Selbstgenügsamkeit (die): «autosuficiencia». En sus primeras caracterizaciones ontológicas de la vida fáctica realizadas en las lecciones del semestre de invierno de 1919-1920, Problemas fundamentales de la fenomenología, Heidegger establece los siguientes cuatro rasgos fundamentales: la «significatividad» (Bedeutsamkeit), la «referencia al mundo» (Weltbezogenheit), la «obviedad» (Selbstverständlichkeit) y la «autosuficiencia» (Selbstgenügsamkeit) de la vida. En otras palabras, la vida se articula significativamente, forma parte de un universo simbólico y tiene la capacidad de autocomprenderse desde ese mundo: «La vida no es un embrollo caótico de oscuras fluctuaciones, un pesado principio de fuerza, una monstruosidad ilimitada que todo lo devora: solo es lo que es por estar dotada de un sentido concreto» (GA58, p. 148). Es más, si en ocasiones la vida nos parece incomprensible, no es por falta de sentido, sino por un exceso de significaciones que envuelven la vida como las capas de una cebolla. La tarea de una ciencia originaria de la vida, de una hermenéutica de la facticidad, consiste precisamente en perforar las capas de interpretación que la historia y la tradición han ido depositando sobre el fenómeno de la vida con el fin de lograr un acceso originário a ella. Además, la vida se plenifica desde sí misma, es autosuficiente (selbst-genügsam), es decir, no tiene que salir fuera de sí para su realización, pues las tendencias y los motivos que la animan y mueven surgen de ella misma. (GA58, pp. 30-31, 41-42,161; GA60, pp. 12, 15, 33.) (LHDF)