

Con esto no se dice, sin embargo, que la lucha por el aprovechamiento ilimitado de la tierra como campo de materias primas y por la utilización sin ilusiones del “material humano” al servicio del incondicional dar el poder a la voluntad de poder para llegar a su esencia fundamental recurra como ayuda, o siquiera como fachada, a la invocación de una filosofía. Por el contrario, cabe suponer que la filosofía como doctrina y como figura de la cultura desaparecerá, y que puede desaparecer porque, en la medida en que ha sido auténtica, ya ha nombrado la realidad de lo real, es decir el ser, sólo desde el cual todo ente es llamado a ser lo que es y cómo es. Las “doctrinas filosóficas fundamentales” aluden a lo que se enseña en ellas en el sentido de lo expuesto en una exposición que interpreta el ENTE EN SU TOTALIDAD en dirección del ser. Las “doctrinas filosóficas fundamentales” aluden a la esencia de la metafísica que llega a su acabamiento y que, de acuerdo con su rasgo fundamental, sustenta la historia occidental, le da la forma europeo-moderna y la destina a la “dominación del mundo”. Lo que se expresa en el pensamiento de los pensadores puede imputarse historiográficamente a la esencia nacional del pensador, pero no puede hacerse pasar jamás por una peculiaridad nacional. El pensamiento de Descartes, la metafísica de Leibniz, la filosofía de Hume  , son, en cada caso, europeos, y por ello planetarios. Del mismo modo, la metafísica de Nietzsche no es jamás, en su núcleo, una filosofía específicamente alemana. Es europeo-planetaria. Heideggeriana: MetafisicaNietzsche

La ciencia de la fenomenología del espíritu es la teología de lo absoluto en relación con su parusía en el viernes santo dialéctico-especulativo. Allí muere lo absoluto. Dios ha muerto. Esto quiere decirlo todo menos que no hay ningún dios. Pero la “Ciencia de la Lógica” es la ciencia de eso absoluto que se hace presente junto a sí en el inicio en su saberse como concepto absoluto. Ella es la teología de la absolutez de lo absoluto antes de la creación. Una y otra teología son ontología, son mundanas. Piensan la mundanidad del mundo en la medida en que aquí mundo significa lo ENTE EN SU TOTALIDAD, un ente que presenta el rasgo fundamental de la subjetidad. Este mundo, así entendido, determina su ente, estando éste presente en la representación que representa a lo absoluto. Con todo, la ciencia del saber absoluto no es teología mundana del mundo por el hecho de que secularice la teología cristiana y eclesiástica, sino porque pertenece a la esencia, de la ontología. Ésta es más antigua que cualquier teología cristiana, la cual, a su vez, tiene que ser en primer lugar efectivamente real para que pueda emprenderse en ella algún tipo de proceso de secularización. La teología de lo absoluto es el saber de lo ente como ese ente que, entre los pensadores griegos, hace aparecer su esencia ontoteológica y la sigue sin perseguirla nunca hasta su fundamento. En el lenguaje de la ciencia absoluta se hace evidente que la teología cristiana es metafísica en lo que sabe y en cómo sabe lo sabido por ella. Heideggeriana: HegelExperiencia  

En la frase “Dios ha muerto”, la palabra Dios, pensada esencialmente, representa el mundo suprasensible de los ideales, que contienen la meta de esta vida existente por encima de la vida terrestre y, así, la determinan desde arriba y en cierto modo desde fuera. Pero si ahora la verdadera fe en Dios, determinada por la Iglesia, se va moviendo hacia adelante, si, sobre todo, la doctrina de la fe, la teología, en su papel como explicación normativa de lo ENTE EN SU TOTALIDAD, se ve limitada y apartada, no por eso se rompe la estructura fundamental por la que una meta situada en lo suprasensible domina la vida terrestre y sensible. Heideggeriana: NietzscheDeus  

