Por lo demás, el proyecto es esencialmente un proyecto arrojado. El que arroja en ese proyectar no es el hombre, sino el ser mismo, que destina al hombre a la ex-sistencia del ser-aquí en cuanto su esencia. Este destino acontece como claro del ser, y éste sólo es como tal. El claro garantiza y preserva la proximidad al ser. En dicha proximidad, en el claro del “aquí”, habita el hombre en cuanto ex-sistente, sin que sea ya hoy capaz de experimentar propiamente ese habitar ni de asumirlo. La proximidad “del” ser, en que consiste el “aquí” del ser-aquí o Dasein, ha sido pensada a partir de Ser y tiempo en el discurso sobre la elegía de Hölderlin “Heimkunft” (1934), ha sido escuchada en su decir más intenso en el propio poema cantado por el poeta y ha sido nombrada como “patria” desde la experiencia del olvido del ser. Esta palabra está pensada aquí en un sentido esencial que no es ni patriótico ni nacionalista, en el sentido de la historia del ser. Pero, al mismo tiempo, la esencia de la patria ha sido nombrada con la intención de pensar la apatricidad o desterramiento del hombre moderno desde la esencia de la historia del ser. El último que experimentó tal desterramiento fue Nietzsche. Y la única salida que le encontró desde dentro de la metafísica fue la inversión de la metafísica. Pero esto significa la consumación de la falta de salidas. Con todo, cuando compone su poema “Heimkunft”, Hölderlin se preocupa de que sus “paisanos” encuentren su esencia. Y no busca para nada esta esencia en el egoísmo de su pueblo, sino que la ve desde la pertenencia al destino de Occidente. Sólo que Occidente tampoco está pensado de modo regional, como lo opuesto a Oriente, no sólo está pensado como Europa, sino desde el punto de vista de la historia universal, desde la proximidad al origen. Apenas si hemos empezado a pensar todavía las enigmáticas referencias al Este que se han hecho palabra en la poesía de Hölderlin (vid. “Der Ister”, “Die Wanderung”, 3. estrofa y ss.). Lo “alemán” no es algo que se le dice al mundo para que sane y encuentre su salud en la esencia alemana, sino que se le dice a los alemanes para que, partiendo de su pertenencia destinal a los pueblos, entren con ellos a formar parte de la historia universal (vid. sobre el poema de Hölderlin, “Andenken”, el escrito conmemorativo “Tübinger Gedenkschrift”, de 1943, p. 322). La patria de este morar histórico es la proximidad al ser. Heideggeriana: CartaH
Hölderlin, loco ¿POR QUÉ se ha escogido la obra de Hölderlin con el propósito de mostrar la esencia de la poesía? ¿Por qué no Hornero o Sófocles, por qué no Virgilio o Dante, por qué no Shakespeare o Goethe? En las obras de estos poetas se ha realizado la esencia de la poesía tan ricamente o aún más que en la creación de Hölderlin, tan prematura y bruscamente interrumpida. Puede ser. Sin embargo, sólo es Hölderlin el escogido. Pero ¿es posible deducir de la obra de un único poeta, la esencia general de la poesía? Lo general, es decir, lo que vale para muchos, sólo podemos alcanzarlo por medio de una reflexión comparativa. Para esto es necesario la muestra del mayor número posible de la multiplicidad de poesías y géneros poéticos. La poesía de Hölderlin es sólo una entre muchas. De ninguna manera basta ella sola como modelo para la determinación de la esencia de la poesía. Por eso nuestro propósito ha fracasado en principio, si entendemos por “esencia de la poesía” lo que se contrae en el concepto que vale igualmente para toda poesía. Pero esto general que vale igualmente para todo particular es siempre o indiferente, aquella “esencia” que nunca puede ser esencial. Buscamos precisamente lo esencial de la esencia que nos fuerza a decidir si en lo venidero tomamos en serio la poesía y cómo; si junto obtenemos los supuestos para mantenernos en el dominio de la poesía y cómo. Heideggeriana: EssenciaPoesia
Pero tal vez esa manifestación del ser dentro de la metafísica consumada es también ya el extremo olvido del ser. ¿Qué pasaría si ese olvido fuera la esencia oculta de la penuria de lo indigente de los tiempos? Entonces, naturalmente, no sería el momento para una huida estética hacia la poesía de Hölderlin. Entonces no sería el momento para convertir la figura del poeta en un mito artificial. Entonces no habría ocasión para utilizar mal su poesía convirtiéndola en fuente de hallazgos para la filosofía. Pero habría y hay la necesidad única de experimentar lo inexpresado en lo dicho por su poesía por medio de un pensar lúcido. Ésta es la vía de la historia del ser. Si alcanzamos esa vía, llevará al pensamiento a un diálogo con la poesía desde la historia del ser. Para la investigación histórico-literaria, ese diálogo pasa por ser una violación anticientífica de aquello que considera como hechos. El diálogo es para la filosofía una especie de desvío que para evitar el desconcierto cae en la fantasía ensoñada. Pero el destino sigue su vía sin preocuparse por eso. Heideggeriana: ParaQuePoetas
Hölderlin es el precursor de los poetas en tiempos de penuria. Por eso, ningún poeta de esta época puede superarlo. Sin embargo, el precursor no se marcha hacia un futuro, sino que vuelve de él, de tal modo, que sólo en el advenimiento de su palabra se hace presente el futuro. Cuanto más puro es ese advenimiento, tanto más presente será su permanencia. Cuanto más escondidamente se reserva lo que viene en la predicción, tanto más puro es el advenimiento. Por eso, sería erróneo pensar que sólo llegará el tiempo de Hölderlin cuando “todo el mundo” entienda su poema. Nunca llegará por esa vía, porque es la propia penuria la que le presta a la edad del mundo fuerzas con las que, ignorante de su hacer, impide que la poesía de Hölderlin se adecue a los tiempos. Heideggeriana: ParaQuePoetas
