GA64 – tempo
Zeit
De esta manera, la tarea de comprender la historicidad nos conduce a la explicación fenomenológica del tiempo.
La investigación sobre el tiempo se enmarca en este horizonte.
El análisis del Dasein con respecto a sus caracteres ontológicos (sección II) ofrece la base para emprender la explicación del tiempo (sección III).
Las modificaciones que ha traído consigo el transcurso del tiempo me parecen inesenciales, y bien quisiera apreciar las cosas de otra manera. I
Estos “científicos” se enfrentan con los poderes de su tiempo de una manera semejante a como la refinada sociedad francesa se enfrentaba con el movimiento revolucionario de su época. I
Antes de la pregunta crítica de en qué medida y si en general la posición ontológica que los dos amigos toman con respecto a la tarea de comprender la historicidad resulta adecuada, hay que poner al descubierto la constitución ontológica del Dasein a través de una exposición positiva del fenómeno del tiempo. I
El camino que deberá permitir a nuestra investigación acceder al tiempo puede trazarse recordando dos hechos. II
La vida humana se orienta en su quehacer más cotidiano por el tiempo. II
Ella tiene su tiempo para trabajar, para comer, para descansar y para divertirse. II
La regulación del tiempo queda fijada públicamente por el calendario, por el horario de los medios de transporte, por el horario lectivo, pero también por el horario de cierre de los establecimientos públicos y por el horario circundante y los procesos de la naturaleza son «en el tiempo». II
Ambos hechos arrojan el resultado siguiente: el tiempo se da en la existencia humana, es decir, la existencia humana tiene en cuenta el tiempo. « II
Alma» y «espíritu», conceptos a los que remiten las investigaciones «clásicas» sobre el tiempo, constituyen la «sustancia» de la existencia humana. II
El tiempo, por tanto, se podrá tomar tanto más en consideración cuanto más originariamente visibles se hagan los caracteres ontológicos de la existencia humana misma. II
El análisis del tiempo se funda en una caracterización ontológica de la existencia humana. II
Su propósito se centra en las estructuras fundamentales del Dasein desde las que debe hacerse visible el tiempo. II
Todo intento que se mueva en esta dirección desembocará antes o después en el fenómeno del tiempo. II
En el caso del cálculo del tiempo la circunspección tiene en cuenta el sol y la luna, así como en el caso de la navegación tiene en cuenta las estrellas. II
29) Lo dicho hasta ahora proporciona un terreno suficientemente preparado para la interpretación del tiempo. III
Con la donación y la elaboración de este terreno, nuestra investigación ha seguido hasta ahora la idea que guía implícitamente la interpretación tradicional del tiempo desde sus inicios aristotélicos. ¿ III
Pero está el tiempo en el Dasein? Con el fin de permanecer en un terreno seguro, la exposición que explica el tiempo como un dato fenoménico que se encuentra en el Dasein mismo tiene que tomar correctamente en consideración al Dasein en el ser de su posibilidad más extrema. III
Y, por tanto, sólo la facticidad puesta de manifiesto en su posible propiedad mostrará aquellos elementos que efectivamente constituyen el fenómeno del tiempo, si es que el tiempo está en el Dasein. III
49) ¿Y cómo se pasa ahora del Dasein explicado en la propiedad de su propio ser-posible al tiempo? No se precisa de ningún camino. III
La investigación ya tenía constantemente presente el tema del tiempo. III
La caracterización ontológica del ser del adelantarse descubridor ya dejó al descubierto el fenómeno del tiempo en su propio ser. III
El respectivo Dasein mismo es (el) «tiempo». III
60) Temporal no significa aquí «en el tiempo», sino el tiempo mismo. III
Sólo así este ser es el tiempo mismo. III
En el adelantarse, si es que éste debe tomarse como el ser-futuro del Dasein, tiene que hacerse visible la plena existencia fenoménica del «tiempo». III
