estar presente

El decir poético es estar presente junto a… y para dios. Presencia quiere decir un simple estar dispuesto que nada quiere y que no cuenta con ningún éxito. Estar presente junto a…: un puro dejarse decir la presencia del dios. 169 Heideggeriana: FenoTeo

Pero el hecho de que hasta ahora el pensar descanse en el representar, y el representar en la re-presentación (en el poner delante), esto tiene un provenir lejano. Éste se oculta en un acaecimiento propio que pasa inadvertido: el ser del ente aparece en el comienzo de la historia acontecida de Occidente — aparece para el curso entero de esta historia — como presencia. Este aparecer del ser como estar presente de lo presente es él mismo el comienzo de la historia acontecida de Occidente, en el supuesto de que nos representemos la historia acontecida no sólo según los acontecimientos sino que antes pensemos según aquello que, a través de la historia, está enviado de antemano, y lo está gobernando todo lo que acontece. 858 Heideggeriana: QuePensar

Ser quiere decir estar presente. Este rasgo fundamental del ser, que se dice pronto, el estar presente, se hace sin embargo misterioso en el momento en que despertamos y consideramos adónde aquello que nosotros llamamos presencia remite nuestro pensar. 860 Heideggeriana: QuePensar

Lo presente es lo que mora y perdura, y que esencia en dirección al desocultamiento y dentro de él. El estar presente acaece de un modo propio sólo donde prevalece ya el estado-de-desocultamiento. Pero lo presente, en tanto que mora y perdura entrando en el estado-de-desocultamiento, es presente. 862 Heideggeriana: QuePensar

De ahí que al estar presente no sólo le pertenezca el estado-de-desocultamiento sino el presente. Este presente que prevalece en el estar presente es un carácter del tiempo. Pero la esencia de éste no se deja nunca aprehender por medio del concepto de tiempo heredado de la tradición. 864 Heideggeriana: QuePensar

En el ser, que ha aparecido como estar presente queda, sin embargo, no pensado el estado-de-desocultamiento que allí prevalece, del mismo modo como la esencia de presente y tiempo que prevalece allí. Presumiblemente, estado de desocultamiento y presente, como esencia del tiempo, se pertenecen el uno al otro. En la medida en que percibimos el ente en su ser, en la medida en que — para decirlo en el lenguaje moderno — representamos los objetos en su objetualidad, estamos ya pensando. De esta manera estamos pensando ya desde hace tiempo. Sin embargo, a pesar de esto, todavía no estamos pensando de un modo propio mientras quede sin pensar dónde descansa el ser del ente cuando aparece como presencia. 866 Heideggeriana: QuePensar

(8) Pero ¿no hubo en época de Sócrates un sofista que se atrevió a decir que el hombre es la medida de todas las cosas, de las que son, porque son, de las que no son, porque no son? ¿Acaso esta frase de Protágoras no parece salir de boca de Descartes? Y además ¿no comprende Platón el ser de lo ente como aquello que se ha visto, la idea? ¿Y la relación con lo ente en cuanto tal no es para Aristóteles la theoria, el puro mirar? Lo que pasa es que la frase sofista de Protágoras no es ningún subjetivismo, desde el momento en que sólo Descartes podía llevar a cabo la inversión del pensamiento griego. No cabe duda de que gracias al pensamiento de Platón y las preguntas de Aristóteles se lleva a cabo un cambio decisivo en la interpretación de lo ente y el hombre, pero aún está encerrado dentro de la comprensión fundamental de lo ente propia del mundo griego. Dicha interpretación es precisamente tan decisiva respecto a ella, que se convierte en el punto final del mundo griego, un final que colabora indirectamente en la posibilidad de preparación de la Edad Moderna. Es por eso por lo que, más tarde, no sólo en la Edad Media, sino a lo largo de toda la Edad Moderna, el pensamiento platónico y aristotélico pudo pasar por ser el pensamiento griego por antonomasia y todo el pensamiento preplatónico por una mera preparación para Platón. Esta larga costumbre de contemplar el mundo griego a través del tamiz de una interpretación moderna y humanista nos impide pensar el ser que se abría a los antiguos griegos en lo que tiene de propio y extraño. La frase de Protágoras reza así: “El hombre es la medida de todas las cosas (concretamente de aquellas que usa y necesita y por lo tanto siempre tiene a su alrededor, chremata chresthai), de las que están presentes, de que están presentes tal como están presentes, y de aquellas a las que les ha sido negada la posibilidad de estar presentes, de que no están presentes.” Aquel ente sobre cuyo ser se decide se entiende aquí como aquello que está presente a partir de sí mismo en esta región, dentro de la esfera del hombre. Pero ¿quién es el hombre? Platón nos informa de ello en el mismo pasaje cuando le hace decir a Sócrates: “¿Acaso no lo entiende (Protágoras) de este modo? ¿Tal como se presenta a mí una cosa en cada ocasión, tal apariencia tiene entonces para mí, pero tal como se te presenta a ti, así es como es esa cosa para ti? Pero hombre lo eres tú igual que yo”. 5633 Heideggeriana: EIM

Pero entonces ¿por qué Hegel ha hecho desaparecer el título “Ciencia de la experiencia de la conciencia”? ¿Le estaba la palabra “experiencia” demasiado fuertemente gravada en dirección del empleo no especulativo, es decir, “empírico”? Sólo que la palabra “experiencia” y “experimentar” vuelve continuamente a la obra — y a saber en el sentido de la “Introducción” — en el curso de la “Fenomenología del espíritu”, asimismo impreso en cursiva en el Prefacio, escrito después de la Introducción (Hoffmeister p.32) (lo inmediato como lo inexperimentado). Entonces esta palabra y lo que ella significa no puede oponerse al mismo espíritu y su “fenomenología”. Y tampoco le es opuesto. Pues, ¿qué es el “espíritu”? Hegel concluye su segundo y definitivo sistema, el “sistema-Enciclopedia”, no con una palabra propia, sino con un texto griego, cuyas proposiciones están tomadas del libro A de la “Metafísica” de Aristóteles (cap.7). En las proposiciones habla el inicio de la metafísica occidental, como cuyo acabamiento Hegel entiende su propia obra. En las proposiciones hace decir al mismo espíritu de la metafísica occidental, desde su inicio, lo que el espíritu es. El espíritu es el noein. Y de la “realidad” del noein Aristóteles dice en el pasaje citado por Hegel: he gar nous energeia zoe (A 7,1072 b 27). “El estar a partir de sí en la obra, es decir, el estar presente del percibir a la presencia de todo presente, es vida”. Modernamente traducido: “La realidad del espíritu, a saber, es vida”. 7988 Heideggeriana: HegelFenomenologia

Hegel utiliza los nombres “conciencia” y “saber” para lo mismo. Ambos se explican mutuamente. Conciencia — es decir, ser-consciente — significa: estar en estado de saber. El propio saber entrega, presenta y determina así el modo de ese “ser-” como ser-consciente. En semejante estado se encuentran a un tiempo lo sabido, esto es, aquello que aquel que sabe representa inmediatamente, él, el mismo que representa y el modo de representar en calidad de su conducta. Pero saber significa: vidi, he visto, tengo una visión de algo, he examinado algo. El perfecto del haber-visto es el presente del saber, en cuya presencia lo visto está presente. Aquí, ver es pensado como tener-ante-sí en la re-presentación. Ésta presenta independientemente de que lo presente sea algo percibido con los sentidos o algo no sensible, pensado o querido o sentido. El representar observa ya desde antes, es contemplación de lo visto, es idea, pero en el sentido de perceptio. Escoge en cada ocasión un presente como tal, lo repasa, lo inspecciona y lo asegura. El re-presentar reina en todos los modos de la conciencia. No es ni solamente un intuir ni ya un pensar, en el sentido del concepto que juzga. El re-presentar reúne por adelantado en un haber-visto (co-agitat). En la reunión está presente lo visto. La conscientia es la reunión en la presencia, al modo de la presencia de lo representado. El re-presentar introduce en la presencia, al modo del haber-visto, el aspecto, la imagen. El re-presentar es esa introducción de la imagen que reina en el saber al modo del haber-visto: la imaginación. Ser-consciente (conciencia) significa: estar presente en esa aportación a partir de la representabilidad. Son de este modo, y lo son perteneciéndose mutuamente, lo recién representado, lo que representa y su representar. 8452 Heideggeriana: HegelExperiencia

