adecuación

Angleichung

3) ¿Cómo queda circunscrita en esta metafísica la esencia de la verdad? Un rasgo fundamental de toda determinación metafísica de la verdad se expresa en la proposición que concibe la verdad como adecuación del conocimiento con el ente: veritas est adaequatio intellectus et rei. De acuerdo con lo que se ha dicho antes, vemos ahora fácilmente que esta “definición” corriente de la verdad se transforma según el modo en que se comprenda el ente con el que debe adecuarse el conocimiento, pero también según el modo en que se comprenda el conocimiento que debe estar en adecuación con el ente. El conocer en cuanto percipere y cogitare, en el sentido de Descartes, se distingue por sólo admitir como conocimiento aquello que por medio del representar le es re-mitido al sujeto como indudable y que, en cuanto puesto de este modo, es en todo momento nuevamente alcanzable por el cálculo. También para Descartes el conocer se rige por el ente, pero como ente sólo vale lo que es puesto en seguro en el caracterizado modo del re-presentar y remitir. Sólo es ente aquello de lo que el sujeto puede estar seguro en el sentido de su representar. Lo verdadero es sólo lo asegurado, lo cierto. Verdad es certeza, certeza para la cual resulta decisivo que el hombre como sujeto esté en ella en cada caso seguro y cierto de sí mismo. Por ello, para el aseguramiento de la verdad en cuanto certeza es necesario en un sentido esencial el pro-ceder (Vor-gehen), el asegurar-de-antemano. El “método” adquiere ahora un peso metafísico que está por así decirlo inscrito en la esencia de la subjetividad. “Método” ya no es simplemente la secuencia de algún modo ordenada de los diferentes pasos en los que se mueve el examen, la demostración, la exposición y la correlación de los conocimientos y fragmentos doctrinales en el modo de una “summa” escolástica, la cual tiene una construcción regulada y siempre recurrente. “Método” es ahora el nombre del pro-ceder asegurador y conquistador frente al ente para ponerlo en seguro como objeto para el sujeto. En este sentido metafísico se entiende methodus cuando Descartes, en su importante tratado Regulae ad directionem ingenii, aparecido sólo después de su muerte, establece, como regula IV: Necessaria est methodus ad rerum veritatem investigandam. “Necesario (esencialmente necesario) es el método para encontrar y seguir la huella de la verdad (certeza) del ente.” En el sentido del “método” así comprendido, todo pensamiento medieval carece esencialmente de método. 2461 Heideggeriana: NiilismoEuropeu

Por muy frecuentemente y de múltiples modos que se imponga la negación sobre todo pensar, ya sea expresa o no, lo cierto es que ella no es el único testimonio plenamente válido del carácter manifiesto de la nada que pertenece esencialmente al Dasein. Pues, en efecto, la negación no puede ser considerada ni como el único ni como el principal comportamiento que consiste en desistir y en el que el Dasein queda conmovido por ese desistir que es la nada. Más abismales que la simple adecuación de la negación propuesta por el pensar son, sin embargo, la dureza de una actuación hostil y el rigor de un desprecio implacable. De más responsabilidad son el dolor del fracaso y la inclemencia de la prohibición. De mayor peso es la amargura de la privación y la renuncia. 4013 Heideggeriana: OQM

Este doble carácter del concordar se pone de manifiesto en la tradicional definición de la verdad: veritas est adaequatio rei et intellectus. Esto puede significar que la verdad es la adecuación de la cosa al conocimiento. Pero también puede querer decir que la verdad es la adecuación del conocimiento a la cosa. Ciertamente, por lo general se suele presentar la definición esencial ya citada bajo la formulación que dice: veritas est adaequatio intellectus ad rem. Pero la verdad así entendida, la verdad de la proposición, sólo es posible sobre el fundamento de la verdad de la cosa, la adaequatio rei ad intellectum. Ambos conceptos esenciales de la veritas significan siempre un regirse de acuerdo con o conformarse a… y, por ende, piensan la verdad como conformidad o rectitud. 4084 Heideggeriana: EssenciaVerdade