El ámbito para la esencia el acontecimiento del nihilismo es la propia metafísica, siempre que supongamos que bajo este nombre no entendemos una doctrina o incluso una disciplina especial de la filosofía, sino la estructura fundamental de lo ENTE EN SU TOTALIDAD, en la medida en que éste se encuentra dividido entre un mundo sensible y un mundo suprasensible y en que el primero está soportado y determinado por el segundo. La metafísica es el espacio histórico en el que se convierte en destino el hecho de que el mundo suprasensible, las ideas, Dios, la ley moral la autoridad de la razón, el progreso, la felicidad de la mayoría la cultura y la civilización, pierdan su fuerza constructiva y se anulen. Llamamos a esta caída esencial de lo suprasensible su descomposición. La falta de fe en el sentido de la caída del dogma cristiano, no es por lo tanto nunca la esencia y el fundamento del nihilismo, sino siempre una consecuencia del mismo; efectivamente, podría ocurrir que el propio cristianismo fuese una consecuencia y variante del nihilismo. Heideggeriana: NietzscheDeus

De acuerdo con esta anotación, Nietzsche concibe el nihilismo como un proceso histórico. Interpreta tal suceso como la desvalorización de los valores hasta entonces supremos. Dios, el mundo suprasensible como mundo verdaderamente ente que todo lo determina, los ideales e ideas, las metas y principios que determinan y soportan todo lo ente y, sobre todo, la vida humana, todas estas cosas son las que se representan aquí como valores supremos. Según la opinión que todavía sigue siendo usual, por valores supremos se entiende lo verdadero, lo bueno y lo bello: lo verdadero, esto es, lo verdaderamente ente; lo bueno, esto es, lo que siempre importa en todas partes; lo bello, esto es, el orden y la unidad de lo ENTE EN SU TOTALIDAD. Pero los valores supremos ya se desvalorizan por el hecho de que va penetrando la idea de que el mundo ideal no puede llegar a realizarse nunca dentro del mundo real. El carácter vinculante de los valores supremos empieza a vacilar. Surge la pregunta: ¿para qué esos valores supremos si no son capaces de garantizar los caminos y medios para una realización efectiva de las metas planteadas en ellos? Ahora bien, si quisiéramos entender al pie de la letra la definición de Nietzsche según la cual la esencia del nihilismo es la pérdida de valor de los valores supremos, obtendríamos una concepción de la esencia del nihilismo que entretanto se ha vuelto usual, en gran medida gracias al apoyo del propio título nihilismo y que supone que la desvalorización de los valores supremos significa, evidentemente, la decadencia. Lo que ocurre es que, para Nietzsche, el nihilismo no es en absoluto únicamente una manifestación de decadencia, sino que como proceso fundamental de la historia occidental es, al mismo tiempo y sobre todo, la legalidad de esta historia. Por eso, en sus consideraciones sobre el nihilismo, a Nietzsche no le interesa tanto describir históricamente la marcha del proceso de desvalorización de los valores supremos, para acabar midiendo la decadencia de Occidente, como pensar el nihilismo en tanto que “lógica interna” de la historia occidental. Heideggeriana: NietzscheDeus

Como esencia de la voluntad, la esencia de la voluntad de poder es el rasgo fundamental de todo lo efectivamente real. Nietzsche dice (Volunta de Poder, afor. 693 del año 1888) que la voluntad de poder es “la esencia más íntima del ser”. “ El ser” significa en este caso, según el lenguaje de la metafísica, lo ENTE EN SU TOTALIDAD. La esencia de la voluntad de poder y la propia voluntad de poder en tanto que carácter fundamental de lo ente, no se dejan por ello constatar por medio de la observación psicológica, sino que, por el contrario, es la propia psicología la que recibe su esencia, esto es, la posibilidad de disponer y conocer su objeto, de manos de la voluntad de poder. Por lo tanto, Nietzsche no concibe la voluntad de poder psicológicamente, sino que, por el contrario determina nuevamente la psicología como “morfología y teoría del desarrollo de la voluntad de poder” (Más allá del bien y del mal, afor. 23). La morfología es la ontología del on, cuya morphe   transformada en perceptio debido al cambio del eidos, se manifiesta en el appetitus de la perceptio como voluntad de poder. El hecho de que la metafísica — que piensa desde siempre lo ente como hypokeimenon sub-jectum, en relación con su ser —, se convierta en esta psicología así determinada, demuestra, aunque sólo como manifestación colateral, la existencia de este acontecimiento esencial que consiste en la transformación de la entidad de lo ente La ousia (entidad) del subjectum se convierte en subjetidad de la autoconciencia, la cual hace aparecer a su esencia como voluntad de voluntad. La voluntad, en cuanto voluntad de poder, es la orden para adquirir más poder. A fin de que, en la superación de su propio poder, la voluntad pueda superar el grado alcanzado en cada caso, hay que alcanzar previamente ese grado, asegurarlo y conservarlo. El aseguramiento de cada grado de poder correspondiente es la condición necesaria para la superación del poder. Pero esta condición necesaria no es suficiente para que la voluntad pueda quererse a sí misma, esto es, para que ese querer ser más fuerte, para que ese aumento de poder, sea. La voluntad tiene que dirigir su mirada a un campo de visión y empezar por abrirlo para que de allí empiecen a mostrarse posibilidades que le indiquen el camino a un aumento de poder. La voluntad debe por tanto disponer una condición de ese querer ir más allá de sí misma. La voluntad de poder debe disponer a la vez las condiciones de conservación de poder y las de aumento de poder. Forma parte de la voluntad la disposición de esas condiciones que se pertenecen mutuamente. Heideggeriana: NietzscheDeus

