Heidegger, fenomenologia, hermenêutica, existência

Dasein descerra sua estrutura fundamental, ser-em-o-mundo, como uma clareira do AÍ, EM QUE coisas e outros comparecem, COM QUE são compreendidos, DE QUE são constituidos.

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destinar

quarta-feira 13 de dezembro de 2023

Sólo en cuanto el hombre pertenece al ser ex-sistiendo en la verdad del ser, puede llegar del ser mismo la prescripción de esas normas que tienen que convertirse en ley y regla para el hombre. Prescribir se dice en griego nemein. El nomos   no es sólo ley, sino de modo más originario la prescripción escondida en el destino del ser. Sólo ella consigue DESTINAR y conjugar al hombre en el ser. Sólo semejante conjunción es capaz de sustentar y vincular. De otro modo, ninguna ley pasa de ser un mero constructo de la razón humana. Más esencial que todo establecimiento de reglas es que el hombre encuentre su estancia en la verdad del ser. Esa estancia es la única que procura la experiencia de lo estable. Y el apoyo para toda conducta lo regala la verdad del ser. En nuestro idioma "apoyo" significa "protección". El ser es la protección que resguarda de tal manera a los hombres en su esencia ex-sistente en lo relativo a su verdad que la ex-sistencia los alberga y les da casa en el lenguaje. Por eso, el lenguaje es a un tiempo la casa del ser y la morada de la esencia del hombre. Sólo porque el lenguaje es la morada de la esencia del hombre pueden los hombres o cualquier humanidad histórica no estar en casa en su lenguaje, de tal modo que el lenguaje se convierte para ellos en la recámara de sus manipulaciones. 501 Heideggeriana  : CartaH

Ni es el mérito de mi preguntar ni el edicto de mi pensar el que este pertenecer y aportar repose en el aconteciente a.propiar y se llame Ereignis   (cf. Identidad y Diferencia, p. 30 ss.). Que aquello que, muy sin pensar, nombramos "verdad", para los griegos se llame ‘a-letheia, y por cierto, tanto en la lengua poética y en la no-filosófica como en la filosófica, no es invención ni arbitrio de ellos. Es la más alta dote de su lengua, en la cual lo presenciante como tal alcanzó el desocultamiento y - el ocultamiento. Quien no tenga sentido para avistar el dar de un tal don, para el DESTINAR de algo así destinado, no comprenderá jamás el discurso del destino del ser, tan escasamente como el ciego de nacimiento podrá jamás experimentar qué son luz y color. 581 Heideggeriana  : CartaPrologo  

Pero si la diferenciación entre materia y forma nos lleva a este punto, ¿cómo podremos aislar con su ayuda el ámbito específico de las meras cosas a diferencia del resto de los entes? Tal vez esta caracterización según la materia y la forma vuelva a recuperar su poder de determinación si damos marcha atrás y evitamos la excesiva extensión y consiguiente pérdida de significado de estos conceptos. Es cierto, pero esto supone saber de antemano cuál es la región de lo ente en la que tienen verdadera fuerza de determinación. Que dicha región sea la de las meras cosas no deja de ser por ahora más que una suposición. La alusión al empleo excesivamente generoso de este entramado conceptual en el campo de la estética, podría llevarnos a pensar que materia y forma son determinaciones que tienen su origen en la esencia de la obra de arte y sólo a partir de allí han sido transferidas nuevamente a la cosa. ¿Dónde tiene el entramado materia-forma su origen, en el carácter de cosa de la cosa o en el carácter de obra de la obra de arte? El bloque de granito que reposa en sí mismo es algo material bajo una forma determinada aunque tosca. Forma significa aquí la distribución y el ordenamiento de las partículas materiales en los lugares del espacio, de lo que resulta un perfil determinado: el del bloque. Pero también el cántaro, el hacha y los zapatos son una materia comprendida dentro de una forma. En este caso, la forma en tanto que perfil no es ni siquiera la consecuencia de una distribución de la materia. Por el contrario, la forma determina el ordenamiento de la materia. Y no sólo esto, sino también hasta el género y la elección de la misma: impermeable para el cántaro, suficientemente dura para el hacha, firme pero flexible para los zapatos. Además, esta combinación de forma y materia ya viene dispuesta de antemano dependiendo del uso al que se vayan a DESTINAR el cántaro, el hacha o los zapatos. Dicha utilidad nunca se le atribuye ni impone con posterioridad a entes del tipo del cántaro, el hacha y los zapatos. Pero tampoco es alguna suerte de finalidad colgada en algún lugar por encima de ellos. 4980 Heideggeriana: OOA1935  