Hablamos de coincidencia dándole distintos significados. Por ejemplo, a la vista de dos monedas de cinco marcos que se encuentran sobre la mesa, decimos: las dos son iguales, coinciden. Ambas coinciden en su aspecto único. Tienen ese elemento en común y, por eso, desde ese punto de vista son iguales. Pero también hablamos de coincidir cuando, por ejemplo, afirmamos sobre una de las dos monedas de cinco marcos: esta moneda es redonda. Aquí, el enunciado coincide con la cosa. Ahora la relación ya no es entre cosa y cosa, sino entre un enunciado y una cosa. ¿Pero en qué pueden coincidir la cosa y el enunciado si los elementos que se han puesto en relación son distintos en lo tocante a su aspecto? La moneda es de metal. El enunciado no es nada material. La moneda es redonda. El enunciado no tiene para nada la naturaleza de algo espacial. Con la moneda se puede comprar algo. El enunciado sobre ella nunca puede ser un medio de pago. Pero, a pesar de toda esta desigualdad entre ambos, en la medida en que el enunciado es verdadero coincide con la moneda. Y, de acuerdo con el concepto corriente de verdad, este modo de concordar tiene que ser una adecuación. Pero cómo puede adecuarse a la moneda algo tan completamente desigual como el enunciado? Tendría que convertirse en moneda y de este modo anularse a sí mismo por completo. Pero eso es algo que el enunciado no puede conseguir nunca. Si lo consiguiera, en ese mismo instante el enunciado ya no podría coincidir con la cosa en cuanto tal enunciado. En la adecuación el enunciado tiene que seguir siendo lo que es o incluso precisamente llegar a serlo. ¿En qué consiste su esencia, absolutamente distinta de cualquier cosa? ¿Cómo consigue el enunciado adecuarse a otro, a la cosa, permaneciendo y persistiendo precisamente en su esencia? Adecuación no significa aquí una igualación real y concreta entre cosas que son distintas. Antes bien, la esencia de la adecuación se determina de acuerdo con la naturaleza de la relación existente entre el enunciado y la cosa. Mientras tal “relación” siga estando indeterminada e infundamentada en su esencia, toda discusión sobre la posibilidad e imposibilidad, así como sobre la naturaleza y el grado de la adecuación, carece de sentido. El enunciado sobre la moneda “se” refiere a esta cosa en la medida en que la re-presenta y dice qué ocurre con lo re-presentado mismo desde el punto de vista que predomina en casa caso. Lo que el enunciado representador dice de la cosa representada lo dice tal como ella es. El “tal como” concierne al re-presentar y a lo re-presentado. Si dejamos a un lado todos los prejuicios “psicológicos” y “de teoría de la conciencia”, representar significa aquí el hacer que la cosa se presente frente a nosotros como objeto. Lo que está enfrente, en cuanto que está puesto así, tiene que atravesar un enfrenteabierto y al mismo tiempo detenerse en sí mismo como cosa y mostrarse como algo estable y permanente. Este aparecer de la cosa que se hace patente atravesando el enfrente tiene lugar dentro de un ámbito abierto cuya apertura no es creada por el representar, sino solamente ocupada y asumida por él como ámbito de referencia. La relación del enunciado representador con la cosa es la consumación de esa conexión que originariamente y siempre se pone en movimiento como un comportarse. Pero todo comportarse destaca por el hecho de que, estando en lo abierto, se atiene siempre a un elemento manifiesto en cuanto tal. Eso que sólo así y en sentido estricto es manifiesto, se experimenta tempranamente en el pensar occidental como “lo presente” y desde hace mucho tiempo recibe el nombre de “ente”. 4100 Heideggeriana: EssenciaVerdade

El enunciado toma prestada su conformidad del carácter abierto del comportarse; pues sólo mediante éste puede lo manifiesto llegar a ser el criterio de conformidad de la adecuación re-presentadora. El propio comportarse, que siempre se mantiene abierto, tiene que dejar que se le indique esta pauta. Esto significa que tiene que tomarse el criterio de conformidad de todo representar como algo ya previamente dado. El representar forma parte del carácter abierto del comportarse. Ahora bien, si la conformidad (verdad) del enunciado sólo es posible mediante dicho carácter, entonces aquello que hace posible la conformidad tiene que valer como esencia de la verdad, de acuerdo con una legitimidad más originaria. 4104 Heideggeriana: EssenciaVerdade

Ahora bien, la expresión aquí utilizada y necesaria, “dejar ser a lo ente”, no piensa en el desinterés o la indiferencia, sino en todo lo contrario. Dejar ser es el meterse en lo ente. Naturalmente, esto tampoco se entiende como mera puesta en marcha, protección, cuidado y planificación de lo ente que sale al encuentro o que se busca. Dejar ser — esto es, dejar ser a lo ente como eso ente que es — significa meterse en lo abierto y en su apertura, una apertura dentro de la cual se encuentra todo ente al punto de llevarla como quien dice consigo. Este ámbito abierto fue concebido en sus inicios por el pensar occidental como aletheia, lo no oculto. Si traducimos aletheia con el término “desocultamiento” en lugar de con “verdad”, dicha traducción no sólo será “más literal”, sino que contendrá también la indicación de volver a pensar o pensar de otro modo el concepto habitual de verdad, en el sentido de la conformidad del enunciado, dentro de ese ámbito aún no comprendido del desocultamiento y desencubrimiento de lo ente. Meterse en el desocultamiento de lo ente no es perderse en él, sino que es un retroceder ante lo ente a fin de que éste se manifieste en lo que es y tal como es, a fin de que la adecuación representadora extraiga de él su norma. En cuanto un dejar ser semejante, se expone a lo ente como tal trasladando a lo abierto todo comportarse. El dejar ser, es decir, la libertad, es en sí misma ex-ponente, ex-sistente. La esencia de la libertad, vista desde la esencia de la verdad, se revela como un exponerse en el desocultamiento de lo ente. 4136 Heideggeriana: EssenciaVerdade