El término ser-consciente (conciencia) nombra un ser. Pero este “ser-” no debe resonar en nosotros como un eco vacío. Significa la presencia al modo de la reunión de lo visto. Ahora bien, la palabra “ser-” y debido a un uso ya tradicional de la palabra, también significa lo ente mismo, que es de ese modo. El otro nombre para este ente, que es al modo del saber, reza “sujeto” : lo que en todas partes yace ante nosotros, lo que está presente y por ello acompaña a toda conciencia; aquello mismo que re-presenta en su representar, que trae hacia sí a su re-presentado y de este modo lo vuelve a obtener. El representar presenta al modo de la representación (representado). El ser de eso que le sale al paso a todo representado, el ser del sujeto en tanto que relación sujeto-objeto reflejada en sí misma, se llama subjetidad. Ella es la presencia al modo de la representación. Estar presente en el estado de la representabilidad significa presentarse como saber en el saber, manifestarse en el sentido inmediato de surgir en un desocultamiento: presentarse, existir. La conciencia es en ella misma, como tal, aquello que se manifiesta. La existencia inmediata de la conciencia o del saber es la manifestación, de tal manera que los lugares de la manifestación se configuran como su escenario en la manifestación y a través de ella. Tal vez ahora haya quedado más claro lo que significa la expresión “presentación del saber que se manifiesta”. No significa la presentación de algo que sólo emerge en la mera apariencia. Lo único que significa es representar el saber, que de modo inmediato no es otra cosa más que aquello que se manifiesta en su manifestarse. La presentación representa, junto con el saber que se manifiesta, a la conciencia que es en cuanto que es, es decir, en cuanto saber efectivo, real. 8454 Heideggeriana: HegelExperiencia

El decimocuarto párrafo comienza con la frase: “Este movimiento dialéctico que ejerce la conciencia sobre sí misma, tanto en su saber como en su objeto, en la medida en que de él surge para ella su nuevo y verdadero objeto, es propiamente aquello que denominamos experiencia”. ¿Qué nombra Hegel con la palabra experiencia? Nombra al ser de lo ente. Entretanto, lo ente se ha convertido en sujeto y, con él, en objeto y objetivo. Ser significa desde tiempo inmemorial: estar presente. El modo en que la conciencia, lo que es a partir del estado de sabido, se hace presente, es la manifestación. La conciencia es, en cuanto eso ente que es, el saber que se manifiesta. Con el nombre experiencia, Hegel nombra a lo que se manifiesta en cuanto aquello que se manifiesta, el on he on. En la palabra experiencia está pensado el he. A partir del he (qua, en tanto que) lo ente es pensado en su entidad. Experiencia no es ya el nombre para un tipo de conocimiento. Experiencia es ahora la palabra para el ser, en la medida en que éste es percibido a partir de lo ente en cuanto tal. Experiencia nombra a la subjetidad del sujeto. Experiencia dice lo que significa el “ser” en la palabra ser-consciente [conciencia], de tal modo que sólo a partir de este “ser” se torna claro y vinculante lo que queda por pensar en la palabra “consciente”. 8578 Heideggeriana: HegelExperiencia

La presentación se provee del poder de la voluntad, bajo cuya forma quiere lo absoluto su estado de presencia (parusía). Aristóteles llama a esa contemplación de lo ente como ente, caracterizada por él mismo, episteme tis, un modo de nuestro ver y percibir, de estar junto a, concretamente junto a lo que se presenta como tal. La episteme es ella misma, en tanto que un modo de estar junto a lo permanentemente presente, una manera de estar presente el hombre junto a lo presente desocupo. Nosotros mismos nos lanzamos al error si traducimos la palabra episteme por ciencia y dejamos al buen entender de cada cual el darle a esa palabra el sentido que precisamente ya conocemos en general bajo el título de ciencia. Si, por el contrario, traducimos aquí episteme por ciencia, dicha interpretación sólo será correcta en la medida en que entendamos el saber como el haber-visto y pensemos el haber-visto a partir de ese ver que es anterior al aspecto de lo que se presenta, en tanto que eso que se presenta, y dirige su mirada a la propia presencia. A partir del saber así pensado, la episteme tis de Aristóteles, conserva, y no por casualidad, la relación esencial con aquello que Hegel llama “la ciencia”, cuyo saber sin embargo se ha transformado en virtud de la transformación de la presencia de lo que se presenta. Si sólo entendemos el nombre “ciencia” en este sentido, entonces las ciencias que solemos denominar así, son sólo ciencia en segunda línea. Las ciencias son, en el fondo, filosofía, pero lo son de tal modo que abandonan su propio fundamento y se instalan a su modo en eso que la filosofía les ha abierto. Se trata del dominio de la techne. 8646 Heideggeriana: HegelExperiencia

El decimosexto párrafo, con el que se cierra el texto, abre el horizonte hacia este asunto. Sin embargo, sólo se muestra si no perdemos de vista que la experiencia es la entidad de lo ente que se hace presente como conciencia en sus figuras. La presencia de lo que se presenta, la ousia del on, es ya para los pensadores griegos, desde que el on se abrió como physis, el phainesthai: la manifestación que se muestra a sí misma. De acuerdo con esto, la multiplicidad de lo que se presenta (ta onta) es pensada como eso que en su manifestación simplemente es aceptado y tomado: ta dochounta. La doxa acepta y toma inmediatamente eso que se presenta. El noein, por el contrario, es aquel percibir que acepta lo que se presenta como tal y lo interroga en relación con su presencia. Como en su ambigüedad, el on, lo que se presenta, puede significar tanto eso mismo que se presenta como el estar presente, el on se encuentra en una relación igual de originaria e impuesta por su esencia con el noein y la doxa. 8654 Heideggeriana: HegelExperiencia

Pero ¿qué es la fenomenología del espíritu, si es la experiencia de la conciencia? Es el escepticismo que se consuma. La experiencia es el diálogo entre la conciencia natural y el saber absoluto. La conciencia natural es el espíritu que existe históricamente en su tiempo en cada ocasión. Pero este espíritu no es ninguna ideología. Es, en tanto que subjetidad, realidad efectiva de lo efectivamente real. Los espíritus históricos permanecen, en toda ocasión, internados en sí mismos en su propio recuerdo. Pero el saber absoluto es la presentación de la manifestación del espíritu existente. Lleva a cabo “la organización” de la constitución del ser del reino del espíritu. La marcha del diálogo se recoge en el lugar que sólo crea y alcanza en su marcha, para, atravesándolo, instalarse en él y, habiéndolo alcanzado, estar presente en él. Esa marcha del diálogo, que sale ansiosa en pos, es el camino de la desesperación, en el que la conciencia pierde en cada caso su todavía-no-verdadero y lo sacrifica a la manifestación de la verdad. En la consumación del diálogo del “escepticismo que se consuma” cae la sentencia: se ha consumado. Cae en el lugar del camino en el que la propia conciencia muere su muerte, a la que es arrastrada por el poder de lo absoluto. Al final de la obra, Hegel llama a la fenomenología del espíritu “el calvario del espíritu absoluto”. 8676 Heideggeriana: HegelExperiencia

Literalmente, podemos tomar los dieciséis párrafos como explicación del título que luego se fue abandonando. Pero pensados desde el propio asunto, no se trata del título de un libro, sino de la propia obra. Ni siquiera se trata de la obra, sino de aquello de lo que ella es la presentación: se trata de la experiencia, de la fenomenología como eso presente en la parusía de lo absoluto. Pero, una vez más, no se trata de que tomemos nota de ello, sino de que nosotros mismos seamos en la experiencia que es nuestro propio ser, y ello en el antiguo sentido tradicional del ser: estar presente… junto a lo que se presenta. 8696 Heideggeriana: HegelExperiencia