Que el pensar atraviese el estadio de la preparación, no quiere decir que la experiencia sea de otra esencia que el mismo pensar preparador. El límite del pensar preparador reside en otra parte. Por un lado reside en el hecho de que posiblemente la metafísica subsiste en la fase terminal de su historia de una manera tal que hace imposible hasta la aparición del otro pensar, el cual, sin embargo, es. La consecuencia es que el pensar, que en su condición de precursor mira anticipadoramente en el acaecimiento apropiador y sólo puede señalar, esto es, dar señales que deban posibilitar la dirección de la entrada en el paraje del acaecimiento apropiador, pasa por un trance análogo al de la poesía de Hölderlin, que hace un siglo no estaba ahí – y, sin embargo, estaba-. Por otro lado, el mencionado límite reside en el hecho de que la preparación del pensar sólo puede ser realizada en un respecto particular. De modo distinto en cada caso, esa preparación es asimismo llevada a cabo en la poesía, en el arte, etc., donde también acontecen un pensar y un hablar. Heideggeriana: ProtocoloTempoYSer
SPIEGEL: Siempre ha sido, claro está, un malentendido de la filosofía pensar que el filósofo debía producir directamente con su filosofía algún tipo de efecto. Volvamos al principio. ¿No cabría entender el nacionalsocialismo como la realización de ese “encuentro planetario”, por un lado, y, por otro, como la última, peor, más fuerte y a la vez más importante protesta contra ese encuentro de la “técnica planetariamente establecida” y el hombre moderno? Manifiestamente hay en Vd. una tensión interna, pues muchos productos secundarios de su actividad no pueden verdaderamente explicarse más que porque Vd. se agarra con distintas partes de su ser, que no afectan al meollo filosófico, a muchas cosas que, como filósofo, sabe que no tienen consistencia, tales como los conceptos de “patria”, “arraigo” o similares. ¿Cómo se armoniza esto, técnica planetaria y patria? HEIDEGGER: Yo no diría eso. Me parece que Vd. toma la técnica como algo demasiado absoluto. Yo veo la situación del hombre en el mundo de la técnica planetaria no como un destino inextricable e inevitable, sino que, precisamente, veo la tarea del pensar en cooperar, dentro de sus límites, a que el hombre logre una relación satisfactoria con la esencia de la técnica. El nacionalsocialismo iba sin duda en esa dirección; pero esa gente era demasiado inexperta en el pensamiento como para lograr una relación realmente explícita con lo que hoy acontece y que está en marcha desde hace tres siglos. SPIEGEL: Esa explícita relación, ¿la tienen hoy los norteamericanos? HEIDEGGER: Tampoco la tienen. Están todavía enredados en un pensamiento que, como buen pragmatismo, ayuda sin duda al operar y manipular técnico, pero al mismo tiempo obstruye el camino de una reflexión sobre lo peculiar de la técnica moderna. Entretanto en los EE. UU. se suscitan aquí y allí intentos de liberarse del pensamiento pragmático-positivista. ¿Y quién de nosotros puede decidir si un día en Rusia y en China no resurgirán antiguas tradiciones del “pensamiento”, que colaboren a hacer posible para el hombre una relación libre con el mundo técnico? SPIEGEL: Pero si nadie la tiene y si el filósofo no puede dársela… HEIDEGGER: Hasta dónde podrá llegar mi pensamiento y en qué medida vaya a ser acogido y fructifique, es algo que no depende de mí. En 1957, en una conferencia titulada “El principio de identidad”, que pronuncié con ocasión del jubileo de la Universidad de Friburgo, me atreví a mostrar en unos pocos pasos en qué medida, a una experiencia pensante de aquello en lo que descansa lo peculiar de la técnica moderna, se le abre la posibilidad de que el hombre experimente la relación con una exigencia, que no sólo puede oír, sino que él mismo pertenece a ella. Mi pensamiento está en una ineludible relación con la poesía de Hölderlin. Tengo a Hölderlin no por un poeta cualquiera cuya obra es, junto a otras muchas, tema de los historiadores de la literatura. Hölderlin es para mí el poeta que enseña el futuro, que espera al dios, y que, por tanto, no puede quedar como mero objeto de investigación histórico-literaria. Heideggeriana: DerSpiegel
En la poesía de Hölderlin experimentamos poéticamente el poema. “El poema” – esa palabra revela ahora su ambigüedad. “El poema” puede significar: el poema en general, el concepto de poema, válido para toda la literatura universal. Pero “el poema” puede significar también: el poema excepcional, marcado por el hecho de que él solo nos afecta por destino, porque él nos poetiza a nosotros mismos el destino en que estamos, lo sepamos o no, tanto si estamos dispuestos a aceptar un destino en él como si no. Heideggeriana: Poema1968
La palabra “Naturaleza” que acabamos de oír es el nombre verdaderamente oscuro, velador y desvelador, en la poesía de Hölderlin. Si precisamente el nombrar está “divinamente obligado”, entonces los nombres en que ella llama, deben ser nombres sagrados. Heideggeriana: Poema1968