Licht e Helle
«Represéntate la imagen de hombres en una morada subterránea, con forma de caverna. La entrada, que tiene toda la extensión de la caverna, la tiene hacia arriba, contra la luz del día. En esta morada están los hombres desde la infancia, encadenados por las piernas y el cuello. Por eso permanecen en el mismo sitio y sólo miran a lo que hay ante ellos, lo presente. Debido a las cadenas, no son capaces de girar la cabeza en derredor. Pero la claridad les llega desde atrás, desde un fuego que arde lejos desde allá arriba. Pero entre el fuego y los encadenados, a sus espaldas, discurre un camino, y a lo largo de él, imagínatelo, se ha construido un tabique, como el biombo que los titiriteros levantan delante de los espectadores, un biombo por encima del cual muestran los muñecos. §2
3. Los encadenados ven ciertamente las sombras, pero no en tanto que sombras de algo. Si decimos: las sombras son para ellos lo no-oculto, entonces eso es equívoco, y en el fondo estamos diciendo ya demasiado. Sólo nosotros, que abarcamos ya de un vistazo toda la situación, designamos como sombras lo que tienen ante sí. ¿Por qué no pueden hacerlo también los encadenados? Porque no saben nada de un fuego, de algo que dé un resplandor, una luz, en cuya claridad se proyecten por vez primera tales cosas como sombras, en cuya claridad pueda ensombrecerse alguna otra cosa, y porque no saben nada de cosas ni de hombres que, a la luz, puedan proyectar una sombra. Por eso, cuando dijimos (en 2.) que puede preguntarse «qué sea eso» que ahí está no-oculto, eso no es una pregunta que los encadenados puedan plantear, pues en la esencia de su existencia reside que, justamente esto no-oculto que tienen ante sí, les baste, y hasta tal punto que tampoco sepan que eso les basta. Están entregados a eso que les viene al encuentro inmediatamente. §3
«–Pero si uno le arrastrara con violencia a lo largo de la subida escabrosa y empinada que da a la salida de la caverna, y no lo soltara hasta haberlo sacado a la luz del sol, ¿el arrastrado no sentiría dolores y se resistiría? Y cuando saliera a la claridad, con los ojos llenos de un resplandor, ¿no sería incapaz de ver siquiera una de las cosas que ahora se le enseñan como lo no-oculto? §4
–Pienso que necesitaría de un acostumbramiento, si es que ha de ver lo que hay arriba. Y, en un primer momento , podría contemplar del modo más fácil las sombras, y luego, en el agua, la imagen reflejada de hombres y otras cosas, pero más tarde, a ellas mismas . Pero de éstas, a su vez, contemplará más fácilmente por la noche lo que se encuentra en el cielo y la bóveda celeste misma, mirando a la claridad de las estrellas y de la luna, eso más fácilmente que, durante el día, el sol y su luz. §4
3. Pero este reacostumbramiento de la mirada de lo oscuro a la claridad, se realiza recorriendo diversos dominios. En un primer momento, la mirada que ama lo oscuro y las sombras busca todavía todo aquello que, fuera de la caverna, más conserva todavía una cierta afinidad con lo oscuro, aquello que tampoco aquí da las cosas mismas, sino sólo el reflejo, ya sean sombras o reflejamientos. Sólo desde ahí viene la mirada a las cosas mismas –pero incluso entonces, en un primer momento, el liberado ve mejor por la noche, cuando la mirada se acostumbra lentamente a mirar a lo que alumbra–, a la luz más débil, al resplandor no cegador de las estrellas y de la luna; y sólo entonces, cuando ya está familiarizado con ello, es capaz de contemplar las cosas de día a la luz del sol, luego la luz misma, y finalmente el sol como lo que da la luz, es decir, lo que da el tiempo, por el que todo ente es, como aquello que todo lo administra y todo lo gobierna, lo que es incluso el fundamento de lo que era visible en la caverna: las sombras de ahí y la luz y el fuego de ahí. §5