Pero no es que nosotros presupongamos el desocultamiento de lo ente, sino que éste mismo (el ser) nos instala en una esencia tal que en nuestra representación siempre permanecemos inmersos en el seno del desocultamiento y supeditados a él. No es sólo aquello por lo que se guía un conocimiento lo que de alguna manera debe estar no oculto, sino que todo el ámbito en el que se mueve este “guiarse según algo”, así como aquello por lo que la adecuación de la proposición a la cosa se torna evidente, deben tener lugar como totalidad en lo no oculto. Nosotros mismos, con todas nuestras exactas representaciones, no seríamos nada y ni siquiera podríamos presuponer que hay algo manifiesto por lo que nos guiamos, si el desocultamiento de lo ente no nos hubiera expuesto ya en ese claro en el que entra para nosotros todo ente y del que todo ente se retira. 5061 Heideggeriana: OOA1935

Se trata de la determinación de la esencia de la verdad. Nietzsche escribe la palabra verdad entre comillas. Esto quiere decir, abreviadamente: la verdad, tal como se la entiende corrientemente, tal como se la entiende desde hace tiempo, o sea, en la historia del pensar occidental, y tal como tiene que entenderla de antemano también el propio Nietzsche sin ser consciente de esta necesidad, de su alcance y ni siquiera de su razón. La determinación de la esencia de la verdad que desde Platón y Aristóteles domina no sólo todo, el pensamiento occidental sino en general la historia del hombre occidental hasta en la acción cotidiana y en la opinión y la representación común es, en pocas palabras, la siguiente: la verdad es la corrección del representar, donde representar quiere decir: el tener-ante-sí y llevar-ante-sí el ente en la percepción y la opinión, el recuerdo y la planificación, la esperanza y el rechazo. El representar se rige por el ente, se adecua a él y lo reproduce. Verdad quiere decir: adecuación del representar a aquello que el ente es y tal como es. 5898 Heideggeriana: VontadePoder

Aunque a primera vista nos encontremos en los pensadores de occidente con delimitaciones conceptuales de la esencia de la verdad muy diversas y hasta opuestas, todas ellas se basan, sin embargo, en una única determinación: verdad es la corrección del representar. Puesto que en épocas recientes se ha distinguido con frecuencia entre corrección [Richitigkeit] y verdad, es necesario señalar e insistir expresamente en que, en el uso que se le da en estas lecciones, corrección se entiende en el sentido literal del estar dirigido a… [Gerichtetheit auf..], de la conformidad al ente; efectivamente, a veces en la lógica se le da a la palabra “corrección” el sentido de no contradictoriedad y también el de corrección lógica [Folgerichtigkeit]. En el primer caso, la proposición: “esta pizarra es roja” es correcta pero no verdadera; correcta en el sentido en que ser rojo no es contradictorio con la superficie de la pizarra; no verdadera, a pesar de su corrección, porque no se adecua al objeto. Corrección en el sentido de corrección lógica quiere decir que una proposición se sigue de otra de acuerdo con las reglas de la inferencia. A la corrección en el sentido de no contradictoriedad y de corrección lógica se la llama también “verdad” formal, no dirigida al contenido del ente, a diferencia de la verdad material, de contenido. La conclusión es “formalmente” verdadera, pero materialmente no. Incluso en este concepto de corrección (no contradictoriedad, corrección lógica) resuena aún la idea de conformidad, no a la objetividad a la que se refiere, sino a las reglas que se siguen en la formación de proposiciones y en la inferencia. Pero cuando nosotros decimos que la esencia de la verdad es corrección empleamos la palabra en el sentido más rico de una adecuación de contenido del representar respecto del ente que sale al encuentro. La corrección es comprendida entonces como traducción de adaequatio y omoiosis. También para Nietzsche queda establecido de antemano y de acuerdo con la tradición: verdad es corrección. 5900 Heideggeriana: VontadePoder