En la medida en que la voluntad quiere la superación de su propio poder, no descansa por muy rica que sea su vida. Ejerce su poder en la exuberancia de su propia voluntad. De este modo, retorna constantemente hacia sí misma en cuanto lo mismo. La manera en que lo ENTE EN SU TOTALIDAD, cuya essentia es la voluntad de poder, existe, esto es, su existentia, es el “eterno retorno de lo mismo”. Ambas fórmulas fundamentales de la metafísica de Nietzsche, “voluntad de poder” y “eterno retorno de lo mismo”, determinan lo ente en su ser desde las dos perspectivas que guían desde la Antigüedad a la metafísica, desde el ens qua ens en el sentido de essentia y existentia. Heideggeriana: NietzscheDeus

Una explicación exacta de estos pensamientos sobrepasaría el marco de la meditación aquí emprendida. Será suficiente remitir al ámbito esencial del que forma parte la justicia pensada por Nietzsche. Para prepararnos a la comprensión de la justicia que Nietzsche tiene a la vista, tendremos que apartar de nuestra mente todas las representaciones sobre la justicia procedentes del ámbito de la moral cristiana, humanista, ilustrada, burguesa y socialista. Efectivamente, Nietzsche no entiende en absoluto la justicia primordialmente como una determinación del ámbito ético y jurídico. Antes bien, la piensa a partir del ser de lo ENTE EN SU TOTALIDAD, esto es, a partir de la voluntad de poder. Así, justo es lo que se adecua a derecho. Pero qué sea de derecho es algo que se determina a partir de eso que es en cuanto ente. Por eso dice Nietzsche (XIII, afor. 462 del año 1883: “Derecho = la voluntad de eternizar una relación de poder determinada. Estar satisfecho con esto es el presupuesto. Todo lo que es digno de veneración se ve empujado a lograr que el derecho aparezca como lo eterno”. Heideggeriana: NietzscheDeus

La metafísica es una época de la historia del ser mismo. Pero en su esencia la metafísica es nihilismo. La esencia del nihilismo pertenece a la historia, forma bajo la que se presenta el ser mismo. Si es que la nada, como de costumbre, señala en dirección al ser, entonces la determinación histórica del ser del nihilismo debería haber señalado por lo menos el ámbito dentro del que se torna experimentable la esencia del nihilismo con el fin de convertirse en algo pensado que atañe a nuestra memoria. Estamos acostumbrados a escuchar una resonancia desagradable en la palabra nihilismo. Pero si meditamos la esencia histórica del ser del nihilismo, entonces a esa simple resonancia se añade algo disonante. La palabra nihilismo dice que en aquello que nombra, el nihil (la nada) es esencial. Nihilismo significa: desde cualquier perspectiva todo es nada. Todo, lo que quiere decir: lo ENTE EN SU TOTALIDAD. Pero lo ente está presente en cada una de sus perspectivas cuando es experimentado en cuanto ente. Entonces, nihilismo significa que lo ente como tal en su totalidad es nada. Pero lo ente es lo que es y tal como es, a partir del ser. Suponiendo que todo “es” reside en el ser, la esencia del nihilismo consiste en que no pasa nada con el propio ser. El propio ser es el ser en su verdad, verdad que pertenece al ser. Heideggeriana: NietzscheDeus