Ver la idea, es decir, entender el ser-qué y el ser-cómo, dicho brevemente, el ser, nos permite conocer por vez primera lo ente en tanto que el ente respectivo que es: con los ojos corporales jamás vemos lo ente, a no ser que ya estemos viendo «ideas». Los prisioneros en la caverna ven sólo lo ente, sombras, y opinan que sólo hay lo ente. No saben nada del ser, de entender el ser. Por eso tienen que ser conducidos lejos de lo ente –lejos de lo único que para ellos es lo ente: las sombras–, y ser subidos al exterior de la caverna. Tienen que hacer un ascenso y alejarse subiendo por encima de lo inferior, subir alejándose también del fuego en la caverna (del sol real, que, al fin y al cabo, es sólo la imagen de un ente), hacia la claridad del día, hacia la luz, hacia las «ideas». ¿Pero qué tiene que ver la idea y la esencia de la idea con la luz? Sólo así llegamos propiamente a nuestra primera pregunta. §6
Con la luz y la claridad llegamos de nuevo al ámbito del ver, de lo visible. Visibles, en el modo de lo perceptible con los ojos, son para nosotros los colores y el resplandor y la claridad y la oscuridad. ¿Pero qué es eso: la claridad, la luz, la oscuridad? No son cosas, tampoco una propiedad de alguna cosa. Claridad, luz: eso no se lo puede aprehender, es lo inasible, casi como la nada y el vacío. §6
¿Pero sabemos con ello qué son la claridad, la luz y la oscuridad? Claridad y oscuridad: eso es algo dado en último lugar y en primer lugar, de lo que tenemos que partir y que no podemos reducir a otras cosas. Pero, al fin y al cabo, con eso no se llega a la captación de la esencia específica de la claridad y la oscuridad. Claridad y oscuridad son aquello visible que vemos «en primera instancia». Pero esto visible, ¿cómo debemos determinarlo? Pues el color es también algo visible. Así pues, si indicamos la visibilidad como determinación, con ello todavía no se ha caracterizado lo visible en cuanto tal. Tenemos que preguntar: ¿qué sucede con la claridad y la oscuridad mismas, si nos quedamos sólo justamente con ellas mismas? ¿Qué significa claridad, qué significado tiene y qué realiza? §6
Helle (hell), «claridad» («claro»), viene de hallen, «resonar», y originalmente es una designación del sonido (de la emisión), y es lo contrario de dumpf, «sordo», «apagado». Es decir, hell, «claro», no es originalmente un carácter de lo visible, sino que, en el lenguaje, fue previamente transferido a lo visible, al campo en el que la luz juega un papel. Así hablamos ahora de «día claro, luminoso». Pero estas transferencias que lleva a cabo el lenguaje, aquí desde el campo de lo audible al campo de lo visible, nunca son casuales, y, la mayoría de las veces, en ellas se manifiesta incluso una fuerza y una sabiduría primitivas del lenguaje, aunque ahora confesamos con toda libertad que de la esencia del lenguaje sólo sabemos poco y sólo aspectos externos. Si el significado de hell, «claro», se puede transferir a lo visible y equiparar con el «aclarar», «iluminar», su claridad con la luz, entonces esto sólo puede suceder por referencia a una afinidad esencial de ambos fenómenos, a un momento que la claridad en tanto que resonante tiene esencialmente en común con la luz como iluminante. El sonido y la emisión claros («resonantes»), que aún tienen su incremento en lo gellend, lo «estridente», lo «chillón» (Nachtigall, «ruiseñor»), son lo penetrante: se difunden, más aún, penetran. El sonido sordo, apagado, por así decirlo, más inerte, en cierta medida se rezaga pesadamente, no es capaz de imponerse. Lo claro tiene el carácter del «a través» («por donde»). Lo mismo, de otro modo, se evidencia con la luz y con el «día luminoso». También la luz tiene el carácter del «a través». Este carácter del «a través», a diferencia de lo oscuro, lo que se rezaga, es lo que conduce a que el significado de Helle, «claridad», se transfiera de lo audible al campo de la visión. Claridad es aquello a través de lo cual vemos. Dicho más exactamente: la luz no es sólo lo que se abre paso a través, sino que ella misma es el «a través», lo que deja pasar a través, a saber, el ver y la mirada. Lo luminoso es lo trans-parente, es decir, lo difusivo, lo que abre, lo que permite pasar. La esencia de la luz y la claridad es el ser transparente, el permitir ver a través. §6
