mundo griego

Por el contrario, el inicio siempre contiene la plenitud no abierta de lo inseguro, esto es, del combate con lo seguro. El arte como poema es fundación en el tercer sentido de provocación de la lucha de la verdad, esto es, es fundación como inicio. Siempre que, como ente mismo, lo ente en su totalidad exige la fundamentación en la apertura, el arte alcanza su esencia histórica en tanto que fundación. Esta ocurrió por vez primera en Occidente, en el mundo griego. Lo que a partir de entonces pasó a llamarse ser, fue puesto en obra de manera normativa. Lo ente así abierto en su totalidad se convirtió a continuación en lo ente en sentido de lo creado por Dios. Esto ocurrió en la Edad Media. Lo ente se transformó nuevamente al principio y en el transcurso de la Edad Moderna. Lo ente se convirtió en un objeto dominable por medio del cálculo y examinable hasta en lo más recóndito. En cada ocasión se abrió un mundo nuevo con una nueva esencia. Cada vez, la apertura de lo ente hubo de ser instaurada en lo ente mismo por medio de la fijación de la verdad en la figura. Cada vez aconteció un desocultamiento de lo ente. El desocultamiento se pone a la obra y el arte consuma esta imposición. Heideggeriana: OOA1935

La interpretación moderna de lo ente está aún más alejada del mundo griego. Una de las más antiguas sentencias del pensamiento griego sobre el ser de lo ente dice así: to gar auto noein estin te kai einai. Esta frase de Parménides quiere decir que la percepción de lo ente pertenece al ser porque es él el que la exige y determina. Lo ente es aquello que surge y se abre y que, en tanto que aquello presente, viene al hombre como a aquel que está presente, esto es, viene a aquel que se abre él mismo a lo presente desde el momento en que lo percibe. Lo ente no accede al ser por el hecho de que el hombre lo haya contemplado primero, en el sentido, por ejemplo, de una representación como las de la percepción subjetiva. Es más bien el hombre el que es contemplado por lo ente, por eso que se abre a la presencia reunida en torno a él. Contemplada por lo ente, incluida y contenida dentro de su espacio abierto y soportada de este modo por él, involucrada en sus oposiciones y señalada por su ambigüedad: ésta era la esencia del hombre durante la gran época griega. Por eso, a fin de llevar su esencia a su cumplimiento, este hombre tenía que reunir (legein) eso que se abre a sí mismo en su espacio abierto, salvarlo (sozein) mantenerlo atrapado y preservarlo y permanecer expuesto (aletheuein) a todas las disensiones de la confusión. El hombre griego es en tanto que percibe lo ente, motivo por el que en Grecia el mundo no podía convertirse en imagen. Por el contrario, el hecho de que para Platón la entidad de lo ente se determine como eidos (aspecto, visión), es el presupuesto, que condicionó desde siempre y reinó oculto largo tiempo de modo mediato, para que el mundo pudiera convertirse en imagen (8). Heideggeriana: EIM

(6) A la esencia de la imagen le corresponde la cohesión, el sistema. Con esto no nos – referimos a la simplificación y reunión artificial y externa de lo dado, sino a la unidad de la estructura en lo re-presentado como tal, unidad que se despliega a partir del proyecto de objetividad de lo ente. En la Edad Media, el sistema es imposible, pues allí lo único esencial es el orden de las correspondencias, concretamente el orden de lo ente en el sentido de lo creado por Dios y previsto como tal creación suya. El sistema aun resulta más ajeno al mundo griego, por mucho que en los tiempos modernos se hable erróneamente de sistema platónico y aristotélico. En la investigación, la empresa es una determinada conformación y disposición de lo sistemático en las que éste determina al mismo tiempo la disposición en una relación de reciprocidad. Allí donde el mundo se convierte en imagen, el sistema se hace con el dominio, y no sólo en el pensamiento. Pero donde el sistema es guía, también cabe siempre la posibilidad de la degeneración hacia la exterioridad de un sistema que simplemente ha sido fabricado y ensamblado. De hecho, esto es lo que ocurre cuando falta la fuerza originaria del proyecto. Aún no se ha comprendido la singularidad, diversa en sí misma, de la sistemática que se advierte en Leibniz, Kant, Fichte, Hegel y Schelling. Su grandeza reside en que, frente a Descartes, no se despliega a partir del subjectum como ego y substancia finita, sino, ya sea, como en Leibniz, a partir de la mónada, como en Kant, a partir de la esencia trascendental de la razón finita, arraigada en la imaginación, como en Fichte, a partir del Yo infinito, como en Hegel, a partir del Espíritu como saber absoluto o, como en Schelling, a partir de la libertad en tanto que necesidad de todo ente, el cual como tal ente, sigue estando determinado por la diferencia entre fundamento y existencia. Heideggeriana: EIM