En nuestra calidad de seres pensantes no podemos dejar de pensar que inicialmente el ser de lo ente ya ha sido pensado desde la perspectiva del círculo. Pero pensamos este carácter esférico del ser de modo demasiado ligero y superficial si antes no hemos preguntado y experimentado cómo se presenta inicialmente el ser de lo ente. El eon, lo ente, de los eonta, de lo ente en su totalidad, se llama el §n, el uno unificador. Pero ¿en qué consiste esta unificación circular como rasgo fundamental del ser? ¿Qué significa ser? eon, lo que es, significa, estar presente, concretamente en el desocultamiento. Pero en la presencia se oculta una manera de aportar desocultamiento que permite que venga a la presencia aquello que se presenta. Lo único que verdaderamente está presente es la propia presencia, que en todas partes es como lo mismo en su propio centro y, en cuanto tal, es la esfera. Lo esférico no reside en una especie de rodeo que abarca, sino en el centro desocultador que resguarda, iluminando, a lo presente. Lo esférico de la unificación y ésta misma tienen el carácter de ese iluminar desocultador dentro del cual lo presente puede llegar a la presencia. Por eso, Parménides (frag. VIII, 42) llama al eon la presencia de lo que se presenta. Esa esfera bien redondeada debe ser pensada en cuanto ser de lo ente, en el sentido de la unificación desocultadora e iluminadora. Eso que siempre unifica a su modo nos da pie para que le demos el nombre de esfera iluminadora, la cual, en cuanto desocultadora, no rodea precisamente, sino que iluminando ella misma, libera en la presencia. Nunca nos debemos representar esta esfera del ser y su carácter esférico como un objeto. ¿Acaso entonces de manera no objetiva? No; eso sería buscar refugio en un simple modo de hablar. Hay que pensar lo esférico a partir de la esencia inicial del ser en el sentido de la presencia desocultadora. 9773 Heideggeriana: ParaQuePoetas

Canto es existencia, dice el tercer soneto de la primera parte de los Sonetos a Orfeo, La palabra existencia ha sido utilizada aquí en el sentido tradicional de presencia, como sinónima de ser. Cantar, decir expresamente la existencia mundanal, decir a partir de lo salvo de la percepción pura y completa, y decir sólo eso, significa: pertenecer al ámbito de lo ente mismo. Este ámbito es, como esencia del lenguaje, el propio ser. Cantar el canto significa estar presente en lo presente mismo, es decir, existencia. 9853 Heideggeriana: ParaQuePoetas

Por significar el ser, desde los comienzos del pensar occidental, para toda metafísica: presencia, el ser, si quiere pensárselo en última instancia, tiene que pensarse como el puro estar presente, es decir, como la presencia presente, como la actualidad permanente, como el constante y estático “ahora”. […] 10465 Heideggeriana: GA8

El poeta ha aprendido la renuncia. Ha hecho una experiencia. ¿Con qué? Con la cosa y su relación con la palabra. Pero el título del poema es simplemente: La Palabra. La experiencia propiamente dicha, el poeta la ha hecho con la palabra y, además, con la palabra en la medida que sólo ella puede instituir una relación con una cosa. Pensado más claramente: el poeta ha hecho la experiencia que solamente la palabra deja aparecer un cosa en tanto que cosa que es y la deja así estar presente. La palabra se declara al poeta como lo que mantiene y sostiene una cosa en su ser. El poeta hace la experiencia de un reino, de una dignidad de la palabra como no pueden ser pensados más amplios y más elevados. Pero la palabra es, al mismo tiempo, aquella posesión que le está fiada y confiada al poeta en tanto que poeta de manera extraordinaria. El poeta hace la experiencia de la profesión de poeta como vocación a la palabra como la fuente del ser. La renuncia que el poeta aprende es de una clase de abdicación colmada; sólo a ella está prometido aquello que estuvo largamente oculto y propiamente ya destinado. 11984 Heideggeriana: EssenciaLinguagem

En lengua española la palabra para Sein es ser. Viene de sedere, estar sentado. Hablamos de “residencia” (Whonsitz). Lo que significa: aquello donde permanece el habitar. El permanecer es el estar presente en… Holderlin quiso “cantar la sede de los príncipes y sus antepasados”. Pero sería tonto creer que la pregunta por el ser se puede verificar por un análisis del significado de las palabras. Si bien, escuchar el decir del lenguaje, con la necesaria precaución y teniendo en cuenta el contexto del decir, puede darnos indicaciones sobre la cuestión del pensar. 12808 Heideggeriana: KantSer

Éste tiene que preguntar: ¿Qué significa pues, ser, para que se lo pueda determinar desde el representar, como posición y, posicionalidad? Esta es una pregunta, que nunca planteó Kant, como tampoco las siguientes: ¿Qué significa ser, para que se pueda determinar la posición por la articulación de forma y materia? ¿Qué significa ser, para que en la determinación de la posicionalidad de lo puesto, éste aparezca en la doble forma de sujeto, unas veces como sujeto proposicional en relación al predicado, otras como yo-sujeto en relación al objeto? ¿Qué significa ser, para que sea determinable desde el subiectum, es decir, desde el hypokeimenon? El sujeto es lo que yace de antemano ahí delante (das Zum-vorarus-schon-Vorliegende), porque está permanentemente presente. Desde el momento que el ser se determina como presencia (Anwesenheit) , lo ente es lo que de antemano yace aquí y delante (das Da-und Vorliegende), el hypokeimenon La relación con lo ente es el hacer yacer de antemano ahí delante como un modo del tender, del ponere. Allí está incluida la posibilidad del poner y del colocar. Puesto que el ser se despeja como presencia, la referencia al ente como eso que yace de antemano ahí delante puede llegar a ser tender, disponer, representar, poner. En la tesis de Kant sobre el sercomo posición, también en todo el ámbito de su interpretación del ser del ente como objetividad y realidad objetiva, impera el ser en el sentido de un permanente estar presente. 12810 Heideggeriana: KantSer

¿Pero no dijo el pensador que pensó por vez primera el ser, no dijo Parménides (Frag. 6): esti gár einai “El ser es” — “Lo presente presencia”? Si pensamos en que en el einai, hacer presente (Anwesen), habla propiamente la ‘aletheia el desvelamiento, entonces lo presente dicho, en el esti, acentuado por el einai, dice: el dejar estar presente. Ser, propiamente: lo que confiere presencialidad (Anwesenheit Gewährende). 12834 Heideggeriana: KantSer

¿Qué es lo que da ocasión a nombrar conjuntamente tiempo y ser? Desde el alba del pensar occidental europeo hasta hoy, ser quiere decir lo mismo que asistir o estar presente. Desde el estar presente, desde la presencia o asistencia, nos habla ese modo verbal, el presente, que, de acuerdo con la representación usual, constituye con el pasado y el futuro la característica del tiempo. El ser es determinado como presencia por el tiempo. Que así sean las cosas pudiera ser ya suficiente para que se suscitase en el pensar una permanente inquietud. Inquietud que sube de punto tan pronto como nos aprestamos a reflexionar en qué medida se da esta determinación del ser por el tiempo. 12867 Heideggeriana: TempoYSer

Pero ¿es el ser una cosa, una cosa real y concreta? ¿Es o está el ser, igual que un ente cualquiera, en el tiempo? ¿Es, en general, el ser? Si lo fuera, entonces es innegable que tendríamos que reconocerlo como algo ente, y, en consecuencia, encontrarlo como un tal entre los demás entes. Esta sala es. La sala está iluminada. A la iluminada sala la reconoceremos sin más y sin reserva como algo ente. Pero ¿dónde, en toda la sala, encontramos al “es”? En ningún lugar entre las cosas encontramos al ser. Toda casa real y concreta tiene su tiempo. Pero ser no es ninguna cosa real y concreta, no es o está en el tiempo. Y, sin embargo, el ser como estar presente, como presente actual, sigue estando determinado por el tiempo, por lo temporal. 12873 Heideggeriana: TempoYSer