72) De hecho, el Dasein es «el tiempo» que es en el modo del ser-temporal; el ser del Dasein está determinado como temporalidad. III
Hasta qué punto «el» tiempo es (73) y cómo el tiempo en cuanto tal es temporal, sólo se puede comprender a partir del ser propio «del tiempo». III
75) El hilo conductor para la interpretación del estar-en con respecto al tiempo está asegurado por la explicación del ser-temporal propio. III
La descripción preliminar del modo en que el Dasein «tiene» el tiempo desembocó en el contar=con=el=tiempo, en el calcular el tiempo. III
Este modo de «tener» el tiempo ha de explicarse partiendo del ser-temporal del estar-en cotidiano.( III
Pero salta igualmente a la vista que el sentido ontológico de la expresión «en el futuro» (y del correspondiente ser-futuro) tiene que determinarse «en el presente» primeramente a partir de la explicación de la expresión «en=el= tiempo» que se ofrece a continuación. III
Este preocuparse por… no se refiere a aquello de lo que se tiene cuidado, sino al cuidarse mismo: al hecho de que salga bien, de que se termine en el tiempo justo. III
Lo que no se mantiene ocupado tampoco puede descansar de… Los «ahora» adecuados y disponibles para la ocupación que está a la espera constituyen el «tiempo»(95) que hay que tener en cuenta. III
Pero este presentar se ha expresado e interpretado en el «ahora», es decir, en los ahora oportunos, lo que significa que el «tiempo» del estaren comparece en el mundo. III
96) Por tanto, el presentar, en cuanto estar-en, es un ser-temporal tal para el que en su circunspección «el tiempo» comparece mundanamente en el carácter de la significatividad. III
Para el ser-temporal que ocupándose de… queda absorbido en el mundo, «el tiempo» se da en su mundo.( III
97) «El tiempo» que está así presente en el mundo tiene que verse y comprenderse de acuerdo con su existencia fenoménica y es preciso dejar de interpretarlo como una ilusión. III
Referido a la multitud de cosas que el día trae consigo, la ocupación tiene que dar a cada cosa su tiempo.( III
Sólo entonces se puede estar seguro de que el otro en general puede llegar a tiempo. III
La indicación y el establecimiento del tiempo adecuado se realizan con respecto a la posición del sol.( III
Al mirar el reloj se dice: «ahora» es tiempo de…, todavía no es tiempo de…, no hay más tiempo para… Mirar el reloj significa decir «ahora» y en este decir se hace disponible el tiempo adecuado. III
104) En la medida en que el reloj hace accesible una multiplicidad de «ahoras», el «tiempo» comparece de una manera mucho más explícita en esta multiplicidad. III
Y precisamente porque la ocupación se rige por el reloj, en ésta el «tiempo» puede comparecer mundanamente en su apremiosidad. III
Cuanto más se absorbe la ocupación en el mundo (ahora esto, entonces aquello y entonces todavía aquello otro), tanto menos «tiempo» tiene. III
Cuanto con más frecuencia y apremio la absorción de la ocupación tiene que preguntar por el «cuándo», tanto más valioso(105) se hace el tiempo. III
Y cuanto más valioso es el tiempo, tanto más preciso y manejable se hace el reloj. III
Cuando la forma de hablar de la ocupación dice: «no tengo tiempo», quiere decir: ahora no me sobra tiempo para… La ocupación queda absorbida en el tiempo disponible. III
No debe perderse tiempo. III
Ni siquiera el establecimiento del «ahora adecuado» debe tomar en consideración el «tiempo». III
La preciosidad del tiempo documenta el ser del tiempo. III
Hay «el tiempo». III
Lo decisivo en la medición del tiempo es, por tanto, regresar a algo que está disponible como algo presente en cada ahora y que en cuanto tal permite determinar cada ahora.( III
El hecho de que el reloj haga posible una lectura precisa del tiempo o que sólo lo indique de una manera aproximada no altera sustancialmente el carácter ontológico del estar-en, a quien el reloj debe su haber sido «inventado» y su ulterior perfeccionamiento. III