Corrección significa: adecuación del representar al ente. Esto encierra ante todo lo siguiente: que el representar verdadero es un representar del ente. Cómo puede acontecer esto, cómo es posible la corrección y por lo tanto en qué consiste, son cuestiones que aún quedan por plantear. Ante todo es cuestionable si la corrección consiste en que las representaciones presentes en el alma aparezcan como imágenes reflejas de los objetos que están fuera de ella. Es cuestionable que la correspondencia refleja de las representaciones que están en nuestro interior con los objetos que están afuera pueda constatarse jamás, y por parte de quién. En efecto, la igualación refleja a los objetos sólo puede tener lugar por la vía de que, en ella y para ella, los objetos mismos sean dados. Pero esto sólo acontece en la medida en que los representamos, en que tenemos representaciones de ellos. Vuelve entonces la pregunta de si estas representaciones de los objetos por las que habría de medirse la adecuación reflejan o no los objetos. Dicho brevemente y apuntando a lo esencial: queda aún la pregunta acerca de cómo debe captarse la esencia misma de la corrección, que a su vez toca en un respecto la esencia de la verdad, de cómo debe comprenderse la adecuación al ente. 6009 Heideggeriana: VontadePoder

Quizás opinar que la adecuación tenga que tener el carácter de un reflejo sea un grosero prejuicio sin ningún fundamento. Nietzsche no conmueve de ninguna manera el contenido esencial de la concepción metafísica tradicional de la verdad. Pero el contenido esencial del concepto tradicional de verdad no dice, como se piensa casi siempre con ligereza, que la verdad es un reflejo de las cosas que están afuera por parte de representaciones que están en el alma. Antes bien, el contenido esencial del concepto metafísico de verdad dice lo siguiente: 1) La verdad es un carácter de la razón. 2) El rasgo fundamental de este carácter consiste en aportar y representar el ente en cuanto tal. 6011 Heideggeriana: VontadePoder

Con esto dirigimos por primera vez nuestra mirada en la dirección desde la que habla aquella extraña sentencia que afirma que la verdad es una ilusión. Al mismo tiempo vemos, sin embargo, que en esa sentencia se mantiene la esencia de la verdad entendida como corrección, donde corrección quiere decir: representar el ente en el sentido de adecuación a lo que “es”. En efecto, sólo si la verdad es en esencia corrección puede ser, de acuerdo con la interpretación de Nietzsche, in-corrección o ilusión. La verdad, en el sentido de lo verdadero, entendido como lo presuntamente ente en el sentido de lo consistente, fijo e inmutable sólo es una ilusión si el mundo “es” no un mundo ente sino un mundo “deviniente”. Un conocimiento que, en cuanto verdadero, toma algo “como ente en el sentido de consistente y fijo, se atiene” al ente y, sin embargo, no acierta con lo real: con el mundo en cuanto mundo en devenir. 6085 Heideggeriana: VontadePoder

La verdad que se concibe como error fue determinada como lo que ha sido fijado, como lo consistente. No obstante, el error así entendido piensa necesariamente la verdad en el sentido de una conformidad con lo real, es decir con el caos que deviene. La verdad como error es un no acertar con la verdad. La verdad es no acertar con la verdad. En la inequívoca determinación de la esencia de la verdad como error se piensa necesariamente la verdad dos veces, y en cada caso de modo diferente, es decir se la piensa de manera ambigua: por un lado como fijación de lo consistente y por otro como conformidad con lo real. Sólo sobre la base de esta esencia de la verdad como conformidad puede ser un error la verdad como consistencia. Esta esencia de la verdad que está puesta a la base del concepto de error es lo que en el pensamiento metafísico se determinó desde antiguo como adecuación a y conformidad con lo real, como omoiosis. La conformidad no tiene que interpretarse necesariamente en el sentido de una concordancia que copia y reproduce. Cuando Nietzsche rechaza, y con razón, el concepto de verdad en el sentido de una adecuación reproductiva, no necesita por ello repudiar también la verdad en el sentido de conformidad con lo real. Y efectivamente, no repudia de ningún modo esta determinación tradicional, que pareciera ser la más natural, de la esencia de la verdad. Ésta sigue siendo, por el contrario, el criterio para poner la esencia de la verdad como fijación en oposición al arte que, en cuanto transfiguración, es una conformidad con lo que deviene y sus posibilidades y precisamente en base a esa conformidad con lo que deviene, constituye un valor superior. Pero Nietzsche, a propósito de lo que el arte forma en sus creaciones, no habla de “verdad” sino de apariencia. Sabe que la obra de arte, en cuanto posee una forma, también tiene que fijar y que de ese modo se convierte asimismo en apariencia, aunque en una “apariencia” en la que aparecen y comparecen, es decir resplandecen, las posibilidades superiores de la vida. De este modo, también el concepto de apariencia se vuelve ambiguo. 6483 Heideggeriana: VontadePoder

