Heidegger, fenomenologia, hermenêutica, existência

Dasein descerra sua estrutura fundamental, ser-em-o-mundo, como uma clareira do AÍ, EM QUE coisas e outros comparecem, COM QUE são compreendidos, DE QUE são constituidos.

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casa

quarta-feira 13 de dezembro de 2023

Estamos muy lejos de pensar la esencia del actuar de modo suficientemente decisivo. Sólo se conoce el actuar como la producción de un efecto, cuya realidad se estima en función de su utilidad. Pero la esencia del actuar es el llevar a cabo. Llevar a cabo significa desplegar algo en la plenitud de su esencia, guiar hacia ella, producere. Por eso, en realidad sólo se puede llevar a cabo lo que ya es. Ahora bien, lo que ante todo “es” es el ser. El pensar lleva a cabo la relación del ser con la esencia del hombre. No hace ni produce esta relación. El pensar se limita a ofrecérsela al ser como aquello que a él mismo le ha sido dado por el ser. Este ofrecer consiste en que en el pensar el ser llega al lenguaje. El lenguaje es la CASA del ser. En su morada habita el hombre. Los pensadores y poetas son los guardianes de esa morada. Su guarda consiste en llevar a cabo la manifestación del ser, en la medida en que, mediante su decir, ellos la llevan al lenguaje y allí la custodian. El pensar no se convierte en acción porque salga de él un efecto o porque pueda ser utilizado. El pensar sólo actúa en la medida en que piensa. Este actuar es, seguramente, el más simple, pero también el más elevado, porque atañe a la relación del ser con el hombre. Pero todo obrar reside en el ser y se orienta a lo ente. Por contra, el pensar se deja reclamar por el ser para decir la verdad del ser. El pensar lleva a cabo ese dejar. Pensar es: l’engagement par l’Être pour l’Être. No sé si lingüísticamente es posible decir esas dos cosas (”par” y “pour”) en una sola, concretamente de la manera siguiente: penser, c’est l’engagement de l’Être. Aquí, la forma del genitivo, “de l’… pretende expresar que el genitivo es al mismo tiempo subjetivo y objetivo. Efectivamente, “sujeto” y “objeto” son títulos inadecuados de la metafísica, la cual se adueñó desde tiempos muy tempranos de la interpretación del lenguaje bajo la forma de la “lógica” y la “gramática” occidentales. Lo que se esconde en tal suceso es algo que hoy sólo podemos adivinar. Liberar al lenguaje de la gramática para ganar un orden esencial más originario es algo reservado al pensar y poetizar. El pensar no es sólo l’engagement dans l’action para y mediante lo ente, en el sentido de lo real de la situación presente. El pensar es l’engagement mediante y para la verdad del ser. Su historia nunca es ya pasado, sino que está siempre por venir. La historia del ser sostiene y determina toda condition et situation   humaine. Para que aprendamos a experimentar puramente la citada esencia del pensar, lo que equivale a llevarla a cabo, nos tenemos que liberar de la interpretación técnica del pensar. Los inicios de esa interpretación se remontan a Platón   y Aristóteles  . En ellos, el pensar mismo vale como una techne  , esto es, como el procedimiento de la reflexión al servicio del hacer y fabricar. Pero aquí, la reflexión ya está vista desde la perspectiva de la praxis   y la poiesis  . Por eso, tomado en sí mismo, el pensar no es “práctico”. La caracterización del pensar como theoria   y la determinación del conocer como procedimiento “teórico” suceden ya dentro de la interpretación “técnica” del pensar. Es un intento de reacción que trata de salvar todavía cierta autonomía del pensar respecto al actuar y el hacer. Desde entonces, la “filosofía” se encuentra en la permanente necesidad de justificar su existencia frente a las “ciencias”. Y cree que la mejor manera de lograrlo es elevarse a sí misma al rango de ciencia. Pero este esfuerzo equivale al abandono de la esencia del pensar. La filosofía se siente atenazada por el temor a perder su prestigio y valor si no es una ciencia. En efecto, esto se considera una deficiencia y supone el carácter no científico del asunto. En la interpretación técnica del pensar se abandona el ser como elemento del pensar. Desde la Sofística y Platón es la “lógica” la que empieza a sancionar dicha interpretación. Se juzga al pensar conforme a un criterio inadecuado. Este juicio es comparable al procedimiento que intenta valorar la esencia y facultades de los peces en función de su capacidad para vivir en la tierra seca. Hace mucho tiempo, demasiado, que el pensar se encuentra en dique seco. Así las cosas, ¿se puede llamar “irracionalismo” al esfuerzo por reconducir al pensar a su elemento? Las preguntas de su carta, probablemente, se aclararían mucho mejor en una conversación cara a cara. Frecuentemente, al ponerlo por escrito, el pensar pierde su dinamismo y, sobre todo, es muy difícil que mantenga la característica pluridimensionalidad de su ámbito. A diferencia de lo que ocurre en las ciencias, el rigor del pensar no consiste sólo en la exactitud artificial — es decir, teórico-técnica — de los conceptos. Consiste en que el decir permanece puro en el elemento de la verdad del ser y deja que reine lo simple de sus múltiples dimensiones. Pero, por otro lado, lo escrito nos aporta el saludable imperativo de una redacción lingüística meditada y cuidada. Hoy sólo quiero rescatar una de sus preguntas. Tal vez al tratar de aclararla se arroje también algo de luz sobre el resto. Heideggeriana  : CartaHumanismo

Cuando el pensar se encamina a su fin por haberse alejado de su elemento, reemplaza esa pérdida procurándose una validez en calidad de techne, esto es, en cuanto instrumento de formación y por ende   como asunto de escuela y posteriormente empresa cultural. Paulatinamente, la filosofía se convierte en una técnica de explicación a partir de las causas supremas. Ya no se piensa, sino que uno se ocupa con la “filosofía”. En mutua confrontación, esas ocupaciones se presentan después públicamente como una serie de… ismos e intentan superarse entre sí. El dominio que ejercen estos títulos no es fruto del azar. Especialmente en la Edad Moderna, se basa en la peculiar dictadura de la opinión   pública. Sin embargo, la que se suele llamar “existencia privada” no es en absoluto el ser-hombre esencial o, lo que es lo mismo, el hombre libre. Lo único que hace es insistir en ser una negación de lo público. Sigue siendo un apéndice suyo y se alimenta solamente de su retirada fuera de lo público. Así, y contra su propia voluntad, dicha existencia da fe de la rendición ante los dictados de la opinión pública. A su vez, dicha opinión es la institución y autorización de la apertura de lo ente en la objetivación incondicionada de todo, y éstas, como procedentes del dominio de la subjetividad, están condicionadas metafísicamente. Por eso, el lenguaje cae al servicio de la mediación de las vías de comunicación por las que se extiende la objetivación a modo de acceso uniforme de todos a todo, pasando por encima de cualquier límite. Así es como cae el lenguaje bajo la dictadura de la opinión pública. Ésta decide de antemano qué es comprensible y qué es desechable por incomprensible. Lo que se dice en Ser y tiempo   (1927), §§ 27 y 35, sobre el “uno” impersonal no debe tomarse de ningún modo como una contribución incidental a la sociología. Pero dicho “uno” tampoco pretende ser únicamente la imagen opuesta, entendida de modo ético-existencial, del ser uno mismo de la persona  . Antes bien, lo dicho encierra la indicación que remite a la pertenencia inicial de la palabra al ser, pensada desde la pregunta por la verdad del ser. Bajo el dominio de la subjetividad, que se presenta como opinión pública, esta relación queda oculta. Pero cuando la verdad del ser alcanza por fin el rango que la hace digna de ser pensada por el pensar, también la reflexión sobre la esencia del lenguaje debe alcanzar otra altura. Ya no puede seguir siendo mera filosofía del lenguaje. Éste es el único motivo por el que Ser y tiempo (§ 34) hace una referencia a la dimensión esencial del lenguaje y toca la simple pregunta que se interroga en qué modo del ser el lenguaje es siempre como lenguaje. La devastación del lenguaje, que se extiende velozmente por todas partes, no sólo se nutre de la responsabilidad estética y moral   de todo uso del lenguaje. Nace de una amenaza contra la esencia del hombre. Cuidar el uso del lenguaje no demuestra que ya hayamos esquivado ese peligro esencial. Por el contrario, más bien me inclino a pensar que actualmente ni siquiera vemos ni podemos ver todavía el peligro porque aún no nos hemos situado en su horizonte. Pero la decadencia actual del lenguaje, de la que, un poco tarde, tanto se habla últimamente, no es el fundamento, sino la consecuencia del proceso por el que el lenguaje, bajo el dominio de la metafísica moderna de la subjetividad, va cayendo de modo casi irrefrenable fuera de su elemento. El lenguaje también nos hurta su esencia: ser la CASA de la verdad del ser. El lenguaje se abandona a nuestro mero querer y hacer a modo de instrumento de dominación sobre lo ente. Y, a su vez, éste aparece en cuanto lo real en el entramado de causas y efectos. Nos topamos con lo ente como lo real, tanto al calcular y actuar como cuando recurrimos a las explicaciones y fundamentaciones de la ciencia y la filosofía. Y de éstas también forma parte la aseveración de que algo es inexplicable. Con este tipo de afirmaciones creemos hallarnos ante el misterio, como si de este modo fuera cosa asentada que la verdad del ser pudiera basarse sobre causas y explicaciones o, lo que es lo mismo, sobre su inaprehensibilidad. Heideggeriana  : CartaHumanismo

Lo único que pretende conseguir el pensar que intenta expresarse por vez primera en Ser y tiempo es algo simple. Y como algo simple, el ser permanece lleno de misterio: la simple proximidad de un reinar que no resulta apremiante. Esta proximidad se presenta como el propio lenguaje. Ahora bien, el lenguaje no es mero lenguaje, si por éste nos representamos como mucho la mera unidad de una forma fonética (signo escrito), una melodía y ritmo y un significado (sentido). Pensamos la forma fonética y el signo escrito como el cuerpo de la palabra, la melodía y el ritmo como su alma y la parte significativa como el espíritu del lenguaje. Habitualmente pensamos el lenguaje partiendo de su correspondencia con la esencia del hombre, y nos representamos al hombre como animal racional, esto es, como la unidad de cuerpo-alma-espíritu. Pero así como en la humanitas del homo animalis   permanece velada la ex-sistencia y, por medio de ella, la relación de la verdad del ser con el hombre, así también la interpretación metafísica y animal del lenguaje oculta su esencia, propiciada por la historia del ser. De acuerdo con esta esencia, el lenguaje es la CASA del ser, que ha acontecido y ha sido establecida por el ser mismo. Por eso se debe pensar la esencia del lenguaje a partir de la correspondencia con el ser, concretamente como tal correspondencia misma, esto es, como morada del ser humano. Heideggeriana: CartaHumanismo

Pero el hombre no es sólo un ser vivo que junto a otras facultades posea también la del lenguaje. Por el contrario, el lenguaje es la CASA del ser: al habitarla el hombre ex-siste, desde el momento en que, guardando la verdad del ser, pertenece a ella. Heideggeriana: CartaHumanismo

Se cuenta un dicho que supuestamente le dijo Heráclito   a unos forasteros que querían ir a verlo. Cuando ya estaban llegando a su CASA, lo vieron calentándose junto a un horno. Se detuvieron sorprendidos, sobre todo porque él, al verles dudar, les animó a entrar invitándoles con las siguientes palabras: “También aquí están presentes los dioses”. Heideggeriana: CartaHumanismo

El pensar trabaja en la construcción de la CASA del ser que, como conjunción del ser, conjuga destinalmente la esencia del hombre en su morar en la verdad del ser. Este morar es la esencia del ser-en-el-mundo (vid. Ser y tiempo, p. 54). La referencia que allí se hace al “ser-en” en cuanto “morar” está lejos de ser un juego etimológico. La referencia en la conferencia de 1936 al verso de Hölderlin   “Lleno de mérito, mas poéticamente mora — el hombre sobre la tierra” no es ningún adorno de un pensar que se salva de la ciencia refugiándose en la poesía. Todo este hablar sobre la CASA del ser no es ninguna transposición de la imagen de la “CASA” al ser. Lo que ocurre es que, partiendo de la esencia del ser, pensada del modo adecuado y conforme a su asunto, un día podremos pensar mejor qué sea “CASA” y qué “morar”. Heideggeriana: CartaHumanismo

De todos modos, el pensar nunca crea la CASA del ser. El pensar conduce a la exsistencia histórica, es decir, a la humanitas del homo humanus, al ámbito donde brota lo salvo. Heideggeriana: CartaHumanismo

Sólo en cuanto el hombre pertenece al ser ex-sistiendo en la verdad del ser, puede llegar del ser mismo la prescripción de esas normas que tienen que convertirse en ley y regla para el hombre. Prescribir se dice en griego nemein. El nomos   no es sólo ley, sino de modo más originario la prescripción escondida en el destino del ser. Sólo ella consigue destinar y conjugar al hombre en el ser. Sólo semejante conjunción es capaz de sustentar y vincular. De otro modo, ninguna ley pasa de ser un mero constructo de la razón humana. Más esencial que todo establecimiento de reglas es que el hombre encuentre su estancia en la verdad del ser. Esa estancia es la única que procura la experiencia de lo estable. Y el apoyo para toda conducta lo regala la verdad del ser. En nuestro idioma “apoyo” significa “protección”. El ser es la protección que resguarda de tal manera a los hombres en su esencia ex-sistente en lo relativo a su verdad que la ex-sistencia los alberga y les da CASA en el lenguaje. Por eso, el lenguaje es a un tiempo la CASA del ser y la morada de la esencia del hombre. Sólo porque el lenguaje es la morada de la esencia del hombre pueden los hombres o cualquier humanidad histórica no estar en CASA en su lenguaje, de tal modo que el lenguaje se convierte para ellos en la recámara de sus manipulaciones. Heideggeriana: CartaHumanismo