Hay(115) reloj porque «el tiempo» comparece mundanamente para el estar-en que dice «ahora». « III
El tiempo» es porque el Dasein está constituido en su facticidad como un presentar que queda absorbido en el mundo, es decir, como un ocuparse. III
«El tiempo» es; comparece en el trato mundano con el reloj. III
Decir que algo es «en el tiempo» significa: su estar ahí delante comparece en un presentar que está a la espera. III
Antes de la pregunta de cómo el lenguaje expresa temáticamente «el tiempo» mismo,(117) se halla la pregunta más originaria de cómo en el lenguaje como tal se muestra(118) el ser-temporal del estar-en. III
121) El modo en que el hablar expresa inmediatamente «el tiempo» mismo ofrece a la vez una prueba de la característica ontológica del Dasein más inmediato entendido como un ocuparse que está a la espera (122). III
De entrada, cada uno ha entregado ya el «tiempo» que «tiene»(126) para recibirlo primero del tiempo regulado en la convivencia. III
Esto significa que «el tiempo» (tal como se tiene cuidado de él en el Dasein cotidiano) es la convivencia que se pierde en el mundo y que está determinada en su ser como un ser-temporal que se expresa estando a la espera. III
El ser del «tiempo» es el ser del «uno» que, entendido como un «sujeto» peculiar, se hace cargo del cuidado del ser en la forma más inmediata de la convivencia cadente. III
La convivencia es vivida por «el tiempo» porque ella misma es el tiempo, es decir, porque está en el mundo en la modalidad del ser-temporal arriba indicada. « III
El tiempo» es el ser del «nadie» que comparece desde el mundo mismo en la absorción presentante en el mundo. III
Los fenómenos del «uno» y del «tiempo», que en su obstinado dominio con frecuencia incluso superan en «realidad» la presencia del mundo (lo mundano está «en el tiempo»), no pueden interpretarse separadamente, sino que la reflexión ontológica debe sentirse libre en su confrontación con estos fenómenos y obtener a partir de ellos el carácter ontológico. III
Lo mostrado hasta ahora sobre el ser-temporal de la ocupación y el ser «del tiempo» se confirma a partir de lo que el mismo Dasein cotidiano dice sobre el tiempo.( III
127) El Dasein no sólo tiene en cuenta el tiempo, sino que en una interpretación «natural» también da a conocer el modo en que le sale al encuentro el tiempo. III
Se dice: «el tiempo pasa»; en cambio, nunca se dice: «el tiempo nace».( III
128) El ocuparse, en cuanto presentante, examina el tiempo, lo sigue con la mirada; busca el tiempo en el ahora que fluye y huye. « III
La pregunta que interroga explícitamente por la «esencia» del tiempo se mantiene de entrada en el marco de la experiencia cotidiana del tiempo. III
El tiempo es el cielo o bien su cambio repentino; el tiempo es movimiento. III
Ambas afirmaciones muestran con claridad que el tiempo se busca ahí donde la determinación cotidiana del «entonces» remite a la ocupación: cielo y rotación del sol. III
También el primer tratado científico sobre el tiempo que nos ha sido transmitido y cuyos resultados han resultado decisivos para las épocas sucesivas hasta la actualidad –a saber, el tratado de la Física de Aristóteles (ontología del mundo)– se atiene al modo de comparecencia más inmediato del tiempo. III
Con esta definición salta a la vista el terreno sobre el que se apoya el concepto de tiempo que ha devenido tradicional y que se entiende como un fluir sucesivo (sucesión). III
Que los ahora se «numeren» con respecto a cosas físicas o con respecto a procesos psíquicos y «datos» significa que se tiene siempre en cuenta el tiempo que comparece en la ocupación que está a la espera. III
La historia ontológica del origen del concepto de tiempo muestra, por tanto, que el Dasein –incluso en el caso en que pregunta explícitamente por la esencia del tiempo– pregunta y responde en el sentido de la ocupación presentante. III
