poder-ser-en-el-mundo

In-der-Welt-seinkönnens

El ser del Dasein es el cuidado. En cuanto arrojado, el Dasein existe cayendo. Abandonado al «mundo» que queda descubierto con la facticidad de su Ahí y consignado a ese «mundo» en su ocupación, el Dasein está de tal modo a la espera de su PODER-SER-EN-EL-MUNDO, que no puede menos de «contar» con y apoyarse en aquel ente que, con miras a este poder-ser, tiene, en definitiva, una condición respectiva especialísima. Para poder tratar en la ocupación con lo a la mano dentro de lo que está-ahí, el cotidiano y circunspectivo estar-en-el-mundo necesita poder ver, es decir, necesita de la claridad. En virtud de la aperturidad fáctica de su mundo, la naturaleza queda descubierta para el Dasein. Por su condición de arrojado, el Dasein está a merced de la fluctuación de día y noche. El día con su claridad hace posible la visión, la noche la imposibilita. STJR §80

Estando, en su ocupación circunspectiva, a la espera de la posibilidad de ver, el Dasein que se comprende a sí mismo desde su quehacer cotidiano, se da su propio tiempo en base a un «luego, cuando amanezca». El «luego» que es objeto de su ocupación es datado en función de aquello que, dentro del mundo circundante, está en una inmediata conexión respeccional con el aclarar: la salida del sol. Luego, cuando salga el sol, será tiempo para… De esta manera, el Dasein data el tiempo que él debe tomar para sí, en función de aquello que, en el horizonte del estar entregado al mundo, comparece dentro de éste como algo que está en una condición respectiva especialísima con el circunspectivo PODER-SER-EN-EL-MUNDO. El ocuparse recurre al «estar a la mano» del sol, dispensador de luz y calor. El sol sirve para datar el tiempo interpretado en el ocuparse. De esta datación surge la medida «más natural» del tiempo: el día. Y como la temporeidad del Dasein que debe tomarse su tiempo es finita, también sus días ya están contados. El «mientras es de día» ofrece al estar a la espera de la ocupación la posibilidad para que éste determine previsoramente los «luegos» de aquello de lo que hay que ocuparse, es decir, la posibilidad de subdividir el día. Esta subdivisión se realiza, a su vez, tomando en consideración aquello por lo que se data el tiempo: el sol peregrinante. Así como su salida, también el ocaso y el cenit del sol son «lugares» eminentes que ocupa el astro. Su periódico transitar lo toma en cuenta el Dasein arrojado en el mundo, el Dasein que – temporizando – se da tiempo a sí mismo. En virtud de la interpretación datante del tiempo, bosquejada desde el estar arrojado en el Ahí, el acontecer del Dasein es un acontecer cotidiano. STJR §80