El giro “llevar al lenguaje” que hemos usado aquí hay que tomarlo en este caso en sentido literal. Abriéndose en el claro, el ser llega al lenguaje. Está siempre en camino hacia él. Y eso que adviene es lo que el pensar ex-sistente lleva al lenguaje en su decir. De este modo, el lenguaje es alzado a su vez al claro del ser. Y sólo así el lenguaje es de ese modo misterioso y reina sin embargo siempre en nosotros. Por cuanto el lenguaje que ha sido llevado de este modo a la plenitud de su esencia es histórico, el ser queda preservado en la memoria. Pensando, la ex-sistencia habita la CASA del ser. Pero en todo esto parece como si no hubiera ocurrido nada por medio del decir que piensa. Heideggeriana: CartaHumanismo

Al habitar llegamos, así parece, solamente por medio del construir. Éste, el construir, tiene a aquél, el habitar, como meta. Sin embargo, no todas las construcciones son moradas. Un puente y el edificio de un aeropuerto; un estadio y una central energética; una estación y una autopista; el muro de contención de una presa y la nave de un mercado son construcciones pero no viviendas. Sin embargo, las construcciones mencionadas están en la región de nuestro habitar. Ésta va más allá de esas construcciones; por otro lado, sin embargo, no se limita a la vivienda. Para el camionero la autopista es su CASA, pero no tiene allí su alojamiento; para una obrera de una fábrica de hilados, ésta es su CASA, pero no tiene allí su vivienda; el ingeniero que dirige una central energética está allí en CASA, sin embargo no habita allí. Estas construcciones albergan al hombre. Él mora en ellas, y sin embargo no habita en ellas, si habitar significa únicamente tener alojamiento. En la actual falta de viviendas, tener donde alojarse es ciertamente algo tranquilizador y reconfortante; las construcciones destinadas a servir de vivienda proporcionan ciertamente alojamiento; hoy en día pueden incluso tener una buena distribución, facilitar la vida práctica, tener precios asequibles, estar abiertas al aire, la luz y el sol; pero: ¿albergan ya en sí la garantía de que acontezca un habitar? Por otra parte, sin embargo, aquellas construcciones que no son viviendas no dejan de estar determinadas a partir del habitar en la medida en que sirven al habitar de los hombres. Así pues, el habitar sería en cada caso el fin que preside todo construir. Habitar y construir están el uno con respecto al otro en la relación de fin a medio. Ahora bien, mientras únicamente pensemos esto estamos tomando el habitar y el construir como dos actividades separadas, y en esto estamos representando algo que es correcto. Sin embargo, al mismo tiempo, con el esquema medio-fin estamos desfigurando las relaciones esenciales. Porque construir no es sólo medio y camino para el habitar, el construir es en sí mismo ya el habitar. ¿Quién nos dice esto? ¿Quién es que puede darnos una medida con la cual podamos medir de un cabo al otro la esencia de habitar y construir? La exhortación sobre la esencia de una cosa nos viene del lenguaje, en el supuesto de que prestemos atención a la esencia de éste. Sin embargo, mientras tanto, por el orbe de la tierra corre una carrera desenfrenada de escritos y de emisiones de lo hablado. El hombre se comporta como si fuera él el forjador y el dueño del lenguaje, cuando en realidad es éste el que es y ha sido siempre el señor del hombre. Tal vez, más que cualquier otra cosa, la inversión, llevada a cabo por el hombre, de esta relación de dominio es lo que empuja a la esencia de aquél a lo no hogareño. El hecho de que nos preocupemos por la corrección en el hablar está bien, sin embargo no sirve para nada mientras el lenguaje siga sirviendo únicamente como un medio para expresarnos. De entre todas las exhortaciones que nosotros, los humanos, podemos traer, desde nosotros, al hablar, el lenguaje es la suprema y la que, en todas partes, es la primera. Heideggeriana: ConstruirHabitar  

El puente es una cosa de este tipo. El lugar deja entrar la simplicidad de tierra y cielo, de divinos y de mortales a una plaza, instalando la plaza en espacios. El lugar avía la Cuaternidad en un doble sentido. El lugar admite a la Cuaternidad e instala a la Cuaternidad. Ambos, es decir, aviar como admitir y aviar como instalar se pertenecen el uno al otro. Como tal doble aviar, el lugar es un cobijo de la Cuaternidad o, como dice la misma palabra, un Huis, una CASA. Las cosas del tipo de estos lugares dan CASA a la residencia del hombre. Las cosas de este tipo son viviendas, pero no moradas en el sentido estricto. Heideggeriana: ConstruirHabitar

Desde la Cuaternidad, el construir toma sobre sí las medidas para toda medición transversal de los espacios y para todo tomar la medida de los espacios que están cada vez aviados por los lugares instituidos. Las construcciones mantienen (en verdad) a la Cuaternidad. Son cosas que, a su modo, cuidan (miran por) la Cuaternidad. Cuidar la Cuaternidad, salvar la tierra, recibir el cielo, estar a la espera de los divinos, guiar a los mortales, este cuádruple cuidar es la esencia simple del habitar. De este modo, las auténticas construcciones marcan el habitar llevándolo a su esencia y dan CASA a esta esencia. Heideggeriana: ConstruirHabitar

La esencia del construir es el dejar habitar. La cumplimentacicín de la esencia del construir es el erigir lugares por medio del ensamblamiento de sus espacios. Sólo si somos capaces de habitar podemos construir. Pensemos por un momento en una CASA de campo de la Selva Negra que un habitar todavía rural construyó hace siglos. Aquí la asiduidad de la capacidad de dejar que tierra y cielo, divinos y mortales entren simplemente en las cosas ha erigido la CASA. Ha emplazado la CASA en la ladera de la montaña que está a resguardo del viento, entre las praderas, en la cercanía de la fuente. Le ha dejado el tejado de tejas de gran alero, que, con la inclinación adecuada, sostiene el peso de la nieve y, llegando hasta muy abajo, protege las habitaciones contra las tormentas de las largas noches de invierno. No ha olvidado el rincón para la imagen de nuestro Señor, detrás de la mesa comunitaria; ha aviado en la habitación los lugares sagrados para el nacimiento y “el árbol de la muerte”, que así es como se llama allí al ataúd; y así, bajo el tejado, a las distintas edades de la vida les ha marcado de antemano la impronta de su paso por el tiempo. Un oficio, que ha surgido él mismo del habitar, que necesita además sus instrumentos y sus andamios como cosas, ha construido la CASA de campo. Heideggeriana: ConstruirHabitar

Sólo si somos capaces de habitar podemos construir. La indicación de la CASA de campo de la Selva Negra no quiere decir en modo alguno que deberíamos, y podríamos, volver a la construcción de estas CASAs , sino que ésta, con un habitar que ha sido hace ver cómo este habitar fue capaz de construir. Heideggeriana: ConstruirHabitar

Se ha denominado al habla “la CASA del ser”. [Vid. Brief über den Humanismus  , 1947.] Es la custodia de la venida en presencia en la medida en que su brillo permanece confiado al mostrar apropiador del Decir. La CASA del ser es el habla porque, en tanto que Decir, el habla es el modo del advenimiento apropiador. Heideggeriana: CaminhoLinguagem  

Mas, si debemos buscar el hablar del habla en lo hablado, debemos encontrar un hablado puro en lugar de tomar indiscriminadamente un hablado cualquiera. Un hablado puro es aquel donde la perfección del hablar, propio de lo hablado, se configura como perfección iniciante. Lo hablado puro es el poema. Por ahora debemos dejar esta frase como mera afirmación. Podemos hacerlo siempre que logremos oír lo hablado puro de un poema. ¿Pero a qué poema pedirle que nos hable? Aquí sólo nos queda una elección que, sin embargo, está preservada de arbitrariedad. ¿Por qué? Por aquello que nos ha sido dedicado por la esencia del habla desde el momento que meditamos tras del hablar del habla. De acuerdo con este vínculo elegimos como lo hablado puro un poema que, más que otros, nos puede ayudar en los primeros pasos para conocer lo que en el vínculo vincula. Escuchemos lo hablado. El poema tiene por título: Una tarde de invierno Cuando cae la nieve en la ventana, Largamente la campana de la tarde resuena, Para muchos es preparada la mesa Y está bien provista la CASA. — En el caminar algunos Llegan al portal por senderos oscuros. Dorado florece el árbol de la gracia De la savia fresca de la tierra. Entra caminante en silencio; Dolor petrificó el umbral. Y luce en pura luz En la mesa pan   y vino. Heideggeriana: Linguagem1950  

El poema describe una tarde de invierno. La primera estrofa narra lo que sucede en el exterior: cae la nieve y resuena la campana de la tarde. Lo exterior roza el interior de la morada humana. La nieve cae en la ventana. La campana se hace oír en cada CASA. En el interior todo está bien provisto y preparada la mesa. Heideggeriana: Linguagem1950

En la segunda estrofa nace un contraste. Frente a los muchos que están amparados en CASA, otros caminan por oscuros y desconocidos senderos. Pero éstos, quizás escarpados senderos, llevan, a veces, al portal de la morada acogedora. Esto mismo no está propiamente representado. En su lugar el poema menciona el árbol de la gracia. Heideggeriana: Linguagem1950

Para muchos es preparada la mesa — Y está bien provista la CASA. Heideggeriana: Linguagem1950

Los dos versos hablan como frases enunciativas, a modo de constatación de lo existente. Así parece indicarlo el decidido “es”. Y, sin embargo, su modo de hablar es la invocación. Los versos traen la mesa preparada y la CASA bien provista a aquella presencia que está siendo sostenida hacia la ausencia (dem Abwesen zu-gehaltene Anwesen  ). Heideggeriana: Linguagem1950

¿Qué invoca la primera estrofa? Invoca cosas, las llama a venir. ¿Hacia dónde? No las invoca como presentes hacia lo ya presente. como si la mesa nombrada por el poema debiera tomar su lugar en medio de las filas de sillas ocupadas por ustedes. La sede de la venida que es a la vez invocada en la invocación, es una presencia resguardada en la ausencia. A esta llegada pide venir la invocación nombradora. Pedir venir es invitar. Invita a las cosas para, en tanto que cosas. concernir con ellas a los hombres. La caída de la nieve conduce a los hombres bajo el cielo que se apaga en la noche. El resonar de las campanas de la tarde los lleva, en tanto que hombres, frente a lo divino. CASA y mesa vinculan a los mortales a la tierra. Estas cosas invocadas de este modo recogen junto a ellas el cielo y la tierra. los mortales y los divinos. Los Cuatro son. en una primordial unidad. un mutuo pertenecerse. Las cosas dejan morar la Cuaternidad (Geviert  ) de los Cuatro cerca de ellas. Este dejar-morar-reuniendo es el ser cosa de las cosas Das Dingen der Dinge). A la Cuaternidad unida de cielo y tierra. de mortales e inmortales. que mora en el “cosear” de las cosas, la llamamos: el mundo. Al ser nombradas las cosas son invocadas a su ser cosa. Siendo cosa des-pliegan mundo: mundo en el que moran   las cosas y que así son cada vez las moradoras. Las cosas. al “cosear”. gestan (tragen aus) mundo. Nuestro idioma alemán antiguo denomina la Austragung (gestación): bern, bären, de donde vienen las palabras gebären (estar en gestación. parir) y Gebärde (gesto, ademán). “Coseando” las cosas son cosas. “Coseando” gestan mundo. Heideggeriana: Linguagem1950

No son todos ni los muchos los mortales llamados, tan sólo “algunos”, aquellos que andan por oscuros senderos. Estos mortales pueden soportar el morir en tanto que viaje hacia la muerte. Pues en ella se reúne la más alta ocultación del ser. La muerte ha adelantado ya a todo morir. Aquellos “en el caminar” deben todavía hacerse con CASA y mesa en lo oscuro de sus senderos, no sólo y ni siquiera primero para ellos mismos, sino para los muchos; pues éstos creen que, meramente instalados en sus CASAs y sentados a sus mesas, están ya aprovisionados y condicionados (… Schon von den Dingen be-dingt) por las cosas y han alcanzado la sede del habitar. Heideggeriana: Linguagem1950

Su hablar habla para nosotros en lo hablado: Una tarde de invierno — Cuando cae la nieve en la ventana. Largamente la campana de la tarde resuena. Para muchos es preparada la mesa Y está bien provista la CASA. — En el caminar algunos Llegan al portal por senderos oscuros. Dorado florece el árbol de la gracia De la savia fresca de la tierra. — Entra caminante en silencio; Dolor petrificó el umbral. Y luce en pura luz En la mesa pan y vino. Heideggeriana: Linguagem1950

