raciocinio

En cambio, para nosotros deberá quedar abierto de si somos capaces de entrar adecuadamente en esta experiencia poética con el habla. Existe el peligro de sobrecargar el poema, es decir, de atribuirle un exceso de pensamientos y que nos cerremos a ser alcanzados por su poesía. Más grande aún – aunque hoy en día se admite poco – es el peligro de que pensemos demasiado poco, y que rechacemos el pensamiento de que la verdadera experiencia con el habla sólo pueda ser una experiencia del pensamiento, además de que todo elevado canto poético de toda gran poesía vibra en el ámbito de un pensamiento. Pero si lo que ante todo importa es la experiencia del pensamiento con el habla, ¿para qué, entonces, esta indicación de una experiencia poética? Porque, a su vez, el pensamiento anda por caminos vecinos a la poesía. Por esto es bueno pensar en el vecino, en aquel que vive en la misma proximidad. Poesía y pensamiento se necesitan mutuamente en su vecindad, cada uno a su modo cuando se llega al límite. La región en la que la vecindad misma tiene su ámbito, esto la poesía y el pensamiento lo determinan de modos distintos, pero siempre de forma tal que se encuentra en el mismo ámbito. Puesto que estamos atrapados por un prejuicio secular donde el pensamiento es una cuestión de raciocinio, o sea, de cálculo en el sentido más amplio, se desconfía, ya de entrada, al hablar de una vecindad del pensamiento con la poesía. 13190 Heideggeriana: EssenciaLinguagem