(8) Pero ¿no hubo en época de Sócrates un sofista que se atrevió a decir que el hombre es la medida de todas las cosas, de las que son, porque son, de las que no son, porque no son? ¿Acaso esta frase de Protágoras no parece salir de boca de Descartes? Y además ¿no comprende Platón el ser de lo ente como aquello que se ha visto, la idea? ¿Y la relación con lo ente en cuanto tal no es para Aristóteles la theoria, el puro mirar? Lo que pasa es que la frase sofista de Protágoras no es ningún subjetivismo, desde el momento en que sólo Descartes podía llevar a cabo la inversión del pensamiento griego. No cabe duda de que gracias al pensamiento de Platón y las preguntas de Aristóteles se lleva a cabo un cambio decisivo en la interpretación de lo ente y el hombre, pero aún está encerrado dentro de la comprensión fundamental de lo ente propia del mundo griego. Dicha interpretación es precisamente tan decisiva respecto a ella, que se convierte en el punto final del mundo griego, un final que colabora indirectamente en la posibilidad de preparación de la Edad Moderna. Es por eso por lo que, más tarde, no sólo en la Edad Media, sino a lo largo de toda la Edad Moderna, el pensamiento platónico y aristotélico pudo pasar por ser el pensamiento griego por antonomasia y todo el pensamiento preplatónico por una mera preparación para Platón. Esta larga costumbre de contemplar el mundo griego a través del tamiz de una interpretación moderna y humanista nos impide pensar el ser que se abría a los antiguos griegos en lo que tiene de propio y extraño. La frase de Protágoras reza así: “El hombre es la medida de todas las cosas (concretamente de aquellas que usa y necesita y por lo tanto siempre tiene a su alrededor, chremata chresthai), de las que están presentes, de que están presentes tal como están presentes, y de aquellas a las que les ha sido negada la posibilidad de estar presentes, de que no están presentes.” Aquel ente sobre cuyo ser se decide se entiende aquí como aquello que está presente a partir de sí mismo en esta región, dentro de la esfera del hombre. Pero ¿quién es el hombre? Platón nos informa de ello en el mismo pasaje cuando le hace decir a Sócrates: “¿Acaso no lo entiende (Protágoras) de este modo? ¿Tal como se presenta a mí una cosa en cada ocasión, tal apariencia tiene entonces para mí, pero tal como se te presenta a ti, así es como es esa cosa para ti? Pero hombre lo eres tú igual que yo”. Heideggeriana: EIM

Que el hombre es sí mismo y puede decir “yo” y sabe de sí mismo y tiene una “autoconciencia”, fue siempre conocida para el pensamiento occidental. Heráclito dice (Frag.101): “Yo – siguiendo al mí mismo – he obedecido a su interior”. Pero estos “monólogos” del alma en el mundo griego y en el cristianismo – también los “soliloquios” de Agustín – son radicalmente diferentes de la “conciencia”, que como autoconciencia, es decir, autocerteza, determina la esencia de la verdad modernamente concebida, es decir, objetividad y realidad. Hegel dice en su curso sobre la Historia de la filosofía moderna, después de haber tratado a Francis Bacon y Jakob Boehme: “Llegamos propiamente recién ahora a la filosofía del mundo moderno, y comenzamos ésta con Cartesius. Con él ingresamos propiamente a una filosofía independiente, la que sabe que procede independientemente de la razón y que la autoconciencia es momento esencial de lo verdadero. Aquí, podemos decir, estamos en casa y podemos, como el navegante después de un largo viaje por un mar impetuoso, gritar ‘¡tierra!’; Cartesius es uno de los hombres que comenzaron todo de nuevo; y con él se eleva la formación, el pensar del nuevo tiempo”. “En este nuevo período el principio es el pensar, el pensar que sale de sí”. Heideggeriana: HegelFenomenologia