Este modo de interpelar y poner en evidencia, de hacer público en la palabra, aparece de manera señalada cuando en un juicio público se acusa a alguien de ser culpable de tal o cual cosa. El poner en evidencia que interpela tiene su modo más visible y por ello más habitual en la acusación pública. Por eso kategorein   significa especialmente un interpelar que pone en evidencia en el sentido de “acusar”. También resuena, sin embargo, el sentido fundamental de un interpelar que revela. Con ese significado puede usarse el sustantivo kategoria. La kategoria es, entonces, el interpelar de una cosa en dirección de lo que es, de manera tal que, por medio de este interpelar de cierto modo la cosa misma, en lo que ella misma es, llega a la palabra, se pone de manifiesto y entra en el ámbito abierto de lo público. Una kategoria de este tipo lo son las palabras “mesa”, “caja” o “CASA”, la palabra “árbol” y otras similares, aunque también rojo, pesado, delgado, o valiente, o sea toda palabra que interpela algo que es en lo que le es propio y manifiesta así qué aspecto tiene el ente y cómo es. El aspecto, aquello en lo que un ente se muestra como lo que es, se dice en griego to eidos   o he idea  . La categoría es la interpelación de un ente respecto de lo que es en cada caso propio de su aspecto, o sea, tomado en un sentido muy amplio, el nombre propio. Con este significado es empleada la palabra kategoria por Aristóteles (Phys. B 1, 192 b 17). No funciona allí de ningún modo como una expresión reservada al lenguaje filosófico (”término técnico”). Heideggeriana: NiilismoEuropeu  

A la base de la interpelación (kategoria) prefilosófica como “marrón” se encuentra, como el fundamento que la sustenta, la interpelación como “conformada de tal y cual manera”, la categoría de cualidad, poiotes, poion, qualitas. En relación con la categoría de “cualidad”, la nombrada en primer lugar resulta distinguida como categoría por nombrar lo que tiene que estar a la base de toda cualidad, lo subyacente, hypokeimenon  , subiectum, substantia  . “Substancia”, cualidad y, a continuación, cantidad, relación, son “categorías”: modos distinguidos de interpelar el ente, aquellos que lo interpelan respecto de lo que es en cuanto ente, independientemente de que sea una puerta o una ventana, una mesa o una CASA, un perro o un gato, de que sea marrón o blanco, dulce o ácido, grande o pequeño. Heideggeriana: NiilismoEuropeu

Ya el nombre empleado para el ser desde el comienzo de la metafísica en Platón, ousia  , nos delata cómo se piensa el ser, de qué modo se lo distingue frente al ente. Sólo precisamos traducir literalmente esta palabra griega de acuerdo con su significado filosófico: ousia quiere decir entidad y significa, por lo tanto, lo universal respecto del ente. Si del ente, por ejemplo de la CASA, el caballo, la piedra o Dios, sólo decimos que es ente, se dice lo más universal. La entidad nombra, por consiguiente, lo más universal de esto que es lo más universal: lo más universal de todo, to koinotaton, el género (genus) supremo, lo “más general”. A diferencia de esto, que es lo más general, a diferencia del ser, el ente es en cada caso lo “particular”, lo “especificado” de tal o cual modo, lo “individual”. Heideggeriana: NiilismoEuropeu

Para aprehender la esencia platónico-griega de la idea tenemos que apartar toda referencia a la determinación moderna de la idea como perceptio y por lo tanto la relación entre idea y “sujeto”. Para ello, la mejor ayuda es recordar que idea quiere decir en cierto modo lo mismo que eidos, nombre que también emplea Platón con frecuencia en lugar de idea. El eidos quiere decir “aspecto”. Sólo que el aspecto de una cosa nosotros lo volvemos a entender inmediatamente de modo moderno como el parecer que nos formamos acerca de la cosa. Pensado de modo griego, el “aspecto” de un ente, de una CASA, por ejemplo, es decir la “casidad”, es aquello en lo que ese ente llega al aparecer, es decir, a la presencia, al ser. El “aspecto” [Aussehen  ] no es — pensado de modo “moderno” — un “aspecto” [Aspekt] para un “sujeto”, sino aquello en lo que el ente correspondiente (la CASA) tiene su existencia consistente y aquello de donde proviene porque en ello está constantemente, es decir, es. Visto desde las CASAs individuales existentes, la “casidad” , la idea, es, entonces, lo “universal” respecto de lo particular, y por ello la idea es caracterizada pronto como lo koinon  , aquello que es común a muchos individuos. Heideggeriana: NiilismoEuropeu

Puesto que todo individual y particular tiene siempre en su idea su presencia y su existencia consistente, es decir, el ser, la idea, en cuanto proporciona el “ser”, es, por su parte lo propiamente ente, ontos on. La CASA individual, por el contrario, y del mismo modo todo ente particular, sólo deja que la idea aparezca en cada caso de tal o cual manera, o sea de modo limitado y menoscabado. Por eso Platón llama a las cosas que son, a las cosas particulares, lo me on   no es simplemente nada sino, por el contrario, on, ente, pero en un modo en que propiamente no debería serlo, es aquello a lo que precisamente se le tiene que negar la caracterización plena como on, lo me on. Es siempre la idea y sólo ella lo que caracteriza al ente como un ente. Por eso, en todo lo presente la idea es lo que llega al aparecer en primer lugar y previamente. El ser, de acuerdo con su propia esencia, es lo proteron, lo a priori  , lo anterior, aunque no en el orden de la captación por parte nuestra sino respecto de aquello que, viniendo hacia nosotros, se muestra a sí mismo en primer término, de aquello que, desde sí y viniendo hacia nosotros, presencia previamente en lo abierto. Heideggeriana: NiilismoEuropeu

Las reflexiones que siguen pertenecen quizás a una pre-ciencia, cuyo negocio comprende lo siguiente: conducir indagaciones sobre aquello que en definitiva podría significarse con lo que la filosofía y la ciencia, lo de que el discurso interpretativo de la existencia, dicen acerca de ésta misma y del mundo. Si llegamos a claridad acerca de qué es un reloj, la especie de aprehensión que late en la física cobra vida, y, con ello, [también] el modo en que el tiempo tiene oportunidad de mostrarse. Esta pre-ciencia, dentro de la cual se mueve esta consideración, vive de la presuposición tal vez obstinada de que la filosofía y la ciencia se mueven en el concepto. Su posibilidad consiste en que cada investigador llegue a claridad sobre aquello que entiende y sobre lo que no entiende. Da a conocer cuándo una investigación está en su asunto, o cuándo se nutre de un saber verbal transmitido y desgastado sobre el mismo. Tales indagaciones son, por así decir, el servicio policial en el desfile de las ciencias, ocupación que ciertamente es subordinada, pero a veces urgente, en opinión de algunos. Su relación con la filosofía es sólo acompañarla, para llevar a cabo de vez en cuando un allanamiento de morada en CASA de los antiguos, a fin de ver cómo [fue que] procedieron ellos propiamente. La siguiente reflexión tiene con la filosofía sólo tanto en común, cuanto que no es teología. Heideggeriana: EL CONCEPTO DEL TIEMPO (1924)

Ousia, el título para el ente y su ser (quididad y hecho de ser, a una) es también un título óntico, y, por cierto, precisamente para aquello que en el Dasein   cotidiano del hombre es siempre disponible: las cosas de uso, CASA y huerto, riqueza, posesión, aquello que en el uso cotidiano está en todo momento a la mano, lo por lo pronto y las más de las veces siempre presenciante (Anwesende). La significación temporal   de ousia aparece en esta significación pre-filosófica todavía más nítidamente. Lo presente en este sentido no es solamente y no es tanto aei, sino que (está) presente (gegenwärtig) en todo ahora — pero el presente, aquí, como carácter tempóreo en el sentido de la presencia (Anwesenheit). Ousia es a menudo sólo una abreviatura de parousia, presencia. El para como título para el ser-presencial-junto-a (das Anwesendsein-bei  ), para el constante presente de algo en la más próxima cercanía, aparece en todos los problemas ontológicos capitales de Platón. Heideggeriana: TranscendenciaST  

Hablamos de coincidencia dándole distintos significados. Por ejemplo, a la vista de dos monedas de cinco marcos que se encuentran sobre la mesa, decimos: las dos son iguales, coinciden. Ambas coinciden en su aspecto único. Tienen ese elemento en común y, por eso, desde ese punto de vista son iguales. Pero también hablamos de coincidir cuando, por ejemplo, afirmamos sobre una de las dos monedas de cinco marcos: esta moneda es redonda. Aquí, el enunciado coincide con la cosa. Ahora la relación ya no es entre cosa y cosa, sino entre un enunciado y una cosa. ¿Pero en qué pueden coincidir la cosa y el enunciado si los elementos que se han puesto en relación son distintos en lo tocante a su aspecto? La moneda es de metal. El enunciado no es nada material. La moneda es redonda. El enunciado no tiene para nada la naturaleza de algo espacial. Con la moneda se puede comprar algo. El enunciado sobre ella nunca puede ser un medio de pago. Pero, a pesar de toda esta desigualdad entre ambos, en la medida en que el enunciado es verdadero coincide con la moneda. Y, de acuerdo con el concepto corriente de verdad, este modo de concordar tiene que ser una adecuación. Pero cómo puede adecuarse a la moneda algo tan completamente desigual como el enunciado? Tendría que convertirse en moneda y de este modo anularse a sí mismo por completo. Pero eso es algo que el enunciado no puede conseguir nunca. Si lo consiguiera, en ese mismo instante el enunciado ya no podría coincidir con la cosa en cuanto tal enunciado. En la adecuación el enunciado tiene que seguir siendo lo que es o incluso precisamente llegar a serlo. ¿En qué consiste su esencia, absolutamente distinta de cualquier cosa? ¿Cómo consigue el enunciado adecuarse a otro, a la cosa, permaneciendo y persistiendo precisamente en su esencia? Adecuación no significa aquí una igualación real y concreta entre cosas que son distintas. Antes bien, la esencia de la adecuación se determina de acuerdo con la naturaleza de la relación existente entre el enunciado y la cosa. Mientras tal “relación” siga estando indeterminada e infundamentada en su esencia, toda discusión sobre la posibilidad e imposibilidad, así como sobre la naturaleza y el grado de la adecuación, carece de sentido. El enunciado sobre la moneda “se” refiere a esta cosa en la medida en que la re-presenta y dice qué ocurre con lo re-presentado mismo desde el punto de vista que predomina en CASA caso. Lo que el enunciado representador dice de la cosa representada lo dice tal como ella es. El “tal como” concierne al re-presentar y a lo re-presentado. Si dejamos a un lado todos los prejuicios “psicológicos” y “de teoría de la conciencia”, representar significa aquí el hacer que la cosa se presente frente a nosotros como objeto. Lo que está enfrente, en cuanto que está puesto así, tiene que atravesar un enfrenteabierto y al mismo tiempo detenerse en sí mismo como cosa y mostrarse como algo estable y permanente. Este aparecer de la cosa que se hace patente atravesando el enfrente tiene lugar dentro de un ámbito abierto cuya apertura no es creada por el representar, sino solamente ocupada y asumida por él como ámbito de referencia. La relación del enunciado representador con la cosa es la consumación de esa conexión que originariamente y siempre se pone en movimiento como un comportarse. Pero todo comportarse destaca por el hecho de que, estando en lo abierto, se atiene siempre a un elemento manifiesto en cuanto tal. Eso que sólo así y en sentido estricto es manifiesto, se experimenta tempranamente en el pensar occidental como “lo presente” y desde hace mucho tiempo recibe el nombre de “ente”. Heideggeriana: EssenciaVerdade  

El mundo de la ciudad está en peligro de sucumbir a una falsa creencia corruptora. Una impertinencia muy ruidosa y muy activa y muy delicada parece, a menudo, preocuparse por el mundo y la existencia del campesino. Pero con ello se niega precisamente lo que ahora sólo hace falta: mantener la distancia de la existencia campesina; abandonarla — ahora más que nunca — a su propia ley; ¡fuera las manos!; para no arrastrarla en una falsa habladuría de literatos sobre lo popular y amor a la tierra. El campesino ni quiere ni necesita en ningún caso esta exagerada amabilidad ciudadana. Lo que ciertamente necesita y quiere es el tacto reservado respecto a su propio ser y a su independencia. Pero muchos de los procedentes de la gran ciudad y de los transeúntes — y no en último término los esquiadores — se comportan a menudo en el pueblo o en la CASA del campesino como si se “divirtieran” en sus salones de recreo de la gran ciudad. Tal ajetreo destruye en una noche más de lo que puede fomentar jamás un adecenamiento científico de varios decenios sobre lo popular y las costumbres y usos del pueblo. Heideggeriana: Provincia1933

Esta voluntad de educar recoge de nuevo el trabajo de la universidad en un fundamento originario. Y con esta concepción del saber y de la educación por el saber no puede volver aparecer más en absoluto la pregunta, por la vía en que la ciencia — en sí lejana a la vida — deba volver a convertirse en algo próximo a la realidad. Desde esta voluntad educadora hay que entender todas las nuevas medidas e instalaciones: así [entiendo] el resumen de la dirección de la instrucción pública de un ministerio de educación del Reich; el resumen del estudiantado alemán — su obligación al servicio del trabajo; las nuevas formas de trabajo comunitario en la especialidad del ramo, y en la CASA para la camaradería. Heideggeriana: UniversidadeAlema2