Lo que Rilke   llama naturaleza no está delimitado frente a la historia. Sobre todo, no está entendido como ámbito objetivo de las ciencias de la naturaleza. La naturaleza tampoco está opuesta al arte. Es el fundamento para la historia, el arte y la naturaleza en sentido restringido. En el término naturaleza, aquí usado, todavía flota la resonancia de la temprana palabra physis, que también es equiparada a la zoe, lo que traducimos por vida. Pero la esencia de la vida, pensada tempranamente, no está representada biológicamente, sino como physis, como lo que surge. En el poema, verso 9, la “naturaleza” también es llamada “vida”. La naturaleza, la vida, nombran aquí al ser en el sentido de lo ENTE EN SU TOTALIDAD. En una anotación del año 1885-86 (Voluntad de Poder, afor. 582), Nietzsche escribe así: “El ser: no tenemos de él otra representación fuera de ‘vivir. Entonces cómo algo muerto puede ‘ser’?” Heideggeriana: ParaQuePoetas  

La gravedad aquí citada es, a diferencia de la gravitación física de la que solemos oír hablar, el centro de lo ENTE EN SU TOTALIDAD. Por eso, Rilke la llama “el inaudito centro” (Sonetos, segunda parte, XXVIII). Es el fundamento en cuanto “medio”, que — mediando — mantiene las cosas unidas y agrupa todo en el juego del riesgo. El centro o medio inaudito es “el eterno contrincante” en el juego universal del ser. El mismo poema, en el que el ser aparece como riesgo, nombra (en los versos 11 y 12) la relación mediadora como “gravedad de las puras fuerzas”. La gravedad pura, el centro inaudito de todo riesgo, el eterno contrincante en el juego del ser, es el riesgo. Heideggeriana: ParaQuePoetas

Todo arriesgado, en cuanto éste o aquel ente, se encuentra introducido en la totalidad de lo ente y reposa en el fundamento de la totalidad. Eso que en cada caso es ente de ésta o de la otra manera, es en cada caso según la fuerza atrayente por la que se mantiene en la atracción de la completa percepción. El tipo de atracción de la percepción es el modo de relación con el centro en cuanto pura gravedad. Por eso, la naturaleza llega a su presentación cuando se dice cómo lo arriesgado es percibido en cada caso en la atracción hacia el centro. Según esto, es en cada caso en el medio de lo ENTE EN SU TOTALIDAD. Heideggeriana: ParaQuePoetas

A lo que Rilke se refiere con esa palabra no es a algo que se determine en absoluto por medio de la apertura en el sentido del desocultamiento de lo ente, que permite que lo ente se haga presente como tal. Si intentáramos interpretar eso abierto a lo que alude Rilke en el sentido del desocultamiento y de lo que se desoculta, habría que decir que lo que Rilke experimenta como abierto es precisamente lo cerrado, lo no iluminado, lo que sigue su camino hacia lo ilimitado de tal modo que no puede toparse ni con algo inusual ni con nada en absoluto. En donde hay algo que sale al encuentro surge un límite. Donde hay limitación lo limitado es reconducido y empujado hacia sí mismo y por tanto retraído hacia sí mismo. La limitación desvía, cierra la relación con lo abierto y convierte esa misma relación en una relación desviada. La limitación dentro de lo ilimitado nace en la representación humana. Lo que se encuentra enfrente no le permite al hombre ser inmediatamente en lo abierto. En cierto modo, excluye al hombre del mundo y lo sitúa ante el mundo, siendo aquí “el mundo” lo ENTE EN SU TOTALIDAD. Por el contrario, lo mundano es lo abierto mismo, la totalidad de lo no objetivo. Pero el término “ o abierto”, como la palabra “riesgo”, es ambiguo en cuanto término metafísico. Significa tanto la totalidad de las percepciones ilimitadas de la pura percepción, como la apertura en el sentido de la falta de límites reinante en todas partes. Heideggeriana: ParaQuePoetas