El núcleo del discurso se propone la explicación de la esencia del saber, de la ciencia y de las profesiones, cuya preparación se basa en la ciencia. En su contenido son de destacar cuatro momentos principales: 1. La fundamentación de las ciencias en la experiencia del ámbito esencial de su campo de objetos. 2. La esencia de la verdad entendida como dejar ser al ente como es. 3. El mantenimiento de la tradición del inicio del saber occidental en el mundo griego (cfr. mi curso de dos horas semanales, “El inicio de la filosofía occidental”, en el semestre de verano de 1932). 4. De acuerdo con ello, la responsabilidad de Occidente. Heideggeriana: RepensandoReitorado

La falta de Dios y de lo divino es ausencia. Ahora bien, la ausencia no se identifica con la nada sino que es precisamente la presencia de la que primero hay que apropiarse, en la ocultada plenitud de lo sido y de lo así esenciante, de lo divino en el mundo griego, en las profecías judías, en la predicación de Jesús. Este ya-no es de suyo un aún-no del velado advenimiento de su esencia inagotable. La guarda del ser, porque el ser no es nunca sólo lo que justamente es real, no puede en modo alguno equipararse a la función de un puesto de guardia que en un edificio protege de atracadores a unos tesoros guardados allí. La guarda del ser no mira fijamente hacia algo presente. En esto que está presente, tomado en sí mismo, no se puede encontrar nunca la interpelación del ser. Guarda es atención vigilante al sino que a la vez ha sido y está viniendo, desde un largo y siempre renovado estado de atención que presta atención a la indicación de cómo el ser interpela. En el sino del ser no hay nunca una mera sucesión: ahora estructura de emplazamiento, luego mundo y cosa, sino siempre paso y simultaneidad de lo temprano y de lo tardío. En la Fenomenología del Espíritu de Hegel la aletheia esencia, aunque transformada. Heideggeriana: COISA

Ahora bien: ¿cómo se determina la filosofía de los griegos, partiendo del rasgo fundamental especulativo-dialéctico de la historia? El sistema metafísico de Hegel es la etapa suprema en la marcha de esta historia. Es su síntesis. A ella antecede la etapa de la antítesis, que comienza con Descartes, porque su filosofía pone, por primera vez, el sujeto en cuanto sujeto. Así se hacen los objetos, también por primera vez, representables en cuanto objetos. La relación sujeto-objeto aparece ahora como contra-posición, como antítesis. Toda la filosofía anterior a Descartes se agota, en cambio, en un mero representar lo objetivo. El alma y el espíritu se representan también como objetos, pero no en cuanto objetos. De acuerdo con esto, según Hegel, el sujeto pensante está aquí por todas partes en acción, pero todavía no se le ha captado conceptualmente en cuanto sujeto; no se le ha captado todavía como aquello en lo cual se funda toda objetividad. Hegel dice en sus Lecciones sobre la historia de la filosofía: “El hombre (del mundo griego) no había retornado a sí mismo, como ocurre en nuestro tiempo. Era ciertamente sujeto, pero no se había puesto en cuanto tal” (ib. p. 144). La antítesis de sujeto y objeto en la filosofía anterior a Descartes no es todavía el suelo firme. La etapa que precede a la antítesis es la etapa de la tesis. Con ella comienza la filosofía “propiamente dicha”. El despliegue total de este comienzo es la filosofía de los griegos. Lo que interesa a los griegos y pone en marcha la filosofía es, según Hegel, lo objetivo puro. Lo objetivo puro es la primera “manifestación”, la primera “salida” del espíritu, aquello en que coinciden todos los objetos. Esto es lo que Hegel llama “lo universal en general”. Lo universal es “lo abstracto”, porque todavía no ha sido referido al sujeto en cuanto sujeto; porque no se le ha apresado en conceptos como lo que es escudriñado y mediatizado por el sujeto, en resumen, porque no ha crecido unificándose, porque no es concreto. “La primera salida es necesariamente lo más abstracto; es lo más simple, lo más pobre, a lo cual se contrapone lo concreto.” Hegel observa aquí: “y así son los antiguos filósofos los más pobres”. La etapa griega de la “conciencia”, la etapa de la tesis, es “la etapa de la abstracción”. Pero, al mismo tiempo, Hegel caracteriza “la etapa griega de la conciencia” como la “etapa de la belleza” (Obras, XIII, p. 175). Heideggeriana: HegelGregos