Y un año más tarde, después de que Hölderlin tocado por la locura regresa a la CASA de su madre, escribe al mismo amigo, recordando su estancia en Francia: “El poderoso elemento, el fuego de los cielos, la tranquilidad de los hombres, su vida en la naturaleza, su limitación y contentamiento, me han impresionado siempre y, como se repite de los héroes, bien puedo decir que Apolo me ha herido” (V. 327) . La excesiva claridad lanza al poeta en las tinieblas. ¿Se necesita todavía otro testimonio del máximo peligro de su “ocupación”? Lo dice todo el propio destino del poeta. Suena como un presagio esta palabra en el Empédocles   de Hölderlin: Debe partir a tiempo, aquel por el que habla el espíritu (III, X54). Heideggeriana: EssenciaPoesia  

La poesía despierta la apariencia de lo irreal y del ensueño, frente a la realidad palpable y ruidosa en la que nos creemos en CASA. Y, sin embargo, es al contrario, pues lo que el poeta dice y toma por ser es la realidad. Así lo confiesa la Panthea de Empédocles en su clarividencia de amiga ( III, 78 ). Heideggeriana: EssenciaPoesia

Pues bien, esta interpretación de la coseidad de las cosas es siempre y en todo momento tan correcta y demostrable como la anterior, lo que basta para dudar de su verdad. Si nos paramos a pensar a fondo aquello que estamos buscando, esto es, el carácter de cosa de la cosa, este concepto de cosa nos volverá a dejar perplejos. Cuando se nos aparecen las cosas nunca percibimos en primer lugar y propiamente dicho un cúmulo de sensaciones, tal como pretende este concepto, por ejemplo, una suma de sonidos y ruidos, sino que lo que oímos es cómo silba el vendaval en el tubo de la chimenea, el vuelo del avión trimotor, el Mercedes que pasa y que distinguimos inmediatamente del Adler. Las cosas están mucho más próximas de nosotros que cualquier sensación. En nuestra CASA oímos el ruido de un portazo pero nunca meras sensaciones acústicas o puros ruidos. Para oír un ruido puro tenemos que hacer oídos sordos a las cosas, apartar de ellas nuestro oído, es decir, escuchar de manera abstracta. Heideggeriana: ObraArte

En el ámbito más próximo de lo ente nos creemos en CASA. Lo ente es familiar, seguro, inspira confianza. Pero sin embargo hay un constante encubrimiento que recorre el claro bajo la doble forma de la negación y el disimulo. Lo seguro en el fondo no es seguro, sino algo completamente inseguro. La esencia de la verdad, esto es, la esencia del desocultamiento está completamente dominada por una abstención. Ahora bien, esta abstención no es un defecto ni un fallo, como si la verdad fuera un vano desocultamiento que se hubiera desprendido de todo lo oculto. Si pudiera ser eso, la verdad dejaría de ser ella misma. A la esencia de la verdad en tanto que esencia del desocultamiento le pertenece necesariamente esta abstención según el modo de un doble encubrimiento. La verdad es en su esencia no-verdad. Decimos esto así para mostrar de un modo tajante, y tal vez algo chocante, que la abstención bajo el modo del encubrimiento forma parte del desocultamiento como claro. Por el contrario, el enunciado que reza: la esencia de la verdad es la no-verdad, no quiere decir que la verdad sea en el fondo falsedad. Asimismo, tampoco quiere decir que la verdad nunca sea ella misma, sino que, en una representación dialéctica, siempre es también su contrario. Heideggeriana: ObraArte

¿Qué es lo que sucede en la extensión y consolidación del carácter de institución de las ciencias? Nada menos que el aseguramiento de la primacía del método por encima de lo ente (naturaleza e historia), el cual se convierte en algo objetivo dentro de la investigación. Basándose en su carácter de empresa, las ciencias consiguen la mutua pertenencia y la unidad que les corresponde. Por eso, una investigación histórica o arqueológica llevada a cabo de manera institucional, está esencialmente más próxima de la investigación física correspondientemente organizada, que una disciplina cualquiera de su propia facultad de ciencias del espíritu, que se habrá quedado detenida en el punto de la mera erudición. Por eso, el decisivo despliegue del moderno carácter de empresa de la ciencia acuña otro tipo de hombres. Desaparece el sabio. Lo sustituye el investigador que trabaja en algún proyecto de investigación. Son estos proyectos y no el cuidado de algún tipo de erudición los que le proporcionan a su trabajo un carácter riguroso. El investigador ya no necesita disponer de una biblioteca en su CASA. Además, está todo el tiempo de viaje. Se informa en los congresos y toma acuerdos en sesiones de trabajo. Se vincula a contratos editoriales, pues ahora son los editores los que deciden qué libros hay que escribir. Heideggeriana: ImagemMundo

3) Una proposición esencial como la de Nietzsche   acerca de la verdad no puede, además, ser refutada por proposiciones que, ya en cuanto proposiciones, en la medida en que han de expresar algo verdadero, le están subordinadas, del mismo modo en que una CASA no puede rebelarse contra la circunstancia de que, para mantenerse en pie, tiene que tener algo así como cimientos. Heideggeriana: VontadePoder  

Platón diferencia entre el ontos on y el me on, entre lo entitativamente ente [das seiendhaft Seiende  ] y lo “ente” que no debería ser ni llamarse así. El ontos on, el ente que tiene carácter de ser, lo que es propiamente, es decir conforme a la esencia del ser, es to eidos, el aspecto, aquello en lo que algo muestra su semblante, su idea, es decir lo que algo es, su qué-es. El me on también es y por lo tanto — pensado de modo griego — también se presenta, muestra un aspecto y un semblante, un eidos; pero el semblante está deformado, desfigurado, el aspecto y la vista están ensombrecidos y enturbiados; por ello el me on es to eàdvlon. Las cosas llamadas reales, las cosas palpables para el hombre — esta CASA, aquel barco, aquel árbol, este cartel, etc. — son, pensadas de modo platónico, en todos los casos eàdvla, algo que ofrece un aspecto pero que sólo tiene el aspecto del aspecto en sentido propio: me onta, cosas que ciertamente son que en cierto modo presencian y tienen su semblante, pero cuyo aspecto está sin embargo menoscabado de tal o cual manera porque tiene que mostrarse en la impronta de una materia sensible. Pero en esta CASA determinada, que tiene tal o cual tamaño, que ha sido construida con tal o cual material, se muestra no obstante la casidad, y el ser CASA de esta CASA consiste en el presenciar de la casidad. La casidad, lo que hace que una CASA sea una CASA, es lo propiamente ente en ella; lo verdaderamente ente es el eidos, la “idea”. Heideggeriana: VontadePoder

Que el hombre es sí mismo y puede decir “yo” y sabe de sí mismo y tiene una “autoconciencia”, fue siempre conocida para el pensamiento occidental. Heráclito dice (Frag.101): “Yo — siguiendo al mí mismo — he obedecido a su interior”. Pero estos “monólogos” del alma en el mundo griego y en el cristianismo — también los “soliloquios” de Agustín — son radicalmente diferentes de la “conciencia”, que como autoconciencia, es decir, autocerteza, determina la esencia de la verdad modernamente concebida, es decir, objetividad y realidad. Hegel   dice en su curso sobre la Historia de la filosofía moderna, después de haber tratado a Francis Bacon y Jakob Boehme: “Llegamos propiamente recién ahora a la filosofía del mundo moderno, y comenzamos ésta con Cartesius. Con él ingresamos propiamente a una filosofía independiente, la que sabe que procede independientemente de la razón y que la autoconciencia es momento esencial de lo verdadero. Aquí, podemos decir, estamos en CASA y podemos, como el navegante después de un largo viaje por un mar impetuoso, gritar ‘¡tierra!’; Cartesius es uno de los hombres que comenzaron todo de nuevo; y con él se eleva la formación, el pensar del nuevo tiempo”. “En este nuevo período el principio   es el pensar, el pensar que sale de sí”. Heideggeriana: HegelFenomenologia  

La morada cavernaria es la imagen para ten. . . di opseos phainomenen edran “el distrito de residencia que (cotidianamente) se muestra a la mirada”. El fuego que brilla en la caverna por sobre los que la habitan es la “imagen” para el sol. La bóveda cavernaria representa a la bóveda del cielo. Bajo esta bóveda, consignados a la tierra y a ella sujetos, viven los hombres. Lo que en ella les circunda y concierne es, para ellos, “lo real”, es decir, el ente. En esta morada cavernaria ellos se sienten “¿en el mundo” y “en su CASA”, y encuentran en ella lo seguro. Heideggeriana: PlatoVerdade

Las cosas mencionadas en la “alegoría”, y visibles en lo interior de la caverna son, en cambio, la imagen para aquello en que propiamente consiste lo entitativo del ente, siendo esto, según Platón, aquello por lo que el ente se muestra en su “aspecto”, el cual no es tomado por Platón como mero “aspecto” o apariencia. El “aspecto” tiene para él algo todavía de un salir fuera, mediante el cual toda cosa se “presenta”. Es presentándose en su “aspecto” que el ente mismo se muestra. Este “aspecto” es el equivalente griego de eídos o idéa. Las cosas que yacen, a la luz del día, fuera de la caverna, donde la libre perspectiva se extiende a todo, ilustran, en la “alegoría”, las “ideas”. Según Platón, si el hombre no tuviese éstas, es decir, aquel respectivo “aspecto” de cosas, seres vivos, hombres, números y dioses a la vista, jamás podría apercibir esto y aquello, como una CASA, como un árbol, como un dios. Cree habitualmente el hombre que ve directamente esta CASA y aquel árbol, y, de este modo, a todo ente. Ante todo y, en general, no sospecha el hombre que todo lo que con soltura vale para él como lo “real”, sólo lo ve siempre a la luz de las “ideas”. Mas aquello sólo presuntiva y propiamente real, lo inmediatamente visible, audible, aprehensible, calculable, es siempre, según Platón, la silueta de las ideas y. en consecuencia, una sombra. Esto más próximo y, sin embargo, semejante a sombra. tiene al hombre cotidianamente en cautiverio. El vive en una prisión y deja tras de sí a todas las “ideas”. Y en virtud de que no reconoce en modo alguno a este cautiverio como tal. tiene a este recinto cotidiano bajo la bóveda del cielo por el teatro   de la experiencia y de la apreciación que exclusivamente imparten la medida a todas las cosas y relaciones, y la regla para su organización y fijación. Heideggeriana: PlatoVerdade

En su Lección sobre la Historia de la Filosofía Moderna (O. C., vol. XV, 328), después de hablar de Bacon y de Jakob Boehme, Hegel dice así: “En realidad sólo ahora llegamos a la filosofía del nuevo mundo y la inauguramos con Descartes  . Es con él con quien verdaderamente entramos en una filosofía independiente que sabe que procede de forma autónoma de la razón y que la autoconciencia es un momento esencial de lo verdadero. Aquí, podemos decir que estamos en CASA y como el navegante tras un largo viaje alrededor de una mar tempestuoso podemos gritar “tierra”… En este nuevo período el principio es el pensamiento, el pensar que parte de mismo… Heideggeriana: HegelExperiencia  

El segundo párrafo toca el núcleo de la crítica bajo cuyo dominio se encuentra, gracias a la ciencia, toda crítica filosófica del conocimiento hecha hasta ahora. He el ya no va a usar el nombre ‘filosofía’ en el resto de los párrafos. Va a hablar de ciencia. Porque entretanto la filosofía moderna ha alcanzado la consumación de su esencia, desde el momento en que ha tomado completamente bajo su dominio la tierra firme pisada por ella por primera vez. Dicha tierra es la autocerteza del representar en relación consigo mismo y con lo representado por él. Tomar esa tierra completamente bajo su dominio significa saber en su esencia incondicionada la autocerteza de la autoconciencia y estar en ese saber como en el saber por excelencia. La filosofía es ahora el saber incondicionado dentro del saber de la autocerteza. La filosofía se encuentra dentro del saber como tal como en su CASA. Toda la esencia de la filosofía está formada por el saberse incondicionado del saber. La filosofía es la ciencia. Este nombre no significa que la filosofía haya tomado como modelo al resto de las ciencias existentes y que realice perfectamente ese modelo en el ideal  . Si el nombre “la ciencia” aparece en lugar del nombre filosofía dentro de la metafísica absoluta, esto revela que toma su significado de la esencia de la incondicionada autocerteza del sujeto que se sabe a sí misma. El que verdaderamente, esto es, el que con toda certeza subyace ahora es éste, el subiectum, el hypokeimenon, que la filosofía tiene que reconocer como lo presente desde sus inicios. La filosofía se ha convertido en la ciencia porque sigue siendo la filosofía. Es a ella a quien toca contemplar a lo ente en cuanto ente. Ahora bien lo ente se aparece desde Leibniz   de tal manera al pensar, que todo ens qua ens es una res cogitans   y en este sentido es sujeto. Que esto sea así no depende de la concepción de dicho pensador, sino del ser de lo ente. Desde luego, el sujeto no es lo subjetivo entendido como el egoísmo que sólo mira por sí mismo. El sujeto se presenta en la relación representadora que mantiene con el objeto. Pero en tanto que tal relación, es ya la relación representadora consigo mismo. El representar presenta al objeto representándoselo al sujeto y en dicha representación el propio sujeto se presenta como tal. La presentación es el rasgo fundamental del saber en el sentido de la autoconciencia del sujeto. La presentación es un modo esencial de la presencia (parousia). Como tal, esto es, como presencia, es el ser de lo ente bajo el modo del sujeto. La autocerteza, en tanto que saberse condicionado en sí, esto es, incondicionado, es la entidad (ousia) del sujeto. El ser sujeto del sujeto, es decir, la relación sujeto-objeto, es la subjetidad del sujeto. La subjetidad consiste en el saberse incondicionado. En el modo del saberse se dispone la esencia del sujeto de tal manera que, para ser sujeto, el sujeto sólo se ocupa del saber por medio de esta disposición. La subjetidad del sujeto es como autocerteza absoluta, “la ciencia”. Lo ente (to on) es en cuanto ente (he on), en la medida en que se encuentra en el modo del saberse incondicionado del saber. Por eso, la presentación que representa dicho ente en cuanto ente, la filosofía, es ella misma la ciencia. Heideggeriana: HegelExperiencia

