Pero si la metafísica en cuanto tal no piensa el ser mismo porque piensa el ser en el sentido del ente en cuanto tal, la ontología y la teología, ambas desde su mutua referencia recíproca, tienen que dejar impensado el ser mismo. La teología recoge la essentia del ente de la ontología. La ontología, a sabiendas o no, traslada el ente respecto de su existentia, es decir en cuanto aquello que existe, al fundamento primero que representa la teología. La esencia onto-teológica de la metafísica piensa el ente desde la mirada dirigida a essentia y existentia. Estas determinaciones del ser del ente sólo son, por así decirlo, rozadas de un modo pensante, pero no son pensadas desde el ser mismo, ni cada una de ellas individualmente ni ambas en su diferencia. Esta última, con todo lo que encierra de impensado, se vuelve de pronto determinante para el pensar de la metafísica, como si hubiera caído del cielo. Y quizá así lo sea, efectivamente, sólo que habría que pensar qué quiere decir esto respecto del ser mismo. Heideggeriana: NiilismoSer
La unitaria ambigüedad de lo que nombra la trascendencia, fundada en la distinción oscura [Cfr. Holzwege, pág. 220 [GA5, pág. 238].] – en cuanto a su proveniencia – de essentia y existentia, refleja la esencia onto-teológica de la metafísica. En virtud de su esencia, la metafísica piensa el ente pasando por encima de él de modo trascendental-trascendente, pero lo hace sólo para re-presentar el ente mismo, es decir, para volver a él. En el pasar por encima trascendental-trascendente, se roza de cierto modo el ser en el modo de la representación. El pensar que pasa por encima piensa dejando continuamente de lado el ser, no en el sentido de un desacierto sino en el modo de no dejarse involucrar por el ser mismo, por lo digno de cuestión de su verdad. El pensar de la metafísica no se deja involucrar por el ser mismo porque ya ha pensado el ser, [A su manera] lo ha pensado como ente, en la medida en que éste, el ente, es. Heideggeriana: NiilismoSer
La aclaración del concepto de “experiencia” al interior del título “Ciencia de la experiencia de la conciencia” tiene que acertar el centro del despejamiento de este título y con ello el núcleo de la dilucidación de la esencia de la “Fenomenología del espíritu”. La calidad de única de esta obra surge de la posición fundamental que entretanto ha alcanzado la metafísica occidental. La metafísica es el conocimiento del ente como tal en totalidad a partir de su fundamento. Reconoce al verdadero ente en su verdad. Este es a consecuencia de la esencia onto-teológica de la metafísica el máximo ente de todo ente (ens entium), el ente sólo desde sí y por sí, el absoluto. El conocimiento metafísico es en su “objetivo final” (Kant) el conocimiento del absoluto. Recién la metafísica del idealismo alemán ha reconocido, clara y decididamente, que el conocimiento del absoluto sólo puede ser tal si al mismo tiempo conoce de manera absoluta. La pretensión de saber absoluto de la metafísica se ha de concebir ahora en su necesidad esencial. De allí que equitativamente esta pretensión tenga que legitimarse en su derecho, puesto que excede esencialmente los límites del conocer diario de las cosas finitas. El conocer tiene que ser examinado acerca de si y cómo puede ser un conocimiento absoluto. Este examen es hasta plenamente inevitable al interior del pensamiento moderno, según su propia actitud cognoscente; pues para el pensamiento moderno “verdad” significa la indudable certeza que se legitima a sí misma. Por eso tampoco la metafísica absoluta, y ella menos, puede sustraerse a la exigencia de “examen” y legitimación. Sin embargo, la pregunta decisiva es precisamente de qué tipo puede ser este examen del conocimiento absoluto y cómo tiene que ser realizado. Es, a saber, examinado el conocimiento; entonces existe ya antes de toda realización del examinar, para éste, una opinión previa sobre la esencia del conocer por examinar. Y la representación corriente del conocer se dirige a que éste es o un “instrumento”, o un medium y con ello en todo caso un “medio”, que se encuentra entre el cognoscente y lo