Según Hegel, el Espíritu tiene un “impulso” íntimo, la “necesidad” de liberarse de lo abstracto, absolviéndose en lo concreto de la subjetividad absoluta y libertándose así para sí mismo. De aquí que Hegel pueda decir: “La filosofía es lo más opuesto a lo abstracto; es justamente la lucha contra lo abstracto; la lucha permanente contra la reflexión del entendimiento” (Lecciones sobre la historia de la filosofía, ed. Hoffmeister, t. I, p. 113). En el mundo griego arriba ciertamente el Espíritu por primera vez a un enfrentamiento libre con el Ser. Pero el Espíritu no arriba todavía propiamente como el sujeto que se sabe a sí mismo a la absoluta certeza de sí mismo. Sólo donde esto ocurre, en el sistema de la metafísica especulativo-dialéctica, llega a ser la filosofía lo que ella es: “lo más sagrado, lo más íntimo del Espíritu mismo” (ib. p. 125). Heideggeriana: HegelGregos

Pero la aletheia, la desocultación, está en acción no sólo en las palabras fundamentales del pensamiento griego, sino también en la lengua griega en total. Esta comienza a hablar en forma diferente, desde el momento en que en su interpretación hacemos a un lado las maneras de representar romanas, medievales y modernas y no nos ponemos a buscar en el mundo griego personalidades, ni el Espíritu, ni el sujeto, ni la conciencia. Heideggeriana: HegelGregos

Pero, ¿qué es lo que pasa con la misteriosa palabra aletheia que se ha convertido en un rompecabezas de los intérpretes del mundo griego, debido a que se atienen sólo a la palabra aislada y a su etimología, en lugar de pensar en la cosa a que remiten el no-estar-oculto y la desocultación? ¿Es la aletheia lo mismo que el Ser, es decir, que la pre-sencia? A favor de una respuesta afirmativa habla el hecho de que Aristóteles designa lo mismo con las expresiones ta onta, los entes, y ta alhyea, lo no-oculto. Más ¿en qué relación están el no-estar-oculto y la presencia, la aletheia y la oésia? ¿Tienen el mismo rango esencial? ¿O sólo depende la presencia del no-estar-oculto, y no viceversa? En este caso, el Ser tendría que ver con la desocultación, pero la desocultación no tendría nada que ver con el Ser. Aún más: si la esencia de la verdad que entra en vigencia como adecuación y certeza sólo puede existir en el dominio del no-estar-oculto, la verdad tiene ciertamente que ver con la aletheia, pero ésta no tiene nada que ver con la verdad. Heideggeriana: HegelGregos

Es necesario el paso atrás. Atrás ¿hacia dónde? Atrás hacia el inicio que se nos insinuaba con la referencia a la diosa Atenea. Sólo que este paso atrás no significa que el mundo griego antiguo tenga que ser reactualizado de alguna manera, y que el pensar deba buscar su refugio en los filósofos presocráticos. Heideggeriana: ArtePensar