Así pues, teniendo en cuenta las constituciones fundamentales de la facticidad, queda completamente demostrado el principio expresado antes sólo a propósito del análisis del ser-temporal propio: el Dasein es el tiempo. III
El hecho de que el «cuándo» esté fácticamente indeterminado, no cambia nada en el modo de preguntar y en la respuesta con la que el Dasein perdido en el mundo intenta consolarse: «todavía queda tiempo». III
El preguntar que, estando a la espera, se interroga por el cuándo del haber-pasado depende precisamente del «todavía no haber-pasado» y calcula cuánto tiempo le queda todavía por vivir. III
El ser propio mismo no es nada que, por decirlo así, debiera y pudiera subsistir por sí mismo junto al ser impropio; pues el cómo aprehendido en la resolución del adelantarse es propio siempre y sólo en cuanto determinación de un actuar que echa mano del ahora que tiene lugar en el tiempo de la convivencia. III
Pero el que está resuelto tiene su tiempo y no cae en el tiempo por el que tiene que regirse cuando se ocupa de algo. III
Por otra parte, el ser-temporal impropio no es mera apariencia, ni el ser del tiempo calculado es una simple ilusión; antes bien, el dominio de este ser-temporal en la facticidad hace patente el carácter ontológico de la ruina que reside en ella. III
El tiempo vale como un principium individuationis.( III
141) En este papel el tiempo se comprende en el sentido del concepto mundano ya señalado de un orden irreversible en la sucesión de los puntos del ahora. III
Aquí sólo se señala en qué medida el tiempo, entendido como carácter fundamental del Dasein mismo, cumple una función individualizante. III
El tiempo individualiza hasta tal punto que anula cualquier posibilidad de figurar en el puesto de los otros. III
El tiempo iguala a todos en el sentido más propio porque los aúna con la muerte, con respecto a la cual nadie aventaja al otro. III
En efecto, el estado interpretativo es el estado interpretativo de «un tiempo», de «una época». IV
Lo que en «nuestro tiempo» se piensa sobre…, a qué posibilidades del Dasein se da preferencia, cómo se concibe el Dasein mismo, lo que «flota en el ambiente», todo esto determina por término medio las pretensiones, las necesidades y las empresas del Dasein. IV
Este «tiempo» mismo, el presente de un colectivo, está articulado «temporalmente». IV
Para la vieja generación las reglas emanan de las costumbres de «su tiempo»(10) –es decir, de la época en que estaba creciendo la generación «intermedia», que ya empezaba a sacudirse el estado interpretativo dominante para acabar imponiéndose como generación intermedia y dirigente. IV
Sólo así este Dasein que ha sido «en su tiempo» puede –en cuanto convivencia en la sucesión de generaciones– llegar a estar disponible en su temporalidad. IV
El «cuándo» se «numera»(29) primariamente a partir de lo que sucedió en una época, en un tiempo. IV
La fecha histórica indica el tiempo y con ello comprende lo que en aquel tiempo preocupaba al Dasein en sus diferentes modalidades de ocupación. IV
También aquí el número tiene el sentido metódico del presentar; frente a otros tiempos, el número tiene que poner a disposición(30) de la consideración presentante «un tiempo» en la diversidad de su haber-sido. IV
Todo tiempo y toda época, si se han comprendido en la propiedad de su ser, tienen que comenzar «desde el principio».( IV
Por consiguiente, el sentido del ser se interpreta a partir del tiempo. IV
Pero en la medida en que el tiempo mismo es, éste se interpreta siguiendo el hilo conductor del concepto de ser dominante. IV
Para Aristóteles, quien interpretó por primera vez el tiempo, «ser» significa «presencia» (presente). IV
La correspondiente interpretación del fenómeno del tiempo se convierte así en el elemento discriminante que revela el sentido del ser de la correspondiente ontología. IV