¿Por qué? Porque la apertura de la perspectiva y el trazado de horizonte no ocurren por la vía de una adecuación a un mundo en sí consistente, y en general consistente, es decir “verdadero”. ¿Si no tiene lugar ya ninguna medida ni ninguna estimación respecto de algo verdadero, cómo el mundo que surge de la “acción” de la vida podría seguir siendo tildado de “apariencia” y comprendido como tal? Con la comprensión de esta imposibilidad está dado el paso decisivo ante el que Nietzsche ha vacilado tanto tiempo, el paso hacia el saber que, con toda sencillez, tiene que expresar así lo que sabe: con la abolición del “mundo verdadero” también ha quedado abolido el “mundo aparente”. ¿Pero qué es lo que queda si con el mundo verdadero cae también el aparente y, en general, esa distinción? La frase final de la nota n. 567, del último año de creación, responde: “La contraposición del mundo aparente y el mundo verdadero se reduce a la contraposición “mundo” y “nada”.” 6499 Heideggeriana: VontadePoder

Nietzsche comprende la verdad como tener-por-verdadero. Éste es — si se lo piensa más profundamente, retrocediendo al fundamento de su posibilidad — el inventivo pre-suponer un horizonte de entidad, la unidad de las categorías en cuanto esquemas. El inventivo pre-suponer tiene su ejercicio fundamental en lo que expresa el principio de no contradicción: en el fijar lo que en general quiera decir entidad. Entidad querrá decir: consistencia, en el sentido de tal consolidación. Ese fijar es el originario tener-por-verdadero que da a todo conocimiento la prescripción hacia el ente en cuanto tal. El tener-por-verdadero tiene originariamente el carácter de una orden. ¿De dónde toma su patrón de medida este dar orden? ¿Qué le indica aunque más no sea la dirección? ¿El tener-por-verdadero en cuanto ordenar no se convierte en el juguete de un arbitrio impenetrable y no vinculado a nada? ¿Adónde va a parar la esencia de la verdad si se la retrotrae a un ordenar sin fundamento ni dirección? Después de la abolición de la distinción metafísica queda vedada toda escapatoria hacia una adecuación a algo “verdadero” existente “en sí”; pero también igualmente la estimación de lo fijado en el representar como algo sólo “aparente”. ¿El tener-por-verdadero posee aún de algún lado y por sí un carácter concluyente y vinculante? Si aún lo tiene y si puede tenerlo, sólo será desde sí mismo. Por ello, el enraizamiento aún más originario del carácter de orden del tener-por-verdadero tiene que contener y proporcionar algo así como la donación de una medida, o bien hacerla prescindible sin caer por ello en la pura arbitrariedad de lo que carece totalmente de vínculo. En la medida en que este tener-por-verdadero, a pesar de todo el alejamiento del ámbito de la distinción del mundo verdadero y el mundo aparente, debe mantener en algún sentido la esencia de la verdad hasta entonces aceptada, esta esencia de la verdad debe imponerse también en el acto fundamental del tener-por-verdadero. 6557 Heideggeriana: VontadePoder

La interpretación de la verdad como tener-por-verdadero mostró que el representar [Vorstellen] como poner-delante [Vor-stellen] es un poner-delante [Vor-stellen] de lo que embiste y de ese modo el volver consistente del caos. Lo verdadero de este tener-por-verdadero consolida lo que deviene, con lo que precisamente no corresponde con el carácter de devenir del caos. Lo verdadero de esta verdad es no correspondencia, no verdad, error, ilusión. Pero la caracterización de lo verdadero como una especie de error se funda en la adecuación de lo puesto-delante a lo que ha de fijarse. Incluso cuando lo verdadero propio del tener-por-verdadero es comprendido como lo no verdadero se pone aún como base la esencia más general de la verdad en el sentido de la omoiosis. Pero si se derrumba el “mundo verdadero” de lo en sí ente, y con él también la distinción respecto de un mundo sólo aparente, ¿no es arrastrada por ese derrumbe también la esencia más general de la verdad en el sentido de la omoiosis? De ninguna manera, antes bien sólo ahora llega esta esencia de la verdad a una exclusividad sin obstáculos. 6563 Heideggeriana: VontadePoder

En primer lugar, es decir, sobre todo, el pensar es “constructivo”. Esto implica, en general: este pensar es el que levanta aquello que aún no está y quizás nunca llegue a estar ni tener consistencia como algo allí delante. No invoca ni se apoya en algo dado, no es una adecuación, sino aquello que se nos mostró como el carácter inventivo de la posición de horizonte dentro de una perspectiva. “Construir” no quiere decir sólo producir algo que no está allí presente, sino que significa erigir y alzar, ir hacia lo alto, más exactamente: conquistar primero una altura, fijarla y establecer así una directiva. En ese sentido, el “construir” es un ordenar que eleva él mismo por vez primera la pretensión de orden y crea un ámbito de orden. 6601 Heideggeriana: VontadePoder