A lo que es o está en el tiempo y es así determinado por el tiempo, se lo llama lo temporal. Cuando un hombre muere y es arrebatado de las cosas de este mundo, decimos: se ha cumplido su tiempo. Lo temporal quiere decir lo pasajero, lo que pasa o perece con el curso del tiempo. Nuestra lengua dice con aún mayor precisión: lo que pasa con el tiempo. Porque el tiempo mismo pasa. Y sin embargo, mientras pasa constantemente, permanece como tiempo. Permanecer quiere decir: no desaparecer y, por tanto, estar presente. De este modo resulta el tiempo determinado por un ser. ¿Cómo entonces debe seguir el ser estando determinado por el tiempo? Desde la constancia del pasar del tiempo, habla el ser. Y, sin embargo, en ningún lugar encontramos al tiempo como ente alguno igual que una cosa real y concreta. 12875 Heideggeriana: TempoYSer

Ser, aquello por lo que es señalado cualquier ente como tal, quiere decir estar presente. Pensado por referencia a aquello que está presente, dicho estar presente se muestra como un dejar que se esté presente. Mas entonces procede pensar en propiedad este dejar-estar-presente, en la medida en que por él es dejado el estar presente. Así se muestra semejante dejar en lo que tiene de propio, que es sacar de lo oculto. Dejar estar presente quiere decir: desocultar, traer a lo abierto. En el desocultar entra en juego un dar: ese dar que, en el dejar-estar presente, da dicho estar presente, es decir, el ser. 12905 Heideggeriana: TempoYSer

(Pensar propiamente la cosa “ser”, la cuestión o el asunto ” ser”, exige que nuestras cavilaciones sigan las señales que se van mostrando en el dejar estar presente. Lo que éstas muestran en dicho estar es el desocupar. Pero desde este último habla un dar, un “Se da”.) 12907 Heideggeriana: TempoYSer

Pensar propiamente el ser exige hacer caso omiso del ser tal y como es justificado e interpretado al estilo de toda metafísica, exclusivamente desde y para lo ente, como fundamento suyo. Pensar propiamente el ser exige dejar que siga su ruta el ser como fundamento de lo ente, mientras otorgamos nuestra preferencia al dar que entra ocultamente en juego en el desocupar, es decir, al Se da. En tanto que don, en tanto que donación de este Se da, el ser pertenece al dar. El ser como don no queda al margen del dar. El ser, el estar presente, se transfigura. Como dejar-estar-presente pertenece al desocupar, como don de éste queda retenido en el dar. El ser no es. El ser Se da como el desocupar del estar presente. 12911 Heideggeriana: TempoYSer

Un intento de rastrear con el pensamiento la plenitud de transformaciones del ser alcanza el primer lugar de asentamiento, que a la vez indica el camino a seguir, cuando se piensa el ser en el sentido de estar presente. 12915 Heideggeriana: TempoYSer

(Quiero decir pensar, no meramente parlotear sobre el asunto y hacer así como si se entendiera de suyo la explicación del ser en tanto que estar presente.) 12917 Heideggeriana: TempoYSer

Pero ¿de dónde nos tomamos el derecho a caracterizar al ser como estar presente? La pregunta llega demasiado tarde. Porque esta acuñación o modelación del ser hace largo tiempo que está decidida sin nuestra intervención ni siquiera nuestro mérito. Consiguientemente, estamos atados a la caracterización del ser como estar presente. Semejante atadura nos obliga desde el inicio de la desocultación del ser como algo decible, esto es, pensable. Desde el inicio del pensar occidental con los griegos todo decir del “ser” y del “es” está guardando memoria de la determinación, que vincula al pensar, del ser como estar presente. Esto vale también para el pensar que gestiona la más moderna técnica e industria, si bien todavía, por supuesto, sólo en un cierto sentido. Desde que la técnica moderna ha implantado la vastedad de su dominio sobre la entera faz de la tierra, no sólo giran en torno a nuestro planeta los sputniks y su cortejo de vástagos, sino que el ser como estar presente en el sentido de lo que cuenta como un stock de mercancías, como un depósito calculable de utilidades disponibles habla ya uniformemente a todos los habitantes de la Tierra, sin que quienes moran en las zonas no europeas de ésta sepan propiamente de ello ni tan siquiera puedan saber de la procedencia de semejante determinación del ser. (Los menos amigos de un tal saber son, manifiestamente, los industriosos promotores del desarrollo, que hoy se afanan por poner a los llamados países subdesarrollados a la escucha de esa apelación del ser que habla desde lo más propio de la técnica moderna.) 12919 Heideggeriana: TempoYSer

Pero en modo alguno percibimos sólo y primero al ser como estar presente en la remembranza de la temprana exhibición del desocultamiento del ser que llevaron a cabo los griegos. Del estar presente nos percatamos en toda sencilla reflexión, suficientemente libre de prejuicios, sobre el estar delante y el estar a mano de lo ente. El estar a mano como el estar delante son modos del estar presente. Del modo más apremiante se nos muestra el vasto alcance del estar presente si reflexionamos que también, y precisamente, el estar ausente queda determinado por un estar presente a veces exasperado por la extrañeza. 12921 Heideggeriana: TempoYSer

En todo caso podemos constatar también históricamente la plenitud de transformaciones del estar presente mediante la indicación de que el estar presente se muestra como el hen, el Uno único y unificador, como el logos, la recolección que salvaguarda todo, como la idea, ousia, energeia, substantia, actualitas, perceptio, mónada, como objetividad, como legalidad o positividad legal del autoponerse en el sentido de la voluntad de razón, de amor, de espíritu, de poder, como voluntad de querer en el eterno retorno de lo semejante. Lo historiográficamente constatable se deja hallar dentro de la historia. El despliegue de la plenitud de transformaciones del ser tiene el parecido de una historia del ser. Pero el ser no tiene una historia, tal y como tiene su historia una ciudad o un pueblo. Lo histórico de la historia del ser se determina manifiestamente por y sólo por cómo acontece el ser, y esto quiere decir de acuerdo con lo que se acaba de exponer, por la manera como Se da el ser. 12923 Heideggeriana: TempoYSer

Pero ¿cómo hay que pensar el “Se”, el “Ello”, que da el ser? Nuestra inicial observación sobre la conjunción de “tiempo y ser” señalaba que el ser como presencia, el presente, acusa, en un sentido todavía no determinado, la impronta de un rasgo temporal, y consiguientemente del tiempo. Esto da pie para conjeturar que el Se o Ello que da ser, que determina al ser como estar presente y dejar presente, pudiera dejarse hallar en lo que en el titulo ” Tiempo y ser” recibe la denominación de “tiempo”. 12939 Heideggeriana: TempoYSer

Nos interesamos por esa conjetura y le seguimos el rastro al tiempo con el pensamiento. “Tiempo” nos es conocido por representaciones usuales de la misma manera que “ser”, pero también de igual manera desconocido no bien nos proponemos dilucidar lo que tiene de peculiar. Mientras de esa manera hemos estado pensando a propósito del ser se ha demostrado cabalmente: lo peculiar del ser, aquello a donde pertenece y en donde permanece retenido, se muestra en el Se da y en el dar de éste como destinar. Lo peculiar del ser no es ningún tipo de ser. Si le seguimos propiamente el rastro con el pensamiento al ser, entonces la cosa misma nos desvía en cierta manera del ser, y pensamos el destino, que da al ser como don. Tan pronto como atendemos a ello nos percatamos de que tampoco lo peculiar del tiempo se deja ya determinar con ayuda de la característica usual del tiempo comúnmente representado. La conjunción de tiempo y ser contiene empero la invitación a dilucidar, con la mirada puesta en lo dicho del ser, lo peculiar del tiempo. Ser quiere decir: estar presente, dejar-estar-presente: presencia. En cualquier lugar, no importa dónde, podemos leer, por ejemplo, una comunicación como ésta: “La fiesta se celebró con la presencia, o asistencia, de numerosos invitados.” Una proposición que hubiera podido ser igualmente formulada diciendo: “Con la concurrencia” de numerosos invitados, o siendo numerosos los invitados “presentes”. 12941 Heideggeriana: TempoYSer