El momento esencial y decisivo de la experiencia consiste en que en ella brota a la conciencia el nuevo objeto verdadero. Lo que interesa es ese surgimiento del nuevo objeto en tanto que surgimiento de la verdad y no la constatación de un objeto en tanto que eso que está enfrente. En realidad, ahora ya no hay que pensar el objeto como lo que está enfrente del representar, sino como aquello que surge a modo de verdad de la conciencia frente al antiguo objeto en el sentido de lo todavía no verdadero. Experimentar es el modo en que la conciencia, en la medida en que es, sale detrás de su concepto, en calidad del cual ella es en verdad. Esta salida en pos de algo alcanza la manifestación de la verdad en eso verdadero que se manifiesta. Alcanzándola también llega a la automanifestación de la propia manifestación. En la palabra alemana experimentar, ‘Erfahren  ’, ‘fahren’ tiene el significado originario de conducir, guiar. Cuando construye una CASA, el carpintero conduce las vigas en una dirección determinada. Ese conducir es un impulso, un empuje hacia … Conducir es una manera de alcanzar algo dirigidamente…: el pastor conduce al rebaño fuera y lo conduce a la montaña. Experimentar es un alcanzar que sale en pos y que ansía llegar. Experimentar es un modo de la presencia, esto es, del ser. Por medio de la experiencia se hace presente la conciencia a modo de aquello que se manifiesta en su propia presencia junto a sí. La experiencia recoge a la conciencia en el recogimiento de su esencia. Heideggeriana: HegelExperiencia

La disposición para la angustia es el sí a la insistencia a satisfacer la suprema exigencia que sólo afecta a la esencia del hombre. De entre todos los entes, el hombre es el único que, siendo interpelado por la voz del ser, experimenta la maravilla de las maravillas: que lo ente es. Así pues, el que, en su esencia, es llamado a la verdad del ser está ya siempre   y por eso mismo determinado de un modo esencial. El claro valor para la angustia esencial garantiza la misteriosa posibilidad de la experiencia del ser, pues cerca de la angustia esencial y del espanto al abismo habita el temor. Éste aclara y resguarda ese lugar habitado por el hombre dentro del cual éste se siente en CASA y se demora en lo que permanece. Heideggeriana: MetafisicaEpilogo  

Todo calcular disuelve lo contable en lo contado a fin de usarlo para el próximo recuento. El calcular no permite que surja otra cosa más que lo contable. Toda cosa es únicamente aquello que ella cuenta. Lo contado en cada caso asegura la progresión del contar. Dicho contar usa y gasta progresivamente los números y es, a su vez, un progresivo consumirse a sí mismo. Que el calcular se encuentre con lo ente vale como explicación del ser de lo ente. El calcular utiliza de antemano a todo ente como elemento contable y desgasta a lo contado en el recuento. Este uso corrosivo de lo ente delata el carácter de consunción del cálculo. Sólo en la medida en que el número es aumentable hasta el infinito, y ello indistintamente en la dirección de lo grande o de lo pequeño, puede la esencia consuntiva del cálculo esconderse tras sus productos y prestarle al pensar calculante la apariencia de la productividad, mientras ya anticipadamente, y no sólo en sus resultados posteriores, confiere validez a todo ente sólo bajo la forma de la disponibilidad y lo consumible. El pensar calculante se constriñe a sí mismo a dominar todo desde la perspectiva de la coherencia de su proceder. Ni siquiera puede imaginar que todo lo calculable del cálculo sea ya un todo antes de las diversas sumas y productos calculados por él, un todo cuya unidad pertenece indudablemente a lo incalculable, que se sustrae a sí mismo y a su carácter inquietante de las garras del cálculo. Sin embargo, aquello que siempre y en todo lugar está cerrado de antemano a las intenciones del cálculo y, asimismo, y siempre en una enigmática desconocibilidad, se halla más cercano al hombre que cualquier ente en el que el hombre se instala a sí mismo y a su pretensión puede conducir a veces a la esencia del hombre a un pensar cuya verdad no puede ser captada por ninguna “lógica”. Ese pensar cuyos pensamientos no sólo no cuentan, sino que en general están determinados por eso otro distinto a lo ente, se llama pensar a esencial. En lugar de calcular con lo ente, contando con lo ente, dicho pensar se prodiga y desgasta en el ser de cara a la verdad del ser. Este pensar contesta a la exigencia del ser, en la medida en que el hombre confía su esencia histórica a la simplicidad de esa única necesidad que obliga sin apremiar, limitándose simplemente a crear la necesidad que se satisface en la libertad del sacrificio. La necesidad es que la verdad del ser quede a salvo pase lo que pase con el hombre o cualquier ente. El sacrificio es ese prodigarse del hombre — libre de toda constricción, porque surge del abismo de la libertad — en la preservación de la verdad del ser para lo ente. En el sacrificio acontece aquella escondida gratitud única en saber apreciar la gratuidad con que el ser se ha transpropiado a la esencia del hombre en el pensar, a fin de que éste asuma la guarda del ser en la relación con lo ente. El pensar inicial es el eco del favor del ser en el que se aclara y acontece y a eso único: que lo ente es. Ese eco es la respuesta del hombre a la palabra de la voz silenciosa del ser. La respuesta del pensar es el origen de la palabra humana, palabra que es la única que consiente que surja el lenguaje a modo de entonación sonora de la palabra en palabras. Si no hubiera a veces un pensar escondido en el fundamento esencial del hombre histórico, éste nunca sería capaz de agradecer, puesto que en todo pensamiento y en todo agradecimiento tiene que haber necesariamente un pensar que piense inicialmente la verdad del ser. ¿De qué otro modo podría llegar jamás una humanidad al agradecer originario si el favor del ser, por medio de la abierta referencia a sí mismo, no le concediese al hombre la nobleza de esa pobreza en la que la libertad del sacrificio esconde el tesoro de su esencia? El sacrificio es la despedida de lo ente en ese camino que conduce a la preservación del favor del ser. Es verdad que el sacrificio puede ser preparado y favorecido trabajando productivamente en lo ente, pero nunca podrá llegar a ser consumado por estos medios. Su consumación procede de la instancia desde la que cada hombre histórico actúa — pues también el pensar esencial es un actuar — y conserva la existencia, existencia adquirida para la preservación de la dignidad del ser. Esta insistencia es la imperturbable indiferencia, que no permite que se altere su oculta disposición para la esencia de despedida de todo sacrificio. El sacrificio se encuentra en CASA en la esencia de ese acontecimiento propio, en el cual el ser reclama al hombre para la verdad del ser. Por eso, el sacrificio no tolera ninguno de esos cálculos por los que siempre se cae en el error de cálculo de tomar solamente en cuenta su utilidad o inutilidad, por altas o bajas que se hayan dispuesto las metas. Este error de cálculo deforma la esencia del sacrificio. La búsqueda de metas enturbia la claridad del temor, dispuesto a la angustia, del ánimo de sacrificio, que se atreve a asumir la vecindad a lo indestructible. Heideggeriana: MetafisicaEpilogo

El mismo Dr. Hancke me dijo también que en el SD dominaba la idea de que yo trabajaba en connivencia con los jesuitas. De hecho, en mis cursos y seminarios hubo hasta el final miembros de órdenes católicas (especialmente jesuitas y franciscanos establecidos en Friburgo). Estas personas tenían la posibilidad de trabajar y promoverse con mis seminarios exactamente igual que cualquier otro estudiante. A lo largo de una serie de semestres fueron miembros de mi seminario los padres jesuitas profesores Lotz, Rahner, Huidobro, que a menudo estuvieron en nuestra CASA. Basta con leer   sus escritos para reconocer en el acto el influjo de mi pensamiento, que tampoco es negado. Heideggeriana: RepensandoReitorado  

Una cosa es sacar simplemente provecho de la tierra, otra acoger la bendición de la tierra y hacerse la CASA en la ley de este acogimiento con el fin de guardar el misterio del Ser y velar por la inviolabilidad de lo posible. Heideggeriana: SuperarMetafisica

¿Es R. M. Rilke   un poeta en tiempos de penuria? ¿Qué relación guarda su poetizar con la penuria del tiempo? ¿Hasta dónde se acerca al abismo? ¿Adónde llega el poeta, suponiendo que llega hasta donde puede hacerlo? La poesía válida de Rilke se resume, después de una paciente recolección, en los dos pequeños volúmenes de las Elegías de Duino y los Sonetos a Orfeo. El largo camino hasta esta poesía es, en sí mismo, un camino que pregunta poéticamente. En el transcurso de ese camino, Rilke experimenta más claramente la penuria del tiempo. Los tiempos no son sólo de penuria por el hecho de que haya muerto Dios, sino porque los mortales ni siquiera conocen bien su propia mortalidad ni están capacitados para ello. Los mortales todavía no son dueños de su esencia. La muerte se refugia en lo enigmático. El misterio del sufrimiento permanece velado. No se ha aprendido el amor. Pero los mortales son. Son, en la medida en que hay lenguaje. Todavía se demora un canto sobre su tierra de penuria. La palabra del rapsoda preserva todavía la huella de lo sacro. Lo dice el canto de los Sonetos a Orfeo (1 parte, XIX): Rápido cambia el mundo, — como formas de nubes. — A CASA, a lo primigenio, — retorna todo lo consumado. — Por encima del cambio y la marcha, — más grande y libre, dura todavía tu canto previo, — dios de la lira. — No se reconocen los sufrimientos, — no se aprende el amor, — y eso que en la muerte nos aleja, — no se desvela. — Sólo el canto sobre la tierra — consagra y celebra. Heideggeriana: ParaQuePoetas  

Las construcciones informes de la producción técnica se interponen ante lo abierto de la pura percepción. Las cosas que fueron creciendo anteriormente desaparecen a toda velocidad. Ya no pueden mostrar lo que les es propio a través de la objetivación. En una carta del 13 de noviembre de 1925, Rilke escribe así: Todavía para nuestros abuelos una ‘CASA’, una ‘fuente’, una torre conocida, incluso su propio vestido, su abrigo, eran infinitamente más e infinitamente más familiares; casi cada cosa era un recipiente en el que encontraban algo humano y acumulaban lo humano. Ahora, procedentes de América, nos invaden cosas vacías e indiferentes, cosas sólo aparentes, engañifas de vida… Una CASA, según la concepción americana, una manzana americana o un racimo de uvas de los de allí, no tienen nada en común con la CASA, el fruto, el racimo en el que se habían introducido la esperanza y la meditación de nuestros ancestros… (Cartas desde Muzot, pp. 335 y s.). Heideggeriana: ParaQuePoetas

Cuando pensamos esto, experimentamos que dentro del propio ser hay algo “más” que forma parte de él y, por tanto, existe la posibilidad de que también allí, donde el ser es pensado como riesgo, pueda reinar eso más arriesgado que el propio ser, en la medida en que habitualmente nos representamos el ser a partir de lo ente. El ser atraviesa como él mismo su ámbito, delimitado (temein, tempus  ) por el hecho de presentarse en la palabra. El lenguaje es el ámbito o recinto (templum), esto es, la CASA del ser. La esencia del lenguaje no se agota en el significado ni se limita a ser algo que tiene que ver con los signos o las cifras. Es porque el lenguaje es la CASA del ser, por lo que sólo llegamos a lo ente caminando permanentemente a través de esa CASA. Cuando caminamos hacia la fuente, cuando atravesamos el bosque, siempre caminamos o atravesamos por las palabras “fuente” y “bosque”, incluso cuando no pronunciamos esas palabras, incluso cuando no pensamos en la lengua. Pensando desde el templo del ser, podemos presumir lo que arriesgan esos que a veces arriesgan más que el ser de lo ente. Arriesgan el recinto del ser. Arriesgan el lenguaje. Todo ente, los objetos de la conciencia y las cosas del corazón, los hombres que se autoimponen y los que son más arriesgados, todos los seres están a su modo, en cuanto entes, en el recinto de la lengua. Por eso, si existe algún lugar en el que sea posible la inversión fuera del ámbito de los objetos y su representación, en dirección hacia lo más íntimo del espacio del corazón, ese lugar se halla única y exclusivamente en ese recinto. Heideggeriana: ParaQuePoetas

