Ciertamente, la metafísica representa a lo ente en su ser y, por ende, también piensa el ser de lo ente. Pero no piensa el ser como tal, no piensa la diferencia entre ambos (vid. Vom Wesen des Grundes, 1929, p. 8; también Kant und das Problem der Metaphysik, 1929, p. 225, y Sein und Zeit, p. 230). La metafísica no pregunta por la verdad del ser mismo. Por tanto, tampoco pregunta nunca de qué modo la esencia del hombre pertenece a la verdad del ser. Pero no se trata sólo de que la metafísica no haya planteado nunca hasta ahora esa pregunta, sino de que dicha pregunta es inaccesible para la metafísica en cuanto metafísica. El ser todavía está aguardando el momento en que él mismo llegue a ser digno de ser pensado por el hombre. Desde la perspectiva de una determinación esencial del hombre, da igual cómo definamos la ratio del animal y la razón del ser vivo, bien sea como “facultad de los principios”, como “facultad de las categorías” o de cualquier otro modo, pues, en cualquier caso, siempre y en cada ocasión, nos encontraremos con que la esencia de la razón se funda en el hecho de que para toda aprehensión de lo ente en su ser, el ser mismo se halla ya siempre aclarado como aquello que acontece en su verdad. Del mismo modo, con el término “animal”, zoon, ya se plantea una interpretación de la “vida” que necesariamente reposa sobre una interpretación de lo ente como zoe y physis dentro de la que aparece lo vivo. Pero, aparte de esto, lo que finalmente nos queda por preguntar por encima de todo es si acaso la esencia del hombre reside de una manera inicial que decide todo por anticipado en la dimensión de la animalitas. ¿De verdad estamos en el buen camino para llegar a la esencia del hombre cuando y mientras lo definimos como un ser vivo entre otros, diferente de las plantas, los animales y dios? Sin duda, se puede proceder así, se puede disponer de ese modo al hombre dentro de lo ente entendiéndolo como un ente en medio de los otros. De esta suerte, siempre se podrán afirmar cosas correctas sobre el ser humano. Pero también debe quedarnos muy claro que, procediendo así, el hombre queda definitivamente relegado al ámbito esencial de la animalitas, aun cuando no lo pongamos al mismo nivel que el animal, sino que le concedamos una diferencia específica. Porque, en principio, siempre se piensa en el homo animalis, por mucho que se ponga al animal a modo de animus sive mens y en consecuencia como sujeto, como persona, como espíritu. Esta manera de poner es, sin duda, la propia de la metafísica. Pero, con ello, la esencia del hombre recibe una consideración bien menguada, y no es pensada en su origen, un origen esencial que sigue siendo siempre el futuro esencial para la humanidad histórica. La metafísica piensa al hombre a partir de la animalitas y no lo piensa en función de su humanitas. Heideggeriana: CartaH
La metafísica es, en cuanto metafísica, el nihilismo propio. La esencia del nihilismo es históricamente como metafísica, la metafísica de Platón no es menos nihilista que la metafísica de Nietzsche. Sólo que en aquélla la esencia del nihilismo permanece oculta, mientras que en ésta aparece por completo. De todos modos, desde la metafísica y dentro de ella, no se da a conocer nunca. Heideggeriana: NiilismoSer
Pensada desde la esencia del nihilismo, la superación de Nietzsche no es más que el acabamiento del nihilismo. En él se nos manifiesta de manera más clara que en cualquier otra posición fundamental de la metafísica la esencia plena del nihilismo. Lo propio (das Eigene) de ella es el permanecer fuera del ser mismo. Pero en la medida en que en la metafísica acontece este permanecer fuera, esto que es lo propio (Eigentliche) no es admitido como lo propio del nihilismo. Por el contrario, precisamente en el pensar de la metafísica se deja fuera (auslassen) el permanecer fuera en cuanto tal, de manera tal que la metafísica deja fuera también ese dejar fuera como acción propia suya. Por medio del dejar fuera, el permanecer fuera es entregado, de manera encubierta, a sí mismo. Lo propio del nihilismo, precisamente en cuanto acontece, no es lo propio. ¿En qué sentido? En cuanto metafísica el nihilismo acontece en la impropiedad de sí mismo. Pero esta impropiedad no es una falta de propiedad, sino su acabamiento, en la medida en que es el permanecer fuera del ser