Mas hasta ahora no nos hemos ocupado de mostrar con mayor nitidez lo que quiere decir el presente en el sentido de presencia. Por ésta es determinado el ser unitariamente como estar presente y dejar estar presente, es decir, como desocultamiento. ¿En qué cosa pensamos cuando decimos asistir o estar presente? El sistere del asistir, el estar del estar presente, quiere decir permanecer. Mas harto rápidamente nos damos por satisfechos al entender el permanecer como mero durar y al durar tomando como hilo conductor la representación habitual del tiempo como un trecho temporal de un ahora a otro que le sigue. El discurso del estar-presente, el discurso del a-sistir, demanda, sin embargo, que percibamos en el permanecer como per-manecer el aguardar y seguir aguardando. El estar presente nos atañe, la palabra alemana que designa al tiempo presente, Gegenwart, quiere decir: aguardar-nos a nosotros, los humanos. 12949 Heideggeriana: TempoYSer

El hombre, íntimamente instalado en el hecho de que le atañe la presencia, y esto empero de modo que recibe como don el estar presente que Se da, mientras percibe lo que aparece en el dejar estar presente. Si no fuera el hombre el constante receptor del don desde el “Se da presencia”, si no alcanzase al hombre lo ofrendado o regalado en el don, entonces, por ausencia de este don, no sólo permanecería el ser oculto, no sólo permanecería además clausurado, sino que el hombre quedaría excluido del alcance de la regalía del: Se da el ser. El hombre no sería hombre. 12953 Heideggeriana: TempoYSer

Presencia quiere decir: el constante seguir aguardando que atañe al hombre, que lo alcanza y que le es ofrendado. Pero ¿de dónde entonces este alcanzar ofrendador, al que pertenece el tiempo presente como asistir o estar presente, en la medida en que da presencia? Ciertamente al hombre le afecta y atañe siempre el estar presente de un algo que está en cada caso presente, sin que él repare propiamente con ello en el estar presente mismo. Pero con harta frecuencia, que es tanto como decir siempre, nos atañe también el estar ausente. En primer lugar por lo que respecta a muchas cosas que no están ya presentes de la manera que sabemos del estar presente en el sentido del presente. Y, sin embargo, también este ya-no-presente está inmediatamente presente en su estar ausente, a saber, según el modo del pasado que nos atañe. Éste no se desvanece como lo meramente consumido de lo que antes fue ahora. Lo pasado está más bien presente, pero a su propia manera. En el pasado se extiende el estar presente. 12957 Heideggeriana: TempoYSer

Pero el estar ausente nos atañe en el sentido de lo todavía no presente según el modo del estar presente en el sentido del ad-venir-nos. El discurso del ad-venir-nos ha llegado a convertirse en un tópico. Así se oye decir: “El futuro ha empezado ya”, lo cual no es el caso, porque el futuro nunca jamás comienza, en la medida en que el estar ausente como el estar presente de lo todavía-no-presente nos atañe siempre ya de alguna manera, es decir, está presente tan inmediatamente como el pasado. En el por-venir, en el ad-venir-nos se extiende el estar presente. 12959 Heideggeriana: TempoYSer

Pero si atendemos todavía más avizoradoramente a lo dicho, entonces encontramos en el estar ausente, ya sea el pasado, ya sea el futuro, una manera de estar presente y de atingencia que en modo alguno coincide con el estar presente en el sentido del presente inmediato. De acuerdo con esto conviene tener en cuenta que no todo estar presente es, cosa extraña, necesariamente el tiempo presente. Pero ese estar presente, esto es, el atañer o concernir que nos alcanza, lo encontramos también en el tiempo presente. También en él se extiende el estar presente. 12961 Heideggeriana: TempoYSer

¿Cómo debemos determinar esta regalía, esta extensión del estar presente que entra en juego en el presente, en el pasado, en el futuro? ¿Reposa este extender en que nos alcanza, o nos alcanza porque es en sí un extender? Lo último es el caso. Advenir como todavía no presente, extiende y aporta simultáneamente lo ya no presente, el pasado, y a la inversa éste, el pasado, se extiende hasta alcanzar el futuro. La relación de cambio de ambos extiende y aporta simultáneamente al presente. Decimos “simultáneamente” y con ello adjudicamos al recíproco extenderse de futuro, pasado y presente, esto es, a su propia unidad, un carácter temporal. 12963 Heideggeriana: TempoYSer

Pero ¿de dónde recibe entonces su determinación la unidad de las tres dimensiones del tiempo auténtico, esto es, de sus tres maneras, implicadas en mutuo juego, del ofrendar de cada propio estar presente? Acabamos de escuchar. Tanto en el advenir de lo todavía-no-presente como también en el haber sido de lo ya-no-presente y hasta en el presente mismo juega en cada caso una especie de atingencia y aportación, es decir, de estar presente. Este estar presente que así hay que pensar no lo podemos adjudicar a una de las tres dimensiones del tiempo, a saber, a la que tenemos más cerca, el presente. Mucho más bien descansa la unidad de las tres dimensiones del tiempo en el juego de cada una con cada una de las otras. Este juego se muestra como el auténtico ofrendar que juega en lo propio del tiempo, y por tanto algo así como la cuarta dimensión no sólo algo así como, sino desde la cosa-. 12971 Heideggeriana: TempoYSer

Lo que nosotros, empero, llamamos en nuestra enumeración la cuarta dimensión es la primera según la cosa, a saber, la regalía que todo lo determina. Ella aporta en el porvenir, en el pasado y en el presente el estar presente que le es propio a cada uno, los mantiene esclarecedoramente separados y los mantiene también juntos en la cercanía, de la cual quedan las tres dimensiones mutuamente cercanas. Por eso denominamos al primero, inicial y en el sentido literal in-iciante extender, en el que reposa la unidad del tiempo auténtico, la cercanía acertante, “cercanidad” [“Naheit”] — una antigua palabra todavía utilizada por Kant -. Pero ella acerca mutuamente porvenir, pasado y presente, en la medida en que los aleja. Pues mantiene abierto lo sido, en tanto le recusa su porvenir como presente. Este acercar de la cercanía mantiene el advenir desde el futuro, en tanto que precontiene el presente en el venir. La cercanía acertante tiene el carácter de la recusación y de la retención. Ella mantiene juntos de antemano, en su unidad, los modos del extender de pasado, advenir y presente. 12975 Heideggeriana: TempoYSer