Zaratustra es un portavoz en este triple sentido. Pero ¿qué es lo que habla delante (de los demás)? ¿En favor de quién habla? ¿Qué intenta explicar? ¿Es Zaratustra sólo un portavoz cualquiera de cualquier cosa o es el portavoz de lo Uno que siempre, y antes que nada, está interpelando al hombre? Hacia el final de la tercera parte de Así hablaba Zaratustra hay una sección que lleva por título: “El convalescente” (Der Genesende). Éste es Zaratustra. Pero ¿qué significa “der Genesende”? “Genesen” es la misma palabra que el griego neomai, nostos Significa: regresar a CASA; nostalgia es la morriña, el dolor de hogar. El “Genesende” es el que se recoge para el retorno al hogar, es decir, para entrar en aquello a lo que está destinado. El “convalescente” está en camino hacia sí mismo, de tal modo que puede decir de sí quién es. En el fragmento citado, el convalescente dice: “Yo, Zaratustra, el portavoz de la vida, el portavoz del sufrimiento, el portavoz del círculo … “ Heideggeriana: NietzscheZaratustra  

Lo otro que, en vistas a la palabra techne, hay que considerar tiene todavía más peso. La palabra techne, desde muy pronto hasta la época de Platón, va de consuno con la palabra episteme  . Ambas palabras son nombres para el conocer en el sentido más amplio. Lo que ellas mientan es un entender en algo, ser entendido en algo. En el conocer se hace patente algo. En cuanto que hace patente, el conocer es un hacer salir de lo oculto. Aristóteles distingue con especial atención (Eth. Nic. VI, c. 3 y 4) la episteme de la techne, y lo hace desde el punto de vista de lo que en ellas sale de lo oculto y del modo como lo hacen salir de lo oculto. La techne es un modo del aletheuein  . Saca de lo oculto algo que no se produce a sí mismo y todavía no se halla ahí delante, y por ello puede aparecer y acaecer de este modo o de este otro. El que construye una CASA o un barco o forja una copa sacrificial hace salir de lo oculto lo-que-hay-que-traer-ahí-delante, y lo hace según las perspectivas de los cuatro modos del ocasionar. Este hacer salir de lo oculto coliga de antemano el aspecto y la materia de barco y de CASA y los reúne en la cosa terminada y vista de un modo acabado, determinando desde ahí el modo de la fabricación. Lo decisivo de la techne, pues, no está en absoluto en el hacer y el manejar, ni está en la utilización de medios, sino en el hacer salir de lo oculto del que hemos hablado. En tanto que éste, pero no como fabricación, la techne es un traer-ahí-delante. Heideggeriana: PreguntaTecnica

De este modo, pues, la estructura de emplazamiento, en tanto que sino del hacer salir lo oculto, si bien es la esencia de la técnica, no lo es nunca en el sentido de género y de essentia  . Si nos fijamos en esto, nos alcanza algo sorprendente: es la técnica la que nos pide que pensemos en otro sentido aquello que entendemos habitualmente bajo el nombre de “esencia”. Pero ¿en qué sentido? Ya cuando decimos “las cosas de la CASA” (Hauswesen: la esencia de la CASA), “los asuntos del estado” (Staatswesen: la esencia del estado), estamos pensando, no en lo general de un género sino en el modo como la CASA y el estado prevalecen, se administran, se despliegan y decaen. Es el modo como ellas esencian. J. P Hebel, en un poema, “Un fantasma en la calle Kander”, que Goethe   amaba de un modo especial, emplea la antigua palabra die Weserei (literalmente: “la esenciería”). Significa el Ayuntamiento, en la medida en que allí se coliga la vida del municipio y está en juego, es decir, esencia la vida del pueblo. Del verbo wesen (esenciar) procede el sustantivo. Wesen (esencia), entendido como verbo, es lo mismo que währen   (durar); no sólo semánticamente sino también en su composición fonética. Ya Sócrates   y Platón piensan la esencia de algo como lo que esencia en el sentido de lo que dura. Pero piensan lo que dura como lo que perdura (aei on). Pero lo que perdura lo encuentran en aquello que, en tanto que permanece, resiste a cualquier cosa que pueda ocurrir. Esto que permanece lo descubren a su vez en el aspecto (eidos, idea), por ejemplo, en la idea de “CASA”. Heideggeriana: PreguntaTecnica

En ella se muestra aquello que está hecho al modo de la CASA. Cada una de las CASAs, las CASAs reales y posibles, son, en cambio, modificaciones cambiantes y perecederas de la “idea”, y pertenecen por tanto a lo que no dura. Heideggeriana: PreguntaTecnica

Mi carta quisiera pensar previamente en ese lugar de la línea y así explicar la línea. Su enjuiciamiento de la situación bajo el nombre trans lineam y mi explicación bajo el nombre de línea, se corresponden. Aquélla incluye a ésta. Ésta depende de aquélla. Con ello no le digo nada especial. Usted sabe que un enjuiciamiento de la situación del hombre respecto al movimiento del nihilismo y dentro de éste, [387] exige una determinación esencial suficiente. Tal saber falta en muchos lugares. La carencia enturbia la vista en el enjuiciamiento de nuestra situación. Hace superficial el juicio sobre el nihilismo y ciego el ojo para la presencia “de éste, el más inhóspito de todos los huéspedes” (Nietzsche, La voluntad de poder Para el plan, WW XV pág. 141). Se llama el “más inhóspito” porque él, como voluntad incondicionada de voluntad, quiere la inhospitalidad en cuanto tal. Por eso no sirve de nada mostrarle la puerta, ya que por doquier desde hace tiempo e invisible da vueltas por la CASA. Es preciso divisar a ese huésped y examinarle. Usted mismo escribe (pág. 23): “Una buena definición del nihilismo sería comparable al descubrimiento del agente cancerígeno. No significaría la curación, pero sí su condición, en la medida en que generalmente los hombres colaboran en ello. Se trata ciertamente de un proceso que supera ampliamente a la historia”. Heideggeriana: PreguntaSer  

¿Depende del “Ser” — la palabra nombra ahora por un instante aquella mismidad problemática, en que la esencia del Ser y la esencia del hombre se copertenecen —, depende del “Ser” que en la correspondencia para con él nuestro decir fracase y sólo quede lo que de manera excesivamente precipitada se sospecha con la etiqueta “mística”? ¿O depende de nuestro decir que no lo hable todavía porque todavía no es capaz de adaptarse a una correspondencia para la esencia del “Ser”? ¿Se deja al capricho de los dicentes, qué lenguaje de palabras fundamentales hablan en el instante del cruce de la línea, es decir, en el traspasar de la línea crítica del nihilismo consumado? ¿Basta con que ese lenguaje sea entendido por todos, o imperan aquí otras leyes y medidas que son tan singulares como el instante histórico-mundial de la consumación planetaria del nihilismo y de la dis-cusión de su esencia? Éstas son preguntas que apenas comienzan nos parecen tan dignas de ser preguntadas que nos sentimos en ellas como en CASA y no las dejamos ya más, incluso a riesgo de tener que abandonar hábitos arraigados de pensar en el sentido del representar metafísico y de atraerse el desprecio de toda sana razón. Heideggeriana: PreguntaSer

Y sin embargo, una meditación suficiente y perseverante gana la visión: la metafísica no permite nunca por su esencia al habitar humano el establecerse propiamente en la localidad, es decir, en la esencia del olvido del Ser. Por ello tiene el pensar y poetizar que volver allí donde, en cierto modo, siempre ya ha estado y sin embargo aún no construyó. Sin embargo, nosotros sólo podemos por medio de un construir preparar el habitar en aquella localidad. Semejante construir apenas puede ya meditar sobre la erección de la CASA para el dios y de las moradas para los mortales. Tiene que contentarse con edificar junto al camino que trae la vuelta a la localidad de la torsión de la metafísica y por ello permite recorrer lo destinal de una superación del nihilismo. Heideggeriana: PreguntaSer

El primer recuerdo se remonta al mes de agosto de 1951. Nos encontramos en la ciudad alemana de Darmstadt, donde en bien ceñido marco se celebran anualmente conferencias sobre un tema determinado. Aquel año versaban sobre el tema “El hombre y el espacio”. Entre los hombres de ciencia y arquitectos que habían sido requeridos a hablar, nos contábamos Ortega y yo. Después de mi conferencia, que llevaba el título “Edificar, habitar, pensar”, un orador empezó a disparar violentos ataques contra lo que yo había dicho y afirmó que mi conferencia no había resuelto las cuestiones esenciales, que más bien las había “despensado”, es decir, disuelto en nada por medio del pensamiento. En este momento pidió la palabra Ortega y Gasset  , cogió el micrófono del orador que tenía a su lado y dijo al público lo siguiente: “El buen Dios necesita de los “despensadores” para que los demás animales no se duerman”. La ingeniosa salida hizo cambiar de golpe la situación. Pero no era sólo una salida ingeniosa, era sobre todo caballeresca. Este espíritu caballeresco de Ortega, manifestado también en otras ocasiones frente a mis escritos y discursos, ha sido tanto más admirado y estimado por mí pues me consta que Ortega ha negado a muchos su asentimiento y sentía cierto desasosiego por alguna parte de mi pensamiento que parecía amenazar su originalidad. Una de las noches siguientes volví a encontrarle con ocasión de una fiesta en el jardín de la CASA del arquitecto municipal. En hora avanzada iba yo dando una vuelta por el jardín, cuando topé a Ortega solo, con su gran sombrero puesto, sentado en el césped con un vaso de vino en la mano. Parecía hallarse deprimido. Me hizo una seña y me senté junto a él, no sólo por cortesía, sino porque me cautivaba también la gran tristeza que emanaba de su figura espiritual. Pronto se hizo patente el motivo de su tristeza. Ortega estaba desesperado por la impotencia del pensar frente a los poderes del mundo contemporáneo. Pero se desprendía también de él al mismo tiempo una sensación de aislamiento que no podía ser producida por circunstancias externas. Al principio sólo acertamos a hablar entrecortadamente; muy pronto el coloquio se centró en la relación entre el pensamiento y la lengua materna. Los rasgos de Ortega se iluminaron súbitamente; se encontraba en sus dominios y por los ejemplos lingüísticos que puso, adiviné cuán intensa e inmediatamente pensaba desde su lengua materna. A la hidalguía se unió en mi imagen de Ortega la soledad de su busca y al mismo tiempo una ingenuidad que estaba ciertamente a mil leguas de la candidez, porque Ortega era un observador penetrante que sabía muy bien medir el efecto que su aparición quería lograr en cada caso. Heideggeriana: OrtegaEncontros  

El segundo recuerdo trae a mi memoria la gran CASA abierta de un médico en los altos de la Selva Negra, donde una mañana de domingo, en un círculo de numerosos oyentes cruzamos con fuerza, pero con bella mesura, nuestros más afilados aceros. Estaba en discusión el concepto del “ser” y la etimología de este vocablo fundamental de la filosofía. La discusión puso de manifiesto lo muy versado que Ortega estaba en las Ciencias. También me puso de relieve una especie de positivismo que no me cumple juzgar, ya que conozco muy pocos escritos de Ortega y sólo en traducciones. La tarde de ese mismo día nos proporcionó a mi y a todos los presentes la impresión más recia y duradera de la magna personalidad de Ortega y Gasset. Habló de un tema que ni estaba previsto ni había sido formulado y que puede, sin embargo, cifrarse en el titulo “El hombre español y la muerte”. Cierto que lo que nos dijo le era familiar desde hacia largo tiempo, pero el cómo lo dijo nos desvela cuanto más avanzado estaba que sus oyentes en un campo que ahora ha tenido que traspasar. Cuando pienso en Ortega vuelve a mis ojos su figura tal como la vi aquella tarde, hablando, callando, en sus ademanes, en su hidalguía, su soledad, su ingenuidad, su tristeza, su múltiple saber y su cautivante ironía. Heideggeriana: OrtegaEncontros

Tal principio se presenta en primer lugar bajo la forma de un principio fundamental que presupone la identidad como un rasgo del ser, esto es, del fundamento de lo ente. Este principio, entendido como enunciado, en camino se ha convertido en un principio a modo de un salto que se separa del ser como fundamento de lo ente y, así, salta al abismo. Pero este abismo no es ni la nada vacía ni una oscura confusión, sino el acontecimiento de transpropiación. En el acontecimiento de transpropiación oscila la esencia de lo que habla como lenguaje y que en una ocasión fue denominado la CASA del ser. “Principio de identidad” quiere decir ahora un salto exigido por la esencia de la identidad, ya que lo necesita si es que la mutua pertenencia de hombre y ser debe alcanzar la luz esencial del Ereignis  . Heideggeriana: PrincipioIdentidade  

¿Qué es una “noble poesía”? Es una poesía que tiene nobleza, es decir, que tiene su alto origen en lo que es permanente en sí y cuya fuerza generosa no se acaba jamás. Por consiguiente, Johann-Peter Hebel no es un simple poeta dialectal y local. Hebel es un poeta universal. Parece por lo tanto que ya hemos encontrado respuesta a nuestra pregunta: ¿quién es Johann-Peter Hebel? Pero no es así todavía. Sólo la tendremos si sabemos igualmente por qué Hebel llegó a ser el gran poeta que es. Es por esto que nos preguntarnos una vez más: ¿Quién es Johann-Peter Hebel? Dar a esta pregunta una respuesta anticipada es sostener: Johann-Peter Hebel es el Amigo de la CASA. Heideggeriana: HebelAmigo  