Que el hombre marche con el riesgo más aún que la planta u el animal, podría significar en primera instancia que el hombre se encuentra inscrito dentro de lo abierto con menos barreras todavía que esos seres. El “más” hasta debería significar eso, si no fuera porque el “con” está destacado gráficamente mediante la cursiva. Esa forma de destacar el “con” no significa una mayor intensidad en esa manera citada de ir libremente con el riesgo, sino simplemente que, para el hombre, marchar con el riesgo es algo expresamente representado y propuesto en su propósito. El riesgo y lo que arriesga, la naturaleza, lo ENTE EN SU TOTALIDAD, el mundo, están para el hombre situados fuera, fuera de esa sorda oscuridad de la percepción ilimitada. Pero ¿dónde se sitúa lo así situado y por medio de qué? La naturaleza es puesta ante el hombre por medio del poner delante o re-presentar del ser humano. El hombre sitúa ante sí el mundo como lo objetivo en su totalidad y se sitúa ante el mundo. El hombre dispone el mundo en relación hacia sí mismo y trae aquí la naturaleza, la produce, para sí mismo. Este traer aquí, este producir , debemos pensarlo en toda su amplia y múltiple esencia. El hombre encarga la naturaleza allí donde ella no basta a su representar. El hombre produce cosas nuevas allí donde le faltan. El hombre desplaza las cosas de allí donde le molestan. El hombre oculta las cosas allí donde le distraen de sus propósitos. El hombre expone las cosas allí donde las evalúa para su compra y utilización. El hombre expone allí donde exhibe sus propios resultados y ensalza y hace propaganda de su propia empresa. En esta múltiple producción el mundo es detenido y llevado a su estar. Lo abierto se convierte en objeto y de este modo es desviado hacia el hombre. Frente al mundo como objeto, el hombre se exhibe a sí mismo y se establece como aquel que impone todas estas producciones deliberada o intencionalmente. Heideggeriana: ParaQuePoetas

Según esto, también el humano querer puede ser sólo al modo de la autoimposición, si previamente obliga a que entre todo en su reino sin pasarlo por alto. Para este querer todo se convierte de antemano, y por lo tanto de manera irrefrenable, en material de la producción que se autoimpone. La tierra y su atmósfera se convierten en materias primas. El hombre se convierte en material humano uncido a las metas propuestas. La instauración incondicionada de la autoimposición por la que el mundo es producido intencional o deliberadamente en virtud de un mandato humano, es un proceso que nace de la esencia oculta de la técnica. Es sólo a partir de la época moderna cuando comienza a desplegarse esa esencia como destino de la verdad de lo ENTE EN SU TOTALIDAD, mientras que hasta ese momento sus manifestaciones e intentos dispersos habían quedado presos en el extenso ámbito de la cultura y la civilización. Heideggeriana: ParaQuePoetas

¿Cuál o qué es el más amplio círculo? Rilke piensa presumiblemente en lo abierto y concretamente según un determinado punto de vista. El más amplio círculo rodea todo lo que es. El círculo engloba o abraza a todo lo ente, de tal modo que en esta unificación es el ser de lo ente. Pero ¿qué significa “ente”, “lo que es”? Cierto que el poeta nombra lo ENTE EN SU TOTALIDAD con las palabras “naturaleza”, “vida”, “lo abierto”, “la completa percepción”. Es más, siguiendo la costumbre del lenguaje metafísico hasta nombra esa totalidad redonda de lo ente con el término “el ser”. Pero nunca llegamos a saber qué esencia tiene ese ser. Aunque ¿no se dice ya algo cuando Rilke llama al ser el riesgo que todo lo arriesga? No cabe duda. Por lo tanto, también intentamos volver a pensar lo así nombrado en la esencia moderna del ser de lo ente dentro de la voluntad de voluntad. Sólo que ahora el discurso sobre el más amplio círculo no nos dice nada preciso si intentamos pensar lo así nombrado como lo ENTE EN SU TOTALIDAD y el círculo unificador como el ser de lo ente. Heideggeriana: ParaQuePoetas