mismo y a éste le interesa que el quedar fuera siga siendo por completo lo que es. Lo propio del nihilismo es históricamente en la figura de lo impropio que lleva a cabo un dejar fuera del permanecer fuera, dejando fuera también a este dejar fuera y no dejándose ni pudiéndose involucrar, por pura afirmación del ente en cuanto tal, en nada que pudiera concernir al ser mismo. La plena esencia del nihilismo es la unidad originaria de lo que le es propio y lo que le es impropio. (Hablar de propio e impropio no es casual, sino que es pensado, a sabiendas y sin decirlo, desde el acaecer apropiarte (Ereignen), el apropiar (Eignen) y lo peculiarmente propio (Eigentümliches).) Heideggeriana: NiilismoSer
No hay razón para sorprenderse por el hecho de que las dos opiniones sobre la providencia, contrarias si se las ve desde ellas mismas, dominen al mismo tiempo, una junto a la otra, pues ambas provienen de la misma raíz de la metafísica de la subjetividad. En cuanto metafísica ésta deja de antemano impensado al ser mismo en su verdad. Pero en cuanto metafísica de la subjetividad convierte al ser, en el sentido del ente en cuanto tal, en la objetividad del representar y del pro-poner (Vor-setzen). La propuesta del ser como valor puesto por la voluntad de poder sólo es el último paso de la metafísica moderna, en la que el ser aparece como voluntad. Heideggeriana: NiilismoSer
Ahora bien, la filosofía, en cuanto metafísica, trata de las “categorías” en un sentido destacado. Se habla así de una “doctrina de las categorías” y de una “tabla de las categorías”; Kant, por ejemplo, en su obra capital, la Crítica de la razón pura, enseña que la tabla de las categorías puede extraerse y deducirse de la tabla de los juicios. ¿Qué quiere decir aquí, en el lenguaje de la filosofía, “categoría”? ¿Cómo se relaciona el título filosófico “categoría” con la palabra prefilosófica kategoria? Aristóteles, que también emplea la palabra kategoria en el significado usual de interpelar una cosa respecto de su aspecto, eleva el nombre prefilosófico kategoria por primera vez y de un modo determinante para los dos milenios siguientes al rango de un nombre filosófico que nombra aquello que la filosofía de acuerdo con su esencia, tiene que considerar en su pensar. Esta elevación de rango de la palabra kategoria se lleva a cabo en un sentido auténticamente filosófico. En efecto, no se le atribuye a esta palabra un significado remoto cualquiera, fraguado de una manera presuntamente arbitraria y, como suele decirse, “abstracto”. El espíritu lingüístico y de contenido de la palabra misma se convierte en indicación de un posible significado, en ocasiones necesariamente diferente y al mismo tiempo más esencial. Cuando interpelamos “este algo aquí” (esta “puerta”) como puerta, en tal interpelación como puerta se halla ya otra interpelación. ¿Cuál? Ya la hemos nombrado al decir que “este algo aquí” es interpelado como puerta. Para que podamos interpelar lo así llamado como “puerta” y no como ventana, lo mentado tiene que haberse mostrado ya como “este algo aquí”, como esto que se hace presente desde sí de tal y cual manera. Previamente a y en la medida en que interpelamos lo mentado como “puerta”, ya se ha reivindicado tácitamente que es un “este algo aquí”, que es una cosa. No podríamos interpelar como puerta a lo así llamado si previamente no dejáramos que nos salga al encuentro como algo así como una cosa que está consistentemente por sí. La interpelación (kategoria) de que es una cosa se halla a la base de la interpelación “puerta”; “cosa” es una categoría más básica y originaria que puerta; es una “categoría”, una interpelación que dice con qué carácter de ser se muestra el ente nombrado: que es un ente por sí; como dice Aristóteles: un algo que es desde sí mismo por sí, tode ti. Heideggeriana: NiilismoEuropeu