Esta respuesta suena en un principio extraña; inclusive diríamos incomprensible. “Amigo de la CASA” un nombre simple pero cargado de sentido profundo y amplio. Hebel ha encontrado este nombre gracias a su maravillosa sensibilidad auditiva y ha sabido conservarle su rica y fascinante significación. Lo eligió para el calendario de la región de Baden del que fue editor. Pero reconoció al mismo tiempo en el título del calendario, “Amigo de la CASA”, la denominación que califica su propia disposición poética. Como lo escribía en 1811 al “Muy Alto Ministerio del Gran Duque  ” de Karlsruhe, Hebel se sintió entusiasmado con la “bella idea de hacer del Calendario del Amigo Renano de la CASA una aparición bienvenida y bienhechora y, en la medida de lo posible, el mejor calendario de Alemania entera, vencedor de toda competencia eventual”. Heideggeriana: HebelAmigo

Sin duda alguna Hebel ha conferido por consiguiente a la “bella idea” de su calendario un brillo que constituye, más allá del instante presente, un encantamiento siempre nuevo para el espíritu y la sensibilidad de los hombres. ¿Cómo llegó a conseguirlo? Al llegar a ser Hebel lo que fue: el Amigo de la CASA. La expresión “Amigo de la CASA”, profunda a pesar de su simplicidad, es el nombre que define el rasgo fundamental de la vocación poética de Hebel. Heideggeriana: HebelAmigo

Los relatos y consideraciones del calendario hebeliano hacen que esta obra llegue a ser una lengua alemana de las más nobles. Hebel quien vivía en una proximidad luminosa de la lengua, conocía, bien ese tesoro. Escogió de acuerdo con su propia apreciación poética los trozos más bellos que había publicado en el “Calendario del Amigo Renano de la CASA”. Limita así el tesoro a lo que tenía de más precioso, le confeccionó un pequeño cofre y lo ofreció en 1811 al mundo de lengua alemana cono “Schatzkaestlein”. Heideggeriana: HebelAmigo

El pensamiento imaginativo y creador que hizo que la “Schatzkaestlein” haya llegado a ser la obra literaria que nosotros admiramos, constituye esta actitud poética que nos hace reconocer a Hebel como el “Amigo de la CASA”. Pero en la “Schatzkaestlein” están al mismo tiempo conservados (aufgehoben) los “Poemas, Alemánicos”, conservados en el triple sentido que ate atribuye a esa palabra (aufheben) uno de los grandes contemporáneos del poeta, el pensador Georg-Wilhelm-Friedrich Hegel, originario de Suevia. Heideggeriana: HebelAmigo

Esas cartas solamente las podía escribir el poeta que, con una creciente lucidez, ha reconocido su propio ser como siendo el del Amigo de la CASA y lo ha asumido resueltamente. Heideggeriana: HebelAmigo

Sin embargo, nos preguntamos de nuevo: ¿quién es este Amigo de la CASA? ¿En qué es Hebel un amigo, y de qué CASA? Pensamos en primer término en las CASAs que habitan campesinos y citadinos. Con mucha ligereza y corrientemente también por necesidad, nos representamos hoy las CASAs como un conjunto de piezas en donde se desarrolla la vida cotidiana de los hombres. La CASA se convierte por así decir en un simple local en donde habitar. Pero la CASA no llega a ser verdaderamente CASA más que por la habitación. La construcción por la que se erige la CASA no es lo que en verdad es si no está orientada previamente por un “permitir-habitar”, “permitir” que despierta y ofrece las posibilidades primordiales de la habitación. Heideggeriana: HebelAmigo

Si nosotros llamamos a este “Entre” multiforme el mundo, el mundo es entonces la CASA que habitan los mortales. En cambio, las CASAs particulares, las aldeas, las ciudades son construcciones que reúnen en ellas y en torno a ellas este “Entre” multiforme. Las construcciones disponen la tierra, es decir el paisaje habitado, en la proximidad del hombre y establecen al mismo tiempo bajo la extensión del cielo la dimensión de la. vecindad. Solamente en la medida en que el hombre habita la CASA del mundo en cuanto mortal, está destinado a construirle a los Dioses su CASA, lo mismo que construye su propia morada. Heideggeriana: HebelAmigo

“El Amigo de la CASA” es el Amigo de esta CASA que es el mundo. Simpatiza con la habitación humana en su integralidad y su extensión. Su simpatía descansa por consiguiente en una pertenencia original, pero al mismo tiempo conforme, al mundo y a su estructura. Heideggeriana: HebelAmigo

Por esto encontramos en la “Schatzkaestlein” del Amigo de la CASA “Consideraciones sobre la estructura del mundo”, consideraciones que no ha introducido por azar ni entremezcladas entre los relatos. Después de madura reflexión, ha dispuesto preciosamente el tesoro del pequeño cofre. Heideggeriana: HebelAmigo

Algo más: con esas “Consideraciones sobre la estructura. del mundo” comienza, la “Schatzkaestlein”. El Amigo de la CASA nos muestra en primer término la tierra y el cielo. Después vienen las consideraciones sobre la luna. Enseguida resplandecen las estrellas, entre los relatos de hechos y gestos humanos, inocentes o aventurados, honestos o astutos: en primer término vienen los planetas, divididos en dos partes, enseguida los cometas e intencionalmente, en último término, las estrellas fijas. Heideggeriana: HebelAmigo

Podría decirse, y sin lugar a dudas con cierta razón, que las Consideraciones del Hebel sobre la estructura del mundo no han hecho más que seguir la corriente de su época, que honraba el espíritu de las luces. No era posible ignorar por más tiempo los principios de las ciencias naturales modernas, entonces en plena expansión, que se querían enseñar a los hombres como el mejor conocimiento de la naturaleza. Esta anotación concerniente al Siglo de las Luces es sin duda correcta. Pero desconoce enteramente lo que Johann-Petter Hebel, el Amigo de la CASA, se proponía hacer con ayuda de sus Consideraciones sobre la estructura del mundo. Únicamente descubriremos lo que él tiene en miras cuando sepamos quién es el verdadero Amigo de la CASA. Heideggeriana: HebelAmigo

Aunque esto nos sorprenda, este no es de ninguna manera Hebel. ¿Quién es entonces? Hebel mismo nos da la respuesta en un pasaje significativo de sus Consideraciones sobre la estructura del mundo. Si prestamos atención a lo que hay en este pasaje de característico, encontramos que nos da una orientación decisiva en nuestro intento de pensar la esencia del Amigo de la CASA a partir de la CASA del mundo. El pasaje en cuestión se encuentra al final de las consideraciones sobre la Luna. He aquí lo que dice en él: “En octavo y último lugar, ¿qué hace entonces exactamente la luna en el cielo? Respuesta: lo que le hace a la tierra. Es cierto que ella ilumina nuestras noches con su dulce luz, que es el reflejo de los rayos solares, y que contempla a los muchachos besar a las muchachas. Es ella, verdadero “Amigo de la CASA” y primer hacedor del calendario de nuestra tierra, el general en jefe de todos los serenos cuando los demás duermen” (Betrachtung   ueber das Weltgebauede. Der Mond 1, pp. 326 ss.). Heideggeriana: HebelAmigo

El verdadero “Amigo de la CASA” de la tierra es la luna. ¿Quién osaría expresar sucintamente y, por esta misma razón, con palabras inevitablemente desprovistas de fineza, lo que aquí aparece como la característica del Amigo de la CASA? Hebel, el terrestre .Amigo dé., la CASA, aporta con su decir, lo mismo que la luna con su brillo, una dulce luz. La luna alumbra nuestras noches. Pero la luz que aporta, no la alumbra por sí misma. No es más que el reflejo de aquélla que ha recibido previamente de su sol, cuyo esplendor ilumina al mismo tiempo la tierra. Heideggeriana: HebelAmigo

El reflejo del sol, que la luna suaviza y remite a la tierra, constituye, en su calidad de reflejó, la imagen del decir poético confiado al Amigo de la CASA. Así iluminado, éste repite entonces lo que le ha sido confiado a quienes habitan la tierra con él. En todo cuanto dice, el Amigo de la CASA salvaguarda lo esencial a que se remiten los hombres en cuanto habitantes (de la tierra) , pero sobre el que se adormecen, sin embargo, muy fácilmente. Heideggeriana: HebelAmigo

Lo mismo que la luna, general en jefe de los serenos, el Amigo de la CASA permanece en vela durante la noche. Vela el buen reposo de los habitantes, atento a lo que puede amenazarlos y turbarlos. Heideggeriana: HebelAmigo

El Amigo de la CASA mira a los muchachos besar a las muchachas. Su mirada es maravillosa, no es aquella de un espectador indiscreto. Vela para que sea acordado a los enamorados el claro de luna, esa dulce claridad que no es puramente terrestre ni celeste sino que depende a la vez de las dos, de la una y de la otra, constituyendo originalmente sólo una. Heideggeriana: HebelAmigo

Al contemplar la luna, Hebel nos hace descubrir la esencia del Amigo de la CASA. Camino y estancia, actitud y porte del Amigo de la CASA. son un solo y el mismo reflejo que, particularmente discreto en su vigilancia, dota a todas las cosas de un nimbo de dulce luz, apenas perceptible. Heideggeriana: HebelAmigo

A esto corresponde lo que Hebel, a titulo de Amigo de la CASA, dice de sí mismo. Este pone aquí y allá en sus relatos y consideraciones un “pequeño grano de oro” (II, 99) . “Pues el Amigo Renano de la CASA va y viene con asiduidad a lo largo del Rin, mira a través de más de una ventana sin que se lo vea, se sienta en más de un albergue sin que se lo reconozca y realiza con muchas buenas gentes una o dos caminatas dominicales sin hacerse reconocer”. Heideggeriana: HebelAmigo

En esta forma, el Amigo de la CASA piensa por consiguiente mucho más de lo que dice a su amigo lector y calla lo que tiene verdaderamente que decir. Como lo escribe al final de una de sus historias de calendario (II, 164) : “El Amigo de la CASA tiene su opinión sobre este tema, pero no la dice”. Ciertamente, el Amigo de la CASA sabe igualmente a quién se dirige su decir: a la “gran feria del mundo y de la vida” (II, 172) . “No se presta al principio gran atención a las idas y venidas de los unos y los otros, hasta que se encuentra finalmente en medio de gente absolutamente distinta a aquella con que se encontraba al comienzo”. Heideggeriana: HebelAmigo

El Amigo de la CASA sabe también claramente que la vida de los mortales está esencialmente determinada y sostenida por la palabra. Hebel escribe en una carta fechada en septiembre de 1808: “Una gran parte de nuestra vida es el recorrido más o menos agradable o desagradable de un laberinto de palabras, y la mayor parte de nuestras guerras son (…) guerras de palabras” (Briefe, p. 372) . Heideggeriana: HebelAmigo

No es de sorprenderse que la tarea de sostener como es necesario esta guerra de palabras con su decir, sea para el Amigo de la CASA más pesada de lo que imaginamos. Heideggeriana: HebelAmigo

Hebel escribe un día a Justinus Kerner (20 de julio de 1817. Briefe, 565) : “Usted sabe lo que exige, para quien se dirige a cierto público, saber introducir oportunamente en la verdad y la claridad de su vida lo que hay que decirle”… y nosotros podríamos agregar: y permanecer al mismo tiempo “desapercibido y en la sombra” (10 de agosto de 1817, Briefe, 567) . Este es, en efecto, el estilo del Amigo de la CASA. Hebel explica una vez más esta idea cuando escribe por la misma época (a Justinus Kerner, 24 de octubre de 1817, Briefe, 569) que se puede bajo esta denominación, “hablar a corazón abierto al lector y contarle toda clase de historias . . . “ Heideggeriana: HebelAmigo

El carácter amistoso del Amigo de la CASA aparece al lector en la modestia de su decir, que deja inexpresado lo que tiene que decir. El Amigo de la CASA encuentra y conserva en un tal decir una orientación hacia la CASA de los mortales, de tal suerte que penetra en la CASA del mundo, siendo en esta forma su huésped como si no lo fuera. Heideggeriana: HebelAmigo

“Amigo de la CASA” nombre que nos hace entrever a distancia y nos vela al mismo tiempo la esencia de lo que llamamos habitualmente un poeta. Heideggeriana: HebelAmigo

El poeta reúne el mundo en un decir cuya palabra es un reflejo dulcemente atenuado, bajo su resplandor el mundo aparece como si fuera visto por vez primera. El propósito del Amigo de la CASA no es solamente instruir o educar. No quiere imponer ninguna coacción a su lector, a fin de que éste pueda por si mismo dedicarse a lo esencial — esencial sobre el que se ha inclinado el Amigo de la CASA para dialogar con nosotros-. Heideggeriana: HebelAmigo

¿Qué tipo de diálogo tiene en miras el amigo de esta CASA que es el mundo? ¿Sobre qué quisiera el Amigo de la CASA comenzar a conversar? Respuesta: de las reflexiones con las que él mismo comienza su decir en la “Schatzkaestlein”. Son las “Consideraciones generales sobre la estructura del mundo”, cuya introducción concluye Hebel con esta frase: “El Amigo de la CASA quiere ahora hacer una prédica, tomando por tema primero la tierra y el sol, y enseguida la luna y las estrellas”. Heideggeriana: HebelAmigo