En nuestra calidad de seres pensantes no podemos dejar de pensar que inicialmente el ser de lo ente ya ha sido pensado desde la perspectiva del círculo. Pero pensamos este carácter esférico del ser de modo demasiado ligero y superficial si antes no hemos preguntado y experimentado cómo se presenta inicialmente el ser de lo ente. El eon, lo ente, de los eonta, de lo ENTE EN SU TOTALIDAD, se llama el §n, el uno unificador. Pero ¿en qué consiste esta unificación circular como rasgo fundamental del ser? ¿Qué significa ser? eon, lo que es, significa, estar presente, concretamente en el desocultamiento. Pero en la presencia se oculta una manera de aportar desocultamiento que permite que venga a la presencia aquello que se presenta. Lo único que verdaderamente está presente es la propia presencia, que en todas partes es como lo mismo en su propio centro y, en cuanto tal, es la esfera. Lo esférico no reside en una especie de rodeo que abarca, sino en el centro desocultador que resguarda, iluminando, a lo presente. Lo esférico de la unificación y ésta misma tienen el carácter de ese iluminar desocultador dentro del cual lo presente puede llegar a la presencia. Por eso, Parménides (frag. VIII, 42) llama al eon la presencia de lo que se presenta. Esa esfera bien redondeada debe ser pensada en cuanto ser de lo ente, en el sentido de la unificación desocultadora e iluminadora. Eso que siempre unifica a su modo nos da pie para que le demos el nombre de esfera iluminadora, la cual, en cuanto desocultadora, no rodea precisamente, sino que iluminando ella misma, libera en la presencia. Nunca nos debemos representar esta esfera del ser y su carácter esférico como un objeto. ¿Acaso entonces de manera no objetiva? No; eso sería buscar refugio en un simple modo de hablar. Hay que pensar lo esférico a partir de la esencia inicial del ser en el sentido de la presencia desocultadora. Heideggeriana: ParaQuePoetas

¿Se refiere la expresión de Rilke acerca del más amplio círculo a ese carácter esférico del ser? No sólo no hay nada que nos permita pensar esto, sino que la caracterización del ser de lo ente como riesgo (voluntad) habla completamente en contra de dicha acepción. Sin embargo, Rilke mismo habla en una ocasión de la “esfera del ser” en un contexto que atañe directamente a la interpretación del discurso sobre el más amplio círculo. En una carta del día de Reyes de 1923 (vid. Inselalmanach, 1938, p. 109) Rilke escribe así: “como la luna, seguramente la vida también tiene una cara siempre oculta que no es su contrario, sino lo que le falta para la perfección, la completitud, para la verdadera, salva y completa esfera del ser”. Por mucho que no debamos forzar una imagen corporal a partir del cuerpo celeste que se representa aquí objetivamente, no deja de estar claro que en este caso Rilke no piensa lo esférico desde la perspectiva del ser en el sentido de la presencia iluminadora y unificadora, sino desde la perspectiva de lo ente en el sentido del número completo de todas sus caras. La esfera del ser aquí citada, esto es, de lo ENTE EN SU TOTALIDAD, es lo abierto en cuanto lo cerrado de las puras fuerzas que, carentes de límites, fluyen y actúan las unas sobre las otras. El más amplio círculo es la completitud de toda la percepción de la atracción. A este más amplio círculo corresponde en cuanto centro más poderoso “el inaudito centro” de la gravedad pura. Heideggeriana: ParaQuePoetas

Cuando en la relación representadora y productora con lo ente también nos comportamos como decidores, ese decir no es lo querido. La enunciación sigue siendo camino y medio. Frente a ella, existe un decir que se introduce expresamente en el dicho, aunque sin reflexionar sobre el lenguaje, lo que lo convertiría también en objeto. Introducirse en el dicho es lo que caracteriza un decir que va tras los pasos de algo que hay que decir con la única pretensión de decirlo. Entonces, eso que hay que decir podría ser lo que según su naturaleza pertenece al ámbito del lenguaje. Pensado metafísicamente eso es lo ENTE EN SU TOTALIDAD. Su totalidad es lo intacto de la pura percepción, lo salvo de lo abierto, en la medida en que incluye en su espacio al hombre. Esto ocurre en el espacio interno del mundo, el cual toca al hombre cuando se vuelve hacia el espacio del corazón en la interiorización rememorarte inversora. Los más arriesgados convierten la desprotección no salvadora en lo salvo de la existencia mundanal. Ésta, es lo que hay que decir. En el decir se vuelve a los hombres. Los más arriesgados son los más decidores, al modo de los rapsodas. Su canto escapa a toda autoimposición intencional. No es ningún querer en el sentido de un deseo. Su canto no pretende ni trata de alcanzar algo que haya que producir, En el canto, se introduce el propio espacio interno del mundo. El canto de estos rapsodas no pretende nada ni es un oficio. Heideggeriana: ParaQuePoetas