Metafísica es la verdad sobre el ente en cuanto tal en su totalidad. Las posiciones fundamentales de la metafísica tienen por lo tanto su fundamento en la respectiva esencia de la verdad y en la respectiva interpretación esencial del ser del ente. La metafísica moderna, en cuyo cauce se encuentra, o por lo menos parece encontrarse inevitablemente nuestro pensamiento, en cuanto metafísica de la subjetividad, convierte en obviedad la opinión de que la esencia de la verdad y la interpretación del ser estarían determinadas por el hombre como sujeto en sentido propio. Sin embargo, pensado de modo más esencial, se muestra que la subjetividad se determina desde la esencia de la verdad como “certeza” y desde el ser como representatividad. Hemos visto cómo el re-presentar se despliega en su plena esencia y cómo sólo en su interior – como aquello que subyace – el hombre, en primer lugar como “yo”, se transforma en sujeto en sentido estrecho. Que el hombre se vuelva así el ejecutor y administrador, e incluso el poseedor y portador de la subjetividad no demuestra de ninguna manera que sea el fundamento esencial de la subjetividad. Heideggeriana: NiilismoEuropeu
Imbricado de la manera más estrecha con este problema de la diferencia ontológica y con los otros mencionados está aquél hacia el cual tendemos ya ahora constantemente, sólo que, por decir así, desde la dirección contraria: la conexión interna de ser y verdad, el carácter de verdad del ser. A la lógica en cuanto metafísica pertenece la pregunta por la conexión originaria de verdad y ser, el problema del carácter veritativo del ser. Heideggeriana: TranscendenciaST
Pero este dar muerte que afecta a la raíz misma ¿no es solamente la naturaleza de la metafísica de la voluntad de poder? ¿Es sólo la interpretación del ser como valor la que no permite que el propio ser sea el ser que es? Si así fuera, la metafísica de las épocas anteriores a Nietzsche tendría que haber experimentado y pensado al propio ser en su verdad o, por lo menos, hubiera debido preguntarse por él. Pero no encontramos en ningún lugar semejante experiencia del ser mismo. En ningún lugar nos sale al encuentro un pensar que piense la verdad del ser mismo y, por tanto, la propia verdad en cuanto ser. Incluso allí, donde el pensamiento preplatónico prepara el despliegue de la metafísica por medio de Platón y Aristóteles, en su calidad de inicio del pensamiento occidental, incluso allí, tampoco es pensado el ser. El estin (eon) gar einai nombra ciertamente al propio ser. Pero no piensa precisamente la presencia como presencia a partir de su verdad. La historia del ser comienza, y además necesariamente, con el olvido del ser. Así pues, no es culpa de la metafísica en cuanto voluntad de poder el que el ser mismo permanezca impensado en su verdad. Entonces, esta extraña carencia sólo depende de la metafísica en cuanto metafísica. Pero ¿qué es metafísica? ¿Conocemos acaso su esencia? ¿Puede ella misma saber dicha esencia? Si la comprende, lo hace metafísicamente. Pero el concepto metafísico de la metafísica permanece siempre retrasado respecto a su esencia. Esto también es válido para toda lógica, suponiendo que todavía sea capaz de pensar qué es el logos. Toda metafísica de la metafísica y toda lógica de la filosofía, que de alguna manera intentan trepar por encima de la metafísica, caen del modo más seguro por debajo de ella sin experimentar siquiera dónde caen ellas mismas. Heideggeriana: NietzscheDeus
¿En qué lenguaje habla el plano del pensar que delinea un cruce de la línea? ¿Debe ser salvado más allá de la línea crítica el lenguaje de la metafísica de la voluntad de poder, de la forma y de los valores? ¿Y cómo, si precisamente el lenguaje de la metafísica y la metafísica misma, ya sea la del dios vivo o muerto, en cuanto metafísica constituyeron aquella barrera que impide un cruce de la línea, es decir, la superación del nihilismo? Si así fuera, ¿no tendría entonces que derivar necesariamente el cruce de la línea en una transformación del decir y exigir una relación cambiada para con la esencia del lenguaje? ¿Y no es su propia relación para con el lenguaje de una especie tal que le exige a usted también otra caracterización del lenguaje conceptual de las ciencias? Si uno se representa a menudo ese lenguaje como nominalismo, es que se sigue todavía enredado en la concepción lógico-gramatical de la esencia del lenguaje. Heideggeriana: PreguntaSer
Conforme a este origen le queda prohibido a la metafísica el experimentar en cuanto metafísica nunca su esencia; pues para el sobrepasar y dentro de él se muestra al representar metafísico el Ser del ente. Apareciendo de semejante manera reivindica propiamente al representar metafísico. No es extraño que éste rechace el pensamiento de que se mueve en el olvido del Ser. (423) Heideggeriana: PreguntaSer