¿Una prédica? Sin duda. Notemos sin embargo bien quién predica aquí: el Amigo de la CASA, no el sacerdote. Pero un poeta que predica es un mal poeta: a menos que comprendamos el verbo “predicar” en un sentido más profundo. Predicar es el “predicare” latino, lo que quiere decir predecir algo, y de ese modo proclamarlo, elogiarlo, y hacer aparecer lo que tiene que decir en todo su esplendor. Este “predicar” es la esencia del decir poético. Heideggeriana: HebelAmigo

La primera página del “Shatzkaestlein” comienza con las frases siguientes: “Esté sentado en su CASA, en medio de los suyos y rodeado de sus montañas y árboles familiares, o se encuentre sentado en una taberna frente a un jarro de cerveza, el amigo lector se siente a sus anchas y no va a buscar más lejos. Pero ignora de dónde viene el sol cuando éste se levanta, a la aurora, en su apacible magnificencia. Ignora también de dónde se retira este astro, cuando el crepúsculo lo ve desaparecer en el horizonte, ignora dónde se oculta su luz durante la noche y por qué misterioso camino vuelve a encontrar las montañas de su salida. Cuando la luna se pasea en la noche, unas veces pálida y delgada, otras redonda y plena, el lector ignora también a qué se debe esto y si levanta los ojos hacia un cielo constelado de estrellas cada una más bella, más radiante y más esplendorosa que la otra, se imagina que todas están allí para él, sin saber sin embargo exactamente lo que ellas quieren. Mi buen amigo, no es loable ver así cada día la misma cosa y no cuidarse jamás de lo que ella significa”. Heideggeriana: HebelAmigo

El Amigo de la CASA querría incitar a sus lectores a meditar sobre lo que se manifiesta en los procesos y estados de la naturaleza, que rigen nuestro mundo habitado. Por eso les presenta la naturaleza como lo hacen los “Naturalistas y astrónomos” de las ciencias naturales modernas, el “gran Copérnico” ante todo: es decir, en números, figuras y leyes. Después de haber reflexionado maduramente, podemos decir que el Amigo de la CASA muestra la naturaleza también en su calculabilidad científica, sin perderse sin embargo en esta única concepción de la naturaleza. Si es verdad que vuelve sus miradas hacia la naturaleza calculable, no por eso deja de reconducir esta naturaleza así representada a la naturalidad de la naturaleza. Heideggeriana: HebelAmigo

Todo lo que precede puede igualmente enunciarse así: erramos hoy en una CASA del mundo a la que falta el Amigo de la CASA, ese amigo precisamente cuyo apego al mundo construido técnicamente y al mundo en cuanto CASA concebida para una Habitación más auténtica, es igualmente profundo. Falta este Amigo de la CASA capaz de poner la calculabilidad y la técnica de la naturaleza al abrigo del misterio manifiesto de una naturalidad de la naturaleza que seria entonces de nuevo experimentada. Heideggeriana: HebelAmigo

Sin duda este Amigo de la CASA hace campesino el universo. Pero este “hacer campesino” tiene el carácter de una construcción tendiente hacia una habitación humana más auténtica. Heideggeriana: HebelAmigo

Johann-Peter Hebel es poeta bajo los rasgos del Amigo de la CASA. Es evidente que ya no podemos, actualmente, retornar al mundo vivido por Hebel hace un siglo y medio, ni a la rusticidad integral de esta época, como tampoco a su conocimiento limitado de la naturaleza. Heideggeriana: HebelAmigo

Pero podemos estar atentos al hecho y a la manera en que la poética de la habitación humana tiene necesidad del poeta, siendo éste, en un sentido elevado y amplio, el amigo de la CASA del mundo. Heideggeriana: HebelAmigo

Podemos entrever aquello a lo que Johann-Peter Hebel alude cuando piensa al poeta como siendo el Amigo de la CASA, es decir aquel que “conduce al lenguaje” la , CASA del mundo concebido para habitación de los hombres. Heideggeriana: HebelAmigo

Gracias al lenguaje permanece abierto el campo en que el hombre habita la CASA del mundo, sobre la tierra, bajo los cielos. Heideggeriana: HebelAmigo

Podemos experimentar el lenguaje como siendo esos caminos y revueltas que recorre, con el espíritu lúcido, Johann-Peter Hebel, el poeta. Podemos, si buscamos ligarnos amistosamente con quién, por ser poeta, es el amigo de la CASA del mundo: con Johann-Peter Hebel, el Amigo de la CASA. Heideggeriana: HebelAmigo

Por eso creemos oportuno preparar una posibilidad para hacer una experiencia con el habla. Y por esto prestamos también mayor atención al lugar donde semejante experiencia se manifiesta en el habla de un modo elevado y noble. Escuchamos el poema que hemos leído. ¿Lo hemos oído? Apenas. Sólo hemos retomado el último verso — y eso de forma casi cruda — e incluso nos hemos arriesgado a transcribirlo como declaración nada poética: Ninguna cosa es donde carece de palabra. Y aún más; podríamos proponer el siguiente enunciado: algo es solamente cuando la palabra apropiada — y por tanto pertinente — lo nombra como siendo y lo funda así cada vez como tal. ¿Quiere decir esto al mismo tiempo: sólo hay ser donde habla la palabra apropiada? ¿De dónde toma para ello su propiedad (Eignung) la palabra? El poeta no dice nada de la cuestión. Con todo, el contenido del verso final incluye esta declaración: el ser de cualquier cosa que es, reside en la palabra. De ahí la validez de la frase: el habla es la CASA del ser. Procediendo de este modo, habríamos aportado la más bella confirmación desde la poesía para una frase pronunciada en otra ocasión, relativa al pensamiento y, en realidad, lo hubiéramos arrojado todo a un torbellino de confusiones. habríamos rebajado la poesía a no ser más que justificación para el pensamiento y a éste lo habríamos tomado como algo demasiado fácil; a la vez habríamos olvidado lo que de hecho importa, a saber: hacer una experiencia con el habla. Heideggeriana: EssenciaLinguagem  

Hegel dice: “Con él (con Descartes), ingresamos verdadera mente en una filosofía autónoma… Podemos decir que aquí estamos en CASA, y, como los navegantes después de una travesía por el mar agitado, podemos gritar: ‘¡Tierra !’” (Obras, XV, 328). Hegel quiere dar a entender con esta imagen lo siguiente: el “ego cogito   sum”, el “yo pienso, yo soy” es el suelo firme, sobre el cual puede establecerse la filosofía verdadera y completamente. En la filosofía de Descartes el ego   se convierte en el subjectum regulativo, es decir, en lo subyacente de antemano. Con todo, llega a tomarse posesión de este sujeto en forma adecuada, en forma trascendental y completa en sentido kantiano, es decir, en el sentido del idealismo especulativo, sólo cuando se ha desplegado la estructura total y el movimiento de la subjetividad del sujeto, y cuando se ha elevado dicha subjetividad al autosaberse absoluto. Cuando el sujeto se sabe como este saber que condiciona toda objetividad, es él, en cuanto es dicho saber, idéntico a lo absoluto mismo. El Ser verdadero es el pensar que se piensa en sí mismo de manera absoluta. Para Hegel, el Ser y el pensar son lo mismo, en el sentido de que todo es recogido en el pensar y determinado como lo que él llama sencillamente el “pensamiento”. Heideggeriana: HegelGregos  

Pero ¿es el ser una cosa, una cosa real y concreta? ¿Es o está el ser, igual que un ente cualquiera, en el tiempo? ¿Es, en general, el ser? Si lo fuera, entonces es innegable que tendríamos que reconocerlo como algo ente, y, en consecuencia, encontrarlo como un tal entre los demás entes. Esta sala es. La sala está iluminada. A la iluminada sala la reconoceremos sin más y sin reserva como algo ente. Pero ¿dónde, en toda la sala, encontramos al “es”? En ningún lugar entre las cosas encontramos al ser. Toda CASA real y concreta tiene su tiempo. Pero ser no es ninguna cosa real y concreta, no es o está en el tiempo. Y, sin embargo, el ser como estar presente, como presente actual, sigue estando determinado por el tiempo, por lo temporal. Heideggeriana: TempoYSer  

Ninguno de los dos es la totalidad real de la Filosofía. La totalidad se muestra, en primer lugar y tan sólo, en su devenir; lo que sucede en la exposición desarrollada de la “cosa”. en la exposición se identifican tema y método. Identidad que en Hegel se llama “Idea” [Gedanke]. La “cosa” de la Filosofía aparece con ella “en sí misma”. Sin embargo, esta cosa es determinada históricamente [geschichtlich  ] como la “subjetividad”. Con el ego cogito cartesiano — dice Hegel —, la Filosofía pisa por primera vez tierra firme, en la que puede estar en CASA. Si con el ego cogito — como subjectum por excelencia — se alcanza el fundamentum absolutum, esto quiere decir entonces que el sujeto es el hypokeimenon trasladado a la conciencia, lo verdaderamente presente, que en el lenguaje tradicional, y de una forma bastante imprecisa, se llama substancia. Heideggeriana: TarefaPensar

Casi en la misma época de la que proviene la frase de Heráclito el poeta Esquilo hace decir a Atenea, en la escena final de la trilogía de Agamenón, que se desarrolla en el Areópago de Atenas (Euménides 827s.): kaí klêdas oîda dómatos móne théon — en hoî keraunós estin esphragisménos = “De los dioses sólo yo conozco la llave de la CASA — donde yace, con sello, encerrado el rayo.” Heideggeriana: ArtePensar  

Eh aquí las siete preguntas: 1) En Gelassenheit  , habla usted de “la potencia oculta en la técnica moderna” ¿Qué es esta potencia a la que no sabemos aún ponerle nombre y que “no procede del hombre”? ¿Es ella positiva en su principio? 2) Usted parece admitir que sería necesario si no obedecerla al menos corresponderle en un cierto modo, integrar a lo humano la nueva relación que ella instaura entre el hombre y el mundo. En relación con esto, lo que usted dice de Hebel, el amigo de la CASA, es significativo: “erramos hoy en una CASA del mundo de la que el amigo está ausente, aquella cuyas inclinaciones lo llevan, con igual fuerza, hacia el universo técnicamente organizado y hacia el mundo concebido como la CASA de un hábitat más originario. Falta el amigo que pueda reinvestir el carácter mensurable y técnico de la naturaleza en el secreto abierto de un natural de la naturaleza nuevamente experimentado”. ¿Qué pensador podrá ayudarnos alguna vez a reconciliar estos dos dominios que han llegado a ser extraños el uno para el otro y que “se alejan uno del otro a una velocidad cada vez más alocada”: “la naturaleza técnicamente dominable que constituye el objeto de la ciencia, y la naturaleza natural de la morada humana”? ¿Quién podrá, en una palabra, definir las condiciones de un nuevo enraizamiento? 3) La Gelassenheit, la actitud de aquiescencia, implica, ante todo, una reserva prudente. Ella es apertura al secreto, a lo desconocido que representa para nosotros el mundo técnicamente dominado hacia el que vamos. Ella es, en primer lugar, rechazo de condenar ese mundo. Pero hay más. Usted dice expresamente que “no carece de sentido” esta “otra relación con las cosas” que el mundo técnico, “la construcción y la utilización de las máquinas exigen de nosotros”. ¿En qué sentido entiende esto? 4) En otros términos, ¿qué valor exacto se atribuye a los objetos técnicos? ¿Tienen otro alcance que el de simplemente ayudarnos a mejorar las condiciones de nuestra vida material y, por esto mismo, liberarnos para tareas más elevadas? ¿Tienen un valor en sí, y qué valor? 5) Si se quiere considerar sólo el peligro que representa su invasión creciente, ¿no puede decirse que esta misma invasión, por exceso, es de tal naturaleza que nos conduce a la atención a lo simple? ¿No terminará la proliferación de objetos técnicos por engendrar una pobreza esencial a partir de la cual, y por el desvío mismo de la errancia, llegará a ser posible un retorno del hombre a la verdad de su esencia? 6) ¿O es necesario pensar que una nueva dimensión de la esencia del hombre debe ser descubierta a partir de la experiencia que ha hecho el hombre de su poder sobre la naturaleza? La lectura positiva del mundo y de los fenómenos naturales hace perder al hombre, cada día más, una ingenuidad inmemorial. ¿Es sin embargo un mal si esto nos vuelve atentos a lo que señalaban esas apariencias del mundo, de ahora en más dominadas, si otros modos más radicales de expresión del misterio, que ellas continúan testimoniando en no menor medida, tuvieran allí su proveniencia? ¿Qué valor es necesario conceder a esta nueva y no poética visión del mundo que nos rodea? 7) De hecho, todo lo que acaba de ser evocado es aún conjetural. No tenemos más que interrogarnos sobre el sentido de este universo técnico cuyo poder crece cada día. ¿Podemos esperar que se ilumine al nivel de la esencia del hombre o debe estarnos cerrado por sí mismo? ¿En qué sentido es necesario entender esta afirmación según la cual: “el sentido del mundo técnico se oculta (verbirgt sich)”? Después de la lectura de estas preguntas, Heidegger recuerda que le habían sido propuestas por escrito hace tres años, y que hasta ahora han permanecido sin respuesta. Heideggeriana: SeminarioThor1969