Los predicados que el pensar de la Metafísica atribuye desde antiguo al ser, según su última y suprema y por ello acabada figura, Schelling los encuentra en el querer. Sin embargo, la voluntad de este querer no está aquí pensada como capacidad del alma humana. La palabra “querer” es aquí el nombre del ser del ENTE EN SU TOTALIDAD. Éste es voluntad. Esto nos suena extraño y además lo será mientras sigan siéndonos extraños los pensamientos fundamentales de la Metafísica occidental. Seguirán siéndolo mientras no pensemos estos pensamientos sino que lo único que hagamos sea hablar de ellos. Se puede, por ejemplo, dar cuenta de un modo históricamente exacto, de los enunciados de Leibniz sobre el ser del ente sin que pensemos lo más mínimo de lo que él pensó cuando, a partir de la monada, determinaba el ser del ente como unidad de perceptio y appetitus, como unidad de representar y aspirar, es decir, como voluntad. Lo que piensa Leibniz llega, a través de Kant y Fichte  , al habla como voluntad racional, una voluntad sobre la que Hegel y Schelling, cada uno a su manera, reflexionan. Lo mismo quiere decir Schopenhauer cuando da a su obra fundamental el título “El mundo (no el hombre) como voluntad y representación”. Lo mismo piensa Nietzsche cuando reconoce al ser originario del ente como voluntad de poder. Heideggeriana: NietzscheZaratustra  

La Filosofía es Metafísica. Ésta piensa el ENTE EN SU TOTALIDAD — mundo, hombre, Dios — con respecto al Ser, a la comunidad del ente en el Ser. La Filosofía piensa el ente como ente, en la forma del representar que fundamenta, porque desde y con el comienzo de la Filosofía, el Ser del ente se ha mostrado como fundamento (arche, aition  , principio). El fundamento es aquello por lo cual el ente, como tal, en su devenir, transcurrir y permanecer, es lo que es y cómo lo es, en cuanto cognoscible, tratable y laborable. Como fundamento, el Ser trae al ente a su estar presente: el fundamento se muestra como presencia. Su presencia consiste en llevar a presencia lo que, a su modo, está ya presente. Heideggeriana: TarefaPensar

Es necesario comenzar por retornar a la historia del ser. Las diferentes épocas de la historia del ser — las diferentes y sucesivas suspensiones del ser en su envío destinal — son las épocas de los diversos modos según los que se destina la presencia al hombre occidental. Si tomamos una de estas destinaciones, tal como ella se envía al hombre de los siglos XIX y XX, ¿en qué consiste? El modo de esta destinación es la objetividad (como ser-objeto del objeto). Ahora bien, mientras más se despliega la técnica moderna, más se transforma la objetividad, Gegenständlichkeit  , en Beständlichkeit (mantenerse a disposición). Hoy ya no hay más objetos, Gegenstände (el ente en cuanto se mantiene enhiesto frente a un sujeto que lo tiene en vista) — no hay más que Bestände (el ente que se mantiene listo para ser consumido); en francés quizás se podría decir: no hay más substancias sino únicamente subsistencias, en el sentido de “reservas”. De donde las políticas de energía y de regimentación del territorio, que efectivamente no tienen ya relación con los objetos sino que, en el marco de una planificación general, ponen sistemáticamente en orden el espacio en vista de una explotación futura. Todo (el ENTE EN SU TOTALIDAD) toma lugar de golpe en el horizonte de la utilidad, del ordenamiento (commandement), o, mejor aún, del comandamiento (commanditement) de eso de lo que es necesario apoderarse. El bosque deja de ser un objeto (lo que era para el hombre científico de los siglos XVIII-XIX) y se convierte, para el hombre revelado finalmente como técnico, es decir el hombre que a priori   se dirige al ente en el horizonte de la utilización, en “espacio verde”. Nada más puede aparecer en la neutralidad objetiva de un cara a cara. Sólo hay Bestände, stocks, reservas, fondos. Heideggeriana: SeminarioThor1969