conocido y no es ni uno ni otro. Pero si en el conocimiento absoluto el conocer fuera un mero “medio”, entonces permanecería “fuera” del absoluto y de este modo no sería absoluto. Pero como “relativo” el conocer está respectivamente “en relación con…”, en referencia al absoluto. Por ello, es en cada caso necesario visualizar enseguida y previamente esta referencia al absoluto y tomarla por base como la esencia del conocer. Pero la referencia del conocer al absoluto sólo puede ser, supuesto que pensemos el absoluto como tal, la referencia del absoluto a nosotros, los cognoscentes. Pertenece al arte pensante de la fuerza pensante de presentación de Hegel, que nombre en la “Introducción” a esta esencia del conocer absoluto, casi sólo de paso, hacia el final del primer parágrafo, en proposiciones subordinadas. En forma de proposiciones conductoras Hegel dice sobre el absoluto y sobre el conocimiento del mismo esto: 1. El absoluto está en y para sí ya en nosotros y quiere estar en nosotros (comp. WW II, 60). 2. El conocer es “el rayo mismo, a través del cual la verdad nos toca” (ibíd.). Heideggeriana: HegelFenomenologia
Aristóteles llama a la ciencia, caracterizada por él como aquella que contempla lo ente en cuanto ente, filosofía primera. Pero ésta no sólo considera lo ente en su entidad, sino que también considera a eso ente, que corresponde puramente a la entidad, como ente supremo. Esto ente, to theion, lo divino, también es llamado “el ser” en una curiosa ambigüedad. La filosofía primera es también, como ontología, la teología de lo verdaderamente ente. Sería más exacto llamarla teiología. La ciencia de lo ente como tal es, en sí, onto-teológica. Heideggeriana: HegelExperiencia
De acuerdo con esto, Hegel no llama a la presentación del saber que se manifiesta ciencia de la experiencia de la conciencia, sino “ciencia”. Sólo es una parte “de la” ciencia. Por eso, por encima del título “Ciencia de la experiencia de la conciencia” pone expresamente “Primera parte”. La ciencia de la experiencia de la conciencia remite en sí a la otra parte de la ciencia. La otra parte no se encuentra, en cuanto a su rango, colocada detrás de la primera, del mismo modo que la teología, dentro de la filosofía primera, no está detrás de la ontología. Pero aquélla tampoco va delante de ésta. Ambas tampoco están en el mismo orden. Ambas son, cada una a su modo, lo mismo. Hablar de una primera y una segunda parte es algo externo, aunque no casual, porque desde Platón y Aristóteles hasta Nietzsche, el fundamento de la unidad de la esencia onto-teológica de la metafísica permanece tan oculto que no se ha preguntado ni una sola vez por él. En lugar de ello, la ontología y la teología vacilan, dependiendo del punto de vista, entre si es una o la otra ciencia la que se puede considerar primera y auténtica dentro de la filosofía primera. Para Hegel, la ciencia de la experiencia de la conciencia, esto es, la ontología de lo verdaderamente ente en su existencia, remite a la otra parte de la ciencia como a “la auténtica ciencia”. Heideggeriana: HegelExperiencia
La metafísica es en sí, y sin duda porque trae al ente como ente la representación doble y unívocamente de la verdad del ser en lo más general y en lo más alto. Ella es, a la vez, por su esencia ontología en el sentido más riguroso y teología. Esta esencia onto-teológica de la propia filosofía (prote philosophia) debe estar fundamentada en el modo como se hace patente el on, es a saber como on. El carácter teológico de la ontología no consiste por ello en que la metafísica griega fuera tomada y transformada más tarde a través de la teología eclesiástica del cristianismo. Consiste más bien, en el modo como ella ha engendrado en sí desde el comienzo al ente como ente. Este estado de no oculto del ente dio la posibilidad para que la teología cristiana poseyese la filosofía griega, bien para su fruto, bien para su perjuicio, esto pueden establecerlo los teólogos por su experiencia de lo cristiano reflexionando para ello en lo que está escrito en la Primera epístola del Apóstol Pablo a los Corintios: Ouchì emóramen ho theós tèn sophían