Ciertamente la filosofía ha preguntado también, siempre que ha rastreado con el pensamiento al tiempo, adónde pertenece. Con ello se tenía preferentemente en la mirada el tiempo calculado como curso de la secuencia de la sucesión de ahoras. Se explicaba que el tiempo enumerado con el que calcular, no puede darse sin la psyche, no sin el animus, no sin el alma, no sin la consciencia, no sin el espíritu. El tiempo no se da sin el hombre. Ahora bien, ¿qué mienta este “no sin”? ¿Es el hombre el donante del tiempo o su receptor? Y si es esto último, cómo recibe el hombre el tiempo? ¿Es el hombre primero hombre, para tomar luego en recepción ocasionalmente, esto es en algún tiempo, al tiempo y asumir la relación a éste? El tiempo auténtico es la cercanía que concilia en unidad su triple y esclarecedora regalía de estar presente desde el presente, el pasado y el futuro. Ella ha alcanzado ya y de tal manera al hombre en cuanto tal, que éste sólo puede ser hombre en la medida en que está en el interior de la triple regalía y ante la recusante-retinente cercanía que lo determina. El tiempo no es ningún producto del hombre, el hombre no es ningún producto del tiempo. Aquí no se da ningún producir. Se da sólo el dar en el sentido del denominado ofrendar o extender esclarecedor del espacio-tiempo. Mas, una vez acordado que la manera del dar en la que el tiempo se da exige la caracterización expuesta, seguimos estando siempre ante el enigmático Se o Ello que nombramos en el habla: Se da el tiempo, Se da el ser. Crece el peligro de que con el nombramiento del “Se” o “Ello” introduzcamos arbitrariamente una potencia indeterminada que debe poner en marcha todo dar de ser y de tiempo. Sin embargo, escapamos a la indeterminación y evitamos el arbitrio en cuanto nos atenemos a las determinaciones del dar, que hemos intentado mostrar, y ciertamente desde el mirar, ojo avizor, al ser como presencia y al tiempo como región de la regalía del esclarecimiento de un múltiple estar presente. El dar en el “Se da el ser” se mostró como destinar y como destino de presencia en sus transformaciones epocales. 12981 Heideggeriana: TempoYSer

En la medida en que en el ser como presencia se anuncia algo así como el tiempo, se robustece la ya mencionada conjetura de que el tiempo auténtico, la cuádruple regalía de lo abierto, se deja hallar como el “Se” o “Ello”, que da el ser, es decir, el estar presente. La conjetura parece confirmarse por entero si reparamos en que también el estar ausente se anuncia en todo caso como una manera de estar presente. Entonces se mostró en el sido, que deja estar presente lo ya-no-presente por recusación del presente, se mostró en el ad-venir-nos, que deja o hace estar presente lo aún-no-presente mediante retención del presente, esa especie de regalía esclarecedora, que da a lo abierto todo estar presente. 12985 Heideggeriana: TempoYSer

De acuerdo con la explicación lógico-gramatical, aquello de lo cual se enuncia o predica algo aparece como sujeto: hypokeimenon, lo ya subyacente, lo que de alguna manera está presente. Lo que es adjudicado al sujeto como predicado, se muestra como lo que está ya co-presente con lo que está presente, el symbebekos, accidens: la sala está iluminada. En el “Se” del “Se da el ser” habla un estar presente de algo que está presente, por tanto en cierto modo un ser. Si ponemos esto en lugar del Se, entonces la proposición “Se da el ser” dice tanto como “El ser da el ser”. Con ello volvemos a caer en las dificultades mencionadas al comienzo de la conferencia: el ser es. Pero en tan escasa medida “es” el ser como lo “es” el tiempo. De ahí que abandonemos ahora el intento de que, caminando sin más en solitario, el Se o Ello se determine por sí mismo. Queda, empero, fijo en nuestra mirada que: El “Se” nombra, en todo caso en la interpretación de momento disponible, un estar presente del estar ausente. 12993 Heideggeriana: TempoYSer

Con la aparentemente inocente pregunta: ¿qué es el acaecimiento?, demandamos un informe sobre el ser del acaecimiento. Pero, si resulta que el ser mismo en cuanto tal se muestra como lo que pertenece al acaecimiento y recibe de él la determinación de presencia, entonces la pregunta formulada anteriormente nos retrotrae a aquello que reclama ante todo su determinación: el ser desde el tiempo. Esta determinación se mostró al mirar ojo avizor al “Se” que da, al escrutar con la mirada los mutuamente trabados modos del dar, el destinar y el extender. El destinar del ser reposa en la esclarecedora-ocultante regalía del múltiple estar presente en la región abierta del espacio-tiempo. Pero la extensión de la regalía reposa, a una con el destinar, en el acaecer como apropiar. Esto, es decir, lo peculiar del acaecimiento, determina también el sentido de aquello que aquí es denominado el reposar. 13001 Heideggeriana: TempoYSer

“Ser como el acaecimiento”: Antaño pensó la filosofía al ser, desde el ente, como idea, como energeia, como actualitas, como voluntad y ahora — cabría pensar — como acaecimiento. Así entendido, mienta “acaecimiento” una interpretación declinada del ser que, si resulta legítima, representa una continuación de la metafísica. El “como” significa en este caso: acaecimiento como una especie del ser, subordinada al ser, que constituye el establecido concepto conductor. Si pensamos empero, como se intentó, ser en el sentido de estar presente y dejar estar presente, que se da en el destino, el cual reposa por su parte en la esclarecedora-ocultadora regalía del tiempo auténtico, entonces el ser pertenece al [acaecer como] apropiar. Desde éste reciben su determinación el dar y su don. Entonces sería el ser una especie de acaecimiento y no el acaecimiento una especie del ser. 13009 Heideggeriana: TempoYSer

La huida a semejante inversión sería demasiado fácil. Soslaya con el pensamiento la índole de la cosa. El acaecimiento entendido como “apropiación” o acaecimiento apropiador no es el concepto abarcante superior, bajo el cual se dejan ordenar ser y tiempo. Las relaciones de ordenación lógica aquí no dicen nada. Pues, si buscamos con el pensamiento el rastro al ser mismo y seguimos lo que tiene de propio, el ser se demuestra como el don, concedido en verdad mediante la regalía del tiempo, del destino de la presencia. El don, la donación del estar presente es propiedad del apropiar. El ser desaparece en el acaecimiento apropiador. En la frase “el ser como el acaecimiento” significa el “como” ahora: ser, dejar estar presente destinado en el apropiar, tiempo ofrendado en el apropiar. Ser y tiempo apropiados en el acaecimiento apropiador. ¿Y este mismo? ¿Cabe decir todavía más del acaecimiento apropiador? Más se pensó, aunque no fue dicho con propiedad, durante el camino, y ello es: que al dar como destinar le pertenece el contenerse, y, asimismo, que en el ofrendarse de pasado y porvenir entran en juego la recusación de presente y la retención de presente. Lo ahora nombrado: contenerse, recusación, retención, muestra algo así como un retirarse, dicho brevemente: la retirada. Pero en la medida en que los modos por ésta determinados del dar, el destinar y el tender, reposan en el apropiar, ha de pertenecer la retirada a lo peculiar del acaecimiento apropiador. Dilucidar esto no es ya asunto de la presente conferencia. 13011 Heideggeriana: TempoYSer

Otro rasgo peculiar del acaecimiento apropiador lo divisamos, tan pronto como meditemos lo ya dicho con la suficiente nitidez. En el ser como estar presente se anuncia la atingencia, que hasta tal extremo nos atañe a nosotros, los hombres, que es al percatarnos de ella y aceptarla como alcanzamos lo distintivo del ser hombre. Pero este aceptar la atingencia del estar presente reposa en el estar instalado en el interior de la región de la regalía, por cuya virtud nos alcanza el tiempo auténtico en sus cuatro dimensiones. 13021 Heideggeriana: TempoYSer

Con la natural reserva pudiera decirse que la conferencia repite el movimiento y el cambio del pensar heideggeriano desde Ser y tiempo al posterior decir del acaecimiento apropiador. ¿Qué sucede en este movimiento? ¿Cómo se perfila el cambio del preguntar y el responder que ha acontecido en el pensar de Heidegger? Ser y tiempo es el intento de una interpretación del ser sobre el horizonte trascendental del tiempo. ¿Qué quiere decir aquí “trascendental”? No la objetividad de un objeto de la experiencia en tanto que constituido en la consciencia, sino el ámbito de proyecto, divisado desde el esclarecimiento del estar-ahí, para la determinación del ser, es decir, del estar presente como tal. El hasta ahora impensado sentido del tiempo que yace en el ser como estar presente es retrotraído en la conferencia “Tiempo y ser” a una relación más originaria. El hablar de algo “más originario” da fácilmente lugar a malentendidos. Pero aunque dejemos por de pronto sin determinar cómo hay que entender este “más originario”, y esto quiere decir cómo no entenderlo, sigue estando, sin embargo, fuera de duda que el pensar — y ciertamente tanto en la conferencia misma como en la totalidad del camino de Heidegger — tiene el carácter de un retroceso. Éste es el paso atrás. La pluralidad de significados de esta expresión resta por considerar. Necesario se hace dilucidar el “hacia dónde” y el “cómo” en el discurso del “atrás”. 13179 Heideggeriana: ProtocoloTempoYSer