Pero el volver consistente fija en cada caso lo que deviene. Lo verdadero, puesto que es lo consistente, representa por lo tanto lo real que esencia en el devenir precisamente tal como no es. Así, lo verdadero es lo no adecuado al ente en el sentido de lo que deviene es decir a lo propiamente real, y es por consiguiente lo falso, si se piensa la esencia de la verdad, de acuerdo con la determinación metafísica usual desde hace tiempo, como adecuación del representar a la cosa . Y Nietzsche piensa en efecto la verdad en ese sentido. Cómo podría, de lo contrario, enunciar así la correspondiente delimitación esencial de la verdad: “Verdad es la especie de error sin la cual una determinada especie de seres vivientes no podría vivir. El valor para la vida decide en última instancia.” (La voluntad de poder, n. 493) 7154 Heideggeriana: MetafisicaNietzsche

La esencia plena de lo que Nietzsche llama verdad y delimita en primer lugar como apariencia necesaria en relación con el poder no contiene sólo la referencia al arte, sino que, más bien, sólo puede tener el fundamento unitario de su determinación en lo que previamente sustenta de modo unitario la verdad y el arte en su esencial referencia recíproca. Pero esto es la esencia unitaria de la voluntad de poder misma, comprendida ahora, sin embargo, como el llevar-a-brillar-y-aparecer aquello que condiciona su dar poder para la sobrepotenciación de sí mismo. No obstante, en lo que Nietzsche llama verdad e interpreta como “error”, se destaca al mismo tiempo, la adecuación al ente como determinación conductora de la esencia de la verdad. Asimismo, la interpretación del arte en el sentido de la apariencia transfigurante reivindica sin saberlo el abrir y llevar-a-lo-abierto (el desocultar) como determinación conductora. 7176 Heideggeriana: MetafisicaNietzsche

En el comienzo de la metafísica se decide acerca de la esencia de la verdad como aletheia (desocultamiento y desocultación) de manera tal que en el futuro esa esencia retrocede, aunque sin desaparecer nunca, frente a la determinación, que tiene en aquélla su raíz, de la verdad como adecuación (omoiosis, adaequatio). La metafísica no atenta en ningún momento contra la esencia de la verdad imperante desde entonces como apertura adecuante del ente por medio del representar, pero deja sin embargo que el carácter de apertura y desocultación, incuestionado, se hunda en el olvido. Mas este olvido, tal como corresponde a su esencia, se olvida completamente a sí mismo desde el instante histórico en el que el representar se transforma en el autoasegurante remitir de todo lo representable, o sea, en certeza en la conciencia. Cualquier otra cosa en la que el representar pudiera aún fundarse como tal queda negada. 7180 Heideggeriana: MetafisicaNietzsche

Sin embargo, la verdad sólo sigue siendo una especie de error y engaño mientras se la piense, de acuerdo con su concepto no desplegado, aunque corriente, como adecuación a lo real. Por el contrario, el proyecto que piensa el ente en su totalidad como “eterno retorno de lo mismo” es un pensar en el sentido de aquel eminente modo de pensar constructivo, eliminador y aniquilador. Su verdad es ele “supremo representante de la vida misma”. Del pensamiento que aquél piensa, se dice: “La vida misma creó este pensamiento, el más grave para, la vida”. Es verdadero porque es justo, en cuanto hace aparecer la esencia de la voluntad de poder en su forma suprema. La Voluntad de poder, en cuanto carácter fundamental del ente, justifica el eterno retorno de lo mismo como la “apariencia” en cuyo esplendor resplandece el triunfo supremo de la voluntad de poder. En esta victoria aparece la esencia acabada de la voluntad de poder misma. 7244 Heideggeriana: MetafisicaNietzsche

Sólo desde la esencia de la nueva justicia se decide también el tipo de justificación que le es adecuada. Ésta no consiste ni en la adecuación a algo allí delante ni en la apelación a leyes válidas en sí. Toda pretensión de una justificación de este tipo queda sin fundamento ni eco en el ámbito de la voluntad de poder. La justificación consiste, por el contrario, en lo único que satisface la esencia de la justicia en cuanto “supremo representante de la voluntad de poder”. Es la representación. Por el hecho de mostrarse en el campo del poder como una forma de la voluntad de poder, un ente está ya en su derecho, es decir en la voluntad que se ordena a sí misma su sobrepotenciación. Sólo de este modo puede decirse de él que es un ente en el sentido de la verdad del ente en cuanto tal en su totalidad. 7246 Heideggeriana: MetafisicaNietzsche