tou kosmou; No ha hecho Dios locura la sabiduría de este mundo? (I Cor. 1.20). Empero la sophia tou kosmou es lo que según 1.22 los …, lo que los griegos buscan, “Hellenes zetousin”. Aristóteles llama la prote philosophia (la propia filosofía) aún taxativamente la zetoumene, la buscada. Se resuelve la teología cristiana, aún una vez a tomar en serio con las palabras del Apóstol y de acuerdo a ellas, a la filosofía como una locura ? La metafísica es como verdad del ente como tal, bifásica. Pero el fundamento de esta duplicidad de faz y también de su origen quedan cerrados para la metafísica y no, sin duda, casualmente o en virtud de una omisión. La metafísica toma esta duplicidad de faz porque ella es lo que ella es: el representar el ente como ente. A la metafísica no le queda ninguna elección. Como metafísica está descartada de la experiencia del ser a través de su propia esencia; pues ella se representa al ente (on) sólo en lo que como ente (on) se le ha mostrado ya desde ésta. La metafísica jamás pone atención en lo que precisamente este on, en cuanto ha llegado a estar no oculto, también ya se ha hecho oculto. Heideggeriana: EWM
La introducción añadida a la quinta edición de ¿Qué es metafísica? (1949), se refiere expresamente a la esencia onto-teológica de la metafísica (pp. 17 ss.; 7. ed., pp. 18 y ss.). Sin embargo, sería apresurado afirmar que la metafísica sea teología sólo porque es ontología. Antes habrá que decir que la metafísica es teología, esto es, un discurso sobre Dios, porque el Dios entra en la filosofía. De este modo, la pregunta acerca del carácter onto-teológico de la metafísica, se precisa en esta nueva pregunta: ¿Cómo entra el Dios en la filosofía, no sólo en la moderna, sino en la filosofía como tal? Esta pregunta sólo se podrá contestar después de haberla desarrollado suficientemente como tal pregunta. Heideggeriana: OntoTeoLogia1957
Sólo podremos pensar a fondo y conforme a ella la pregunta ¿cómo entra el Dios en la filosofía?, cuando al plantearla, hayamos iluminado suficientemente el lugar en el que el Dios tiene que entrar: la propia filosofía. Mientras recorramos la historia de la filosofía únicamente de modo histórico, siempre nos encontraremos con que el Dios ha entrado en ella. Pero suponiendo que la filosofía, entendida como pensar, sea la entrada libre y emprendida espontáneamente dentro del terreno de lo ente en cuanto tal, entonces el Dios sólo puede llegar a la filosofía en la medida en que ésta exige y determina según su esencia que Dios entre en ella, así como el modo en que debe de hacerlo. Por ello, la pregunta ¿cómo entra el Dios en la filosofía?, nos hace retroceder a la pregunta ¿de dónde procede la constitución de la esencia onto-teológica de la metafísica? Pero aceptar la pregunta, planteada en estos términos, significa consumar el paso atrás. Heideggeriana: OntoTeoLogia1957
Pasemos a considerar ahora la procedencia de la esencia de la estructura onto-teológica de toda metafísica, dando ese paso. Nos preguntamos: ¿cómo entra el Dios, y de acuerdo con él, la teología, y junto con ella, la característica fundamental onto-teo-lógica, dentro de la metafísica? Planteamos esta pregunta en el marco de un diálogo con toda la historia de la filosofía. Pero al mismo tiempo, preguntamos con la mirada puesta particularmente en Hegel. Y esto nos conduce a contemplar en primer lugar un asunto singular. Heideggeriana: OntoTeoLogia1957
¿Con qué fin mencionamos esto? Con el fin de conocer el auténtico peso de las denominaciones usadas: ontología, teología y onto-teología. A decir verdad, las denominaciones ontología y teología suelen tomarse normalmente a primera vista exactamente igual que otras conocidas, tales como psicología, biología, cosmología, arqueología. El sufijo – logia, significa, de modo sólo aproximativo pero usual, que se trata de una ciencia del alma, de lo vivo, del cosmos, y de lo antiguo. Pero en el sufijo “logia” no se esconde sólo lo lógico en el sentido de lo consecuente y de la enunciación en general, es decir, de lo que articula, mueve, asegura y comunica todo el saber de las ciencias. El sufijo “logia”, es, en cada caso, un conjunto de relaciones de fundamentación en las que los objetos de las ciencias se representan, o lo que es lo mismo, se comprenden desde la perspectiva de su fundamento. Pero la ontología y la teología sólo son “logias” en la medida en que profundizan en lo ente como tal y lo fundamentan en el todo. Dan cuenta del ser en tanto que fundamento de lo ente, le dan razones al logos, y son, en un sentido esencial, conformes al logos, esto es, son la lógica del logos. En consecuencia, habrá que llamarlas más exactamente, onto-lógica y teo-lógica. Pensada de modo más conforme a su asunto y de manera clara, la metafísica es onto-teológica. Heideggeriana: OntoTeoLogia1957
Esta explicación toca presumiblemente algo verdadero, pero sigue siendo absolutamente insuficiente para analizar la esencia de la metafísica, ya que ésta no es sólo teo-lógica, sino también onto-lógica. Y sobre todo, la metafísica no es sólo lo uno o lo otro también sino que, antes bien, la metafísica es teo-lógica porque es onto-lógica: es esto porque es aquello. La constitución onto-teológica de la esencia de la metafísica no se puede explicar ni desde la teología ni mediante la ontología, suponiendo que pudiera bastar alguna vez una explicación para el asunto que queda por pensar. Heideggeriana: OntoTeoLogia1957
La constitución de la esencia de la metafísica yace en la unidad de lo ente en cuanto tal en lo general y en lo supremo. De lo que aquí se trata es de explicar la pregunta por la esencia onto-teológica de la metafísica, pero en un primer momento sólo como pregunta. Sólo el propio asunto puede indicarnos el camino hacia el lugar mencionado por la pregunta acerca de la constitución onto-teológica de la metafísica, de tal manera que intentemos pensar el asunto del pensar de modo más conforme a él mismo. El asunto del pensar le ha sido transmitido al pensamiento occidental bajo el nombre “ser”. Pensemos este asunto de un modo aunque sólo sea ligeramente más conforme a él, y atendamos con más cuidado al lado litigioso del asunto, y entonces se mostrará que ser significa siempre y en todas partes, el ser de lo ente, expresión en la que el genitivo debe de ser pensado como genitivus objectivus. Heideggeriana: OntoTeoLogia1957
Lo único que interesa ahora a nuestro propósito es contemplar la posibilidad de pensar la diferencia en su calidad de resolución, de un modo tal, que se vuelva más claro hasta qué punto la constitución onto-teológica de la metafísica tiene el origen de su esencia en esa resolución que inicia la historia de la metafísica y que reina en todas sus épocas, pero que siempre permanece encubierta en tanto que resolución, y con ello, olvidada dentro de un olvido que todavía se sigue substrayendo a sí mismo. Heideggeriana: OntoTeoLogia1957
La constitución onto-teológica de la metafísica procede del predominio de la diferencia que mantiene separados y correlacionados mutuamente al ser en tanto que fundamento, y a lo ente en su calidad de fundado-fundamentador, proceso que es llevado a cabo por la resolución. Heideggeriana: OntoTeoLogia1957
La mirada a la constitución onto-teológica de la metafísica muestra un posible camino para contestar, a partir de la esencia de la metafísica, a la pregunta ¿cómo entra el Dios en la filosofía? El Dios entra en la filosofía mediante la resolución, que pensamos, en principio, como el lugar previo a la esencia de la diferencia entre el ser y lo ente. La diferencia constituye el proyecto en la construcción de la esencia de la metafísica. La resolución hace patente y da lugar al ser en cuanto fundamento que aporta y presenta, fundamento que, a su vez, necesita una apropiada fundamentación a partir de lo fundamentado por él mismo, es decir, necesita la causación por la cosa más originaria. Esta es la causa en tanto que Causa sui. Así reza el nombre que conviene al Dios en la filosofía. A este Dios, el hombre no puede ni rezarle ni hacerle sacrificios. Ante la Causa sui el hombre no puede caer temeroso de rodillas, así como tampoco puede tocar instrumentos ni bailar ante este Dios. Heideggeriana: OntoTeoLogia1957