La exégesis del tiempo apunta primero al carácter de la temporación de la temporalidad del estar humano, a lo ekstático, que contiene ya en sí, sin que esta condición de la cosa sea nombrada expresamente en la parte de Ser y tiempo que alcanzó a ser publicada (cfr. Ser y tiempo, § 28), una referencia a la verdad, al esclarecimiento, al desocultamiento del ser qua ser. Por tanto, ya en Ser y tiempo — si bien aquí la exégesis del tiempo estaba restringida a la temporalidad del estar humano y en nada se habla del carácter temporal del ser (mientras que, por el contrario, en la conferencia “Tiempo y ser” es intencionalmente omitido el papel de la esencia del hombre para el esclarecimiento del ser) — es arrancado en bloque el tiempo a la comprensión ordinaria, merced a la referencia a la aletheia y al estar presente, cobrando así un nuevo sentido. 13185 Heideggeriana: ProtocoloTempoYSer

Mas no es así, aun cuando no puede negarse que esto aún no llegó a ser expresado con claridad en el propio Ser y tiempo. Ser y tiempo está mucho más en camino hacia ello, en vía de hallar, sobre la temporalidad del estar humano en la interpretación del ser como temporalidad, un concepto de tiempo, aquello propio del “tiempo” desde donde se dis-pensa el “ser” como estar presente. Mas con ello está dicho que lo que en la ontología fundamental es mentado como fundamental no tolera encima ninguna edificación. En lugar de esto, y una vez que fuese aclarado el sentido del ser, debiera ser reiterada, más originalmente y de una manera enteramente distinta, la entera analítica del ser humano. 13209 Heideggeriana: ProtocoloTempoYSer

Primero se dijo sin rodeos: “Desde el alba del pensar occidental europeo hasta hoy, ser quiere decir lo mismo que asistir o estar presente.” ¿Qué sucede con este enunciado? Si ser quiere decir algo así como estar presente, ¿lo quiere decir de una manera exclusiva o en todo caso con una prioridad tal que puedan ser pasadas por alto sus otras determinaciones? ¿Es la determinación del ser como estar presente, que únicamente aparece en esta conferencia, un resultado obtenido tan sólo desde el propósito de ella, que intenta pensar conjuntamente ser y tiempo? ¿O es que tiene el estar presente, en la totalidad de las determinaciones del ser, una prioridad “conforme a la cosa”, independiente del propósito de esta conferencia? ¿Qué sucede ante todo con la determinación del ser como fundamento? Estar presente, presencia, habla en todos los conceptos metafísicos del ser, habla en todas las determinaciones del ser. Incluso el fundamento como lo ya preexistente, como lo subyacente, conduce, considerado en sí mismo, al demorar, al durar, al tiempo, al presente. No sólo en las determinaciones griegas del ser, sino también acaso en la “posición” kantiana y en la dialéctica hegeliana como el movimiento de tesis, antítesis y síntesis (por tanto, también aquí de nuevo posicionalidad) habla el presente, se anuncia una primacía del estar presente (cfr. Nietzsche, II, pp. 399 ss., y además Wegmarken [Jalones del camino] [1967], pp. 273 ss., “Kants These über das Sein” [Las tesis de Kant sobre el ser]). 13225 Heideggeriana: ProtocoloTempoYSer

De todas estas sugestivas indicaciones resulta una prioridad del estar presente que es codeterminante en todas las acuñaciones del ser. Cómo, de qué manera es esta determinación, qué sentido tiene la prioridad que se anuncia del estar presente, está todavía impensado. La prioridad del estar presente sigue siendo, pues una afirmación en la conferencia “Tiempo y ser”, mas como tal una pregunta y una tarea del pensar: la de meditar si y de dónde y en qué medida subsiste la prioridad del estar presente. 13227 Heideggeriana: ProtocoloTempoYSer

Después de la frase que se acaba de citar, la primera sección de la conferencia prosigue así: “Desde el estar presente, desde la presencia o asistencia nos habla el modo temporal del presente.” Esto se presta a más de una interpretación. Por una parte, cabe entenderlo de manera que el estar sea pensado como presencia en el que percibe, en la repraesentatio de éste. El tiempo presente sería entonces una determinación consecutiva o derivada del estar presente y nombraría la relación de este último al hombre que lo percibe. Por otro lado, cabe entender lo anterior de manera que — en términos absolutamente generales — el tiempo hable desde el estar presente, quedando todavía abierto al respecto el cómo y de qué modo. “El ser es determinado como presencia por el tiempo.” En la conferencia es mentado este segundo sentido. La multiplicidad semántica, sin embargo, y la dificultad de la exposición del problema, el hecho asimismo de que en las primeras proposiciones no se trata de extraer ninguna conclusión, sino del primer escarceo del ámbito temático, conducen fácilmente a malentendidos que sólo es posible eliminar manteniendo constantemente fija la mirada en la temática global de la conferencia. 13229 Heideggeriana: ProtocoloTempoYSer

El pasaje ahora en cuestión prosigue: “Pensado por referencia a aquello que está presente, dicho estar presente se muestra como un dejar que se esté presente de lo que está presente. 13263 Heideggeriana: ProtocoloTempoYSer

“Mas entonces procede pensar en propiedad este dejar estar presente, en la medida en que por él es dejado el estar presente.” 13265 Heideggeriana: ProtocoloTempoYSer

¿A qué se refiere la diferencia que se hace visible en el separador “Mas entonces” ? Hay una diferencia en el dejar estar presente, y ello es, ante todo, en el dejar. Los dos miembros de la diferencia son: 1. Dejar estar presente: dejar estar presente: lo que está presente. 2. Dejar estar presente: dejar estar presente (esto es, pensado en dirección al acaecimiento apropiador). 13269 Heideggeriana: ProtocoloTempoYSer

En el primer caso el estar presente como dejar estar se refiere a lo ente, lo que está presente. Mentada es, por tanto, la diferencia, subyacente a la metafísica, entre ser y ente y la relación interna entre uno y otro. Dejar significa, partiendo del sentido original de la palabra: dejar ir, dejar libre, dejar partir, dejar partir a lo lejos, esto es, dar libre curso a lo abierto. Lo que está presente, “dejado” por el dejar estar presente, se torna así en algo que está presente de suyo, dejado a lo abierto de lo que está copresente. Sin decir, mas digno de cuestión, queda aquí el de dónde y cómo se da “lo abierto”. 13273 Heideggeriana: ProtocoloTempoYSer

Pero si el dejar estar presente es pensado propiamente, entonces lo afectado por este dejar no es ya lo que está presente, sino el estar presente mismo. De acuerdo con esto, la palabra es escrita en lo que sigue también así: el dejar-estar presente. Dejar significa entonces: dejar venir, dar, ofrecer, destinar, dejar-pertenecer. En este y mediante este dejar, el estar presente es dejado allí a donde pertenece. 13275 Heideggeriana: ProtocoloTempoYSer

El doble sentido determinante reside por tanto en el dejar, y de acuerdo con ello entonces también en el estar presente. La relación de las dos partes separadas entre sí por el “Mas entonces”, no carece de dificultad. Formalmente dicho, entre los dos miembros de la contraposición subsiste una relación de determinación: Sólo en la medida en que se da el dejar del estar presente, es posible el dejar estar presente de lo que está presente. Pero cómo hay que pensar propiamente esta relación, cómo haya que determinar desde el acaecimiento apropiador la mencionada diferencia, no fue más que indicado. La principal dificultad reside en que desde el acaecimiento propicio resulta necesario confiar al pensar la diferencia ontológica. Desde el acaecimiento apropiador se muestra entonces, por el contrario, esta relación como la relación de mundo y cosa, una relación que, por de pronto y en cierta manera, aún pudiera ser concebida como la relación de ser y ente, si bien perdiendo ésta entonces lo que le es peculiar. 13277 Heideggeriana: ProtocoloTempoYSer