Pero esto sólo puede volverse histórico (entendido en el sentido de la historia del ser), si la idea se ha vuelto idea, es decir perceptio. A la base de esto, sin embargo, está la transformación de la verdad como adecuación en verdad como certeza, transformación en la que se mantiene la adaequatio. La certeza como autoaseguramiento (quererse a sí mismo); la iustitia como justificación de la referencia al ente y a su causa primera, y con ello de la pertenencia al ente; la iustitia en el sentido de la Reforma y del concepto nietzscheano de justicia como verdad. 7430 Heideggeriana: HistoriaSer

Por lo tanto, entendemos la primera, determinante comunicación de la “Fenomenología del espíritu”, es decir, su primer título elegido e interpretado en la “Introducción”, “Ciencia de la experiencia de la conciencia”, recién cuando el sonido de la palabra y la comprensión sugerida primero por éste se nos ha verdaderamente desaparecido en el saber. Pero este desaparecer tiene que realizarse en el hacer desaparecer. Ello sucede en la “experiencia” de que ninguna interpretación de los “genitivos” es suficiente, sean tomados por sí o juntos, para captar lo esencial. Mas porque sucede así con el lenguaje del pensar pensante, no está abandonado a la arbitrariedad, sino atado a un rigor, con respecto al cual toda mera adecuación a los objetos del describir y relatar queda infinitamente rezagada. 7986 Heideggeriana: HegelFenomenologia

Si por doquier, en todo comportamiento con relación al ente, se llega al ideín de la idéa, es decir, a la visión del “aspecto”, entonces todo esfuerzo debe concentrarse primeramente en hacer posible esta visión. Para esto es necesario el justo mirar. Ya el liberado del interior de la caverna dirige, al apartarse de las sombras y volverse a las cosas, su mirada sobre lo “que es más” que las meras sombras: prós mállon onta tetramménos orthóteron blépoi, es decir, “volviéndose hacia lo que “es más ente”, como para mirar a lo más justo”. El tránsito de una situación a otra consiste en un más recto dirigirse de la mirada. En esta orthótees, o sea en la justeza del mirar, consiste todo. Es por medio de esta justeza que el ver y el conocer deviene justo, apropiado, de modo que, por último. se dirige en derechura a la idea suprema, afirmándose en esa “recta dirección”. En este dirigirse se adecúa el percibir a lo que debe ser visto, lo cual no es otra cosa sino el “aspecto” del ente. Como consecuencia de esta adecuación de la percepción como adecuación de un ideín a la idéa existe una homoíoosis, una congruencia del conocer con la cosa misma. Así surge, de la primacía de la idéa y del ideín sobre la aletheia, una mutación de la esencia de la verdad, llegando ésta a ser orthórtees, es decir, justeza de la percepción y del enunciar. 8311 Heideggeriana: PDT

Todavía podríamos intentar superar esa mala situación por la que el medio precisamente no media, examinando tal medio recurriendo a una distinción entre lo que transforma o deja sin transformar a la hora de captar o dejar pasar lo absoluto. Pero si eliminamos la transformación causada por el medio, esto es, si no utilizamos el medio, esto tampoco nos proporciona el resto de lo absoluto intransformado. En el fondo, el examen del medio no sabe lo que hace. Tiene que medir el conocimiento por el rasero de lo absoluto en lo tocante a su adecuación a éste. Tiene que reconocer a lo absoluto en tanto que absoluto, pues de lo contrario toda delimitación crítica caerá en el vacío. Además, aún suceden más cosas: que al examen le importa más la explicación del instrumento que el conocimiento de lo absoluto. Si de todas maneras lo que le importase al conocimiento fuera al menos aproximar a lo absoluto por medio del instrumento, este propósito tendría que caer en ridículo ante los ojos de lo absoluto. ¿Para qué todo ese afán crítico en relación con el conocimiento, cuando éste, desde el principio, desea salir fuera del enredo de la relación inmediata de lo absoluto con el que conoce, sólo para sacar primero en limpio el asunto que corresponde a la crítica? El examen crítico del instrumento no hace caso de lo absoluto, lo que choca contra su mejor saber inmediato. Pero lo absoluto tampoco se burla del esfuerzo crítico, porque para eso tendría que compartir con él el presupuesto de que el conocimiento es un medio y de que él mismo, lo absoluto, se encuentra tan alejado del conocimiento que éste necesitaría tomarse primero el esfuerzo de atrapar a lo absoluto. Pero, de este modo, lo absoluto no sería lo absoluto. 8402 Heideggeriana: HegelExperiencia