En tanto lo que esencia de la técnica, la estructura de emplazamiento es lo que dura. ¿Prevalece ésta incluso en el sentido de lo que otorga? La pregunta misma parece ser un error evidente. Porque la estructura de emplazamiento, según todo lo dicho, es un sino que coliga en el hacer salir lo oculto que provoca. Provocar es todo menos otorgar. Así parece que parece mientras no nos fijemos en que también el provocar a la solicitación de lo real y efectivo como existencias no deja de ser un DESTINAR que lleva al hombre a un camino del salir de lo oculto. Como tal sino, lo esenciante de la técnica, hace entrar al hombre en algo tal que éste, por sí mismo, no puede ni inventar ni hacer; porque algo así como un hombre que únicamente desde sí mismo es sólo hombre, no existe. Heideggeriana: QCT  

Ahora bien, si este sino, la estructura de emplazamiento, es el peligro extremo, no sólo para el ser humano sino también para todo hacer salir lo oculto como tal, ¿se puede seguir llamando aún a este DESTINAR un otorgar? Ciertamente, y más aún cuando en este sino tenga que crecer lo que salva. Todo sino un hacer salir de lo oculto acaece de un modo propio desde el otorgar y como tal otorgar. Porque sólo éste aporta al hombre aquella participación en el salir lo oculto a la luz que es la que necesita (y usa) el acaecimiento propio del desocultamiento. En tanto que necesitado (y usado) de este modo, el hombre está asignado como propio al acaecimiento propio de la verdad. Lo otorgante, lo que destina de este o de aquel modo al hacer salir lo oculto es, como tal, lo que salva. Porque este que salva hace que el hombre mire e ingrese en la suprema dignidad de su esencia. Ella reside en esto: cobijar sobre esta tierra el estado de desocultamiento - y con él, antes que nada, el estado de ocultamiento - de toda esencia. Precisamente en la estructura de emplazamiento que amenaza con arrastrar al hombre al solicitar como presunto modo único del hacer salir lo oculto y que de esta manera empuja al hombre al peligro de abandonar su esencia libre, precisamente en este extremo peligro viene a comparecer la más íntima, indestructible pertenencia del hombre a lo que otorga, siempre que nosotros, por nuestra parte, empecemos a atender a la esencia de la técnica. Heideggeriana: QCT  

A un dar que se limita a dar su don, su dádiva, y que, sin embargo, se reserva a sí mismo y se retira, a un tal dar lo llamamos el DESTINAR. Conforme al sentido que así hay que pensar de dar, es el ser, que se da, lo destinado. De esta manera destinada queda cada una de sus transformaciones. Lo histórico de la historia del ser se determina desde lo destinable de un DESTINAR, no desde un acontecer al que se considera indeterminado. Heideggeriana: TempoYSer  

Historia del ser quiere decir destino del ser, destinaciones del ser en las cuales tanto el DESTINAR como también el Se o Ello que destina se abstienen o contienen en la manifestación de sí mismos. Abstenerse, contenerse, se dice en griego epoche  . De ahí el discurso acerca de épocas del destino del ser. Época no quiere decir aquí una sección temporal   en el acontecer, sino el rasgo fundamental del DESTINAR, el retener-se-a-sí-mismo en cada caso a favor de la perceptibilidad del don, es decir, del ser por referencia a la fundamentación de lo ente. La sucesión de las épocas en el destino del ser ni es casual, ni se deja calcular como necesaria. En el destino se anuncia, sin embargo, lo "destinal" en el destino, lo pertinente en la copertenencia de las épocas. Éstas se recubren en su sucesión, de modo que la destinación inicial del ser como presencia es de distinta manera más y más encubierta. Heideggeriana: TempoYSer