La metafísica es la historia de las acuñaciones del ser, esto es, mirado desde el acaecimiento apropiador, la historia del retirarse del destinante a favor de las destinaciones dadas en el destinar de un dejar en cada caso el estar presente de lo que está presente. La metafísica es olvido del ser, y esto es la historia del ocultamiento y de la retirada de aquello que da ser. La entrada del pensar en el acaecimiento apropiador equivale así al final de esta historia de la retirada. El olvido del ser se “cancela” con el desvelarse en el acaecimiento apropiador. 13317 Heideggeriana: ProtocoloTempoYSer

La cuarta sesión estuvo dominada por la discusión de una pregunta que se refería al ya citado e importante pasaje de la página 5 (“Ser, aquello por lo que…” hasta “… es decir, el ser”). La pregunta apuntaba a la relación de ser y tiempo al acaecimiento apropiador y preguntaba si entre los conceptos allí nombrados — estar presente, dejar estar presente, desocultar, dar y apropiar — subyacía una gradación en el sentido de una cada vez mayor originariedad. Si el movimiento que, en el pasaje en cuestión, conduce del estar presente, pasando por el dejar estar presente, etc., al apropiar, es el regreso a un fundamento cada vez más originario. 13351 Heideggeriana: ProtocoloTempoYSer

La subsiguiente discusión se refirió en lo esencial al sentido del determinar, que reside en la manera como, dentro de la metafísica, determina el estar presente lo que está presente. Por virtud de ello debía quedar más nítido en el contraste qué carácter tiene el retroceso del estar presente al acaecimiento apropiador, que con harta facilidad puede ser malentendido como la preparación de un fundamento cada vez más originario. 13355 Heideggeriana: ProtocoloTempoYSer

El estar presente de lo que está presente — es decir, el dejar estar presente a lo que está presente — es explicado por Aristóteles como poiesis. Ésta, posteriormente reinterpretada como creatio, conduce, en una línea de grandiosa simplicidad, hasta la posición, concebida como la consciencia trascendental de los objetos. Así se muestra que el rasgo fundamental del dejar estar presente es, en la metafísica, el producir en sus múltiples figuras. Frente a ello se hizo valer que, si bien en las obras platónicas tardías ante todo en Las Leyes — emerge ya cada vez más el carácter poiético del nous, la relación de determinación que hay entre el estar presente y lo que está presente no es entendida por Platón como poiesis. En el to kalo ta kala es expresada sólo la parousia, el “ser con” del kalon junto con los kala, sin que a este “ser con” le advenga el sentido de lo poiético relativamente a lo que está presente. Pero esto muestra que el determinar queda en Platón impensado. Pues en ningún lugar es por él elaborado qué sea esta auténtica parousia, en ningún lugar expresamente dicho qué realiza la parousia. en relación con los onta. Esta laguna no queda colmada por el hecho de que Platón busque captar en la metáfora de la luz la referencia del estar presente a lo que está presente — es decir, no como poiesis, hacer, etc., sino como luz —, aun cuando se da indudablemente con ello una cercanía a Heidegger. Pues el dejar estar presente de Heidegger es un traer a lo abierto, aunque en los pasajes en cuestión de la conferencia ha sido mentado como neutral y es y tiene que ser neutro con respecto a todos los modos del hacer, de la constitución, etc. Con ello ha llegado pues a ser expresamente lo griego, la luz y el aparecer. Por preguntar queda, empero, qué es lo que quisiera, aunque todavía no pueda decir la referencia metafórica a la luz. 13357 Heideggeriana: ProtocoloTempoYSer

Mediante la referencia del estar presente a la aletheia, le es sustraída a la problemática kantiana de la constitución de los objetos la entera pregunta por el ser de lo ente, si bien la mencionada posición kantiana ha de ser ella misma entendida — retrospectivamente — desde el aletheuein, como lo atestigua el tratamiento de la facultad de imaginación en el libro sobre Kant. 13359 Heideggeriana: ProtocoloTempoYSer

En este punto se preguntó si es suficiente concebir la referencia del estar presente a lo que está presente como desocultar, tomando al desocultar como algo para sí, es decir, sin adicionarle ninguna determinación ulterior de contenido. Si el desocultar reside ya en todos los modos de la poiesis, del hacer, del operar, ¿cómo es posible excluir estos modos y conservar como algo puro y para sí al desocultar? ¿Qué significa entonces semejante desocultar, mientras no se lo determine ulteriormente en cuanto a su contenido? A este respecto se introdujo una importante diferencia entre el desocultar que pertenece, por ejemplo, a la poiesis y el desocultar mentado por Heidegger. Mientras que el primero se refiere al eidos — esto es lo que en la poiesis es expuesto, desocultado —, el desocultar meditado por Heidegger se refiere al ente entero. A partir de ahí se hizo mención de la distinción entre “el hecho de que se sea” (Dass-sein) y el “qué se sea” (Was-sein), cuya procedencia es oscura e impensada (cfr. Heidegger, Nietzsche, II, pp. 399 ss.). 13361 Heideggeriana: ProtocoloTempoYSer

En lo concerniente, sin embargo, a la intención meditativa subyacente a la pregunta, se dijo que, aun cuando — en el pasaje que está en cuestión — el desocultar ha sido fijado sólo como rasgo fundamental, siéndole así sustraído el carácter operativo al dejar en el dejar estar presente, quedan por meditar los distintos modos del desocultar temáticamente determinados. Con el paso del estar presente al dejar estar presente y de éste al desocultar nada queda dicho sobre el carácter de presencia de los distintos ámbitos del ente. Continúa siendo una tarea del pensar el determinar el desocultamiento de los distintos ámbitos de cosas. 13363 Heideggeriana: ProtocoloTempoYSer

La misma especie de movilidad que reside en el paso del estar presente al dejar estar presente se muestra en el tránsito del dejar estar presente al desocultar y de éste al dar. En cada caso da el pensar el paso atrás. Así pudiera dejarse ver el modo de proceder de este pensar por analogía con el método de una teología negativa. Esto se muestra también en el hecho de que y cómo los modelos ónticos dados en el lenguaje son descartados y destruidos. Chocante es, por ejemplo, el uso de verbos como “tender”, “destinar”, “retener”, “apropiar”, que no sólo muestran en tanto que verbos una forma temporal, sino además un expreso sentido temporal para algo que no es nada temporal. 13365 Heideggeriana: ProtocoloTempoYSer

La Filosofía es Metafísica. Ésta piensa el ente en su totalidad — mundo, hombre, Dios — con respecto al Ser, a la comunidad del ente en el Ser. La Filosofía piensa el ente como ente, en la forma del representar que fundamenta, porque desde y con el comienzo de la Filosofía, el Ser del ente se ha mostrado como fundamento (arche, aition, principio). El fundamento es aquello por lo cual el ente, como tal, en su devenir, transcurrir y permanecer, es lo que es y cómo lo es, en cuanto cognoscible, tratable y laborable. Como fundamento, el Ser trae al ente a su estar presente: el fundamento se muestra como presencia. Su presencia consiste en llevar a presencia lo que, a su modo, está ya presente. 13431 Heideggeriana: ENDPHILO

Aquí se nombra a la aletheia, el no-ocultamiento. Se llama la “bien redondeada”, porque está trazada según la pura esfericidad del círculo, en la que principio y fin son lo mismo en todas partes. En esa vuelta no hay posibilidad alguna de tergiversar, disimular y ocultar. El hombre que reflexiona debe conocer lo que es el corazón, que no tiembla, del no-ocultamiento. ¿Y qué significa la expresión “el corazón que no tiembla del no-ocultam