Procediendo así, Nietzsche reconoce que a pesar de la desvalorización de los valores hasta ahora supremos para el mundo, dicho mundo sin embargo sigue ahí y que ese mundo en principio privado de valores tiende inevitablemente a una nueva instauración de valores. Después de la caída de los valores hasta ahora supremos, la nueva instauración de valores se transforma, en relación con los valores anteriores, en una “transvaloración de todos los valores”. El no frente a los valores precedentes nace del sí a la nueva instauración de valores. Como en ese sí, según la opinión de Nietzsche, no se encierra ningún modo de mediación y ninguna adecuación respecto a los valores anteriores, el no incondicionado entra dentro de ese nuevo sí a la nueva instauración de valores. A fin de asegurar la incondicionalidad del nuevo sí frente a la recaída en los valores anteriores, esto es, a fin de fundamentar la nueva instauración de valores como movimiento de reacción, Nietzsche designa también a la nueva instauración de valores como nihilismo, concretamente como ese nihilismo por el que la desvalorización se consuma en una nueva instauración de valores, la única capaz de ser normativa. Nietzsche llama a esta fase normativa del nihilismo el nihilismo “consumado”, esto es, clásico. Nietzsche entiende por nihilismo la desvalorización de los valores hasta ahora supremos. Pero al mismo tiempo afirma el nihilismo en el sentido de “transvaloración de todos los valores anteriores”. Por eso, el nombre nihilismo conserva una polivalencia de significado y, desde un punto de vista extremo, es en todo caso ambiguo, desde el momento en que designa por un lado a la mera desvalorización de los valores hasta ahora supremos, pero al mismo tiempo se refiere al movimiento incondicionado de reacción contra la desvalorización. En este sentido es también ambiguo eso que Nietzsche presenta como forma previa del nihilismo: el pesimismo. Según Schopenhauer, el pesimismo es la creencia por la que en el peor de estos mundos la vida no merece la pena de ser vivida ni afirmada. Según esta doctrina, hay que negar la vida y esto quiere decir también lo ente como tal en su totalidad. Este pesimismo es, según Nietzsche, el “pesimismo de la debilidad”. No ve en todas partes más que el lado oscuro, encuentra para todo un motivo de fracaso y pretende saber que todo acabará en el sentido de una catástrofe total. Por el contrario, el pesimismo de la fuerza, en cuanto fuerza, no se hace ilusiones, ve el peligro y no quiere velos ni disimulos. Se da cuenta de lo fatal que resulta una actitud de observación pasiva, de espera de que retorne lo anterior. Penetra analíticamente en las manifestaciones y exige la conciencia de las condiciones y fuerzas que, a pesar de todo, aseguran el dominio de la situación histórica. 8797 Heideggeriana: NietzscheDeus

Sin embargo, toda afirmación histórica y su fundamentación se mueven ya en una relación determinada con la historia. Por ello, antes de una decisión sobre la adecuación histórica del representar, es necesario meditar sobre las preguntas en torno a la posibilidad y al modo de una experiencia de la historia, como también sobre aquello desde lo cual se determinan sus rasgos fundamentales. 12521 Heideggeriana: HegelGregos

Pero, ¿qué es lo que pasa con la misteriosa palabra aletheia que se ha convertido en un rompecabezas de los intérpretes del mundo griego, debido a que se atienen sólo a la palabra aislada y a su etimología, en lugar de pensar en la cosa a que remiten el no-estar-oculto y la desocultación? ¿Es la aletheia lo mismo que el Ser, es decir, que la pre-sencia? A favor de una respuesta afirmativa habla el hecho de que Aristóteles designa lo mismo con las expresiones ta onta, los entes, y ta alhyea, lo no-oculto. Más ¿en qué relación están el no-estar-oculto y la presencia, la aletheia y la oésia? ¿Tienen el mismo rango esencial? ¿O sólo depende la presencia del no-estar-oculto, y no viceversa? En este caso, el Ser tendría que ver con la desocultación, pero la desocultación no tendría nada que ver con el Ser. Aún más: si la esencia de la verdad que entra en vigencia como adecuación y certeza sólo puede existir en el dominio del no-estar-oculto, la verdad tiene ciertamente que ver con la aletheia, pero ésta no tiene nada que ver con la verdad. 12527 Heideggeriana: HegelGregos

SPIEGEL: ¿Cuál de las corrientes que hemos esbozado sería, a su modo de ver, la más adecuada a su tiempo? HEIDEGGER: No lo sé. Pero sí veo en ello una cuestión decisiva. Habría que aclarar, por lo pronto, lo que Vd. entiende por “tiempo”. Más aún, habría que preguntar si la adecuación a su tiempo es la pauta de la “verdad interna” de la acción humana, si la acción que marca la pauta no es el pensar y el poetizar, a pesar de la mala fama de ese giro. 13816 Heideggeriana: DerSpiegel