Si Platón   se representa al ser como idea   y como koinonia   de las ideas, Aristóteles   como energeia  , Kant   como posición, Hegel   como el concepto absoluto, Nietzsche   como voluntad de poder, no son éstas doctrinas producidas al azar, sino palabras del ser como respuestas a una apelación que habla en el DESTINAR que se oculta a sí mismo, en el "Se da el ser". En cada caso retenido en la destinación que se retira, el ser con su plenitud de transformaciones es desocultado al pensar. En la tradición de las épocas del destino-del-ser queda atado el pensar, y también cuando, y precisamente cuando, cobra memoria de cómo y de dónde recibe en cada caso el ser mismo la determinación que le es propia, a saber, desde el: Se da el ser. El dar se mostró como DESTINAR. Heideggeriana: TempoYSer

Nos interesamos por esa conjetura y le seguimos el rastro al tiempo con el pensamiento. "Tiempo" nos es conocido por representaciones usuales de la misma manera que "ser", pero también de igual manera desconocido no bien nos proponemos dilucidar lo que tiene de peculiar. Mientras de esa manera hemos estado pensando a propósito del ser se ha demostrado cabalmente: lo peculiar del ser, aquello a donde pertenece y en donde permanece retenido, se muestra en el Se da y en el dar de éste como DESTINAR. Lo peculiar del ser no es ningún tipo de ser. Si le seguimos propiamente el rastro con el pensamiento al ser, entonces la cosa misma nos desvía en cierta manera del ser, y pensamos el destino, que da al ser como don. Tan pronto como atendemos a ello nos percatamos de que tampoco lo peculiar del tiempo se deja ya determinar con ayuda de la característica usual del tiempo comúnmente representado. La conjunción de tiempo y ser contiene empero la invitación a dilucidar, con la mirada puesta en lo dicho del ser, lo peculiar del tiempo. Ser quiere decir: estar presente, dejar-estar-presente: presencia. En cualquier lugar, no importa dónde, podemos leer  , por ejemplo, una comunicación como ésta: "La fiesta se celebró con la presencia, o asistencia, de numerosos invitados." Una proposición que hubiera podido ser igualmente formulada diciendo: "Con la concurrencia" de numerosos invitados, o siendo numerosos los invitados "presentes". Heideggeriana: TempoYSer

Ciertamente la filosofía ha preguntado también, siempre que ha rastreado con el pensamiento al tiempo, adónde pertenece. Con ello se tenía preferentemente en la mirada el tiempo calculado como curso de la secuencia de la sucesión de ahoras. Se explicaba que el tiempo enumerado con el que calcular, no puede darse sin la psyche  , no sin el animus, no sin el alma, no sin la consciencia, no sin el espíritu. El tiempo no se da sin el hombre. Ahora bien, ¿qué mienta este "no sin"? ¿Es el hombre el donante del tiempo o su receptor? Y si es esto último, cómo recibe el hombre el tiempo? ¿Es el hombre primero hombre, para tomar luego en recepción ocasionalmente, esto es en algún tiempo, al tiempo y asumir la relación a éste? El tiempo auténtico es la cercanía que concilia en unidad su triple y esclarecedora regalía de estar presente desde el presente, el pasado y el futuro. Ella ha alcanzado ya y de tal manera al hombre en cuanto tal, que éste sólo puede ser hombre en la medida en que está en el interior de la triple regalía y ante la recusante-retinente cercanía que lo determina. El tiempo no es ningún producto del hombre, el hombre no es ningún producto del tiempo. Aquí no se da ningún producir. Se da sólo el dar en el sentido del denominado ofrendar o extender esclarecedor del espacio-tiempo. Mas, una vez acordado que la manera del dar en la que el tiempo se da exige la caracterización expuesta, seguimos estando siempre ante el enigmático Se o Ello que nombramos en el habla: Se da el tiempo, Se da el ser. Crece el peligro de que con el nombramiento del "Se" o "Ello" introduzcamos arbitrariamente una potencia indeterminada que debe poner en marcha todo dar de ser y de tiempo. Sin embargo, escapamos a la indeterminación y evitamos el arbitrio en cuanto nos atenemos a las determinaciones del dar, que hemos intentado mostrar, y ciertamente desde el mirar, ojo avizor, al ser como presencia y al tiempo como región de la regalía del esclarecimiento de un múltiple estar presente. El dar en el "Se da el ser" se mostró como DESTINAR y como destino de presencia en sus transformaciones epocales. Heideggeriana: TempoYSer