Transparente llamamos también al vidrio, aun cuando esté colorea-do, a una luna de cristal o al agua, y se plantea la pregunta: ¿son también transparentes de este modo la luz y la claridad? ¿lo son ambas en el mismo sentido? Evidentemente no, y no sólo porque la claridad no es asible como una luna de cristal o una cantidad de agua, sino porque esto transparente, el cristal y el agua y todo lo que les es similar, al fin y al cabo, presupone la claridad. Cosas tales sólo son transparentes a la luz, y sólo a la luz permiten ver a través de ellas. La visión en general, y por tanto tal ver a través, la posibilita por vez primera la luz. También la luz (la claridad) es transparente, pero en un sentido más estricto: como lo transparente propiamente y en primera instancia. Vemos dos cosas: la luz deja pasar por vez primera el objeto, como visible, para la mirada, y permite que la mirada vidente pase a través hacia un objeto que hay que avistar. La luz es lo que permite pasar. Claridad es visibilidad (lo visible), difusibilidad, apertura de lo abierto. Con ello hemos determinado la auténtica esencia de la claridad: les posibilita a las cosas mostrarse a la mirada, ofrecer una visión para el ver en el sentido reducido de percibir por medio del sentido de la vista. §6
De modo correspondiente, la oscuridad. La oscuridad sólo es un caso límite de lo claro, y tiene aún el carácter y el modo de la claridad: una claridad que ya no permite pasar a través y que les sustrae, les niega a las cosas la visibilidad. Es lo impermeable, pero en un sentido totalmente determinado, de otro modo a como, por ejemplo, es opaca e impermeable una pared de madera. Una pared de madera o de piedra no puede negar la visión, porque tampoco puede conceder la visión de ningún modo. Es opaca en un sentido totalmente distinto a la oscuridad. Por señalar sólo un momento de la diferencia: para que una pared pueda considerarse opaca, impermeable (para alguien), la luz tiene que estar presente en ese momento, o pensarse adicionalmente como co-presente, mientras que la impermeabilidad de la oscuridad se da justamente en la ausencia de luz (claridad), y sólo en ella. La oscuridad es impermeable porque ella misma es un modo del dejar pasar. La pared es opaca porque no es ningún modo del dejar pasar (para el ver). Sólo puede negar lo que también está en la posibilidad de conceder. La oscuridad niega la visibilidad porque también puede conceder visión: en la oscuridad, vemos las estrellas. §6
Nuestra pregunta conductora es: ¿qué conexión existe entre la idea y la luz? ¿Por qué las ideas son simbolizadas por la claridad? Hemos tratado ahora de explicar ambas cosas: la esencia de la idea y la esencia de luz. ¿Qué resulta ahora para la determinación de la conexión entre ambas? §6
En la imagen simbólica, esta liberación positiva hacia el auténtico ser libre se anuncia a través de lo que sucede más allá del mero retiramiento de la cadena: un ascender hacia la luz del día. Hacerse libre significa ahora: mirar a la luz, o dicho más exactamente: rehabituar la mirada gradualmente de lo oscuro a lo claro, y en concreto, nuevamente, desde lo visible en la claridad hacia la claridad, hacia la luz misma, para que la mirada se haga un rayo de luz. Qué significa esto, lo trataremos más tarde. §7
Ahora, en primer lugar, preguntamos: ¿qué tiene que ver la luz con la auténtica libertad? ¿Acaso la referencia a la luz hace al ser libre más libre? ¿Qué sucede con la luz? La luz alumbra, se difunde como claridad. Con más precisión, decimos: la luz ilumina, aclara. «La noche está iluminada como la claridad del día» (Schiller). La noche está alumbrada, iluminada. ¿Qué significa eso? La oscuridad está iluminada, aclarada. Hablamos del «claro del bosque». Eso significa un lugar que está despejado, libre de árboles, y que desbloquea, que libera el tránsito, la penetración de la mirada. Iluminar, aclarar, significa entonces desbloquear, liberar, hacer libre. La luz despeja, aclara, hace libre, da paso. La oscuridad cierra, obtura, no deja que las cosas se muestren, las encubre. Que la oscuridad sea iluminada significa: transita a la luz, y con eso se quiere decir: la oscuridad es hecha desbloqueante, liberadora. §7