Así el tiempo auténtico aparece como el Se o Ello al que nombramos al decir: Se da el ser. El destino en el que se da el ser reposa en la regalía del tiempo. ¿Se demuestra por esta indicación el tiempo como el Se o Ello que da ser? En modo alguno. Porque el tiempo sigue siendo él mismo el don de un "Se da" cuyo dar preserva la región en la que es tendida la presencia. Enigmático sigue siendo, pues, el Se, y nosotros mismos seguimos estando perplejos. En tal caso es sensato determinar el Se o Ello, que da, desde el ya caracterizado dar. Éste se mostró como DESTINAR del Ser, como tiempo en el sentido del regir o regalar esclarecedor. Heideggeriana: TempoYSer

En el DESTINAR del destino del ser, en la regalía del tiempo se muestra un apropiarse, un super-apropiarse, que lo es del ser como presencia y del tiempo como ámbito de lo abierto en lo que uno y otro tienen de propio. A lo que determina a ambos, ser y tiempo  , en lo que tienen de propio, esto es, en su recíproca copertenencia, lo llamamos: el acaecimiento [das Ereignis]. Lo que esta palabra nombra, sólo lo podemos pensar ahora desde lo que se anuncia cuando se mira con ojo avizor al ser y al tiempo como destino y como regalía, allí donde ser y tiempo tienen su asiento y origen. A ambos, tanto al ser como al tiempo, los hemos llamado cosas o asuntos, cuestiones. La "y" entre ambos deja sin determinar su recíproca relación. Heideggeriana: TempoYSer

Con la aparentemente inocente pregunta: ¿qué es el acaecimiento?, demandamos un informe sobre el ser del acaecimiento. Pero, si resulta que el ser mismo en cuanto tal se muestra como lo que pertenece al acaecimiento y recibe de él la determinación de presencia, entonces la pregunta formulada anteriormente nos retrotrae a aquello que reclama ante todo su determinación: el ser desde el tiempo. Esta determinación se mostró al mirar ojo avizor al "Se" que da, al escrutar con la mirada los mutuamente trabados modos del dar, el DESTINAR y el extender. El DESTINAR del ser reposa en la esclarecedora-ocultante regalía del múltiple estar presente en la región abierta del espacio-tiempo. Pero la extensión de la regalía reposa, a una con el DESTINAR, en el acaecer como apropiar. Esto, es decir, lo peculiar del acaecimiento, determina también el sentido de aquello que aquí es denominado el reposar. Heideggeriana: TempoYSer

Sólo que el único objetivo de esta conferencia se encamina a traer a la mirada al ser mismo como acaecimiento. Sólo que lo nombrado con las palabras "el acaecimiento" [das Ereignis] dice enteramente otra cosa. De acuerdo con esto hay que pensar también el inaparente, y siempre capcioso porque polisémico, vocablo "como". Supuesto que, con vistas a la dilucidación de ser y tiempo, dejemos seguir su camino a la significación usual de la palabra alemana Ereignis (acaecimiento) y, en lugar de a dicha significación, sigamos al sentido que se indica en el DESTINAR de la presencia y en la regalía esclarecedora del espacio-tiempo, entonces queda también así aún indeterminada el habla del "ser como acaecimiento". Heideggeriana: TempoYSer

La huida a semejante inversión sería demasiado fácil. Soslaya con el pensamiento la índole de la cosa. El acaecimiento entendido como "apropiación" o acaecimiento apropiador no es el concepto abarcante superior, bajo el cual se dejan ordenar ser y tiempo. Las relaciones de ordenación lógica aquí no dicen nada. Pues, si buscamos con el pensamiento el rastro al ser mismo y seguimos lo que tiene de propio, el ser se demuestra como el don, concedido en verdad mediante la regalía del tiempo, del destino de la presencia. El don, la donación del estar presente es propiedad del apropiar. El ser desaparece en el acaecimiento apropiador. En la frase "el ser como el acaecimiento" significa el "como" ahora: ser, dejar estar presente destinado en el apropiar, tiempo ofrendado en el apropiar. Ser y tiempo apropiados en el acaecimiento apropiador. ¿Y este mismo? ¿Cabe decir todavía más del acaecimiento apropiador? Más se pensó, aunque no fue dicho con propiedad, durante el camino, y ello es: que al dar como DESTINAR le pertenece el contenerse, y, asimismo, que en el ofrendarse de pasado y porvenir entran en juego la recusación de presente y la retención de presente. Lo ahora nombrado: contenerse, recusación, retención, muestra algo así como un retirarse, dicho brevemente: la retirada. Pero en la medida en que los modos por ésta determinados del dar, el DESTINAR y el tender, reposan en el apropiar, ha de pertenecer la retirada a lo peculiar del acaecimiento apropiador. Dilucidar esto no es ya asunto de la presente conferencia. Heideggeriana: TempoYSer

El DESTINAR en el destino del ser fue caracterizado como un dar, en el que lo destinante mismo se retiene y retira en el retenerse del desocultamiento. Heideggeriana: TempoYSer

En el tiempo auténtico y su espacio-tiempo se mostró el ofrendar del pasado, y por tanto de lo ya-no-presente, la recusación de éste. En el ofrendar del futuro, y por tanto de lo aún-no-presente, se mostró la reserva de éste. Recusación y retención acusan el mismo rasgo que el contenerse en el DESTINAR: a saber, el retirar-se. Heideggeriana: TempoYSer

Pero entonces cabe plantear la cuestión de si y cómo tal retroceso, que constituye la manera o el estilo de moverse de este pensar, viene a encajar con la circunstancia de que el acaecimiento apropiador, cabalmente considerado como tal y no sólo como DESTINAR, sea la retirada. Heideggeriana: ProtocoloTempoYSer  

Pero si el dejar estar presente es pensado propiamente, entonces lo afectado por este dejar no es ya lo que está presente, sino el estar presente mismo. De acuerdo con esto, la palabra es escrita en lo que sigue también así: el dejar-estar presente. Dejar significa entonces: dejar venir, dar, ofrecer, DESTINAR, dejar-pertenecer. En este y mediante este dejar, el estar presente es dejado allí a donde pertenece. Heideggeriana: ProtocoloTempoYSer

La metafísica es la historia de las acuñaciones del ser, esto es, mirado desde el acaecimiento apropiador, la historia del retirarse del destinante a favor de las destinaciones dadas en el DESTINAR de un dejar en cada caso el estar presente de lo que está presente. La metafísica es olvido del ser, y esto es la historia del ocultamiento y de la retirada de aquello que da ser. La entrada del pensar en el acaecimiento apropiador equivale así al final de esta historia de la retirada. El olvido del ser se "cancela" con el desvelarse en el acaecimiento apropiador. Heideggeriana: ProtocoloTempoYSer

Más bien hay que pensar al acaecimiento apropiador de una manera tal que no pueda ser establecido ni como ser ni como tiempo. Es algo así como un neutrale tantum, el "y" neutral en el título Ser y tiempo. Esto no excluye, sin embargo, que sean copensados en el acaecimiento apropiador aún en propiedad el DESTINAR y el ofrecer, de manera que, en cierto modo, también permanezcan ser y tiempo. Heideggeriana: ProtocoloTempoYSer